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María Eugenia Vidal se defendió de las críticas de Patricia Bullrich y Mauricio Macri

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Ante la ola de cuestionamientos, la exgobernadora salió a explicar su apoyo al jefe de Gobierno. La precandidata del PRO se despachó con una chicana.
Werner Pertot

Por Werner Pertot

La precandidata a presidenta eligió el humor para un hecho que no le causó ninguna gracia: que María Eugenia Vidal y Facundo Manes se hayan pronunciado a favor de su contrincante en las PASO, Horacio Rodríguez Larreta. «Son dos votos», retrucó la dirigente y sus seguidores la aplaudieron. Si fuera solo eso, no se explicaría por qué los bullrichistas se dedicaron un día entero a decirle de todo a Vidal («empleada del mes», «vendida», etcétera). La ex gobernadora recogió el guante y dijo que entendía que no compartieran su decisión, pero que solo expresó su voto. También dijo que en privado les va a decir «algunas cosas».

Fue un día de furia para el PRO, a partir de que se conoció el tweet donde Vidal apoyaba a Larreta. Los primeros en salir fueron los más cercanos a Bullrich, que la castigaron a Vidal por presuntamente incumplir su promesa de ser neutra. Incluso, en esa línea, se sumó el ex presidente Mauricio Macri: dijo que era importante cumplir las promesas y que Vidal se había «desperfilado» con sus últimas acciones. Luego, sin mediar ni un minuto de reflexión, Macri salió a aclarar que no la había cuestionado. Inmune al principio de contradicción.

Dos empanadas

Pero faltaba la palabra de Bullrich. Si hubiera que guiarse por las palabras de su jefe de campaña, Juan Pablo Arenaza, quien fustigó a Vidal por ser la «empleada del mesa», se podría interpretar que el nivel de furia de Bullrich era alto.

No obstante, recurrió a un chiste para sacarse el tema de encima: “Son dos votos, así que nosotros estamos tranquilos. Vamos a ganar por más que eso”, dijo y la aplaudieron todos los que la rodeaban, que también estallaron en risas. Entre los que se reían estaba su candidato a gobernador Néstor Grindetti.

En el entorno de Bullrich hay mucho enojo y decepción con Vidal. Pensaban que ella, al igual que Macri, iban a evitar decir públicamente a quién iban a apoyar. Además, señalaban, Vidal estuvo durante un tiempo muy cerca del armado de Macri-Bullrich y lejos de Larreta. Quizás lo que quebró esa relación fue que Bullrich no aceptara a Cristian Ritondo como candidato a gobernador (curiosamente, Ritondo fue uno de los que cuestionó a Vidal, aunque luego también morigeró sus críticas). O que Macri y Bullrich no promovieran a Vidal como candidata de consenso en la Ciudad de Buenos Aires.

Leona en libertad

Vidal viajó a Córdoba, donde estuvo con algunos de los candidatos. También dio algunas entrevistas: en todas repitió que había tomado la decisión de decir a quién iba a votar y que era un acto democrático. «Quiero votar en libertad. Valoro la experiencia de Horacio, es importante haber gobernado a millones. Respeto mucho a Patricia, se ha ganado el espacio en Juntos por el Cambio. Que elija a Horacio no va en detrimento de Patricia, sino de tener la libertad de decir por quién voto”, sostuvo Vidal, en plan de no confrontar.

Y le dedicó parte de sus declaraciones a Macri: «Lo que hice no fue más que expresar mi voto, que es la esencia de la democracia y de la libertad. Puedo entender que haya personas, como Mauricio, que están en desacuerdo. Lo que tenga para decirle de sus críticas lo voy a hacer en privado y en persona. No por las redes ni por los medios», dijo para contrastar con aquellos que eligieron cuestionarla en público y sin ningún prurito.

Mientras tanto, las críticas en las segundas filas siguen circulando. Para muestra está  Maximiliano Corach, que forma parte del armado de Larreta y que acusó a Bullrich de ser cada vez más parecida al oficialismo.

