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Diputados: Con gritos, insultos y escándalo, Juntos por el Cambio logró bloquear la sesión

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En medio de la tensión por el Consejo de la Magistratura, la oposición no dio quórum para ratificar en el cargo a la presidenta de la Cámara e impidió debatir la creación de nueve universidades.

En medio de un escándalo con mayúsculas, con la bancada de Juntos por el Cambio a los gritos e insultos en contra de la presidenta de la Cámara de Diputados, Cecilia Moreau, se suspendió la sesión que buscaba votar un conjunto de proyectos, entre otros, la creación de nueve universidades nacionales. El clima legislativo comenzó a tensarse en la previa cuando fracasó la sesión preparatoria para elegir a las autoridades del cuerpo. La oposición acumuló voluntades para no dar quórum, al objetar la decisión de Cecilia Moreau de dejar sin efecto la nómina de legisladores para el Consejo de la Magistratura. Desde el oficialismo denunciaron «violencia» y «misoginia».

Luego de que el oficialismo lograra un ajustado quórum de 129 diputados, los integrantes de Juntos por el Cambio bajaron al recinto con la única intención de bloquear la sesión. El argumento que esgrimieron fue que la consideraban «nula» por haber empezado después del horario pautado. Apenas bajaron al recinto, armaron un «scrum» tumultoso alrededor del atril de la presidencia, donde se sentó Moreau, y a los gritos empezaron a cargar contra los legisladores oficialistas que les salían al cruce desde el sector derecho. El Interbloque Federal, que había colaborado en el quórum junto a la izquierda y Provincias Unidas, se retiró del recinto cuando comenzaron los incidentes.

Fernando Iglesias, Waldo Wolff, Silvia Lospennato eran algunos de los diputados que iban y venían en ese torbellino. Karina Banfi y Maximiliano Ferraro eran dos de los más desencajados, haciendo gesticulaciones permanentes y golpeando las bancas con sus palmas para hacer ruido e impedir el desarrollo de la sesión. En paralelo, las mujeres del bloque oficialista se ubicaron frente al estrado para defender a Moreau. A pesar del insólito escenario, había comenzado a exponer la presidenta de la comisión de Educación, Blanca Osuna, sobre la creación de las universidades, quien pronunció su discurso en medio de los gritos de macristas y radicales. Sin embargo, el debate no pudo en ningún momento desarrollarse con normalidad.

«Usted a mí no me va a callar, Ritondo», se la oyó decir a Moreau, a quien JxC le obstaculizó ser ratificada como titular del cuerpo. Le recriminaban el haber anulado la resolución que firmaba los cuatro nombramientos de representantes de Diputados al Consejo de la Magistratura, en respuesta a un fallo del juez Martín Cormick que impugnó específicamente la designación de la radical Roxana Reyes por la segunda minoría. Alegando cuestiones reglamentarias, el oficialismo declaró la continuidad de las autoridades vigentes hasta el 30 de noviembre, hasta tanto no se resuelva el conflicto en una próxima sesión preparatoria.

En ese contexto de peleas y discusiones acaloradas que no pudieron zanjarse, se retrasó la sesión especial de la tarde y JxC la declaró nula. Negri y Moreau protagonizaron un incidente en el que se sacaron chispas. No sé llegó a escuchar bien qué le decía el radical, pero la respuesta de la referente del Frente Renovador fue lapidaria: «Yo no sé cómo usted trata a su mujer, pero a mí así no me trata más por ser mujer». Los cuestionamientos a la misoginia opositora sobrevolaba desde el miércoles a la noche, cuando un comunicado del bloque del Frente de Todos acusó a JxC de sostener una hostilidad especial hacia la presidenta de la Cámara por su condición de mujer. Y siguió presente durante toda la bochornosa jornada de ayer.

Finalmente, en medio del inhóspito marco, Moreau anunció el levantamiento de la sesión. Sin embargo, antes de culminar, el titular del bloque del FdT, Germán Martínez, pronunció una breve alocución en donde manifestó la decisión de su bancada de seguir debatiendo, aunque ya no iban a continuar las deliberaciones. Así, calificó la maniobra opositora como «un espectáculo lamentable” y aseguró que sus dirigentes “no están entendiendo lo que está pasando hoy en nuestro país”. Por último, destacó «la tarea, el temple, la prudencia y la responsabilidad» de Moreau y denunció que fue “sistemáticamente descalificada y agraviada”.

