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Los tiempos y la estrategia para ser oposición

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Gobernadores, intendentes, sindicalistas, legisladores y referentes de movimientos sociales ya discuten cómo mantener unido al peronismo y planifican la mejor forma de posicionarse ante el nuevo gobierno. Esperan el discurso de Milei tras su asunción para tomar postura frente a medidas y propuestas concretas.

Melisa Molina

Por Melisa Molina

En el peronismo, mientras terminan de desocupar las oficinas de todos los ministerios, hacer los balances de gestión y los traspasos correspondientes antes de la asunción del nuevo gobierno, esperan con ansiedad el 10 de diciembre para escuchar el discurso que dará Javier Milei en el Congreso y, en base a eso, desarrollar distintas estrategias que aclaran, no deberán ser «solo de resistencia». «No hay una mirada optimista de lo que vaya a pasar en el futuro gobierno, pero no estamos a la espera de que les vaya mal para tener una chance», explica a Página/12 uno de los funcionarios que vuelve al llano. 

Entre los gobernadores, intendentes, sindicalistas, legisladores y referentes de los movimientos sociales del peronismo, distintas voces señalan que el espacio necesita «renovar, reagrupar en todos los niveles y planificar», para darle lugar a una «nueva generación de dirigentes», que dicen estar dispuestos a hacerse cargo de lo que viene. Está en debate, entre otras cosas, cuál será el ámbito para discutir -si es que prima la decisión de no fragmentarse- y también los tiempos para empezar a actuar.

Todos los sectores del peronismo coinciden en una lectura: en lo inmediato se planteará una falta de liderazgo y eso puede llamar a la dispersión y a la fragmentación. «Tenemos la responsabilidad la nueva camada de dirigentes jóvenes«, dice uno de los que se considera parte de ese grupo. Además, opina que quedarse en el lugar de mera «resistencia», demuestra debilidad. «El lugar de fortaleza es saber que nos eligieron casi la mitad de los argentinos y que los tenemos que representar», dicen. En esa línea, son muchos los actores que aseguran entender «que ellos (por LLA) van a avanzar si nosotros nos deshilachamos«, y que, por eso, «hay que estar más cohesionados que nunca».

El debate gira en torno a dos cuestiones: por un lado, cuánto tiempo hay que darle a Milei, es decir, cuánto sería prudente «esperar». Por el otro, cuál será el ámbito para buscar esa cohesión entre los amplios y diversos sectores del peronismo que, si no hay una conducción clara, corren el riesgo de terminar cada uno por separado defendiendo intereses particulares. 

Con respecto al tiempo, en el peronismo algunos dirigentes evalúan que hay que esperar que LLA termine de armar el gobierno, de definir los roles políticos y a que el 10 de diciembre Milei presente en concreto qué medidas y qué políticas va a tomar, más allá de todo lo que dijo en campaña. Les parece necesario «no desesperarse» y que Milei mueva primero sus fichas. Cuando ocurren estas derrotas -dicen- el peronismo debe «esperar que decante». 

En esa línea, adelantan que lo ideal sería que Milei presente su plan de gobierno y, en ese punto, poder definir en qué no están de acuerdo y en qué sí pueden llegar a acompañar. El peronismo estima que será inteligente dar gobernabilidad para, si las cosas salen mal, no quedar como los culpables de que el gobierno fracase. 

«Con el presupuesto no vamos a estar de acuerdo, pero somos responsables y lo vamos a votar igual«, adelantan. «Es importante que la sociedad no vea o sienta que al gobierno le va mal por culpa nuestra», destacan y aclaran que, más allá de eso, la voz de la oposición deberá ser clara y que no tienen que esperar meses para plantar posición. «Frente a cada situación tenemos que públicamente dar nuestra postura», reflexionan.

«No hay resto»

El 10 de diciembre todos van a estar mirando a Milei, pero otra gran parte de la sociedad va a estar mirando al peronismo y sus dirigentes. Por eso hablan de «dar gobernabilidad», pero distinguen: «una cosa es el presupuesto y otra la ley ómnibus. Hay que ver qué hay dentro de esa ley, esperar a que la presenten y ver caso por caso», subrayan. Según los análisis que todavía hacen en los despachos oficiales, la sociedad no está en condiciones de que Milei anuncie un tarifazo, despidos masivos o privatizaciones de empresas y bienes estratégicos como Vaca Muerta. «No hay resto para eso y sería un error. Los argentinos no creen que el camino sea vender Vaca Muerta. De eso estamos convencidos y no lo vamos a legitimar», opinan. 

