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Mercosur: Argentina, Brasil y Paraguay firmaron un comunicado conjunto que no fue acompañado por Uruguay

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El mandatario uruguayo emitió su propia declaración final en la que «reiteró la necesidad de modernizar el bloque, incluyendo la conformación de la zona de libre comercio».

El presidente Alberto Fernández y sus pares Lula Da Silva (Brasil) y Mario Abdo Benítez (Paraguay) firmaron hoy un comunicado conjunto al finalizar la LXII cumbre del Mercosur, el cual no fue rubricado por el mandatario uruguayo, Luis Lacalle Pou, quien emitió su propia declaración final en la que «reiteró la necesidad de modernizar el bloque».

Fuentes oficiales precisaron a Noticias Argentinas que, tras el cónclave regional que se realizó en ciudad misionera de Puerto Iguazú, el mandatario uruguayo no quiso firmar el texto conjunto por no lograr que se incluya el término «flexibilizar», en referencia a que se permitieran acuerdos extracomunitarios.

«Los Presidentes renovaron el compromiso del Mercosur con el fortalecimiento de la democracia, el estado de derecho y el respeto a los derechos humanos, y resaltaron la importancia de la agenda económica, comercial, social y cultural del bloque para el beneficio de sus ciudadanas y ciudadanos», señala el documento firmado por Argentina, Brasil y Paraguay.

Además, plantea que los tres mandatarios coincidieron «en la necesidad de abrir un espacio de reflexión política sobre la modernización del bloque, incluyendo el fortalecimiento de la agenda interna para una mayor integración de sus economías, así como la estrategia de inserción internacional, sobre una base consensuada y solidaria».

«Los Presidentes convinieron en trabajar para fortalecer la cohesión interna del bloque, donde aún se observan distintos tipos de dificultades para el comercio y la integración, profundizar su inserción comercial internacional y articular mecanismos que favorezcan la formación de cadenas de valor regional e inter regional sustentables, justas y resilientes, para convertir al Mercosur en una plataforma productiva potente y generadora de empleo digno e inclusivo», resaltaron.

Durante una conferencia de prensa, Alberto Fernández le restó importancia al hecho de que Lacalle Pou se haya negado firmar el documento final: «Uruguay tiene una mirada que viene sosteniendo desde hace algún tiempo el Presidente Lacalle, que insiste y persiste en la idea de que los socios del Mercosur pueden negociar autónomamente al Mercosur, y de algún modo expresa esa diferencia no firmando la decisión. Es una decisión que conocemos».

En el comunicado unilateral que emitió Uruguay, el gobierno del país vecino «renovó el compromiso con el fortalecimiento de la democracia, el estado de derecho y el respeto a los derechos humanos y resaltó la importancia de la agenda económica, comercial, social y cultural del bloque para el beneficio de sus ciudadanas y ciudadanos».

Además, reiteró «la necesidad de modernizar el bloque, incluyendo la conformación de la zona de libre comercio, y la revisión de los instrumentos de inserción internacional con un enfoque pragmático y flexible, para encarar los desafíos de un escenario mundial en transformación, afectado por alteraciones significativas en el mapa de la producción y el empleo, con efectos visibles en la reconfiguración de las cadenas globales de valor».

«En ese contexto, subrayó la necesidad de trabajar para conformar la zona de libre comercio del bloque, donde aún se observan distinto tipo de dificultades para el comercio y la integración», concluye el escrito que emitió la administración de Lacalle Pou.

En ese marco, Uruguay planteó que «en la actualidad el Mercosur no ha logrado constituir un Arancel Externo Común, teniendo en cuenta que los Estados Partes aplican distintos aranceles nacionales en su comercio extrazona».

«Esta situación, entre otras, deja en evidencia la necesidad de seguir trabajando en favor de constituir una zona de libre comercio», subrayó el Ejecutivo uruguayo.

Por último, destacó «el efecto negativo de las restricciones no arancelarias en el bloque», indicando que «la eliminación de este tipo de restricciones contribuye a la consolidación y el perfeccionamiento de la zona de libre comercio».

