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¿Cuál es la fórmula de poder frente al éxito o el fracaso de Milei?

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Eduardo Aliverti

Por Eduardo Aliverti

La pregunta clave es cuáles serían el esquema y fórmula de poder capaces de sobrevivir -y conducir- al éxito o fracaso de Milei. Sobre esto coinciden colegas y analistas de la propia derecha.

Los datos, indicaciones y denuncias respecto de la perversidad del Gobierno son imprescindibles, así como insuficientes si ese fuera el solo recurso para enfrentarlo. El grueso de quienes habitamos el palo que se le opone nos sentimos, casi con toda seguridad, en medio de una catarsis que sigue dando vueltas alrededor del asombro y la indignación. Pero la puerta de salida queda lejos. Nos consolamos, pero no nos potenciamos porque carecemos de referencias opositoras válidas, creíbles, energizantes.

La impactante movilización feminista del viernes puede medirse a la par del 24 de enero. Invita a estimularse con que sigue habiendo reservas bien grandes para profundizar la resistencia. El salto que se requiere desde esas muestras a construir una opción es igual de enorme.

Por “éxito” de Milei se entiende que esta experiencia inédita logrará atravesar la recesión descomunal. En la semana se juntaron números indesmentibles sobre la caída de cuanto indicador económico quiera chequearse.

Salarios e ingresos derruidos de las grandes mayorías, en esa hipótesis de la consagración mileísta y aun cuando se crucen límites de gente hambreada junto a una clase media que se desploma, son tolerados porque “la recesión es con ilusión”.

Milei llega así hasta mitad de año, como presagian los economistas que le son afines, porque será entonces cuando terminen de acomodarse los números de “la macro”. Habrán entrado los dichosos dólares de la cosecha, siempre que “el campo” se digne a liquidarlos; la inflación se consolidará a la baja, y la sociedad sentirá que el esfuerzo valió la pena.

Mientras tanto, claro, se requerirá que un conjunto de los gobernadores admita su síndrome de Estocolmo. Que en el Congreso les rindan obediencia debida sus diputados y senadores. Que ningún sector relevante, o acumulación de ellos, le prenda fuego a la mecha corta. Que llegado el caso de que eso suceda alcance con la represión. Que esa represión no potencie rebeldías ampliadas. Que, conseguido el objetivo, Milei estabilice el apoyo de las corpos locales y extranjeras como líder político de la “nueva” derecha. Sería al estilo del menemato, pero ya no con la estructura del PJ detrás sino a través de, por caso, una liga de gobernadores de las provincias más ricas.

Se prolongaría de esa forma otro estadio fantasioso de economía pujante o “salvada”, impulsada por un Fondo Monetario que no lo ahorca a favor de estabilización monetaria, exportaciones primarizadas y viento de cola en energía, minería, economía del conocimiento, su ruta.

Los conatos de violencia social, incluyendo la preponderancia del narcotráfico si encima dolarizan de facto, serán controlados porque “el pueblo” admitirá vivir bajo una exclusión social desconocida. Aquello de Argentina convertida en otro país latinoamericano de Estado fallido, no importa si con alguna crisis política a cada rato, o cada tanto, o ninguna. Pero sin afectación del modelo económico. A lo Perú o Ecuador. O, preferentemente, Paraguay. Y el éxtasis sería a la chilena.

Nada que el Fondo, justamente, no venga insistiéndole a Milei. El FMI y cuanto factor de poder se recorra, tal como se señala en los house organ de la prensa internacional. The Economist, el Wall Street Journal y siguen firmas que incluyen la de ¡Domingo Cavallo!, previniendo acerca de salarios y jubilaciones que no pueden seguir así, más la necesidad de que los actores concentrados de la economía paren un poco su festín.

Los negocios marcharían de maravillas y es muy atractivo que se pruebe el anarco-capitalismo en un país periférico de tamaño mediano, con una influencia regional y cultural que no es moco de pavo. Todo bien, pero demostrame que podés sostenerte en la conducción política de semejante experimento.

