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La interna PRO: sospechas de campañas sucias y reproche por falta de apoyos

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La disputa Larreta-Bullrich sube de tono y genera dudas sobre la convivencia posterior a la PASO en territorios como Ciudad, Provincia de Buenos Aires y Santa Fe. El factor Milei.

Por: Claudio Mardones@mcmardons

Los equipos de campaña de cada fuerza política ya empezaron a tachar casilleros del calendario electoral con ansiedad. Antes lo hacían cada semana, ahora apenas termina cada día. Desde este domingo quedan 15 jornadas corridas y 13 de campaña hasta que comiencen las 48 horas previas de veda electoral hasta el comienzo de las PASO del 13 de agosto. A partir de esa noche, en Juntos por el Cambio una parte de esos equipos afrontará la derrota y deberá acoplarse al ganador o, al menos, no hacerle zancadillas a partir del día siguiente cuando comience el camino hasta las generales del 22 de octubre. Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta procuran mostrarse unidos, pero no hay certezas sobre cómo administrarán la convivencia interna a partir del 14 de agosto, porque el duelo silencioso entre ambos se agudiza en la medida que se acerca el día que definirá sus futuros políticos. Este domingo, por ejemplo, podrían mostrarse juntos en Chubut, donde se vota gobernador y JxC aspira a arrebatarle al PJ su hegemonía de 20 años.

Hay territorios que destilan dudas sobre la cohesión opositora. El principal es la Ciudad de Buenos Aires. El candidato a jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, reconoció que espera más apoyo de Rodríguez Larreta, mientras recibe los respaldos de Bullrich, de su primo, el expresidente Mauricio Macri y de la exgobernadora María Eugenia Vidal. En el larretismo recuerdan que el exintendente de Vicente López y actual ministro de Gobierno dijo que apoyará a los dos competidores de JxC el 13 de agosto, pero mantiene su voto en secreto. Es una forma de no ventilar una de las costuras más intragables para Larreta, porque el único precandidato del PRO mantiene una férrea alianza con Bullrich. Su único compromiso ha sido no hacer campaña abiertamente por ella para no empeorar el vínculo con el alcalde saliente, que cada vez se muestra más con Martín Lousteau, el precandidato de la UCR.

Las sospechas se renuevan y retumban en silencio porque en el gobierno porteño tratan de mitigar los daños en la narrativa pública de la coalición. Este viernes el candidato Macri presentó una denuncia ante la Justicia Electoral. «Hemos identificado siete agencias de publicidad que están haciendo campaña negativa con una plata muy importante en redes. Entonces habrá una citación judicial para saber quién está pagando. Estamos hablando de millones de pesos. En las redes sale un spot negativo y hay una agencia que es muy fácil de identificar, porque cuando uno hace click las redes te dan la información sobre los montos que son importantes. Se pagan en forma bancaria y por lo tanto hay trazabilidad. Hay que tirar de esa piola para saber de dónde viene el dinero», dijo al canal de cable La Nación+. El resultado de la investigación definirá si la campaña sucia surgió de las entrañas de JxC o de alguno de sus competidores. El caso se suma a otro vinculado a la pegatina de afiches contra el expresidente, su primo candidato y Bullrich, pero también hay otro, relacionado a un despliegue de afiches donde le recordaban a Lousteau que fue el impulsor de la resolución 125 de retenciones móviles cuando fue ministro de Economía de Cristina Fernández de Kirchner.

El clima de la interna del PRO transita entre los reproches por falta de apoyo y sospechas de campañas sucias. También refleja la disputa que hay en juego. Debido a su calibre, son escasas las chances de mostrar unidos a los dos competidores presidenciales de JxC. Para el cierre de campaña del 13 de agosto, Rodríguez Larreta propuso armar un búnker conjunto, pero Bullrich no estaría de acuerdo y apuesta a cortarse sola, segura de una victoria sobre su adversario. Las encuestas reflejan diferencias de todo tipo entre ambos y en el gobierno porteño ventilan que hay una ventaja de cuatro puntos a favor del alcalde. En el bullrichismo aseguran que se imponen a nivel nacional pero hablan poco del desenlace en la provincia de Buenos Aires. La interna bonaerense de JxC es desde el primer lugar de lista hasta la última categoría entre Diego Santilli, respaldado por Larreta y Néstor Grindetti, que responde a Bullrich. En esa contienda se mantendría una ventaja del candidato larretista, pero hay que ver si esa diferencia alcanza para equilibrar las ventajas en otras provincias que le adjudican algunas mediciones a Bullrich.