Durante la cumbre en Puerto Iguazú, que cierra la presidencia semestral argentina y da inicio a la de Brasil, Lacalle Pou volvió a advertir a los demás integrantes del Mercosur con medidas unilaterales si el bloque se sigue resistiendo a una «flexibilización» en sus reglas que le permita cerrar acuerdos comerciales con la Unión Europa (UE) y China.

El presidente brasileño se comprometió a cerrar durante el periodo en que estará a cargo del bloque regional el demorado acuerdo de libre comercio con la UE, pero advirtió que el pacto deberá ser equilibrado y no perjudicar la industria de los países del Mercosur.


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Cuáles son los cambios que exige la oposición para acompañar la Ley Bases y el paquete fiscal

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El debate legislativo de la semana finalizó sin dictamen. El oficialismo ya sabe que los proyectos que se aprobaron en la Cámara de Diputados sufrirán modificaciones. Los cinco puntos clave.

Por María Cafferata

Un Pacto de Mayo sin ley, una ley sin forma. La imposibilidad de dictaminar la Ley Bases no solo enterró la ilusión del acto de unidad con los gobernadores en Córdoba, sino que hundió la fantasía de que el gobierno ya había logrado cerrar un gran acuerdo con la oposición. No hay acuerdo ni borrador final: solo la certidumbre de que los proyectos que se aprobaron en Diputados no serán los mismos que se aprobarán en el Senado. Hay seis senadores opositores cuyas firmas son claves que todavía aguardan una respuesta del oficialismo sobre sus pedidos de modificaciones y, hasta que no tengan una devolución, no dictaminarán nada. La pelota, aseguran, está del lado del gobierno nacional, que tendrá que definir, este fin de semana, qué cambios acepta y cuáles se arriesga a rechazar. En el mientras tanto, nadie, ni el propio gobierno, está seguro de qué forma final tendrán las dos primeras leyes que el Congreso le aprobará a Javier Milei. 

Martín Lousteau (UCR), Pablo Blanco (UCR), Maxi Abad (UCR), Guadalupe Tagliaferri (PRO), Edgardo Kueider (Entre Ríos) y José Carambia (Santa Cruz) son los seis senadores de cuyas firmas depende que las comisiones de Presupuesto, Legislación General y Asuntos Constitucionales puedan dictaminar la Ley Bases y el paquete fiscal para que puedan llegar al recinto. El oficialismo se equivocó al creer que el número estaba garantizado y que, en todo caso, la discusión por la letra chica se resolvería de camino al recinto. Y los senadores se lo están haciendo pagar. Para muchos, la inclusión de Victoria Villarruel en las negociaciones – hasta ahora desplazada – habilitará un diálogo más fluido con un oficialismo que, hasta ahora, estaba fragmentado. El intercambio era, por momentos, contradictorio: el vicejefe de Gabinete, José Rolandi, decía una cosa y el ministro de Interior, Guillermo Francos, decía otra. 

«Que digan lo que quieran, yo no firmo nada». La frase salió de la boca de varios senadores opositores en las últimas 48 horas. Senadores que se sienten empoderados y que, ante la ausencia de ofertas concretas del gobierno – con la excepción de los fondos para la UBA (un guiño directo al radicalismo) -, van acumulando reclamos. El gobierno solo cuenta con siete senadores propios y otros cinco del PRO: está muy lejos de los 37 que necesita para el quórum, por lo que no está en condiciones de ignorar ningún pedido. El problema es que, a medida que pasa el tiempo, los pedidos son cada vez más.

RIGI

A la cabeza de los reclamos está el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) que otorga beneficios fiscales exorbitantes por 30 años para todas las empresas extranjeras que inviertan más de 200 millones de dólares. El vocero más elocuente contra el RIGI ha sido Lousteau, pero no está solo: el radical arrastra consigo también las objeciones de Tagliaferri, Blanco, Abad y varias fuerzas provinciales. Una de las mayores críticas es al artículo 163, que anula cualquier normativa provincial que restrinja lo sostenido por el régimen (adhieran o no las provincias). Se reclama, a su vez, establecer un régimen especial para las industrias más chicas – ya que las inversiones por más de 200 millones están pensadas, casi exclusivamente, para la actividad minera y petrolera -, así como algún sistema de «compre argentino» que proteja a la industria local de la apertura de importaciones.

