Conectarse con nosotros

NACIONALES

Debate con nocaut, pero todavía falta

Publicado

el


Eduardo Aliverti

Por Eduardo Aliverti

La sensación extendida en la noche de este domingo (redes, foros y, notable, los propios medios de la oposición) es que Sergio Massa resultó el ganador indiscutido, inapelable. No fue, esta vez, cosa de que la cuestión en los debates es, primero, no perder. El candidato de Unión por la Patria venció por goleada.

En el terreno de las impresiones, pasando a metáforas boxísticas, directamente fue nocaut. Uno habló como Presidente y el otro como mero panelista televisivo, encima inconexo y dubitativo hasta el punto de quedarse sin palabras nada menos que en la discusión sobre Seguridad.

El primer bloque temático de tres tipos de abordaje fue decisivo, y fundamentalmente en el área de Economía. Massa arrinconó a Javier Milei con el ya meme “por sí o por no”, y lo llevó a que gastara todo su tiempo a la defensiva. A partir de ahí, sólo era asunto de que Massa conservara esa ventaja inicial, enorme, pero la distancia se acentuó.

Sorprende, en alguna medida y aunque podía preverse que pasara lo que pasó porque la diferencia en capacidad de oratoria es grandísima, la falta de preparación absoluta de Milei en aspectos elementales. Ni siquiera supo responder sobre tópicos elementales de relaciones externas, funcionamiento administrativo del Estado, diferencias entre Fuerzas Armadas y de Seguridad, y así de corrido. Fue tal la primacía que, incluso, no se reparó en que Salud (que compartía bloque con Educación) no tuvo una sola mención.

Después, y además, en el campo de lo propositivo se replicó la ventaja abismal a favor de Massa, quien mirando fijo a cámara usó su tiempo para detallar medidas concretas. Milei no pudo expresar absolutamente ninguna idea. También asombra, en este sentido, que el falso libertario no se haya preparado con algún desarrollo aunque fuere recitado de memoria. Repitamos, por fuera de consideraciones ideológicas: a un lado, un profesional del poder; al otro, un amateur que ni apenas mostró garra.

Pueden dársele muchas vueltas pero, aun contemplando lo decisivo o influyente del debate de este domingo, no hay demasiado más que decir acerca de lo puesto en juego en la elección. U opción. En cualquier caso, se trata de cómo se milita, activa, procede, para salvar a esta cuarentona tan vigente como enclenque y que, de verdad, se encuentra amenazada.

Acerca de lo propositivo, cabe preguntarse si tuvo o tiene un rol determinante en la voluntad general y no ya en torno a lo que sucedió anoche.

¿Acaso alguien o una mayoría votó o votará a Massa más por sus planteos a futuro que por evitar al desencajado y ahora desganado? ¿O más por el estado actual de la economía que por salvarse a toda costa del peligro inmensamente mayor?

¿Acaso los votos a Bullrich significaron disculparla por los trabalenguas de propuestas que nunca pudo resolver, más que por representar al gorilismo explícito y siempre vigente?

¿Y acaso los votos a Milei son en función de apoyar al contenido, cuando tantos o la mayoría de sus propios votantes, apenas se punzan, están en contra de arancelar la salud y educación públicas, del tráfico legal de armas y órganos, de reivindicar la dictadura, de privatizar el mar, las ballenas y hasta el aire que se respira?

El debate previo al de anoche, el miércoles pasado, fue una exhibición de que lo que está en juego es grave. Volveremos sobre ese adjetivo dentro de pocas líneas.

Debería ser intolerable que el análisis haya pasado por si fue más fuerte la capacidad argumentativa de Agustín Rossi que la enfática de Victoria Villarruel, o al revés. Ya pocos o nadie se acordarán de ese cruce, que frente al de anoche parece haber sucedido hace un siglo.

La candidata a vice de Milei dijo sin rodeos que el plan de dolarización será en base al ahorro de los argentinos. Es decir, lo elemental que ya advirtieron referentes y equipos del macrismo acerca de confiscación de depósitos, Plan Bonex redivivo al estilo menemista y delicatessen por el estilo. Habrá preocupado circunstancialmente al patrón Mauricio, pero no mucho porque lo importante es si Villarruel ganó en “el énfasis”.

Y habrán alcanzado el éxtasis con la apología del genocida Juan Daniel Amelong, de quien la candidata reclamó liberación pese a sus cinco condenas por secuestros, asesinatos y torturas durante la última dictadura, más su casaquinta familiar para que funcionara un campo de concentración. De nuevo: lo trascendente sería que Villarruel lo dijo con convicción, y no la monstruosidad de que lo haya dicho sin que se les moviera un pelo, siquiera, a propagandistas de Milei que otrora (a la vuelta de la esquina, al comienzo de la salida dictatorial y hasta bien entrado el menemismo) posaban de progres, de alfonsinistas, de izquierda socialdemócrata.

Y vamos, ahora sí, al calificativo “grave” -o símiles- que tiene lo que está en danza el próximo domingo.

La definición fácil es que, si gana Milei, corre peligro la democracia. Como tal, a secas.

