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¿En qué consiste la reforma política que Javier Milei envió al Congreso?

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El Presidente incorporó a la Ley ómnibus un amplio abanico de iniciativas que van desde la derogación de las Primarias (PASO), la implementación de la Boleta Única de Papel hasta una sorpresiva propuesta para modificar la composición de Diputados y fragmentar a la Argentina en muchos distritos electorales.

Sebastián Cazón

Por Sebastián Cazón

La refundación con la que sueña Javier Milei no solo ambiciona con reformas estructurales en materia económica sino también ataca al plano político. En el proyecto de Ley ómnibus que se envió ayer al Congreso de la Nación, el Presidente incorporó un amplio abanico de iniciativas que van desde la eliminación de las PASO, la implementación de la Boleta Única de Papel (BUP) y hasta una sorpresiva propuesta para modificar la composición de la Cámara de Diputados y dividir al país en circunscripciones. Este último combo, en caso de aprobarse, reduciría el número de bancas y afectaría la cantidad de representantes de las provincias con menos habitantes. 

“Estamos promoviendo una reforma profunda del sistema político para fortalecer la democracia y las instituciones”, se ufanan en Casa Rosada, a pesar de que saben que el trámite legislativo no será para nada sencillo y que despertará el enojo de los gobernadores de las provincias perjudicadas.

Cada una de las iniciativas presentadas por el Ejecutivo tendrá un recorrido distinto. La eliminación de las Primarias, por ejemplo, acumula consenso entre las distintas fuerzas parlamentarias y la discusión por la BUP iría directo al Senado porque ya tiene media sanción de Diputados. Diferente es el panorama ante el nuevo modelo de circunscripciones uninominales y cambios en la conformación de la Cámara baja que incluye la ley ómnibus.

De diputados y circunscripciones

Uno de los puntos más controversiales de las reformas propuestas es el de disminuir el número de representantes de las provincias con menor densidad demográfica para beneficiar a las más pobladas. Desde la ley Bignone de 1983, se otorga una banca cada 161.000 habitantes —o fracción no menor de 80.500—. En caso de modificarse, pasaría a ser una banca cada 180.000 —o fracción no menor de 90.000—. Pero además se eliminarían los 3 diputados “extras” por distrito y el piso mínimo de 5 diputados por provincia.

Pasando en limpio, en primer lugar, se reduciría la cantidad de diputados de 257 a 254. Y, en segundo lugar, se achicaría al mínimo la representación de las provincias con menos habitantes: Tierra del Fuego, por ejemplo, pasaría de tener 5 diputados a 1 solo; Catamarca y Santa Cruz de 5 a 2. En contraposición, la provincia de Buenos Aires aumentaría de 70 a 97 y Córdoba de 18 a 21. El distrito más afectado sería la Ciudad de Buenos Aires que desde 1996 tiene 25 bancas y bajaría a 17.

La otra gran polémica de la reforma es la división del país en 254 circunscripciones. El proyecto establece que cada uno de esos distritos envíe al Congreso a un representante. Por ejemplo, según el censo 2022, Mendoza tendría 11 diputados y, por lo tanto, estaría dividida en 11 circunscripciones. En cada una de ellas se elegiría a un diputado. En concreto, se reemplazaría el sistema d’hondt (de representación proporcional) por uno de circunscripciones uninominales, en el cual un candidato puede ganar por un voto. De acuerdo al Gobierno, este modelo (importado de Estados Unidos) promueve una «mayor proximidad» entre el votante y el candidato, y brinda más relevancia a las agendas locales. “Además se evita la lista sábana cerrada y bloqueada, con la que muchas veces se vota sin conocimiento de quiénes están en las listas”, agregan.

Uno de los aspectos más cuestionados de este sistema es el diseño de los límites de cada circunscripción. Específicamente, el hecho de que sea el Poder Ejecutivo el encargado de dividir los distritos electorales un año antes de los comicios. “El problema acá es que el presidente puede dibujar el distrito de la manera que capture a la mayor cantidad de sus votantes o que divida a los votantes contrarios para neutralizarlos”, explica el politólogo Andy Tow. Además, advierte que es una medida “contraria a la Constitución”, que establece para la Cámara de Diputados que las provincias y la Ciudad «se consideran a este fin como distritos electorales de un solo Estado” (art.45). “O sea, son indivisibles”, aclara.

