NACIONALES
Los operarios de una fábrica votaron masivamente a Milei y el dueño los reunió para advertirles por su trabajo

Daniel Rosato es presidente de Industriales Pymes Argentinos y dueño de una fábrica metalúrgica y una papelera. La semana pasada convocó a los trabajadores para discutir la plataforma de La Libertad Avanza y advertirles por sus planes contra el sector fabril. Qué respondieron los votantes de Milei, qué dicen las pymes.

Metalúrgica Rosato y Papelera Rosato son dos fábricas de un mismo dueño, Daniel Rosato. Su familia creó la primera de las industrias hace ochenta años, mientras que la papelera empezó en 1991, hace 32. Rosato es además presidente de Industriales Pymes Argentinos (IPA), una de las cámaras que agrupa a empresarios que dependen principalmente del mercado interno. En 2015, antes de la elección de Mauricio Macri como presidente, fue uno de los industriales que alertó a sus trabajadores por las consecuencias del modelo que venía a imponer Cambiemos.
«El otro día les dije, ‘se acuerdan de esa charla, cuando hablamos del riesgo de las importaciones indiscriminadas, bueno, ahora es peor’«, relata Rosato la conversación que mantuvo con los empleados de la papelera hace una semana, el viernes 8. Explica que tuvo necesidad de volver a reunirlos, como hace ocho años, al comprobar que la mayoría había votado a Javier Milei.
Es un plantel de 140 trabajadores y trabajadoras, en tanto que la metalúrgica emplea a otros 40, con quienes el titular de IPA tiene previsto repetir la experiencia a corto plazo.
«Nos juntamos casi una hora a conversar. Me interesó mucho reunirme con los trabajadores y saber cómo están, qué opinan, e ir con la plataforma política de La Libertad Avanza en la mano para preguntarles si sabían a quién estaban votando y por qué lo habían votado», cuenta Rosato el motivo del encuentro.
«Porque la mayoría en la fábrica votó a Milei en las PASO. Diría que bastante más del 50 por ciento. Después quedó Massa y Bullrich muy abajo», explica. «Pero con un desconocimiento total. La gran mayoría de los que votaron a Milei no saben qué ofrece. Cayó bien la palabra libertad, me repetían la palabra libertad, sobre todo los jóvenes. Pero les dije que la libertad que da Milei es una condena a la miseria, es para morirte de hambre», toma temperatura el industrial.
«Nosotros desde el sector pyme industrial estamos muy preocupados porque en la plataforma de Milei no hay una sola mención, en ningún punto de todo lo que publicaron, a la palabra industria ni habla de las pymes. En cambio -sigue-, sí habla de una apertura total del mercado, de libre comercio, de importaciones sin límites, y nosotros sabemos muy bien lo que eso significa porque lo hemos vivido. A los más grandes les recordé la década del ’90, el 25 por ciento de desocupación, el cierre de fábricas, las ollas populares. Lo hemos vivido. Y a los más jóvenes les recordé lo que nos pasó con Macri», se ofusca Rosato.
Los mileistas
«Les comenté cuál es la propuesta de Milei, que la apertura comercial de la que habla va a significar el cierre de muchas industrias», continúa. Y remarca: «Les dije, ‘no vengo a imponerles que voten al oficialismo, vengo a cuidarlos a ustedes y a cuidarnos a nosotros. Quiero que mis hijos puedan seguir con la fábrica».
«Pero hay mucha bronca, mucho enojo», admite. «No les alcanza la plata para la sustentabilidad. Me hablaban de los aumentos. Me dicen, ‘nos dan un bono y las cosas aumentan más de lo que nos dieron, no nos sirve’. Claramente la gente está cansada. Quieren probar algo diferente, cualquier cosa. Me dicen, ‘no nos alcanza el dinero’. Y le hablás de tus problemas y es peor. Hay que bajar horas extras y es peor. Lo que percibí es que la gente lo que quiere sí o sí es otra cosa«, transmite Rosato.
«Creo que a algunos les hice entender que esto que están eligiendo, desgraciadamente, nos va a llevar a una crisis mayor», supone. «Pero qué me contestan, que los políticos siempre prometen y no cumplen, que les dicen que va a mejorar el salario y después cae».
«Están muy enojados con los planes sociales. Plantearon mucho eso. Cómo puede ser que haya gente con planes sociales que gane más que nosotros, que trabajamos todo el día. Tienen cuatro o cinco hijos y ganan más que nosotros. Yo tuve que explicarles que no es así», refuta el presidente IPA. La Asignación Universal por Hijo, pone como ejemplo, son 17.330 pesos por hijo por mes. Una familia de cuatro integrantes para no caer en la indigencia necesita 130.590 pesos, y para no caer en la pobreza, 284.687 pesos, según informó este viernes el Indec.
