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Salidas a comer, saludos y mensajes entre José López y Nicky Caputo, el hermano de la vida de Macri

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La Vicepresidenta mostró que los fiscales ocultaron los verdaderos datos del teléfono del exsecretario de Obras Públicas: 109 llamadas con el amigo del exPresidente y 177 con Eduardo Gutiérrez del Grupo Farfallón y apenas 6 a Lázaro Báez. “Se juntaban a comer con los capos de la obra pública pero la jefa de la asociación ilícita soy yo”, se despachó.

Nicolás “Nicky” Caputo terminó convirtiéndose en la estrella involuntaria del fuerte descargo que hizo este martes Cristina Fernández de Kirchner después de que el tribunal oral que la juzga por supuesto direccionamiento de la obra pública en Santa Cruz rechazara su pedido para ampliar su declaración indagatoria. La vicepresidenta quería hablar para referirse a la prueba que fue incorporada desde otras causas por los fiscales Diego Luciani y Sergio Mola en sus alegatos. Parte de esa evidencia provenía del teléfono del exsecretario de Obras Públicas José López. Para los representantes del Ministerio Público, un mensaje de Lázaro Báez era prueba de una supuesta connivencia con CFK, pero lo que la presidenta del Senado terminó revelando fue lo que Luciani y Mola omitieron: que, en realidad, López se juntaba a comer, se trataba de “amigo” y se hacía favores con Caputo, el hermano de la vida de Mauricio Macri.

“Luciani dice que estuvo meses viendo los papeles, ¿no vio esto?”, se preguntó CFK desde su despacho en la Cámara Alta mientras repasaba los mensajes que Caputo había intercambiado con López, el exfuncionario que en junio de 2016 saltó a la fama cuando intentaba esconder bolsos con 9 millones de dólares en un convento de General Rodríguez.

Si López no es una persona más, mucho menos lo es Caputo. El empresario es “el otro yo” de Macri, como lo definen los periodistas Noelia Barral Grigera y Esteban Rafele que se dedicaron a reconstruir el vínculo entre Macri y Caputo. Macri y “Nicky” son amigos desde siempre. El expresidente lo definía como su protector en el colegio Newman y fue él también quien llevó el dinero para pagar el rescate cuando lo secuestraron en 1991. No en vano funciona como su alter ego. “Nicolás [Caputo] es cofundador del Pro conmigo. Y, desde el principio, es la persona más importante que tuve acompañándome. Sin él, seguramente, no hubiéramos hecho todo lo que hicimos”, le dijo el expresidente a la periodista Laura Di Marco para el libro Macri: Historia íntima y secreta de la élite argentina que llegó al poder.

López –según reveló CFK– se había vuelto un “amigo” del amigo de Macri. Del análisis de su teléfono secuestrado tras ser detenido en junio de 2016 surge que quien se ocupó de la obra pública durante el kirchnerismo solo se comunicó en seis oportunidades con Báez pero que mantuvo 109 comunicaciones con Caputo y 177 con Eduardo Gutiérrez, del Grupo Farfallón y señalado en la justicia como testaferro del propio López.

Lo curioso es que el 6 de agosto de 2015 fue el propio Caputo quien le reenvió a López un mensaje de Gutiérrez. “Hola amigo mío: espero que estés bien”, arrancó Caputo su comunicación con el entonces secretario de Obras Públicas. “Te reenvío el mensaje de Eduardo Gutiérrez”.

Caputo, López y Gutiérrez: contactos cercanos.


Cuando López fue juzgado por enriquecimiento ilícito, Gutiérrez también se sentó en el banquillo y fue condenado a dos años y seis meses de prisión
. Sin embargo, en la instrucción de la causa no se investigó de dónde venían los dólares que López llevó al convento de General Rodríguez. Cuando la causa fue elevada a juicio, el fiscal Miguel Osorio consiguió que Estados Unidos respondieran que parte de esos dólares habían sido enviados al banco Finansur, de Jorge Sánchez Córdoba, extesorero de Boca. “Comodoro Pro no lo investigó. No lo hicieron porque no les convenía (saber de dónde venían) los 9 millones de dólares que les pagaron al secretario de Obra Pública”, tronó CFK.

López y Caputo intercambiaron mensajes mientras el empresario estaba de viaje en Estados Unidos o Brasil. Se llamaban uno a otro, aunque tomaban sus recaudos. “Era un drama”, dijo CFK. “Yo no sé qué tenía que hablar esta gente que no quería que la escuchen”, destacó. Había también almuerzos familiares y mano a mano. “Sociales después” contestaba López cuando Caputo preguntaba si se reunirían con más gente. “Se juntaban a comer con los capos de la obra pública pero la jefa de la asociación ilícita soy yo”, contestó CFK a la acusación de los fiscales Luciani y Mola, que pidieron doce años de prisión para ella e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos.

