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La ley de la selva

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El paquete fiscal y la ley ómnibus privatizadora y con reforma laboral, lleva el gen del modelo de país arrasado, con profunda desigualdad y casi sin clase media. Senado, paro general y el peso de los gobernadores.

Luis Bruschtein

Por Luis Bruschtein

El nivel de conflictividad provocado por el gobierno alcanzará otro hito esta semana con el plan de lucha de los trabajadores del transporte, el lunes, el paro general del jueves convocado por la CGT. Y el baile recién empieza, porque el Senado se meterá de cabeza con el paquete de leyes que dinamitan el esquema social que permite aspirar a los argentinos a una democracia de iguales. En ese debate estará en juego la estabilidad laboral, las indemnizaciones por despidos, el derecho a huelga, se restablece el impuesto a las ganancias para cientos de miles de trabajadores, al mismo tiempo que lanza una ola de privatizaciones, favorece el blanqueo de narcos y lavadores y facilita el aterrizaje de fondos especulativos asi como la entrega de las riquezas naturales.

El vocero Manuel Adorni dijo que no entendía el motivo del paro. “Dicen que es en defensa de derechos laborales —se burló—, pero hay que ver si realmente son derechos. El 40 por ciento de los trabajadores no los tienen”.

Ese 40 por ciento que dijo Adorni corresponde, seguramente, a los trabajadores informales. Resulta llamativo cómo esta gente invierte el sentido del progreso. En vez de inferir la necesidad de incluir a ese 40 por ciento huérfano de derechos, este gobierno decidió lo contrario: se propuso excluir al 60 por ciento restante. Si hay dos fuera, en vez de hacerlos entrar, hay que echar a los diez que están dentro.

La convocatoria del miércoles, promovida por la CGT, a la que se sumaron los movimientos sociales y las dos CTA, fue muy masiva. Es la quinta gran movilización en cuatro meses. La del miércoles fue esencialmente de trabajadores, la mayoría encolumnados con sus gremios y pocos manifestantes sin encuadramiento. La gran manifestación en defensa de la educación pública fue en su mayoría de jóvenes y muchos manifestantes por la propia. En las del 8M, por lo general, la mayoría de las asistentes no llega encolumnada. La del 24 de marzo fue una mezcla, con muchas organizaciones y gran cantidad de personas que marcharon con amigos o con la familia. Las cuatro tuvieron su correlato en las ciudades más pobladas de todas las provincias. La primera convocatoria de la CGT, el 24 de enero, fue cuando apenas Milei había pasado poco más de un mes en el gobierno y logró potenciar el rechazo inicial a las dos normas.

Hay un país movilizado. Para que un ciudadano decida participar en estas protestas tiene que estar motivado. No solamente se trata de expresar una opinión, sino también respaldarla con la acción y con el cuerpo. La masividad y la característica particular de cada convocatoria excedió el marco de los militantes y se convirtió en representativa de un amplio sector de la sociedad, haya participado o no en las marchas. En esta última de la CGT, y también en la que se realizó en defensa de la educación pública participó gran cantidad de arrepentidos, tanto del peronismo, como del radicalismo, que votaron a Milei.

Que el gobierno trate de ignorar el clima extendido de bronca es un error, pero se entiende porque está comprometido con un modelo que expulsa a la mayoría. Pero que haga lo mismo el opoficialismo —peronista, radical o provincialista— puede llevarlo a su extinción al aprobar una legislación que, al no dejar matices, polariza y achica el centro del espectro político. Las medidas del gobierno achican a la clase media, que rápidamente está cayendo bajo la línea de pobreza.

En su estrategia de alianzas y negociaciones para lograr la aprobación de la ley ómnibus recortada, el gobierno se lanzó a negociar primero con los gobernadores, porque consideró que los diputados opoficialistas de la línea de Miguel Angel Pichetto, ya los tenía adentro. Varios gobernadores, como el catamarqueño Raúl Jalil, salieron prestamente a anunciar su respaldo. Otros se lo dieron en silencio. Después de hacer una engañosa alabanza de la ley ómnibus, el radical Alfredo Cornejo no tuvo empacho en informar que el gobierno había liberado mil millones de dólares para Mendoza. A otros los sedujo prometiendo estímulos a las mineras y a producciones regionales.

