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Iron Mountain: las «casualidades» del nuevo incendio

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La causa por la tragedia de 2014 fue elevada a juicio hace diez días; la semana pasada, los imputados denunciaron que el depósito había sido «vandalizado».

Por Santiago Brunetto

Otra vez fuego en el mismo lugar. El depósito de la empresa Iron Mountain incendiado en el año 2014, con diez víctimas fatales, volvió a prenderse fuego este lunes. Los vecinos y vecinas de Barracas comenzaron a sentir el olor del humo en horas del mediodía, y hasta allí se acercaron dotaciones de bomberos y de Defensa Civil que al cierre de esta edición todavía combatían las llamas en el edificio, donde se derrumbó una parte de una pared, aunque en esta ocasión no se registraban heridos. La causa que investiga el incendio de 2014, en el que se perdieron valiosos documentos empresariales, fue elevada a juicio hace sólo diez días con 18 imputados, directivos de la empresa y funcionarios porteños. El abogado de las familias de los fallecidos dijo a este diario que la semana pasada los imputados de Iron Mountain denunciaron que el depósito había sido «vandalizado».

Las primeras imágenes recordaron a la mañana trágica del 5 de febrero de 2014. La misma manzana, las mismas calles, el mismo depósito. Alrededor de las 14 de este lunes los camiones de bomberos y patrulleros de la Policía de la Ciudad de Buenos Aires comenzaron a llegar al cruce de Azara y Benito Quinquela Martín, barrio de Barracas. También arribó personal de Defensa Civil, Guardia de Auxilio y Logística de la Ciudad. «Una dotación se encuentra atacando el incendio desde la intersección de Benito Quinquela Martín y Azara, y otra desde la intersección de Gaspar Melchor Jovellanos y Quinquela Martín», informaron por la tarde desde el Ministerio de Seguridad porteño, y agregaron que «el fuego incursiona por el techo y la montante del depósito, en una extensión de 60 por 20 metros en forma irregular«.

Las llamas llegaban a superar los 15 metros de altura, tomando parte de la estructura del techo del lugar. Así lo indicaron las mismas fuentes, que añadieron que, con el uso de drones, se pudo establecer que la parte media y la parte frontal del techo habían «cedido parcialmente«. Por todo esto los bomberos estimaron por la tarde que en el depósito había «peligro de derrumbe» y el personal se retiró para combatir el fuego desde puntos externos. También vecinos y vecinas de las casas aledañas fueron evacuados. Cerca de las 18, en tanto, una parte de una de las paredes del depósito terminó por derrumbarse hacia Quinquela Martín. Los restos cayeron en la calle, sobre tres autos que se encontraban estacionados, en una zona perimetrada por la Policía.

Momentos después, el titular del SAME, Alberto Crescenti, confirmó en rueda de prensa que en el lugar no había ningún herido y que la caída de esa parte del muro ocurrió en un área que «estaba controlada«. Crescenti sostuvo a esa hora que dentro del depósito aún había «mucha carga de fuego» y «mucha destrucción interior». Hacia ese momento de la tarde los bomberos todavía no habían logrado ingresar al lugar ya que que todavía había riesgo de derrumbe en el resto del edificio. Los peritos podrán analizar las causas del inicio del incendio recién cuando las llamas estén apagadas.

«Casualidad»

«La semana pasada presentaron un escrito ante el tribunal diciendo que habían encontrado vandalizado el inmueble», dijo a Página 12 Javier Moral, abogado de las familias de los diez fallecidos en el incendio de 2014. El abogado se mostró asombrado por la «casualidad» de esa presentación. En el documento, al que accedió este diario, la defensa de dos de los procesados de Iron Mountain denuncia ante el tribunal que lleva la causa que la empresa encargada de realizar tareas de desratización del depósito de Azara 1245 verificó «que el mismo se encontraba vandalizado«. Por esta razón, reclamaron «las medidas pertinentes a determinar lo sucedido, sus responsables, así como los daños y faltantes«. A su vez adjuntaron fotografías en las que se ve una oficina con escritorios y computadoras rotas y arrojadas al piso, y cajas de archivo desparramadas.

Hace sólo diez días, a nueve años de la tragedia, la jueza Fabiana Palmaghini elevó a juicio oral y público la causa por el incendio de 2014, con 18 imputados: los funcionarios porteños Rafael RoldánPedro ChaparLuis CogoRoberto ChiesaSilvia HersGastón LaugleEsther MoroniAlberto Graciani, Ricardo Grunfeld, Félix LugoJorge Papanicolau, Norberto Ventura Sosa y Vanesa Berkowski, quien ya había sido procesada por el derrumbe del boliche Beara. De Iron Mountain están procesados los directivos Christian CastiñeirasHéctor GarcíaGuillermo Lockhart y Eduardo Sueyras Parra, y el vigilador Oscar Godoy.

La investigación judicial hasta el momento sostiene que hubo falencias gubernamentales en el control del funcionamiento del depósito de la empresa. La querella, por su parte, asegura que el incendio fue intencional. Denuncian, entre otras cosas, que el empleado de seguridad apagó en nueve ocasiones el sistema de alarma que funciona para alerta temprana de incendios. Aseguran que hasta el momento del hecho, Iron Mountain –multinacional de capitales estadounidenses dedicada a la administración de valiosa y delicada documentación empresarial– llevaba siete incendios en sus depósitos a nivel mundial, que en cinco ocasiones fueron declarados intencionales.