Algunos dirigentes bonaerenses que conversan con empresarios pymes resaltan que ese sector está en condiciones de dar un plazo de 60 a 90 días para ver qué hace Milei. «Si abren las importaciones después de esa fecha son muchas las pymes que van a tener que cerrar las persianas y ahí hay que ver qué pasa», subrayan. Cuando eso comience a ocurrir, piensan que lo más inteligente no será «salir a quemar gomas», sino «dar la cara, no borrarse y reclamar con los intendentes, gobernadores y sindicatos». «La gente va a estar mirando en qué medida Milei asume la gestión con sensibilidad. Lo de la planilla en Excel sale mal. Le salió mal a Macri y le va a salir mal a Milei porque detrás de los números hay personas», destacan.

Con respecto al lugar en el que se deberán dar las discusiones internas, hay quienes consideran que, más allá del Congreso, el PJ nacional puede ser propicio para buscar la cohesión entre los distintos sectores. «Hay que llamarlos a todos, juntarse una vez cada 20 días, empezar a hacer ruido para que recuerden que existimos, que estamos y que ya hicimos el luto«, opinan. 

Otros añaden que será necesario que los economistas vinculados a los gobernadores conformen un grupo de trabajo que permita tener una postura clara frente a, por ejemplo, cuestiones de la ley ómnibus. «Tiene que haber cuestiones que no sean negociables», remarcan. Por otra parte, hay dirigentes que se imaginan distintas mesas que funcionen en paralelo, «una mesa de gobernadores, otra de intendentes, otra de la camada de dirigentes jóvenes». «Se va a ir ordenando», concluyen.

Un funcionario que tiene puentes con todas las terminales oficialistas analiza que «de nuestro lado hay mucha madurez y se entiende la situación. Sabemos que ellos van a poder avanzar en función de lo que hagamos nosotros y eso lo saben Axel Kicillof, Máximo Kirchner, los gobernadores y los sindicalistas», y aclara que, «por ahora», nadie está dispuesto, por ejemplo, a romper los bloques en el Congreso. Solo el tiempo dará las respuestas. Lo cierto es que, si el peronismo no resuelve estas cuestiones y termina actuando fragmentado, Milei podrá avanzar sin oposición.


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Cuáles son los cambios que exige la oposición para acompañar la Ley Bases y el paquete fiscal

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El debate legislativo de la semana finalizó sin dictamen. El oficialismo ya sabe que los proyectos que se aprobaron en la Cámara de Diputados sufrirán modificaciones. Los cinco puntos clave.

Por María Cafferata

Un Pacto de Mayo sin ley, una ley sin forma. La imposibilidad de dictaminar la Ley Bases no solo enterró la ilusión del acto de unidad con los gobernadores en Córdoba, sino que hundió la fantasía de que el gobierno ya había logrado cerrar un gran acuerdo con la oposición. No hay acuerdo ni borrador final: solo la certidumbre de que los proyectos que se aprobaron en Diputados no serán los mismos que se aprobarán en el Senado. Hay seis senadores opositores cuyas firmas son claves que todavía aguardan una respuesta del oficialismo sobre sus pedidos de modificaciones y, hasta que no tengan una devolución, no dictaminarán nada. La pelota, aseguran, está del lado del gobierno nacional, que tendrá que definir, este fin de semana, qué cambios acepta y cuáles se arriesga a rechazar. En el mientras tanto, nadie, ni el propio gobierno, está seguro de qué forma final tendrán las dos primeras leyes que el Congreso le aprobará a Javier Milei. 

Martín Lousteau (UCR), Pablo Blanco (UCR), Maxi Abad (UCR), Guadalupe Tagliaferri (PRO), Edgardo Kueider (Entre Ríos) y José Carambia (Santa Cruz) son los seis senadores de cuyas firmas depende que las comisiones de Presupuesto, Legislación General y Asuntos Constitucionales puedan dictaminar la Ley Bases y el paquete fiscal para que puedan llegar al recinto. El oficialismo se equivocó al creer que el número estaba garantizado y que, en todo caso, la discusión por la letra chica se resolvería de camino al recinto. Y los senadores se lo están haciendo pagar. Para muchos, la inclusión de Victoria Villarruel en las negociaciones – hasta ahora desplazada – habilitará un diálogo más fluido con un oficialismo que, hasta ahora, estaba fragmentado. El intercambio era, por momentos, contradictorio: el vicejefe de Gabinete, José Rolandi, decía una cosa y el ministro de Interior, Guillermo Francos, decía otra. 

«Que digan lo que quieran, yo no firmo nada». La frase salió de la boca de varios senadores opositores en las últimas 48 horas. Senadores que se sienten empoderados y que, ante la ausencia de ofertas concretas del gobierno – con la excepción de los fondos para la UBA (un guiño directo al radicalismo) -, van acumulando reclamos. El gobierno solo cuenta con siete senadores propios y otros cinco del PRO: está muy lejos de los 37 que necesita para el quórum, por lo que no está en condiciones de ignorar ningún pedido. El problema es que, a medida que pasa el tiempo, los pedidos son cada vez más.