No estamos de acuerdo con eso en su sentido estricto.

La democracia argentina, sus reaseguros formales, el funcionamiento de las instituciones, o como prefiera denominárselo, han demostrado fortaleza en estos 40 años. No hablamos, por supuesto, de un “sistema” ecuánime y varias veces ni siquiera reparador de las injusticias sociales, sino de su capacidad para sostenerse.

Las crisis económicas, recurrentes, y al contrario de lo ocurrido en casi toda o buena parte de la región latinoamericana, no derivaron en crisis políticas de apariencia o concreción insalvable. No vivimos de golpe en golpe parlamentario, de renuncias a máximo nivel ejecutivo, de clima de anarquía dirigencial. No hubo ni habrá inquietud por el papel de los militares, ni por alguna fuerza trumpista o bolsonarista -o sea, digamos- que tenga detrás una estructura tal como para poner en riesgo aspectos de raíz demoliberal.

Sí hay lo que el profesor, economista y politólogo Pablo Tigani definió muy bien en el Cash de este domingo. Milei (y su alianza de último momento con Macri) representa la síntesis de dos roles que coquetearon frecuentemente en la historia argentina: economistas tecnócratas y políticos autoritarios. “Milei tiene por detrás una larga casta de expertos en agotar a la industria, endeudar al país y destruir los salarios”.

Pero es cierto, en cuanto a la convivencia democrática, que si gana Milei habrá un clima crecientemente irrespirable, con los microfascismos cotidianos a flor de piel de quienes se sentirán habilitados a agredir; con sus periodistas a la cabeza; con sus inconsciencias de clase; con sus individualismos execrables; con sus odios de piojo resucitado contra la negrada que vive de los planes, y contra nosotros los ciudadanos que pagamos los impuestos; y contra la chorra en cuya gestión ganaron más plata que nunca o pudieron tener alguna perspectiva de mejorar un poco.

Por más que parezca o sea cortoplacista, ya habrá tiempo de embroncarse porque Massa puede ser otro chanta capaz de “traicionar” o recular, de sumar sapos, de ajustar hacia abajo. Ya se vendrá que su gabinete inicial será fusible, porque el sacudón “estabilizador” de los primeros tiempos es inevitable. Ya acontecerá discutir cómo se sale del cepo tenebroso del Fondo Monetario en que nos metió Macri, que es Milei.

Y cuando pase, no tendrá que haber arrepentimiento, como no debiera haberlo por haber votado a Alberto Fernández en contra de que siguiera lo que ahora es Milei, que es Macri.

No es momento para ambigüedades.

Pechos fríos afuera, en nombre de no incubar huevos de serpientes.


NACIONALES

Cuáles son los cambios que exige la oposición para acompañar la Ley Bases y el paquete fiscal

Publicado

el


El debate legislativo de la semana finalizó sin dictamen. El oficialismo ya sabe que los proyectos que se aprobaron en la Cámara de Diputados sufrirán modificaciones. Los cinco puntos clave.

Por María Cafferata

Un Pacto de Mayo sin ley, una ley sin forma. La imposibilidad de dictaminar la Ley Bases no solo enterró la ilusión del acto de unidad con los gobernadores en Córdoba, sino que hundió la fantasía de que el gobierno ya había logrado cerrar un gran acuerdo con la oposición. No hay acuerdo ni borrador final: solo la certidumbre de que los proyectos que se aprobaron en Diputados no serán los mismos que se aprobarán en el Senado. Hay seis senadores opositores cuyas firmas son claves que todavía aguardan una respuesta del oficialismo sobre sus pedidos de modificaciones y, hasta que no tengan una devolución, no dictaminarán nada. La pelota, aseguran, está del lado del gobierno nacional, que tendrá que definir, este fin de semana, qué cambios acepta y cuáles se arriesga a rechazar. En el mientras tanto, nadie, ni el propio gobierno, está seguro de qué forma final tendrán las dos primeras leyes que el Congreso le aprobará a Javier Milei. 

Martín Lousteau (UCR), Pablo Blanco (UCR), Maxi Abad (UCR), Guadalupe Tagliaferri (PRO), Edgardo Kueider (Entre Ríos) y José Carambia (Santa Cruz) son los seis senadores de cuyas firmas depende que las comisiones de Presupuesto, Legislación General y Asuntos Constitucionales puedan dictaminar la Ley Bases y el paquete fiscal para que puedan llegar al recinto. El oficialismo se equivocó al creer que el número estaba garantizado y que, en todo caso, la discusión por la letra chica se resolvería de camino al recinto. Y los senadores se lo están haciendo pagar. Para muchos, la inclusión de Victoria Villarruel en las negociaciones – hasta ahora desplazada – habilitará un diálogo más fluido con un oficialismo que, hasta ahora, estaba fragmentado. El intercambio era, por momentos, contradictorio: el vicejefe de Gabinete, José Rolandi, decía una cosa y el ministro de Interior, Guillermo Francos, decía otra. 

