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La derecha argentina y su simpatía por los golpistas de Brasil

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El diputado de La Libertad Avanza se hizo eco de los trolls en redes sociales, al repostear una publicación que describía al ataque al Congreso como «una masiva protesta» contra Lula. Patricia Bullrich y Mauricio Macri, con idéntico discurso.


Este domingo, la democracia brasileña estuvo en peligro
. Es que cientos de militantes bolsonaristas tomaron el Congreso nacional de Brasil e irrumpieron en la Casa de Gobierno y en la Corte Suprema, con el objetivo de armar un golpe de Estado contra Lula da Silva. Y mientras el Gobierno argentino, con Alberto Fernández y Cristina Kirchner a la cabeza, repudió el accionar antidemocrático de los seguidores del expresidente Jair Bolsonaro, parte de la derecha argentina aprovechó para mostrar su simpatía por los golpistas brasileños.

Uno de los que intentaron enmarañar los acontecimientos golpistas de Brasil fue Javier Milei. El diputado ultraderechista se valió de una fake news en Twitter -elaborada por el portal La Derecha Diario- en el cual se describe al ataque antidemocrático como una «masiva protesta reclamando que frenen las medidas dictatoriales de Lula”.  Milei siempre buscó ser un aliado a Jair Bolsonaro, tanto al apoyar su campaña a la reelección como también siendo anfitrión en la visita de su hijo al país, hace unos pocos meses atrás.

Si bien fue el más explícito, Milei no fue el único dirigente argentino que mostró simpatía por los ultraderechistas brasileños. Días atrás Francisco Sánchez, el legislador del PRO que había pedido la pena de muerte para Cristina Kircher, comentaba durante la asunción de Lula que el líder del Partido de los Trabajadores debería ir preso y destacaba a Bolsonaro por haber huído a Estados Unidos horas antes del traspaso presidencial.

Macri y Bullirch, mismo discurso

Por su parte, después de cinco horas de demora, Mauricio Macri repudió el hecho antidemocrático contra el gobierno de Lula. Pero usó su publicación para comparar el ataque al Congreso de Brasil con el pedido de juicio político del Frente de Todos contra los jueces de la Corte Suprema, a lo que él consideró como un mecanismo político antidemocrático «igualmente brutal» que la invasión al Parlamento brasileño.  

Patricia Bullrich simuló a Macri, tanto con la demora de su publicación como también con la extraña acusación contra el Gobierno nacional. En este caso, la presidenta del PRO salió a confrontar con Alberto Fernández, al considerar que el mandatario argentino -y mandatario de la Celac- solo podría opinar de Brasil «si retira el pedido de juicio político a la Corte». En su posteo -también al igual que Macri- pareció olvidarse de incluir los lazos comunicantes entre el hombre de confianza de Horacio Rosatti con Marcelo D’Alessandro, el todavía ministro de Seguridad porteño.

Por último, el caso de Jorge Fauri es particular. El excanciller de Mauricio Macri rechazó el ataque al Congreso de Brasil, aunque puso en duda que los golpistas sean militantes de Bolsonaro. Y, de yapa, eligió caracterizar a los grupos violentos como «populistas».


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En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

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La oposición tiene los números para hacer cambios en particular. La Rosada ya dice que ningún capítulo es de vida o muerte.

En la Cámara de Diputados creen que la ley ómnibus se terminará aprobando la semana que viene pero que luego caerá sin atenuantes en el Senado.

La Cámara alta nunca trató la ley ni en comisión porque no pasó el filtro de Diputados. Allí el terreno es mucho más complejo para el gobierno, como quedó demostrado con el DNU que cayó por amplia mayoría.

Los senadores se quieren cobrar los insultos incesantes de Milei, que la semana pasada los graficó como ratas luego de que se aumentaran el sueldo. «Están decididos a destruir la ley».

En Diputados tampoco el Gobierno tiene un camino recto. Si bien ya asoman los números de la mayoría para la votación en general, que ya se habían conseguido el 2 de febrero en la primera versión de la ley, la votación en particular puede sufrir cambios.

Así como sucedió con la privatización del Banco Nación, que fue sacada de la ley en las últimas horas, capítulos como el de lavado pueden sufrir cambios en el recinto, más allá de los acuerdos con los que llega el oficialismo al día de la votación.

En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

Cuando entra un negativo, como se dice en la jerga parlamentaria al momento en que se voltea un artículo de la ley en tratamiento, la votación se «espiraliza». Esto quiere decir que los diputados se envalentonan contra el Gobierno y buscan más cambios, tal como sucedió en la votación en particular de la primera ley ómnibus, lo que la llevó al naufragio.

En ese momento quien debe tener la muñeca para negociar es el presidente de la Cámara, ayudado por sus operadores de recinto. Cuando Emilio Monzó era titular de Diputados, su operador era Nicolás Massot. Sergio Massa tenía a Cecilia Moreau y Paula Penacca. Los operadores de recinto son los que recorren las bancas durante la sesión para evitar sorpresas.

El Gobierno tiene un problema grande con eso. No tiene operadores de recinto, con un bloque balcanizado tras la salida de Oscar Zago. Y en especial, Martín Menem no demostró la experiencia para manejar la sesión cuando se la complican.

En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

Y los números que tiene el gobierno en Diputados anticipan que la votación en particular se va a complicar. La oposición podría juntar 126 diputados, que no alcanzan para dar quórum pero sí para voltear artículos o la ley entera una vez que comienza la sesión. Es que cuando ya se consiguió el quórum, la mayoría se calcula respecto de los diputados presentes. Como siempre faltan diputados que se enferman o viajan, con 126 diputados la oposición puede tener mayoría.

A ese número llegan con los 99 diputados de Unión por la Patria, más 5 de izquierda, 2 santacruceños, 11 radicales de Facundo Manes y Emiliano Yacobitti, y hasta 11 del bloque de Miguel Pichetto.

‘La ley es un monstruo sin cabeza que va caminando por el Congreso’, dicen los diputados que la quieren votar para sacársela de encima. El clima es de hastío por el proceso de cuatro meses que se tornó insoportable.

La bancada de Pichetto puede ir mutando en cantidad de votos negativos de acuerdo a cada artículo en particular. Los dos socialistas, Esteban Paulón y Mónica Fein, están muy enfrentados al Gobierno. Juan Brugge y Natalia de la Sota responden a Massa. Los seis lilitos no quieren votar las facultades delegadas y Margarita Stolbizer firmó un dictamen aparte con los socialistas.

Además se suman 8 diputados de Innovación Federal que buscarán introducir el capítulo del tabaco que el Gobierno quitó de la ley. «Si no lo logran quizás hagan una maldad», explicaron a LPO fuentes parlamentarias.

Como si no bastara con lo fino del cálculo, el Gobierno, que dejó como interlocutor al vicejefe de gabinete, José Rolandi, no reclama ningún punto como indispensable.

«La ley es un monstruo sin cabeza que va caminando por el Congreso», dicen los diputados que la quieren votar para sacársela de encima. El clima es de hastío por el proceso de cuatro meses que se tornó insoportable.

La bronca de los diputados no es sólo con la Rosada sino también con los gobernadores: creen que se borraron y no dieron la cara en las últimas semanas previas al tratamiento de la ley. El bloque libertario, en tanto, ni participa de las reuniones en las que se negocian los pedazos de la ley. 


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