La disputa a cielo abierto aumentó las dudas sobre su impacto en el resultado. La interna virulenta les resta votos y las demostraciones están en los comicios recientes. El sabor amargo de las elecciones de Córdoba Capital todavía no aflojó. El domingo pasado el radical Rodrigo De Loredo, candidato a intendente de JxC, reconoció la derrota por anticipado sin un sólo dato oficial. Detrás suyo estaban los principales dirigentes de JxC, pero la atención estuvo en Larreta y Bullrich que estuvieron juntos, pero detrás de una derrota que no esperaban a pesar de las señales en contrario. Para la exministra de Seguridad fue un segundo revés después de las PASO de Santa Fe. Hace 15 días el radical Maximiliano Pullaro, aliado de Larreta, venció a Carolina Losada, que responde a Bullrich, por el doble. Al igual que en Córdoba, tampoco esperaban ese resultado. El malestar es con las encuestas, pero también con «cierta tendencia al microclima», reconocen en el PRO. En Santa Fe el camino no asoma espinoso hasta las PASO, pero las preguntas son para el 14. Si Bullrich le gana a Larreta, ¿cómo será la campaña entre Pullaro y Bullrich hasta llegar a las generales del 10 de septiembre? En la provincia aseguran que es una duda ficticia porque ambos compartirán la misma agenda de mano dura contra el narco. En Buenos Aires surge el mismo interrogante. Si Santilli se impone a Grindetti y Bullrich gana la interna nacional, retumba una pregunta que prefieren eludir en cada campamento: ¿cómo harán campaña en el mayor distrito electoral? Es la misma duda que asumen en la Ciudad, en una interna difícil de controlar. Si Macri sale victorioso resta saber qué hará el larretismo si su líder pierde en la nacional, pero las sospechas se invierten si Lousteau saca a Jorge de la contienda.

Las desconfianzas por presuntas campañas sucias se respiran más allá de JxC. Javier Milei, precandidato presidencial de La Libertad Avanza, acusó a Bullrich de armar una ofensiva en su contra. También aprovechó el error no forzado de la exministra cuando habló de un «blindaje» para sacar el cepo. Dijo que esa medida fue de la Alianza y la vinculó con el expresidente Fernando De la Rúa. Bullrich fue su ministra de Trabajo y por eso ella lamenta haber mencionado la palabra maldita. Lo dijo en la Rural, ante un auditorio calificado que se sorprendió, pero sus competidores sostienen que eso no llega al territorio.


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Cuáles son los cambios que exige la oposición para acompañar la Ley Bases y el paquete fiscal

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El debate legislativo de la semana finalizó sin dictamen. El oficialismo ya sabe que los proyectos que se aprobaron en la Cámara de Diputados sufrirán modificaciones. Los cinco puntos clave.

Por María Cafferata

Un Pacto de Mayo sin ley, una ley sin forma. La imposibilidad de dictaminar la Ley Bases no solo enterró la ilusión del acto de unidad con los gobernadores en Córdoba, sino que hundió la fantasía de que el gobierno ya había logrado cerrar un gran acuerdo con la oposición. No hay acuerdo ni borrador final: solo la certidumbre de que los proyectos que se aprobaron en Diputados no serán los mismos que se aprobarán en el Senado. Hay seis senadores opositores cuyas firmas son claves que todavía aguardan una respuesta del oficialismo sobre sus pedidos de modificaciones y, hasta que no tengan una devolución, no dictaminarán nada. La pelota, aseguran, está del lado del gobierno nacional, que tendrá que definir, este fin de semana, qué cambios acepta y cuáles se arriesga a rechazar. En el mientras tanto, nadie, ni el propio gobierno, está seguro de qué forma final tendrán las dos primeras leyes que el Congreso le aprobará a Javier Milei. 

Martín Lousteau (UCR), Pablo Blanco (UCR), Maxi Abad (UCR), Guadalupe Tagliaferri (PRO), Edgardo Kueider (Entre Ríos) y José Carambia (Santa Cruz) son los seis senadores de cuyas firmas depende que las comisiones de Presupuesto, Legislación General y Asuntos Constitucionales puedan dictaminar la Ley Bases y el paquete fiscal para que puedan llegar al recinto. El oficialismo se equivocó al creer que el número estaba garantizado y que, en todo caso, la discusión por la letra chica se resolvería de camino al recinto. Y los senadores se lo están haciendo pagar. Para muchos, la inclusión de Victoria Villarruel en las negociaciones – hasta ahora desplazada – habilitará un diálogo más fluido con un oficialismo que, hasta ahora, estaba fragmentado. El intercambio era, por momentos, contradictorio: el vicejefe de Gabinete, José Rolandi, decía una cosa y el ministro de Interior, Guillermo Francos, decía otra. 

«Que digan lo que quieran, yo no firmo nada». La frase salió de la boca de varios senadores opositores en las últimas 48 horas. Senadores que se sienten empoderados y que, ante la ausencia de ofertas concretas del gobierno – con la excepción de los fondos para la UBA (un guiño directo al radicalismo) -, van acumulando reclamos. El gobierno solo cuenta con siete senadores propios y otros cinco del PRO: está muy lejos de los 37 que necesita para el quórum, por lo que no está en condiciones de ignorar ningún pedido. El problema es que, a medida que pasa el tiempo, los pedidos son cada vez más.