«Están terriblemente enojados los cultores del pensamiento único, que linda es la democracia, la libertad de expresión y los valores de juntos por el cambio. Que parecidos están a…», tuiteó Corach.


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Cuáles son los cambios que exige la oposición para acompañar la Ley Bases y el paquete fiscal

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El debate legislativo de la semana finalizó sin dictamen. El oficialismo ya sabe que los proyectos que se aprobaron en la Cámara de Diputados sufrirán modificaciones. Los cinco puntos clave.

Por María Cafferata

Un Pacto de Mayo sin ley, una ley sin forma. La imposibilidad de dictaminar la Ley Bases no solo enterró la ilusión del acto de unidad con los gobernadores en Córdoba, sino que hundió la fantasía de que el gobierno ya había logrado cerrar un gran acuerdo con la oposición. No hay acuerdo ni borrador final: solo la certidumbre de que los proyectos que se aprobaron en Diputados no serán los mismos que se aprobarán en el Senado. Hay seis senadores opositores cuyas firmas son claves que todavía aguardan una respuesta del oficialismo sobre sus pedidos de modificaciones y, hasta que no tengan una devolución, no dictaminarán nada. La pelota, aseguran, está del lado del gobierno nacional, que tendrá que definir, este fin de semana, qué cambios acepta y cuáles se arriesga a rechazar. En el mientras tanto, nadie, ni el propio gobierno, está seguro de qué forma final tendrán las dos primeras leyes que el Congreso le aprobará a Javier Milei. 

Martín Lousteau (UCR), Pablo Blanco (UCR), Maxi Abad (UCR), Guadalupe Tagliaferri (PRO), Edgardo Kueider (Entre Ríos) y José Carambia (Santa Cruz) son los seis senadores de cuyas firmas depende que las comisiones de Presupuesto, Legislación General y Asuntos Constitucionales puedan dictaminar la Ley Bases y el paquete fiscal para que puedan llegar al recinto. El oficialismo se equivocó al creer que el número estaba garantizado y que, en todo caso, la discusión por la letra chica se resolvería de camino al recinto. Y los senadores se lo están haciendo pagar. Para muchos, la inclusión de Victoria Villarruel en las negociaciones – hasta ahora desplazada – habilitará un diálogo más fluido con un oficialismo que, hasta ahora, estaba fragmentado. El intercambio era, por momentos, contradictorio: el vicejefe de Gabinete, José Rolandi, decía una cosa y el ministro de Interior, Guillermo Francos, decía otra. 

«Que digan lo que quieran, yo no firmo nada». La frase salió de la boca de varios senadores opositores en las últimas 48 horas. Senadores que se sienten empoderados y que, ante la ausencia de ofertas concretas del gobierno – con la excepción de los fondos para la UBA (un guiño directo al radicalismo) -, van acumulando reclamos. El gobierno solo cuenta con siete senadores propios y otros cinco del PRO: está muy lejos de los 37 que necesita para el quórum, por lo que no está en condiciones de ignorar ningún pedido. El problema es que, a medida que pasa el tiempo, los pedidos son cada vez más.

RIGI

A la cabeza de los reclamos está el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) que otorga beneficios fiscales exorbitantes por 30 años para todas las empresas extranjeras que inviertan más de 200 millones de dólares. El vocero más elocuente contra el RIGI ha sido Lousteau, pero no está solo: el radical arrastra consigo también las objeciones de Tagliaferri, Blanco, Abad y varias fuerzas provinciales. Una de las mayores críticas es al artículo 163, que anula cualquier normativa provincial que restrinja lo sostenido por el régimen (adhieran o no las provincias). Se reclama, a su vez, establecer un régimen especial para las industrias más chicas – ya que las inversiones por más de 200 millones están pensadas, casi exclusivamente, para la actividad minera y petrolera -, así como algún sistema de «compre argentino» que proteja a la industria local de la apertura de importaciones.