Como dijo el numen Mauricio Macri en Rosario, en público, en una reunión de esa Fundación Libertad que nuclea a lo más rancio o potente del ultraconservadurismo: este Gobierno es Milei, la hermana y las redes sociales. En términos ejecutivos, no hay prácticamente nada que no sea sólo eso. De paso, Macri ninguneó a su Toto Caputo, a su Sturzenegger y a todos los fracasados (pónganle comillas, si lo desean) que formaron parte de su gestión.

Este es un “verdadero outsider”, dijo Macri como remate de que Milei no es Trump, “que tenía (y tiene) al Partido Republicano”. Ni Bolsonaro, “que tenía al Ejército atrás”.

Como quien no quiere la cosa, siguió de largo respecto de que Lula logró volver y vencer a esa suerte de analfabeto fascistoide. Le ganó por un pelo, pero ahora “domó” a la burguesía paulista y al “centrao” de esos legisladores brasileños que simplemente se alquilan. Y Brasil está mejor, en términos de estabilización sin crisis política, más que Bolsonaro -todavía con fuerte inserción popular- ya ni siquiera podría presentarse a elecciones porque el Poder Judicial también le soltó la mano.

No hacemos analogías, pero por las dudas vale citarlas sabiendo que el liderazgo de Lula es excluyente. Por acá no tenemos ni para empezar a hablar de algo o alguien como eso. Pero, bien que sólo de mientras, lo que consiguió Lula es precisamente una fórmula de poder apta para sustituir con eficacia al loco. Hablamos de política y no de diagnósticos psiquiátricos, por supuesto.

Por aquí es donde podría entrar la segunda hipótesis, que es el fracaso de Milei.

A los hermanos, a su ejército de trolls que operan abiertamente desde Casa Rosada y a sus perros falderos de medios tradicionales -necesario aclararlo porque es incierto el destino de los clonados- no les alcanzaría para la dirección política.

Algunos gobernadores no se comen la curva, quizá con la restitución de Ganancias a la cabeza. O el Congreso se resiste. O empiezan a aparecer, como en los noventa, focos ígneos territoriales. O el fósforo se prende desde lo que hoy es imprevisible.

¿La comunidad universitaria? ¿La clase media porteña que no resistiría más saqueos? ¿El desempleo creciente? ¿Algún otro disparador del tipo de un Presidente que en un colegio habla de cuánto mide la del burro, mientras se le desmayan dos estudiantes? ¿Un símil de lo que fue la Carpa Banca de los maestros? ¿Una representación efectiva contra los haberes destruidos de los jubilados? Vaya uno a saber.

Al cabo de cualquiera u otras de esas situaciones, el interrogante es quienes están preparándose para que lo alterativo pudiera ser alternativo.

Esto es, para insistir, ¿qué fórmula de poder real, institucional, efectiva, estarían trazando, comandados por cuáles figuras, quienes tendrán la responsabilidad de sustituir al fracaso de Milei?

Es una pregunta que no pierde de vista la siguiente observación, también reiterada.

Entre aquellos que sentimos asistir a un escenario alucinógeno, indescriptible, improbable de asimilar, reina el apuro.

Ya queremos que “la gente” gane la calle. Ya necesitamos reacciones concretas y organizadas. Ya nos urge algún mariscal que tome el bastón. Mucho cuidado con esto último, ya que estamos, porque todo está corrido a la derecha. Da muy buen rating y rebote en las redes, sin ir más lejos, el espectacularismo reaccionario de ciertos sujetos que le tiran el “peronómetro” a kirchnerismo y progresismo, como si se tratara de que no haya sido con esas banderas cuando los argentinos la pasamos mejor.