RIGI

A la cabeza de los reclamos está el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) que otorga beneficios fiscales exorbitantes por 30 años para todas las empresas extranjeras que inviertan más de 200 millones de dólares. El vocero más elocuente contra el RIGI ha sido Lousteau, pero no está solo: el radical arrastra consigo también las objeciones de Tagliaferri, Blanco, Abad y varias fuerzas provinciales. Una de las mayores críticas es al artículo 163, que anula cualquier normativa provincial que restrinja lo sostenido por el régimen (adhieran o no las provincias). Se reclama, a su vez, establecer un régimen especial para las industrias más chicas – ya que las inversiones por más de 200 millones están pensadas, casi exclusivamente, para la actividad minera y petrolera -, así como algún sistema de «compre argentino» que proteja a la industria local de la apertura de importaciones.

Hay otros senadores, como Kueider, que plantean cambios más de fondo, como la exigencia de encadenamientos productivos locales.

Impuesto a las Ganancias

Si hay un capítulo que no tiene posibilidades de aprobarse sin cambios es la restitución de Ganancias. Los senadores patagónicos exigen incluir un diferencial para la zona – aludiendo a que el costo de vida es mucho mayor que en el resto del país – y reclaman un incremento del piso mínimo del 22 por ciento. Es decir, que pasaría de 1,8 millones a casi 2,2 millones (que es el mínimo que el proyecto sostiene para personas casadas). 

Este punto está casi cerrado con el gobierno nacional, ya que los patagónicos amenazaron con voltearle todo el paquete fiscal si no introduce cambios. Los patagónicos están cerca de sumar unos 48 votos en contra. Es decir, los dos tercios del Senado, lo que obligaría al oficialismo a conseguir la misma mayoría en Diputados para rechazar la modificación (un número que LLA no tiene posibilidades de alcanzar). Dependen de que Unión por la Patria y un par de senadores sin tierra quieran acompañar y están confiados en que lo lograrán. 

Privatizaciones

Era un capítulo que parecía cerrado y que, en la última semana, empezó a acumular varias objeciones. Principalmente por la privatización de dos empresas públicas: Aerolíneas Argentinas y Correo Argentino. Son varios los senadores del Sur que advierten que, si privatizan la línea de bandera, se caerán varias rutas no turísticas de la Patagonia, como ya sucedió en los 90′. El mismo argumento se repite para el Correo Argentino: el temor es que termine habiendo ciudades y pueblos enteros que se queden sin correo si el Estado no lo garantiza. 

Estas objeciones representan un dolor de cabeza para el oficialismo, ya que el capítulo de privatizaciones representa una de las partes centrales de la Ley Bases. En efecto, cuando el proyecto se cayó en febrero en Diputados fue porque el recinto estaba a punto de rechazar las privatizaciones (entonces eran un total de 27, ahora son once). En el oficialismo buscan evitar una «carnicería» del proyecto, pero se enfrentan a una difícil realidad numérica: si los patagónicos repiten el número de Ganancias para privatizaciones podrían terminar blindando también este capítulo frente a posibles modificaciones en Diputados. 

Blanqueo de capitales

Con el tándem Lousteau-Tagliaferri encabezando la avanzada, el gobierno reconoce que introducirá cambios en el capítulo de blanqueo (uno de los más generosos de los últimos años, ya que permite que quienes blanqueen hasta 100 mil dólares no paguen ninguna penalización). Uno de los pedidos es excluir a los hermanos de los funcionarios, así prohibir la posibilidad de que las personas puedan blanquear en nombre de otras (testaferros). Otro de los cambios será ampliar de 5 a 10 años el tiempo que tenga que haber pasado desde que una persona ocupó un cargo público para poder acogerse al beneficio.   

Moratoria previsional

Hay, además, decenas de pedidos de modificaciones que refieren a la reforma de la Ley de Hidrocarburos o la Ley de Procedimiento administrativo, así como a la reforma laboral. Uno de los temas más delicados es, sin embargo, la eliminación de la moratoria previsional. Hoy por hoy, en el Senado no está el número para aprobar este capítulo, que no solo cuenta con el rechazo de UxP o Carambia y Kueider, sino también de la cordobesa Alejandra Vigo, la rionegrina Mónica Silva y la neuquina Lucila Crexell. La gran mayoría de los senadores coinciden en que eliminar la moratoria representaría un duro golpe para las mujeres – 9 de cada 10 no cuenta con los 30 años de aportes – y nadie quiere cargar con ese costo político. Más de un senador pro Ley Bases, incluso, tiene planeado levantar e irse durante la votación para no tener que votar a favor. 


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