En el caso de 2014, la propagación del fuego en el depósito provocó que la estructura metálica que sostenía el techo cediera por las altas temperaturas y derrumbara la pared de la calle Jovellanos. Los fallecidos fueron ocho bomberos y dos miembros de Defensa Civil.  


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El 2001, la pandemia y el macrismo ya quedaron chicos

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En abril, el consumo en hipermercados cayó 15,4, números que no se veían desde el estallido social de De La Rua. La UIA confirmó que la industria cayó 17,2 por ciento en marzo, muy por encima del industricidio del PRO y cerca del parate total por la COVID. Con la obra pública cerrada por el Gobierno, los tres sectores que explican la mayor parte del PBI se han desmoronado en tiempo récord. Fuertes disputas en las entidades empresarias por el apoyo que le dan a Milei mientras la economía se pulveriza. 
Leandro Renou

Por Leandro Renou

En sólo cinco meses de Gobierno, los números muestran que la gestión económica de Javier Milei superó ampliamente los derrumbes de actividad de las tres crisis más relevantes de los últimos años: el 2001, la pandemia de la COVID y los años de Mauricio Macri. Por un lado, Página I12 accedió a un adelanto del informe de la consultora Scentia de abril, que refleja un desplome del 15,4 por ciento en las ventas de hipermercados, una caída similar a la del estallido del gobierno De La Rua; por su lado, la Unión Industrial (UIA) confirmó que en marzo la actividad fabril cayó 17,2 por ciento, emparejando los niveles de diciembre del 2001 y cayendo más que en la parte más dura de la pandemia. A este dato se suma el derrumbe de la construcción, superior al 42 por ciento, lo que deriva en un escenario inédito: en tiempo récord, la gestión de Milei y Luis Caputo pusieron a las tres actividades que explican la mayor parte del PBI en una situación de dificil retorno.

Por esta perspectiva, que ya se veía venir, los economistas empezaron a alertar hace unas semanas que el nivel de la recesión, autogenerada para intentar morigerar una inflación que sigue muy alta, era el dato central a observar. Lo curioso es que este momento de crisis casi total de la actividad se da en paralelo al apoyo que empresarios de la Cámara Argentina de la Construcción, la Cámara de Comercio y la propia UIA, le dan al gobierno de Milei, a quien estuvieron escuchando y aplaudiendo hace unas horas, en su exposición en el almuerzo que organizó el Consejo del Comercio y la Producción (Cicyp) en el Hotel Alvear. A raíz de estos datos, este diario habló con dirigentes de todos esos sectores consultando cómo y hasta cuándo se sostiene el discurso de apoyo a la línea Milei cuando la actividad a la baja ya se está cargando al empleo. «Es la pregunta del millón», contestó un alto dirigente de UIA. En esa sede de la gremial empresaria hay una guerra entre pymes y gigantes por el contexto de crisis, que se está llevando puestas a las más chicas. Por toda esa tensión, muchas cámaras como los metalúrgicos de ADIMRA y los texiles de Protejer decidieron salir por las suyas a denunciar que el proceso de crisis no frena y terminará en cierres de empresas. 

En este escenario, el consumo masivo es que el primero sintió el ajuste en los salarios, las jubilaciones pisadas y la liberación del resto de los bienes y servicios de la economía, que terminaron privando a las familias de mayores compras de alimentos. Según Scentia, la caída del 15,4 en ventas en los grandes supermercados de abril es la más grande desde el 2001-2002. «Quedó lejos incluso de los números muy negativos del macrismo», explicó un líder del supermercadismo multinacional. En los años del PRO, el consumo masivo medido por Scentia cayó tres de los cuatro años, quedando empatado en el período restante. Lo particular del consumo es que todos los rubros están cayendo, pero algunos como Bebidas, Aceites y Lácteos se desploman desde el 20 al 50 por ciento mensual. 

Esa baja en el gasto de los hogares está directamente conectada, además, con el desempeño de las fábricas. En el reporte de la UIA se muestra que la industria de Alimentos cayó 10,2 por ciento en abril, un número del que nadie tiene antecedentes, porque en general el sector crece, aún en los peores períodos, de manera marginal en relación con el crecimiento poblacional. El derrumbe de todos los sectores que muestra la UIA produjo una caída general de la actividad que supera o se equipara al 2001 y queda muy por encima de la pandemia de COVID. 

En 2001, medido por el INDEC, el sector industrial terminó cayendo 6,2 por ciento. Mientras que en diciembre de ese año, la baja fue de 18,4 por ciento. ¿Qué pasó co la COVID? En el primer semestre del 2020, el período de mayores restricciones a la circulación y la actividad, la industria cayó 18,4 por ciento. Teniendo su pico más negativo en abril, con una baja del 33 por ciento. Luego de eso, arrancó una curva ascendente que dejó al 2021 con números positivos. Hoy, en sólo un mes, retrocedió 17,2 por ciento, pero en condiciones normales, no pandémicas

Lo particular de estos datos, aseguran los especialistas, es que las caídas tan bruscas por sectores ya adelantan no sólo números negativos hacia adelante, sino un golpe que se ve en los puestos de trabajo. Daniel Funes de Rioja, titular de la UIA, aseguró hace unos días que las fábricas perdieron ya 5000 puestos de trabajo, pero ese dato es previo a los 100 despidos en FATE, Acindar, los supermercados, PEPSICO y General Motors, todas cesantías que ocurrieron en las últimas horas. A eso se suman los 100 mil empleos menos que tiene la actividad de la construcción producto de la decisión de Milei de cerrar la obra pública y los que se están dando en el sector comercial. 


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