Hay otros senadores, como Kueider, que plantean cambios más de fondo, como la exigencia de encadenamientos productivos locales.

Impuesto a las Ganancias

Si hay un capítulo que no tiene posibilidades de aprobarse sin cambios es la restitución de Ganancias. Los senadores patagónicos exigen incluir un diferencial para la zona – aludiendo a que el costo de vida es mucho mayor que en el resto del país – y reclaman un incremento del piso mínimo del 22 por ciento. Es decir, que pasaría de 1,8 millones a casi 2,2 millones (que es el mínimo que el proyecto sostiene para personas casadas). 

Este punto está casi cerrado con el gobierno nacional, ya que los patagónicos amenazaron con voltearle todo el paquete fiscal si no introduce cambios. Los patagónicos están cerca de sumar unos 48 votos en contra. Es decir, los dos tercios del Senado, lo que obligaría al oficialismo a conseguir la misma mayoría en Diputados para rechazar la modificación (un número que LLA no tiene posibilidades de alcanzar). Dependen de que Unión por la Patria y un par de senadores sin tierra quieran acompañar y están confiados en que lo lograrán. 

Privatizaciones

Era un capítulo que parecía cerrado y que, en la última semana, empezó a acumular varias objeciones. Principalmente por la privatización de dos empresas públicas: Aerolíneas Argentinas y Correo Argentino. Son varios los senadores del Sur que advierten que, si privatizan la línea de bandera, se caerán varias rutas no turísticas de la Patagonia, como ya sucedió en los 90′. El mismo argumento se repite para el Correo Argentino: el temor es que termine habiendo ciudades y pueblos enteros que se queden sin correo si el Estado no lo garantiza. 

Estas objeciones representan un dolor de cabeza para el oficialismo, ya que el capítulo de privatizaciones representa una de las partes centrales de la Ley Bases. En efecto, cuando el proyecto se cayó en febrero en Diputados fue porque el recinto estaba a punto de rechazar las privatizaciones (entonces eran un total de 27, ahora son once). En el oficialismo buscan evitar una «carnicería» del proyecto, pero se enfrentan a una difícil realidad numérica: si los patagónicos repiten el número de Ganancias para privatizaciones podrían terminar blindando también este capítulo frente a posibles modificaciones en Diputados. 

Blanqueo de capitales

Con el tándem Lousteau-Tagliaferri encabezando la avanzada, el gobierno reconoce que introducirá cambios en el capítulo de blanqueo (uno de los más generosos de los últimos años, ya que permite que quienes blanqueen hasta 100 mil dólares no paguen ninguna penalización). Uno de los pedidos es excluir a los hermanos de los funcionarios, así prohibir la posibilidad de que las personas puedan blanquear en nombre de otras (testaferros). Otro de los cambios será ampliar de 5 a 10 años el tiempo que tenga que haber pasado desde que una persona ocupó un cargo público para poder acogerse al beneficio.   

Moratoria previsional

Hay, además, decenas de pedidos de modificaciones que refieren a la reforma de la Ley de Hidrocarburos o la Ley de Procedimiento administrativo, así como a la reforma laboral. Uno de los temas más delicados es, sin embargo, la eliminación de la moratoria previsional. Hoy por hoy, en el Senado no está el número para aprobar este capítulo, que no solo cuenta con el rechazo de UxP o Carambia y Kueider, sino también de la cordobesa Alejandra Vigo, la rionegrina Mónica Silva y la neuquina Lucila Crexell. La gran mayoría de los senadores coinciden en que eliminar la moratoria representaría un duro golpe para las mujeres – 9 de cada 10 no cuenta con los 30 años de aportes – y nadie quiere cargar con ese costo político. Más de un senador pro Ley Bases, incluso, tiene planeado levantar e irse durante la votación para no tener que votar a favor. 


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