No busquen marcaciones editoriales dirigidas por “proyecto” alguno. Estamos en la épica de la agresión. Vivimos en un capítulo de Los Simpsons, como posteó Natalia Volosin. Y la crueldad está de moda, como dijo Martín Kohan.

Lo único que falta es que a la derecha se le conteste con más derecha reaccionaria todavía.


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Cuáles son los cambios que exige la oposición para acompañar la Ley Bases y el paquete fiscal

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El debate legislativo de la semana finalizó sin dictamen. El oficialismo ya sabe que los proyectos que se aprobaron en la Cámara de Diputados sufrirán modificaciones. Los cinco puntos clave.

Por María Cafferata

Un Pacto de Mayo sin ley, una ley sin forma. La imposibilidad de dictaminar la Ley Bases no solo enterró la ilusión del acto de unidad con los gobernadores en Córdoba, sino que hundió la fantasía de que el gobierno ya había logrado cerrar un gran acuerdo con la oposición. No hay acuerdo ni borrador final: solo la certidumbre de que los proyectos que se aprobaron en Diputados no serán los mismos que se aprobarán en el Senado. Hay seis senadores opositores cuyas firmas son claves que todavía aguardan una respuesta del oficialismo sobre sus pedidos de modificaciones y, hasta que no tengan una devolución, no dictaminarán nada. La pelota, aseguran, está del lado del gobierno nacional, que tendrá que definir, este fin de semana, qué cambios acepta y cuáles se arriesga a rechazar. En el mientras tanto, nadie, ni el propio gobierno, está seguro de qué forma final tendrán las dos primeras leyes que el Congreso le aprobará a Javier Milei. 

Martín Lousteau (UCR), Pablo Blanco (UCR), Maxi Abad (UCR), Guadalupe Tagliaferri (PRO), Edgardo Kueider (Entre Ríos) y José Carambia (Santa Cruz) son los seis senadores de cuyas firmas depende que las comisiones de Presupuesto, Legislación General y Asuntos Constitucionales puedan dictaminar la Ley Bases y el paquete fiscal para que puedan llegar al recinto. El oficialismo se equivocó al creer que el número estaba garantizado y que, en todo caso, la discusión por la letra chica se resolvería de camino al recinto. Y los senadores se lo están haciendo pagar. Para muchos, la inclusión de Victoria Villarruel en las negociaciones – hasta ahora desplazada – habilitará un diálogo más fluido con un oficialismo que, hasta ahora, estaba fragmentado. El intercambio era, por momentos, contradictorio: el vicejefe de Gabinete, José Rolandi, decía una cosa y el ministro de Interior, Guillermo Francos, decía otra. 

«Que digan lo que quieran, yo no firmo nada». La frase salió de la boca de varios senadores opositores en las últimas 48 horas. Senadores que se sienten empoderados y que, ante la ausencia de ofertas concretas del gobierno – con la excepción de los fondos para la UBA (un guiño directo al radicalismo) -, van acumulando reclamos. El gobierno solo cuenta con siete senadores propios y otros cinco del PRO: está muy lejos de los 37 que necesita para el quórum, por lo que no está en condiciones de ignorar ningún pedido. El problema es que, a medida que pasa el tiempo, los pedidos son cada vez más.

RIGI

A la cabeza de los reclamos está el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) que otorga beneficios fiscales exorbitantes por 30 años para todas las empresas extranjeras que inviertan más de 200 millones de dólares. El vocero más elocuente contra el RIGI ha sido Lousteau, pero no está solo: el radical arrastra consigo también las objeciones de Tagliaferri, Blanco, Abad y varias fuerzas provinciales. Una de las mayores críticas es al artículo 163, que anula cualquier normativa provincial que restrinja lo sostenido por el régimen (adhieran o no las provincias). Se reclama, a su vez, establecer un régimen especial para las industrias más chicas – ya que las inversiones por más de 200 millones están pensadas, casi exclusivamente, para la actividad minera y petrolera -, así como algún sistema de «compre argentino» que proteja a la industria local de la apertura de importaciones.