PASO y Boleta Única

La derogación de las PASO es el cambio que más aceptación encuentra en el Congreso. El objetivo del oficialismo es restituir el calendario electoral previo a la reforma de 2009. Entre los múltiples fundamentos que esgrime la Casa Rosada está el ahorro fiscal —en las Primarias de 2023 se gastaron $9.250 millones de pesos—, la «revitalización del debate interno de los partidos» y que «la reducción de la apatía» del electorado a acudir a las urnas.

Respecto a la Boleta Única en Papel, Milei retoma un proyecto elaborado por Juntos por el Cambio y el Interbloque Federal que ya cuenta con media sanción en la Cámara de Diputados. En el Gobierno destacan que con esta medida se centraliza la impresión de boletas en el Ejecutivo «sin asignación de fondos a los partidos para ese fin», que se reduce la cantidad de fiscales necesarios para «garantizar transparencia» y que se «agiliza» el escrutinio.

Financiamiento

Por último, el texto también fija reformas para el financiamiento de los partidos políticos. Se eliminan los topes de aportes de personas físicas y jurídicas, y los gastos para las campaña electorales. Además se establece que los fondos recaudados «deberán depositarse en una única cuenta bancaria por distrito, a nombre del partido y a la orden conjunta o indistinta de hasta cuatro miembros del partido, de los cuales dos deben ser presidente y tesorero». El argumento del Gobierno es que estas medidas, supuestamente, «sinceran y transparentan» el financiamiento.


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Cuáles son los cambios que exige la oposición para acompañar la Ley Bases y el paquete fiscal

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El debate legislativo de la semana finalizó sin dictamen. El oficialismo ya sabe que los proyectos que se aprobaron en la Cámara de Diputados sufrirán modificaciones. Los cinco puntos clave.

Por María Cafferata

Un Pacto de Mayo sin ley, una ley sin forma. La imposibilidad de dictaminar la Ley Bases no solo enterró la ilusión del acto de unidad con los gobernadores en Córdoba, sino que hundió la fantasía de que el gobierno ya había logrado cerrar un gran acuerdo con la oposición. No hay acuerdo ni borrador final: solo la certidumbre de que los proyectos que se aprobaron en Diputados no serán los mismos que se aprobarán en el Senado. Hay seis senadores opositores cuyas firmas son claves que todavía aguardan una respuesta del oficialismo sobre sus pedidos de modificaciones y, hasta que no tengan una devolución, no dictaminarán nada. La pelota, aseguran, está del lado del gobierno nacional, que tendrá que definir, este fin de semana, qué cambios acepta y cuáles se arriesga a rechazar. En el mientras tanto, nadie, ni el propio gobierno, está seguro de qué forma final tendrán las dos primeras leyes que el Congreso le aprobará a Javier Milei. 

Martín Lousteau (UCR), Pablo Blanco (UCR), Maxi Abad (UCR), Guadalupe Tagliaferri (PRO), Edgardo Kueider (Entre Ríos) y José Carambia (Santa Cruz) son los seis senadores de cuyas firmas depende que las comisiones de Presupuesto, Legislación General y Asuntos Constitucionales puedan dictaminar la Ley Bases y el paquete fiscal para que puedan llegar al recinto. El oficialismo se equivocó al creer que el número estaba garantizado y que, en todo caso, la discusión por la letra chica se resolvería de camino al recinto. Y los senadores se lo están haciendo pagar. Para muchos, la inclusión de Victoria Villarruel en las negociaciones – hasta ahora desplazada – habilitará un diálogo más fluido con un oficialismo que, hasta ahora, estaba fragmentado. El intercambio era, por momentos, contradictorio: el vicejefe de Gabinete, José Rolandi, decía una cosa y el ministro de Interior, Guillermo Francos, decía otra. 

«Que digan lo que quieran, yo no firmo nada». La frase salió de la boca de varios senadores opositores en las últimas 48 horas. Senadores que se sienten empoderados y que, ante la ausencia de ofertas concretas del gobierno – con la excepción de los fondos para la UBA (un guiño directo al radicalismo) -, van acumulando reclamos. El gobierno solo cuenta con siete senadores propios y otros cinco del PRO: está muy lejos de los 37 que necesita para el quórum, por lo que no está en condiciones de ignorar ningún pedido. El problema es que, a medida que pasa el tiempo, los pedidos son cada vez más.