En esos puntos, Milei no tiene problemas para hacer concesiones. Es difícil que pueda ofrecer mucho a las provincias patagónicas. En el caso de Santa Cruz, paralizó las dos grandes represas lo que produjo el retiro airado de la constructora china cuando las obras ya estaban avanzadas. Y los senadores sin gobernador tienen mucho para perder y poco para ganar. En todo caso, el impacto destructor sobre la clase media y el aumento vertiginoso de la pobreza se verifica en todas las provincias. La negociación de los gobernadores por mil millones, o por el litio, es pan para hoy y hambre para mañana.

Como contracara de Milei y de la actitud subordinada de algunos gobernadores, se destacó la figura del gobernador bonaerense. El primero de mayo, Axel Kicillof se solidarizó con la CGT. Y estuvo en la marcha en defensa de la educación pública. El macrismo y los libertarios no encuentran argumentos para golpearlo. A lo sumo agitan el fantasma de la corrupción con Martin Insaurralde, pero no consiguen hacerle mella. El sendero por donde se desplaza es angosto, entre una interna desgastante de la que viene zafando, y la asfixia económica a que lo somete Milei. En las redes circula un chiste. Dice que Milei está envidioso porque Kicillof tiene lo que él quisiera: es petiso pero no acomplejado, es judío de verdad, es recibido en la UBA de verdad, tiene un doctorado de verdad y no trucho, es profesor en la UBA y tiene un libro que se ha publicado en varios idiomas sin necesidad de copiar párrafos enteros de otros autores como si fueran propios.

La negociación con los gobernadores y el opoficialismo le consiguió la aprobación de la ley ómnibus en Diputados. El cuadro de situación es diferente en el Senado y cualquier cambio al proyecto de ley deberá regresar a Diputados para su aprobación. Si no tiene ninguna deserción, el interbloque de Unión por la Patria tiene 33 de los 37 que se necesita para la mayoría. Como lo demuestran los mil millones de dólares que le soltó a Mendoza, la presión del gobierno sobre los legisladores es muy fuerte.

Cuando aprobaron la ley ómnibus en Diputados, el ministro del Interior, Guillermo Francos exclamó satisfecho: “Menos trolls y más política”. Es simpático que haya dicho “menos trolls” y no “fuera trolls”. El oficialismo y la oposición han naturalizado los linchamientos, la persecución y la violencia mediática a las que es afín el Presidente de la República. Uno de los senadores provinciales aclaró: “voy a votar a consciencia, y los trolls que me la fumen”. Tener esa banda de patoteros mediáticos con altos sueldos en la Casa Rosada tendría que ser motivo, al menos, de la comparecencia de Milei en el Congreso.

El gobierno decidió negociar con los gobernadores y hacerles algunas concesiones. Tuvo margen para hacerlo. Sin embargo ni siquiera intentó quebrar el frente sindical tan heterogéneo con concesiones mínimas para algunos de los gremios más conciliadores. Si no lo hizo, es porque no tiene margen. Todo el capítulo sobre legislación laboral fue redactado por los estudios de abogados de las grandes corporaciones, que son los que mandan.


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El 2001, la pandemia y el macrismo ya quedaron chicos

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En abril, el consumo en hipermercados cayó 15,4, números que no se veían desde el estallido social de De La Rua. La UIA confirmó que la industria cayó 17,2 por ciento en marzo, muy por encima del industricidio del PRO y cerca del parate total por la COVID. Con la obra pública cerrada por el Gobierno, los tres sectores que explican la mayor parte del PBI se han desmoronado en tiempo récord. Fuertes disputas en las entidades empresarias por el apoyo que le dan a Milei mientras la economía se pulveriza. 
Leandro Renou

Por Leandro Renou

En sólo cinco meses de Gobierno, los números muestran que la gestión económica de Javier Milei superó ampliamente los derrumbes de actividad de las tres crisis más relevantes de los últimos años: el 2001, la pandemia de la COVID y los años de Mauricio Macri. Por un lado, Página I12 accedió a un adelanto del informe de la consultora Scentia de abril, que refleja un desplome del 15,4 por ciento en las ventas de hipermercados, una caída similar a la del estallido del gobierno De La Rua; por su lado, la Unión Industrial (UIA) confirmó que en marzo la actividad fabril cayó 17,2 por ciento, emparejando los niveles de diciembre del 2001 y cayendo más que en la parte más dura de la pandemia. A este dato se suma el derrumbe de la construcción, superior al 42 por ciento, lo que deriva en un escenario inédito: en tiempo récord, la gestión de Milei y Luis Caputo pusieron a las tres actividades que explican la mayor parte del PBI en una situación de dificil retorno.