En el mismo sentido, la diputada Vanesa Siley indicó que «la violencia» de los diputados opositores «es inadmisible» y lanzó: «Hablemos de violencia de género». La diputada Paula Penacca, por su parte, remarcó en redes sociales un gesto obsceno que realizó Ritondo durante la sesión y le recordó una expresión xenófoba que emitió durante la discusión: «¿Por qué no subís el video donde haces el ‘gestito’ o el otro donde, con una connotación negativa, le gritás ‘venezolana’ a la presidenta de la Cámara?», le preguntó y remató:  «Y sí, porque además de violento y misógino, sos un xenófobo». «Cuando decimos que la cultura de la violación como prática política está vigente nos referimos a esto que hace Ritondo. Es violencia política y es violencia hacia las mujeres», agregó la diputada Mónica Macha, al compartir el repudiable gesto del exsecretario de Seguridad bonaerense.


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Cuáles son los cambios que exige la oposición para acompañar la Ley Bases y el paquete fiscal

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El debate legislativo de la semana finalizó sin dictamen. El oficialismo ya sabe que los proyectos que se aprobaron en la Cámara de Diputados sufrirán modificaciones. Los cinco puntos clave.

Por María Cafferata

Un Pacto de Mayo sin ley, una ley sin forma. La imposibilidad de dictaminar la Ley Bases no solo enterró la ilusión del acto de unidad con los gobernadores en Córdoba, sino que hundió la fantasía de que el gobierno ya había logrado cerrar un gran acuerdo con la oposición. No hay acuerdo ni borrador final: solo la certidumbre de que los proyectos que se aprobaron en Diputados no serán los mismos que se aprobarán en el Senado. Hay seis senadores opositores cuyas firmas son claves que todavía aguardan una respuesta del oficialismo sobre sus pedidos de modificaciones y, hasta que no tengan una devolución, no dictaminarán nada. La pelota, aseguran, está del lado del gobierno nacional, que tendrá que definir, este fin de semana, qué cambios acepta y cuáles se arriesga a rechazar. En el mientras tanto, nadie, ni el propio gobierno, está seguro de qué forma final tendrán las dos primeras leyes que el Congreso le aprobará a Javier Milei. 

Martín Lousteau (UCR), Pablo Blanco (UCR), Maxi Abad (UCR), Guadalupe Tagliaferri (PRO), Edgardo Kueider (Entre Ríos) y José Carambia (Santa Cruz) son los seis senadores de cuyas firmas depende que las comisiones de Presupuesto, Legislación General y Asuntos Constitucionales puedan dictaminar la Ley Bases y el paquete fiscal para que puedan llegar al recinto. El oficialismo se equivocó al creer que el número estaba garantizado y que, en todo caso, la discusión por la letra chica se resolvería de camino al recinto. Y los senadores se lo están haciendo pagar. Para muchos, la inclusión de Victoria Villarruel en las negociaciones – hasta ahora desplazada – habilitará un diálogo más fluido con un oficialismo que, hasta ahora, estaba fragmentado. El intercambio era, por momentos, contradictorio: el vicejefe de Gabinete, José Rolandi, decía una cosa y el ministro de Interior, Guillermo Francos, decía otra. 

«Que digan lo que quieran, yo no firmo nada». La frase salió de la boca de varios senadores opositores en las últimas 48 horas. Senadores que se sienten empoderados y que, ante la ausencia de ofertas concretas del gobierno – con la excepción de los fondos para la UBA (un guiño directo al radicalismo) -, van acumulando reclamos. El gobierno solo cuenta con siete senadores propios y otros cinco del PRO: está muy lejos de los 37 que necesita para el quórum, por lo que no está en condiciones de ignorar ningún pedido. El problema es que, a medida que pasa el tiempo, los pedidos son cada vez más.