«Si gana Milei nos va a condenar a una situación mucho peor porque la fábrica tendrá que achicar su personal por falta de ventas, porque la apertura indiscriminada nos va a destruir. Los más viejos que estaban ahí me dieron la razón. Dijeron que tenía razón. Que lo habían vivido y realmente fue así. El problema acá son los más jóvenes. Falta diálogo, falta explicarles mejor a los jóvenes. Explicarles lo que puede pasar. Ellos creen que con esto de la libertad, si viene otro gobierno no van a tener inflación, que van a ganar bien, van a tener un buen salario. Hay un gran desconocimiento de lo que representa la plataforma política de Milei, pero también les genera una gran esperanza«, resume Rosato.
Cuenta que también les advirtió por la reforma laboral, el fin de las indemnizaciones, los despidos masivos que puede haber en el Estado por las privatizaciones, el retroceso que sería cerrar el Conicet. «De esos temas ni hablan. De la dolarización mucho tampoco. Se quedan con la idea de que va a terminar con la inflación», agrega.
«Cuando finalizamos el diálogo, algunos dijeron que podía ser que algunas cosas no supieran. Reconocían que era posible que les faltara conocimiento antes de votar. Pero seguían diciendo que hay mucha bronca. Descontento. Y por esa bronca se terminan autoconvenciendo, creen cualquier cosa», completa.
Las pymes
Como presidente de una cámara de industriales pymes, Rosato también puede contar lo que transmiten sus colegas. «Yo empujo como loco, pero cuesta tanto. Recibo veinte puteadas por día. Las pymes tienen problemas para transferir dólares para importar insumos, los bancos no las financian, los proveedores monopólicos cobran lo que quieren. Hay mucha bronca cuando se para la rueda y no pueden trabajar», identifica.
Al mal humor por la falta de divisas se agrega la caída en las ventas de los últimos dos meses. «La baja de la demanda de productos de consumo masivo que nosotros registramos es del 4 o 5 por ciento, pero en productos que no son esenciales es fuertísima. Estamos entre 30 y 40 puntos abajo que el año pasado», explica.
«Con esta situación muchos dicen que a este gobierno no lo votan. Entre los empresarios diría que hay un empate entre Bullrich y Massa. Son muy pocos los que votan a Milei«, arriesga Rosato. «A Macri también lo votaron muchos en su momento. Ahora les digo, se acuerdan que les advertí», apunta.
«Los problemas que tenemos las pymes se transmiten al trabajador. Por eso muchos laburantes nos dicen que quieren una alternativa, que ni este gobierno ni el anterior les dieron soluciones«, concluye.
NACIONALES
A qué juega Massa: Movidas audaces pero sin patear el tablero

La reacción del FMI, las corporaciones y la población más vulnerable al conjunto de las medidas económicas tomadas en las últimas semanas por Sergio Massa. El impacto de la eliminación de Ganancias para los trabajadores y la devolución del IVA.

Si el resultado de las elecciones pasara principalmente por la economía, ¿quién va a definir estas elecciones? ¿El estado de ánimo de la población o las propuestas de los candidatos? ¿Importan o se perciben las diferencias entre las propuestas económicas? ¿O predomina el voto «enojo y castigo» por sobre la evaluación de esas diferencias?. Además, ¿cómo juega el factor externo, el poder económico global, en la pelea? ¿Qué incidencia tiene el FMI, o el gobierno de Estados Unidos, en el voto? Dicho de otro modo: ¿por quién vota el FMI?
Sin que la pretensión de este cronista sea la de responder a todos esos interrogantes –diría nuestro «por siempre» inolvidable Mario Wainfeld–, se podría asegurar que diversas acciones de diferentes actores en los últimos días, conllevan la intención de responder a varias de esas preguntas a la vez. Tomemos tres momentos de esa secuencia. La conferencia de prensa de la portavoz del FMI del jueves. La reunión virtual del Consejo del Salario del miércoles. El resumen que hace Sergio Massa del conjunto de medidas adoptadas con posterioridad a la devaluación del 14 de agosto, en cualquiera de sus últimas presentaciones.
Las expresiones de Julie Kozack, vocera del FMI, del jueves con respecto a la situación argentina valen tanto por lo que dijo como por lo que sugirió sin decir. Veamos. «La situación económica actual sigue siendo muy desafiante y compleja. La inflación es muy alta y está subiendo. Los activos de las reservas internacionales son bajos. Las condiciones sociales son frágiles». Esta síntesis del cuadro, arrojado sobre la mesa no como un informe que llevó por escrito, sino en respuesta a preguntas de los periodistas, no tienen evidentemente la intención de llevar calma y sugerir que los problemas se están resolviendo, sino que está poniendo de manifiesto crudamente la gravedad de la situación.
Vayamos a cómo siguió su relato, cuando le preguntaron específicamente por las últimas medidas tomadas por el gobierno argentino, todas con clara orientación de provocar transferencias de ingresos a favor de los sectores medios y bajos, a costa en su mayoría de las arcas fiscales.