Por esta perspectiva, que ya se veía venir, los economistas empezaron a alertar hace unas semanas que el nivel de la recesión, autogenerada para intentar morigerar una inflación que sigue muy alta, era el dato central a observar. Lo curioso es que este momento de crisis casi total de la actividad se da en paralelo al apoyo que empresarios de la Cámara Argentina de la Construcción, la Cámara de Comercio y la propia UIA, le dan al gobierno de Milei, a quien estuvieron escuchando y aplaudiendo hace unas horas, en su exposición en el almuerzo que organizó el Consejo del Comercio y la Producción (Cicyp) en el Hotel Alvear. A raíz de estos datos, este diario habló con dirigentes de todos esos sectores consultando cómo y hasta cuándo se sostiene el discurso de apoyo a la línea Milei cuando la actividad a la baja ya se está cargando al empleo. «Es la pregunta del millón», contestó un alto dirigente de UIA. En esa sede de la gremial empresaria hay una guerra entre pymes y gigantes por el contexto de crisis, que se está llevando puestas a las más chicas. Por toda esa tensión, muchas cámaras como los metalúrgicos de ADIMRA y los texiles de Protejer decidieron salir por las suyas a denunciar que el proceso de crisis no frena y terminará en cierres de empresas. 

En este escenario, el consumo masivo es que el primero sintió el ajuste en los salarios, las jubilaciones pisadas y la liberación del resto de los bienes y servicios de la economía, que terminaron privando a las familias de mayores compras de alimentos. Según Scentia, la caída del 15,4 en ventas en los grandes supermercados de abril es la más grande desde el 2001-2002. «Quedó lejos incluso de los números muy negativos del macrismo», explicó un líder del supermercadismo multinacional. En los años del PRO, el consumo masivo medido por Scentia cayó tres de los cuatro años, quedando empatado en el período restante. Lo particular del consumo es que todos los rubros están cayendo, pero algunos como Bebidas, Aceites y Lácteos se desploman desde el 20 al 50 por ciento mensual. 

Esa baja en el gasto de los hogares está directamente conectada, además, con el desempeño de las fábricas. En el reporte de la UIA se muestra que la industria de Alimentos cayó 10,2 por ciento en abril, un número del que nadie tiene antecedentes, porque en general el sector crece, aún en los peores períodos, de manera marginal en relación con el crecimiento poblacional. El derrumbe de todos los sectores que muestra la UIA produjo una caída general de la actividad que supera o se equipara al 2001 y queda muy por encima de la pandemia de COVID. 

En 2001, medido por el INDEC, el sector industrial terminó cayendo 6,2 por ciento. Mientras que en diciembre de ese año, la baja fue de 18,4 por ciento. ¿Qué pasó co la COVID? En el primer semestre del 2020, el período de mayores restricciones a la circulación y la actividad, la industria cayó 18,4 por ciento. Teniendo su pico más negativo en abril, con una baja del 33 por ciento. Luego de eso, arrancó una curva ascendente que dejó al 2021 con números positivos. Hoy, en sólo un mes, retrocedió 17,2 por ciento, pero en condiciones normales, no pandémicas

Lo particular de estos datos, aseguran los especialistas, es que las caídas tan bruscas por sectores ya adelantan no sólo números negativos hacia adelante, sino un golpe que se ve en los puestos de trabajo. Daniel Funes de Rioja, titular de la UIA, aseguró hace unos días que las fábricas perdieron ya 5000 puestos de trabajo, pero ese dato es previo a los 100 despidos en FATE, Acindar, los supermercados, PEPSICO y General Motors, todas cesantías que ocurrieron en las últimas horas. A eso se suman los 100 mil empleos menos que tiene la actividad de la construcción producto de la decisión de Milei de cerrar la obra pública y los que se están dando en el sector comercial. 


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