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Allanan y clausuran la cancha de Nueva Chicago por violación del aforo durante el acto de Alberto Fernández

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Luego de que el presidente Alberto Fernández haya encabezado un acto en la cancha de Nueva Chicago, el juez Alejandro Buján ordenó su allanamiento y la clausura

El presidente Alberto Fernández encabezó un acto este jueves en la que participaron varios movimientos sociales afines a su Gobierno. El mismo se llevó a cabo en el estadio de Nueva Chicago, ubicado en el barrio porteño de Mataderos, con un aforo que fue cuestionado ya que habría sobrepasado el porcentaje permitido según el protocolo oficial.

A partir de entonces, la Unidad Fiscal Especializada en Eventos Masivos a cargo de Celsa Ramírez inició una investigación, pero en las últimas horas, el juez Alejandro Buján ordenó que se allanara la cancha y que además se clausure.

De esta manera, en caso de que se compruebe, Alberto Fernández y quienes lo acompañaron habrían infringido el propio decreto presidencial que indica que los eventos masivos deben cumplir con una capacidad máxima del 50%.

Por otra parte, también habrían violado el protocolo estipulado por la Ciudad de Buenos Aires que no permite superar las 6 mil personas, tanto en espacios abiertos como cerrados. Es así que se podrían aplicarse los artículos 205 y 239 del Código Penal, vinculados con la trasgresión de medidas sanitarias y resistencia a la autoridad.

Durante el acto llevado a cabo en el estadio de Nueva Chicago bajo el lema “Por la Unidad y la Victoria”, Alberto Fernández expresó: “Estamos viendo el amanecer de un tiempo distinto, ese amanecer que soñábamos en 2019 cuando llegamos con Cristina al Gobierno”. En ese sentido mencionó haciendo alusión sobre las nuevas flexibilizaciones sanitarias: “Hoy empieza el tiempo en el que vamos a recuperar la producción y el trabajo”.
Luego aprovechó para apuntar contra el expresidente Mauricio Macri, quien está de viaje por Estados Unidos, y dijo: “Mientras ellos brindan en Miami, yo sigo peleando todos los días con el Fondo Monetario porque el año que viene me dejaron la obligación de pagar 19 mil millones de dólares”.


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En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

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La oposición tiene los números para hacer cambios en particular. La Rosada ya dice que ningún capítulo es de vida o muerte.

En la Cámara de Diputados creen que la ley ómnibus se terminará aprobando la semana que viene pero que luego caerá sin atenuantes en el Senado.

La Cámara alta nunca trató la ley ni en comisión porque no pasó el filtro de Diputados. Allí el terreno es mucho más complejo para el gobierno, como quedó demostrado con el DNU que cayó por amplia mayoría.

Los senadores se quieren cobrar los insultos incesantes de Milei, que la semana pasada los graficó como ratas luego de que se aumentaran el sueldo. «Están decididos a destruir la ley».

En Diputados tampoco el Gobierno tiene un camino recto. Si bien ya asoman los números de la mayoría para la votación en general, que ya se habían conseguido el 2 de febrero en la primera versión de la ley, la votación en particular puede sufrir cambios.

Así como sucedió con la privatización del Banco Nación, que fue sacada de la ley en las últimas horas, capítulos como el de lavado pueden sufrir cambios en el recinto, más allá de los acuerdos con los que llega el oficialismo al día de la votación.

En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

Cuando entra un negativo, como se dice en la jerga parlamentaria al momento en que se voltea un artículo de la ley en tratamiento, la votación se «espiraliza». Esto quiere decir que los diputados se envalentonan contra el Gobierno y buscan más cambios, tal como sucedió en la votación en particular de la primera ley ómnibus, lo que la llevó al naufragio.

En ese momento quien debe tener la muñeca para negociar es el presidente de la Cámara, ayudado por sus operadores de recinto. Cuando Emilio Monzó era titular de Diputados, su operador era Nicolás Massot. Sergio Massa tenía a Cecilia Moreau y Paula Penacca. Los operadores de recinto son los que recorren las bancas durante la sesión para evitar sorpresas.

El Gobierno tiene un problema grande con eso. No tiene operadores de recinto, con un bloque balcanizado tras la salida de Oscar Zago. Y en especial, Martín Menem no demostró la experiencia para manejar la sesión cuando se la complican.

En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

Y los números que tiene el gobierno en Diputados anticipan que la votación en particular se va a complicar. La oposición podría juntar 126 diputados, que no alcanzan para dar quórum pero sí para voltear artículos o la ley entera una vez que comienza la sesión. Es que cuando ya se consiguió el quórum, la mayoría se calcula respecto de los diputados presentes. Como siempre faltan diputados que se enferman o viajan, con 126 diputados la oposición puede tener mayoría.

A ese número llegan con los 99 diputados de Unión por la Patria, más 5 de izquierda, 2 santacruceños, 11 radicales de Facundo Manes y Emiliano Yacobitti, y hasta 11 del bloque de Miguel Pichetto.

‘La ley es un monstruo sin cabeza que va caminando por el Congreso’, dicen los diputados que la quieren votar para sacársela de encima. El clima es de hastío por el proceso de cuatro meses que se tornó insoportable.

La bancada de Pichetto puede ir mutando en cantidad de votos negativos de acuerdo a cada artículo en particular. Los dos socialistas, Esteban Paulón y Mónica Fein, están muy enfrentados al Gobierno. Juan Brugge y Natalia de la Sota responden a Massa. Los seis lilitos no quieren votar las facultades delegadas y Margarita Stolbizer firmó un dictamen aparte con los socialistas.

Además se suman 8 diputados de Innovación Federal que buscarán introducir el capítulo del tabaco que el Gobierno quitó de la ley. «Si no lo logran quizás hagan una maldad», explicaron a LPO fuentes parlamentarias.

Como si no bastara con lo fino del cálculo, el Gobierno, que dejó como interlocutor al vicejefe de gabinete, José Rolandi, no reclama ningún punto como indispensable.

«La ley es un monstruo sin cabeza que va caminando por el Congreso», dicen los diputados que la quieren votar para sacársela de encima. El clima es de hastío por el proceso de cuatro meses que se tornó insoportable.

La bronca de los diputados no es sólo con la Rosada sino también con los gobernadores: creen que se borraron y no dieron la cara en las últimas semanas previas al tratamiento de la ley. El bloque libertario, en tanto, ni participa de las reuniones en las que se negocian los pedazos de la ley. 


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