«Las medidas políticas y los anuncios adoptados recientemente se suman a los desafíos de Argentina. El paquete de medidas que se tomaron, acordado con el Fondo en el contexto de las recientes revisiones, tenía la intención de salvaguardar la estabilidad y reconstruir las reservas. Estamos trabajando en entender mejor el impacto y la necesidad de medidas de compensación».
Lo dicho por la portavoz del Fondo sugiere que el organismo no desconocía las medidas que iba a tomar Massa tras recibir, el 23 de agosto, el desembolso de 7500 millones de dólares. Esas medidas, que empezó a anunciar el domingo 27, buscaban compensar los efectos de la devaluación del 14 de agosto, un día después de las PASO.
Al FMI no le gustan esas medidas de transferencias que aumentan los gastos del gobierno. Pero a Massa tampoco le gustó que le impusieran la devaluación ni le reconoce méritos al salto cambiario. «Si algo mejoramos en la balanza en las últimas semanas, fue por la extensión del impuesto PAIS a la importación de ciertos bienes y servicios, que frenó parte de los pagos al exterior por operaciones especulativas. La devaluación no nos dejó nada en divisas, y en cambio nos provocó un shock inflacionario y deterioro de los ingresos de la población«, señala el ministro candidato en reuniones con allegados.
Hasta aquí, este es el choque más evidente entre el FMI y el gobierno desde que se aprobó el acuerdo de facilidades extendidas, en marzo de 2022. Pero no significa un alejamiento o ruptura, necesariamente. Si no, detengámonos en lo que dijo Kozack al ser consultada sobre una eventual sustitución del peso por el dólar en la economía argentina:
«Determinar la tasa de cambio es prerrogativa de cada país soberano. Lo que al organismo (FMI) le preocupa de una dolarización es que se pueda asegurar que las políticas macroeconómicas son consistentes con una transición ordenada. Una dolarización total requiere de importantes pasos preparatorios, y tampoco es un sustituto de las buenas políticas macroeconómicas».
De lo que se deduce que la funcionaria, una estrecha allegada a Kristalina Georgieva, le «bajó el precio» a la dolarización: no considera que sea el remedio mágico para alcanzar la estabilidad monetaria y fiscal –que es la verdad revelada en la religión de Javier Milei– ni parece avalar que estén dadas las condiciones para semejante ensayo.
Si bien Massa tiene razones para interpretar que el FMI le dio la espalda cuando más apoyo necesitaba en divisas, hay que comprender que este organismo dejó aun más huérfano el experimento de la dolarización que Milei vende como poción mágica.
En el plano interno, varios de los participantes de la reunión del consejo del salario del miércoles, que definió un aumento del mínimo del 32 por ciento para el último trimestre del año, coincidieron en destacar la actitud de «prudencia» de la representación empresaria, en la que siempre se destaca el rol de la UIA. La reunión fue corta, expeditiva. Hubo un rápido acuerdo para definir un aumento «moderado» frente a una inflación mensual que todavía sigue arriba del 10 por ciento, sin expresiones discordantes de la UIA. «Se cuidaron mucho de no quedar como los que patean el tablero en una situación de emergencia; hay mucha sensibilidad por el clima electoral», confió una muy alta fuente. ¿Prudencia o realineamiento?
En cuanto a la propia mirada del gobierno sobre las medidas, hay una conclusión que es unánime: la derogación del impuesto a las ganancias para la cuarta categoría (trabajadores en relación de dependencia) y la devolución del IVA sobre compra de productos de la canasta familiar han sido las más impactantes. «Cambiaron el ánimo en el ambiente laboral», sostienen dirigentes sindicales de los que recorren fábricas permanentemente.
Hay un error de perspectiva en quienes sostienen que eliminar Ganancias «apenas» favorece a un puñado de asalariados de altos ingresos. Quienes vienen detrás, con salarios medios o medio/altos, que pagaron Ganancias en el pasado, saben que un simple retraso de seis meses en la actualización del «piso», frente a una inflación elevada, los mete de nuevo en el terreno de los que pagan. Solo la ley que deroga la cuarta categoría le brinda la tranquilidad de que no volverán a estar alcanzados.
Por último, la devolución del IVA tuvo el enorme mérito, que pocas políticas públicas logran, de su masividad. Al trabajador informal, de bajos ingresos, que se maneja con tarjeta (no son todos, pero es una buena proporción), la medida le llega y lo percibe. Quienes trabajan permanentemente en esa franja de la población, señalan que se notó el impacto.
En una elección en la que la economía define, el ministro y candidato Massa retomó la iniciativa, mueve el tablero y hasta los factores de poder internos y externos se acomodaron en función de esas iniciativas. Con una oposición casi congelada, jugó una carta más, y de las pesadas: un gobierno de unidad nacional, que incluya a parte de una oposición que podría desmembrarse después de la primera vuelta. Una imagen que no cae nada mal allá, por el Norte, cuyo embajador incluso se anticipó a ofrecer su apoyo si los «moderados» de las dos fuerzas que en ese momento se mostraban en pugna, se juntaban. La «gobernabilidad» los prefiere moderados.
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