RIGI

A la cabeza de los reclamos está el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) que otorga beneficios fiscales exorbitantes por 30 años para todas las empresas extranjeras que inviertan más de 200 millones de dólares. El vocero más elocuente contra el RIGI ha sido Lousteau, pero no está solo: el radical arrastra consigo también las objeciones de Tagliaferri, Blanco, Abad y varias fuerzas provinciales. Una de las mayores críticas es al artículo 163, que anula cualquier normativa provincial que restrinja lo sostenido por el régimen (adhieran o no las provincias). Se reclama, a su vez, establecer un régimen especial para las industrias más chicas – ya que las inversiones por más de 200 millones están pensadas, casi exclusivamente, para la actividad minera y petrolera -, así como algún sistema de «compre argentino» que proteja a la industria local de la apertura de importaciones.

Hay otros senadores, como Kueider, que plantean cambios más de fondo, como la exigencia de encadenamientos productivos locales.

Impuesto a las Ganancias

Si hay un capítulo que no tiene posibilidades de aprobarse sin cambios es la restitución de Ganancias. Los senadores patagónicos exigen incluir un diferencial para la zona – aludiendo a que el costo de vida es mucho mayor que en el resto del país – y reclaman un incremento del piso mínimo del 22 por ciento. Es decir, que pasaría de 1,8 millones a casi 2,2 millones (que es el mínimo que el proyecto sostiene para personas casadas). 

Este punto está casi cerrado con el gobierno nacional, ya que los patagónicos amenazaron con voltearle todo el paquete fiscal si no introduce cambios. Los patagónicos están cerca de sumar unos 48 votos en contra. Es decir, los dos tercios del Senado, lo que obligaría al oficialismo a conseguir la misma mayoría en Diputados para rechazar la modificación (un número que LLA no tiene posibilidades de alcanzar). Dependen de que Unión por la Patria y un par de senadores sin tierra quieran acompañar y están confiados en que lo lograrán. 

Privatizaciones

Era un capítulo que parecía cerrado y que, en la última semana, empezó a acumular varias objeciones. Principalmente por la privatización de dos empresas públicas: Aerolíneas Argentinas y Correo Argentino. Son varios los senadores del Sur que advierten que, si privatizan la línea de bandera, se caerán varias rutas no turísticas de la Patagonia, como ya sucedió en los 90′. El mismo argumento se repite para el Correo Argentino: el temor es que termine habiendo ciudades y pueblos enteros que se queden sin correo si el Estado no lo garantiza. 

Estas objeciones representan un dolor de cabeza para el oficialismo, ya que el capítulo de privatizaciones representa una de las partes centrales de la Ley Bases. En efecto, cuando el proyecto se cayó en febrero en Diputados fue porque el recinto estaba a punto de rechazar las privatizaciones (entonces eran un total de 27, ahora son once). En el oficialismo buscan evitar una «carnicería» del proyecto, pero se enfrentan a una difícil realidad numérica: si los patagónicos repiten el número de Ganancias para privatizaciones podrían terminar blindando también este capítulo frente a posibles modificaciones en Diputados. 

Blanqueo de capitales

Con el tándem Lousteau-Tagliaferri encabezando la avanzada, el gobierno reconoce que introducirá cambios en el capítulo de blanqueo (uno de los más generosos de los últimos años, ya que permite que quienes blanqueen hasta 100 mil dólares no paguen ninguna penalización). Uno de los pedidos es excluir a los hermanos de los funcionarios, así prohibir la posibilidad de que las personas puedan blanquear en nombre de otras (testaferros). Otro de los cambios será ampliar de 5 a 10 años el tiempo que tenga que haber pasado desde que una persona ocupó un cargo público para poder acogerse al beneficio.   

Moratoria previsional

Hay, además, decenas de pedidos de modificaciones que refieren a la reforma de la Ley de Hidrocarburos o la Ley de Procedimiento administrativo, así como a la reforma laboral. Uno de los temas más delicados es, sin embargo, la eliminación de la moratoria previsional. Hoy por hoy, en el Senado no está el número para aprobar este capítulo, que no solo cuenta con el rechazo de UxP o Carambia y Kueider, sino también de la cordobesa Alejandra Vigo, la rionegrina Mónica Silva y la neuquina Lucila Crexell. La gran mayoría de los senadores coinciden en que eliminar la moratoria representaría un duro golpe para las mujeres – 9 de cada 10 no cuenta con los 30 años de aportes – y nadie quiere cargar con ese costo político. Más de un senador pro Ley Bases, incluso, tiene planeado levantar e irse durante la votación para no tener que votar a favor. 


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