Hubo también pedidos de favores entre López y Caputo. El secretario de Obras Públicas le pidió al empresario que se ocupara de que funcionara el “faro de la soberanía” en el museo de Malvinas que CFK inauguró en la exESMA durante su gobierno y cuya construcción tuvo a cargo Caputo. López le advirtió que el tema lo monitoreaba la Secretaría Privada de la Presidencia y que él no quería un escándalo político por ese tema. Caputo dijo no tener idea de qué le hablaba. “Me imagino”, concedió López. “Pero creo que es un tema insignificante pero muy sensible y no me gustaría que te jodan”, aconsejó.

Mensajes entre López y Caputo por el Museo Malvinas.

La última comunicación entre López y Caputo data de agosto de 2015, cuando se celebraron las PASO que le allanarían el camino a Macri hacia la Casa Rosada. López le pidió a Caputo que se ocupara de que el Instituto de la Vivienda de la Ciudad (IVC) hiciera los pagos para que no se paralizara una obra. “Me ocupo”, le contestó el amigo de Macri. Para entonces, recordó CFK en Twitter, Emilio Basavilvaso estaba al frente del IVC. Con la llegada de Macri a la Casa Rosada, pasó a la ANSES. Ahora es chief operating officer (COO) de Clarín. “Todo hace juego con todo”, cerró la vicepresidenta.


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El futuro de la energía atómica: renuncias, desfinanciamiento y deudas millonarias

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La CNEA tiene parados sus proyectos principales y acumula deudas millonarias. Los despidos ya llegan a 570. Paro y protestas de la Uocra. La voz de la presidenta saliente, Adriana Serquis.

Pablo Esteban

Por Pablo Esteban

En medio del brutal ajuste en el sector nuclear, el gobierno finalmente aceptó la renuncia que Adriana Serquis había presentado el 10 de diciembre y, mediante un decreto, determinó que Germán Lavalle y Luis Rovere asumieran como presidente y vicepresidente de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).  La funcionaria saliente había denunciado la falta de fondos para continuar con obras claves como el Carem y el RA-10 –dos reactores nucleares que se construyen desde 2014 y 2016, y que en poco tiempo podían estar listos–, así como también alertó por la acumulación de una deuda millonaria con las compañías subcontratistas que contribuían a la fabricación de las tecnologías. Representa toda una incógnita el futuro de la institución a partir del cambio de timón y el recambio de autoridades, que se produce mientras la motosierra trabaja a pleno: los dos proyectos están paralizados y en torno al Carem los despidos ya están por llegar a los 570, según denunció la Uocra, que mantiene en Zárate una huelga por tiempo indeterminado. Esta semana, hubo marchas y cortes de ruta en esa ciudad en reclamo de la continuidad de los trabajos.  

Más allá de las dudas, Serquis aventura sus propias proyecciones a partir de las conversaciones sostenidas con los nuevos gestores. “Me dijeron que el RA-10 lo van a tratar de sacar adelante sí o sí, porque le falta poquito. La mayor duda está con el Carem, con el que quieren hacer una revisión integral con auditores externos”. Y completa: “Veo difícil que puedan destrabar el conflicto presupuestario, ellos dicen que van a intentar resolverlo. Nosotros les comunicamos la urgencia y la necesidad de fondos para cada uno de los proyectos. La institución a partir de junio no va a poder funcionar, eso está claro”.

La situación de la CNEA, el organismo rector de la energía nuclear en el país, es conflictiva por varios motivos: en los últimos meses contrajo deudas millonarias con los contratistas que trabajan en la puesta en marcha de los reactores (en el caso del Carem, por ejemplo, acumula una suma de 7 mil millones de pesos), despidos de trabajadores implicados en líneas de trabajo que están suspendidas por el momento (principalmente de Nucleoeléctrica Argentina Sociedad Anónima, una de las principales contratistas) y cerebros que ya se fugan ante la imposibilidad de condiciones de trabajo adecuadas. El gobierno no envía los fondos necesarios y ello sirve como detonante para empujar a la Comisión al borde del abismo.