«Que digan lo que quieran, yo no firmo nada». La frase salió de la boca de varios senadores opositores en las últimas 48 horas. Senadores que se sienten empoderados y que, ante la ausencia de ofertas concretas del gobierno – con la excepción de los fondos para la UBA (un guiño directo al radicalismo) -, van acumulando reclamos. El gobierno solo cuenta con siete senadores propios y otros cinco del PRO: está muy lejos de los 37 que necesita para el quórum, por lo que no está en condiciones de ignorar ningún pedido. El problema es que, a medida que pasa el tiempo, los pedidos son cada vez más.

RIGI

A la cabeza de los reclamos está el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) que otorga beneficios fiscales exorbitantes por 30 años para todas las empresas extranjeras que inviertan más de 200 millones de dólares. El vocero más elocuente contra el RIGI ha sido Lousteau, pero no está solo: el radical arrastra consigo también las objeciones de Tagliaferri, Blanco, Abad y varias fuerzas provinciales. Una de las mayores críticas es al artículo 163, que anula cualquier normativa provincial que restrinja lo sostenido por el régimen (adhieran o no las provincias). Se reclama, a su vez, establecer un régimen especial para las industrias más chicas – ya que las inversiones por más de 200 millones están pensadas, casi exclusivamente, para la actividad minera y petrolera -, así como algún sistema de «compre argentino» que proteja a la industria local de la apertura de importaciones.

Hay otros senadores, como Kueider, que plantean cambios más de fondo, como la exigencia de encadenamientos productivos locales.

Impuesto a las Ganancias

Si hay un capítulo que no tiene posibilidades de aprobarse sin cambios es la restitución de Ganancias. Los senadores patagónicos exigen incluir un diferencial para la zona – aludiendo a que el costo de vida es mucho mayor que en el resto del país – y reclaman un incremento del piso mínimo del 22 por ciento. Es decir, que pasaría de 1,8 millones a casi 2,2 millones (que es el mínimo que el proyecto sostiene para personas casadas). 

Este punto está casi cerrado con el gobierno nacional, ya que los patagónicos amenazaron con voltearle todo el paquete fiscal si no introduce cambios. Los patagónicos están cerca de sumar unos 48 votos en contra. Es decir, los dos tercios del Senado, lo que obligaría al oficialismo a conseguir la misma mayoría en Diputados para rechazar la modificación (un número que LLA no tiene posibilidades de alcanzar). Dependen de que Unión por la Patria y un par de senadores sin tierra quieran acompañar y están confiados en que lo lograrán. 

Privatizaciones

Era un capítulo que parecía cerrado y que, en la última semana, empezó a acumular varias objeciones. Principalmente por la privatización de dos empresas públicas: Aerolíneas Argentinas y Correo Argentino. Son varios los senadores del Sur que advierten que, si privatizan la línea de bandera, se caerán varias rutas no turísticas de la Patagonia, como ya sucedió en los 90′. El mismo argumento se repite para el Correo Argentino: el temor es que termine habiendo ciudades y pueblos enteros que se queden sin correo si el Estado no lo garantiza. 

Estas objeciones representan un dolor de cabeza para el oficialismo, ya que el capítulo de privatizaciones representa una de las partes centrales de la Ley Bases. En efecto, cuando el proyecto se cayó en febrero en Diputados fue porque el recinto estaba a punto de rechazar las privatizaciones (entonces eran un total de 27, ahora son once). En el oficialismo buscan evitar una «carnicería» del proyecto, pero se enfrentan a una difícil realidad numérica: si los patagónicos repiten el número de Ganancias para privatizaciones podrían terminar blindando también este capítulo frente a posibles modificaciones en Diputados. 

Blanqueo de capitales

Con el tándem Lousteau-Tagliaferri encabezando la avanzada, el gobierno reconoce que introducirá cambios en el capítulo de blanqueo (uno de los más generosos de los últimos años, ya que permite que quienes blanqueen hasta 100 mil dólares no paguen ninguna penalización). Uno de los pedidos es excluir a los hermanos de los funcionarios, así prohibir la posibilidad de que las personas puedan blanquear en nombre de otras (testaferros). Otro de los cambios será ampliar de 5 a 10 años el tiempo que tenga que haber pasado desde que una persona ocupó un cargo público para poder acogerse al beneficio.   

Moratoria previsional

Hay, además, decenas de pedidos de modificaciones que refieren a la reforma de la Ley de Hidrocarburos o la Ley de Procedimiento administrativo, así como a la reforma laboral. Uno de los temas más delicados es, sin embargo, la eliminación de la moratoria previsional. Hoy por hoy, en el Senado no está el número para aprobar este capítulo, que no solo cuenta con el rechazo de UxP o Carambia y Kueider, sino también de la cordobesa Alejandra Vigo, la rionegrina Mónica Silva y la neuquina Lucila Crexell. La gran mayoría de los senadores coinciden en que eliminar la moratoria representaría un duro golpe para las mujeres – 9 de cada 10 no cuenta con los 30 años de aportes – y nadie quiere cargar con ese costo político. Más de un senador pro Ley Bases, incluso, tiene planeado levantar e irse durante la votación para no tener que votar a favor. 


Seguir leyendo

Más leídas - últimas 48Hs.