Hay otros senadores, como Kueider, que plantean cambios más de fondo, como la exigencia de encadenamientos productivos locales.

Impuesto a las Ganancias

Si hay un capítulo que no tiene posibilidades de aprobarse sin cambios es la restitución de Ganancias. Los senadores patagónicos exigen incluir un diferencial para la zona – aludiendo a que el costo de vida es mucho mayor que en el resto del país – y reclaman un incremento del piso mínimo del 22 por ciento. Es decir, que pasaría de 1,8 millones a casi 2,2 millones (que es el mínimo que el proyecto sostiene para personas casadas). 

Este punto está casi cerrado con el gobierno nacional, ya que los patagónicos amenazaron con voltearle todo el paquete fiscal si no introduce cambios. Los patagónicos están cerca de sumar unos 48 votos en contra. Es decir, los dos tercios del Senado, lo que obligaría al oficialismo a conseguir la misma mayoría en Diputados para rechazar la modificación (un número que LLA no tiene posibilidades de alcanzar). Dependen de que Unión por la Patria y un par de senadores sin tierra quieran acompañar y están confiados en que lo lograrán. 

Privatizaciones

Era un capítulo que parecía cerrado y que, en la última semana, empezó a acumular varias objeciones. Principalmente por la privatización de dos empresas públicas: Aerolíneas Argentinas y Correo Argentino. Son varios los senadores del Sur que advierten que, si privatizan la línea de bandera, se caerán varias rutas no turísticas de la Patagonia, como ya sucedió en los 90′. El mismo argumento se repite para el Correo Argentino: el temor es que termine habiendo ciudades y pueblos enteros que se queden sin correo si el Estado no lo garantiza. 

Estas objeciones representan un dolor de cabeza para el oficialismo, ya que el capítulo de privatizaciones representa una de las partes centrales de la Ley Bases. En efecto, cuando el proyecto se cayó en febrero en Diputados fue porque el recinto estaba a punto de rechazar las privatizaciones (entonces eran un total de 27, ahora son once). En el oficialismo buscan evitar una «carnicería» del proyecto, pero se enfrentan a una difícil realidad numérica: si los patagónicos repiten el número de Ganancias para privatizaciones podrían terminar blindando también este capítulo frente a posibles modificaciones en Diputados. 

Blanqueo de capitales

Con el tándem Lousteau-Tagliaferri encabezando la avanzada, el gobierno reconoce que introducirá cambios en el capítulo de blanqueo (uno de los más generosos de los últimos años, ya que permite que quienes blanqueen hasta 100 mil dólares no paguen ninguna penalización). Uno de los pedidos es excluir a los hermanos de los funcionarios, así prohibir la posibilidad de que las personas puedan blanquear en nombre de otras (testaferros). Otro de los cambios será ampliar de 5 a 10 años el tiempo que tenga que haber pasado desde que una persona ocupó un cargo público para poder acogerse al beneficio.   

Moratoria previsional

Hay, además, decenas de pedidos de modificaciones que refieren a la reforma de la Ley de Hidrocarburos o la Ley de Procedimiento administrativo, así como a la reforma laboral. Uno de los temas más delicados es, sin embargo, la eliminación de la moratoria previsional. Hoy por hoy, en el Senado no está el número para aprobar este capítulo, que no solo cuenta con el rechazo de UxP o Carambia y Kueider, sino también de la cordobesa Alejandra Vigo, la rionegrina Mónica Silva y la neuquina Lucila Crexell. La gran mayoría de los senadores coinciden en que eliminar la moratoria representaría un duro golpe para las mujeres – 9 de cada 10 no cuenta con los 30 años de aportes – y nadie quiere cargar con ese costo político. Más de un senador pro Ley Bases, incluso, tiene planeado levantar e irse durante la votación para no tener que votar a favor. 


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