Hay otros senadores, como Kueider, que plantean cambios más de fondo, como la exigencia de encadenamientos productivos locales.

Impuesto a las Ganancias

Si hay un capítulo que no tiene posibilidades de aprobarse sin cambios es la restitución de Ganancias. Los senadores patagónicos exigen incluir un diferencial para la zona – aludiendo a que el costo de vida es mucho mayor que en el resto del país – y reclaman un incremento del piso mínimo del 22 por ciento. Es decir, que pasaría de 1,8 millones a casi 2,2 millones (que es el mínimo que el proyecto sostiene para personas casadas). 

Este punto está casi cerrado con el gobierno nacional, ya que los patagónicos amenazaron con voltearle todo el paquete fiscal si no introduce cambios. Los patagónicos están cerca de sumar unos 48 votos en contra. Es decir, los dos tercios del Senado, lo que obligaría al oficialismo a conseguir la misma mayoría en Diputados para rechazar la modificación (un número que LLA no tiene posibilidades de alcanzar). Dependen de que Unión por la Patria y un par de senadores sin tierra quieran acompañar y están confiados en que lo lograrán. 

Privatizaciones

Era un capítulo que parecía cerrado y que, en la última semana, empezó a acumular varias objeciones. Principalmente por la privatización de dos empresas públicas: Aerolíneas Argentinas y Correo Argentino. Son varios los senadores del Sur que advierten que, si privatizan la línea de bandera, se caerán varias rutas no turísticas de la Patagonia, como ya sucedió en los 90′. El mismo argumento se repite para el Correo Argentino: el temor es que termine habiendo ciudades y pueblos enteros que se queden sin correo si el Estado no lo garantiza. 

Estas objeciones representan un dolor de cabeza para el oficialismo, ya que el capítulo de privatizaciones representa una de las partes centrales de la Ley Bases. En efecto, cuando el proyecto se cayó en febrero en Diputados fue porque el recinto estaba a punto de rechazar las privatizaciones (entonces eran un total de 27, ahora son once). En el oficialismo buscan evitar una «carnicería» del proyecto, pero se enfrentan a una difícil realidad numérica: si los patagónicos repiten el número de Ganancias para privatizaciones podrían terminar blindando también este capítulo frente a posibles modificaciones en Diputados. 

Blanqueo de capitales

Con el tándem Lousteau-Tagliaferri encabezando la avanzada, el gobierno reconoce que introducirá cambios en el capítulo de blanqueo (uno de los más generosos de los últimos años, ya que permite que quienes blanqueen hasta 100 mil dólares no paguen ninguna penalización). Uno de los pedidos es excluir a los hermanos de los funcionarios, así prohibir la posibilidad de que las personas puedan blanquear en nombre de otras (testaferros). Otro de los cambios será ampliar de 5 a 10 años el tiempo que tenga que haber pasado desde que una persona ocupó un cargo público para poder acogerse al beneficio.   

Moratoria previsional

Hay, además, decenas de pedidos de modificaciones que refieren a la reforma de la Ley de Hidrocarburos o la Ley de Procedimiento administrativo, así como a la reforma laboral. Uno de los temas más delicados es, sin embargo, la eliminación de la moratoria previsional. Hoy por hoy, en el Senado no está el número para aprobar este capítulo, que no solo cuenta con el rechazo de UxP o Carambia y Kueider, sino también de la cordobesa Alejandra Vigo, la rionegrina Mónica Silva y la neuquina Lucila Crexell. La gran mayoría de los senadores coinciden en que eliminar la moratoria representaría un duro golpe para las mujeres – 9 de cada 10 no cuenta con los 30 años de aportes – y nadie quiere cargar con ese costo político. Más de un senador pro Ley Bases, incluso, tiene planeado levantar e irse durante la votación para no tener que votar a favor. 


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