RIGI

A la cabeza de los reclamos está el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) que otorga beneficios fiscales exorbitantes por 30 años para todas las empresas extranjeras que inviertan más de 200 millones de dólares. El vocero más elocuente contra el RIGI ha sido Lousteau, pero no está solo: el radical arrastra consigo también las objeciones de Tagliaferri, Blanco, Abad y varias fuerzas provinciales. Una de las mayores críticas es al artículo 163, que anula cualquier normativa provincial que restrinja lo sostenido por el régimen (adhieran o no las provincias). Se reclama, a su vez, establecer un régimen especial para las industrias más chicas – ya que las inversiones por más de 200 millones están pensadas, casi exclusivamente, para la actividad minera y petrolera -, así como algún sistema de «compre argentino» que proteja a la industria local de la apertura de importaciones.

Hay otros senadores, como Kueider, que plantean cambios más de fondo, como la exigencia de encadenamientos productivos locales.

Impuesto a las Ganancias

Si hay un capítulo que no tiene posibilidades de aprobarse sin cambios es la restitución de Ganancias. Los senadores patagónicos exigen incluir un diferencial para la zona – aludiendo a que el costo de vida es mucho mayor que en el resto del país – y reclaman un incremento del piso mínimo del 22 por ciento. Es decir, que pasaría de 1,8 millones a casi 2,2 millones (que es el mínimo que el proyecto sostiene para personas casadas). 

Este punto está casi cerrado con el gobierno nacional, ya que los patagónicos amenazaron con voltearle todo el paquete fiscal si no introduce cambios. Los patagónicos están cerca de sumar unos 48 votos en contra. Es decir, los dos tercios del Senado, lo que obligaría al oficialismo a conseguir la misma mayoría en Diputados para rechazar la modificación (un número que LLA no tiene posibilidades de alcanzar). Dependen de que Unión por la Patria y un par de senadores sin tierra quieran acompañar y están confiados en que lo lograrán. 

Privatizaciones

Era un capítulo que parecía cerrado y que, en la última semana, empezó a acumular varias objeciones. Principalmente por la privatización de dos empresas públicas: Aerolíneas Argentinas y Correo Argentino. Son varios los senadores del Sur que advierten que, si privatizan la línea de bandera, se caerán varias rutas no turísticas de la Patagonia, como ya sucedió en los 90′. El mismo argumento se repite para el Correo Argentino: el temor es que termine habiendo ciudades y pueblos enteros que se queden sin correo si el Estado no lo garantiza. 

Estas objeciones representan un dolor de cabeza para el oficialismo, ya que el capítulo de privatizaciones representa una de las partes centrales de la Ley Bases. En efecto, cuando el proyecto se cayó en febrero en Diputados fue porque el recinto estaba a punto de rechazar las privatizaciones (entonces eran un total de 27, ahora son once). En el oficialismo buscan evitar una «carnicería» del proyecto, pero se enfrentan a una difícil realidad numérica: si los patagónicos repiten el número de Ganancias para privatizaciones podrían terminar blindando también este capítulo frente a posibles modificaciones en Diputados. 

Blanqueo de capitales

Con el tándem Lousteau-Tagliaferri encabezando la avanzada, el gobierno reconoce que introducirá cambios en el capítulo de blanqueo (uno de los más generosos de los últimos años, ya que permite que quienes blanqueen hasta 100 mil dólares no paguen ninguna penalización). Uno de los pedidos es excluir a los hermanos de los funcionarios, así prohibir la posibilidad de que las personas puedan blanquear en nombre de otras (testaferros). Otro de los cambios será ampliar de 5 a 10 años el tiempo que tenga que haber pasado desde que una persona ocupó un cargo público para poder acogerse al beneficio.   

Moratoria previsional

Hay, además, decenas de pedidos de modificaciones que refieren a la reforma de la Ley de Hidrocarburos o la Ley de Procedimiento administrativo, así como a la reforma laboral. Uno de los temas más delicados es, sin embargo, la eliminación de la moratoria previsional. Hoy por hoy, en el Senado no está el número para aprobar este capítulo, que no solo cuenta con el rechazo de UxP o Carambia y Kueider, sino también de la cordobesa Alejandra Vigo, la rionegrina Mónica Silva y la neuquina Lucila Crexell. La gran mayoría de los senadores coinciden en que eliminar la moratoria representaría un duro golpe para las mujeres – 9 de cada 10 no cuenta con los 30 años de aportes – y nadie quiere cargar con ese costo político. Más de un senador pro Ley Bases, incluso, tiene planeado levantar e irse durante la votación para no tener que votar a favor. 


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