Finalmente, el presidente Milei le aceptó la renuncia a Serquis y luego de la transición asumieron los nuevos nombres. La doctora en Física y además Investigadora Principal del Conicet lo relata de este modo: “Hace un par de semanas vengo trabajando con esta gente. Me había comprometido a hacer una transición razonable y lo hice. El secretario de Energía me pidió que me pusiera en contacto con Germán Lavalle, que también realizó reuniones con los gerentes de área de nuestra institución. Como vicepresidente lo acompaña Luis Rovere. Ambos son ingenieros nucleares y egresados del Instituto Balseiro”, comenta quien a partir de la semana que viene volverá a estar al frente del Instituto de Nanociencia y nanotecnología del Conicet.

Los que entran y los que salen

Consultada por este diario, Serquis brinda un detalle de la trayectoria de las autoridades designadas. “En los 90’s, Lavalle fue gerente de institucionales en el momento en que la CNEA perdió el control de las centrales nucleares, cuando fueron a parar a Nucleoeléctrica Argentina Sociedad Anónima. En el 2000 se fue de la institución con un retiro voluntario que le ofreció el gobierno de la Alianza”. Lavalle, según cuenta la expresidenta, se autoasume con un perfil “más técnico que político”. A menudo, se utiliza tal caracterización cuando se busca dotar de legitimidad el rol experto en detrimento del ideológico; como si la ciencia y la política podrían pensarse como dos campos autónomos. Rovere, por su parte, es ingeniero nuclear y es gerente del Centro de Medicina Intecnus, una institución sanitaria reconocida en Bariloche. “Las nuevas autoridades tratarán de poner nuevos gerentes de las gestiones anteriores. Por ahora, no vi en carpeta a ninguna mujer en su equipo de trabajo y no tengo idea si sacarán a las que ahora están a cargo. Estoy preocupada, la verdad”.

Lavalle y Rovere reemplazan a Adriana Serquis y a Diego Hurtado, que había presentado su renuncia el 9 de diciembre cuando Alberto Fernández aún era el presidente. Serquis se destacó en su rol por conducir iniciativas relevantes como los reactores nucleares Carem y el RA 10, desarrollos que están en etapas muy avanzadas de diseño y que podrían ser fundamentales para el ingreso de miles de millones de dólares al país si en el futuro inmediato consiguieran finalizarse. Tecnologías que, de hecho, podrían colocar a Argentina a la vanguardia de la energía nuclear.

Asimismo, Serquis tuvo un rol fundamental al democratizar las condiciones de acceso y participación de las mujeres en la gestión de la energía nuclear. También se destacó por un relato muy activo en pos de cambiar la percepción social con respecto a la materia. En cada intervención pública, trató de narrar las ventajas que tiene la energía nuclear en relación a otras energías e intentó desestigmatizar una fuente que históricamente estuvo marcada por desastres como Chernobil y Fukushima. También, sus colegas detallan su énfasis en promover el conocimiento local como vía hacia la soberanía: se forman científicos y científicas en instituciones públicas y luego le devuelven al Estado esta educación de excelencia a través del diseño de tecnologías autóctonas que, en última instancia, permiten el ingreso de divisas al país.

Casi listos, casi paralizados

El Carem es el primer reactor de potencia baja y media, diseñado y desarrollado 100 por ciento en Argentina. Su puesta en marcha podría ser clave para el abastecimiento eléctrico en zonas alejadas de centros urbanos y en parques fabriles, así como también para objetivos diversos que serán cruciales en los próximos años, como la desalinización del agua de mar y la producción de hidrógeno. Por su parte, el RA 10 servirá, entre otras cosas, para abastecer de radioisótopos a todos los centros de medicina nuclear del país; insumos fundamentales para el diagnóstico y el tratamiento de cáncer.

Las aplicaciones en salud, industria, ciencia y tecnología son infinitas para estas dos tecnologías de primer nivel internacional que, según las proyecciones y si el ritmo no se hubiese ralentizado por falta de financiamiento, deberían haber estado listos para 2025 (RA-10) y 2028 (Carem). Para tener referencia, el proyecto Carem ya lleva invertidos 650 millones de dólares y requeriría de una partida de 200 millones más para concluir; cuando un proyecto de la misma envergadura en Estados Unidos cuesta 1400 millones de dólares. En relación a las ganancias que se podrían obtener, la venta de un reactor de la magnitud del Carem podría significar un ingreso de 4 mil millones de dólares; mientras que el RA-10, de ponerse en marcha, podría significar ingresos de 90 millones de dólares al año.

Las potencialidades de ambas iniciativas son innegables. Sin embargo, por el momento, la inercia parece estar frenada hasta nuevo aviso. Para los tiempos que maneja la ciencia ya están casi listos, pero por una decisión política están prácticamente paralizados. 

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