RIGI

A la cabeza de los reclamos está el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) que otorga beneficios fiscales exorbitantes por 30 años para todas las empresas extranjeras que inviertan más de 200 millones de dólares. El vocero más elocuente contra el RIGI ha sido Lousteau, pero no está solo: el radical arrastra consigo también las objeciones de Tagliaferri, Blanco, Abad y varias fuerzas provinciales. Una de las mayores críticas es al artículo 163, que anula cualquier normativa provincial que restrinja lo sostenido por el régimen (adhieran o no las provincias). Se reclama, a su vez, establecer un régimen especial para las industrias más chicas – ya que las inversiones por más de 200 millones están pensadas, casi exclusivamente, para la actividad minera y petrolera -, así como algún sistema de «compre argentino» que proteja a la industria local de la apertura de importaciones.

Hay otros senadores, como Kueider, que plantean cambios más de fondo, como la exigencia de encadenamientos productivos locales.

Impuesto a las Ganancias

Si hay un capítulo que no tiene posibilidades de aprobarse sin cambios es la restitución de Ganancias. Los senadores patagónicos exigen incluir un diferencial para la zona – aludiendo a que el costo de vida es mucho mayor que en el resto del país – y reclaman un incremento del piso mínimo del 22 por ciento. Es decir, que pasaría de 1,8 millones a casi 2,2 millones (que es el mínimo que el proyecto sostiene para personas casadas). 

Este punto está casi cerrado con el gobierno nacional, ya que los patagónicos amenazaron con voltearle todo el paquete fiscal si no introduce cambios. Los patagónicos están cerca de sumar unos 48 votos en contra. Es decir, los dos tercios del Senado, lo que obligaría al oficialismo a conseguir la misma mayoría en Diputados para rechazar la modificación (un número que LLA no tiene posibilidades de alcanzar). Dependen de que Unión por la Patria y un par de senadores sin tierra quieran acompañar y están confiados en que lo lograrán. 

Privatizaciones

Era un capítulo que parecía cerrado y que, en la última semana, empezó a acumular varias objeciones. Principalmente por la privatización de dos empresas públicas: Aerolíneas Argentinas y Correo Argentino. Son varios los senadores del Sur que advierten que, si privatizan la línea de bandera, se caerán varias rutas no turísticas de la Patagonia, como ya sucedió en los 90′. El mismo argumento se repite para el Correo Argentino: el temor es que termine habiendo ciudades y pueblos enteros que se queden sin correo si el Estado no lo garantiza. 

Estas objeciones representan un dolor de cabeza para el oficialismo, ya que el capítulo de privatizaciones representa una de las partes centrales de la Ley Bases. En efecto, cuando el proyecto se cayó en febrero en Diputados fue porque el recinto estaba a punto de rechazar las privatizaciones (entonces eran un total de 27, ahora son once). En el oficialismo buscan evitar una «carnicería» del proyecto, pero se enfrentan a una difícil realidad numérica: si los patagónicos repiten el número de Ganancias para privatizaciones podrían terminar blindando también este capítulo frente a posibles modificaciones en Diputados. 

Blanqueo de capitales

Con el tándem Lousteau-Tagliaferri encabezando la avanzada, el gobierno reconoce que introducirá cambios en el capítulo de blanqueo (uno de los más generosos de los últimos años, ya que permite que quienes blanqueen hasta 100 mil dólares no paguen ninguna penalización). Uno de los pedidos es excluir a los hermanos de los funcionarios, así prohibir la posibilidad de que las personas puedan blanquear en nombre de otras (testaferros). Otro de los cambios será ampliar de 5 a 10 años el tiempo que tenga que haber pasado desde que una persona ocupó un cargo público para poder acogerse al beneficio.   

Moratoria previsional

Hay, además, decenas de pedidos de modificaciones que refieren a la reforma de la Ley de Hidrocarburos o la Ley de Procedimiento administrativo, así como a la reforma laboral. Uno de los temas más delicados es, sin embargo, la eliminación de la moratoria previsional. Hoy por hoy, en el Senado no está el número para aprobar este capítulo, que no solo cuenta con el rechazo de UxP o Carambia y Kueider, sino también de la cordobesa Alejandra Vigo, la rionegrina Mónica Silva y la neuquina Lucila Crexell. La gran mayoría de los senadores coinciden en que eliminar la moratoria representaría un duro golpe para las mujeres – 9 de cada 10 no cuenta con los 30 años de aportes – y nadie quiere cargar con ese costo político. Más de un senador pro Ley Bases, incluso, tiene planeado levantar e irse durante la votación para no tener que votar a favor. 


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