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Una plaga de cascarudos azotó a un pueblo de La Pampa y todo apunta a la humedad

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En el pueblo de Santa Isabel, en el desierto pampeano, hubo una invasión de cascarudos que llegaron a perjudicar algunas construcciones. Esto coincide con la alta humedad

El pleno desierto de La Pampa, una plaga de cascarudos invadió el pueblo de Santa Isabel. Ni las autoridades locales ni sus habitantes podían creerlo, por lo que compartieron en redes sociales algunas imágenes escalofriantes.

No solo cubrieron las calles, jardines, piletas y techos, sino que también brotaban de membranas y desagües. El fenómeno se lo adjudican a la humedad, algo poco usual en la zona.

Ante semejante invasión de cascarudos, el comisario Omar Sabadini, jefe de la Departamental de Santa Isabel, contó: “Es increíble la cantidad que hay. En algunos lugares dañaron las construcciones. En la comisaría levantaron la membrana y, en un local comercial, el cielorraso. En la estación de servicio taparon el desagüe”.

Por su parte, la comunicadora meteorológica Cindy Fernández, del Servicio Meteorológico Nacional, publicó en sus redes sociales algunas imágenes y precisó: “Son inofensivos, pero vuelvan sin control y golpean con fuerza a todo lo que se encuentran”

Mientras tanto, una familia llamó a la Policía luego de que los cascarudos se amontonaran en el techo de su casa. En total, los oficiales recolectaron cinco cajas de insectos.

Al respecto de este fenómeno, el comisario Sabaidini dijo: “No recuerdo haber visto tanta humedad. Están todos los campos verdes y llueve mucho, y eso parece que es propicio para ellos porque han invadido todo”. De hecho, en invierno suelen esconderse en la tierra, y en verano salen.

Como la humedad y la luz artificial ayudan a su multiplicación, se suele optar por los apagones, pero en Santa Isabel no fue posible ya que la atraviesa la ruta nacional N°143.

Cabe mencionar que este pueblo en el desierto de La Pampa se ubica a 320 kilómetros al oeste de la capital provincial, muy cerca de Mendoza. Se caracteriza por su clima seco, y cuenta con 2.500 habitantes


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En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

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La oposición tiene los números para hacer cambios en particular. La Rosada ya dice que ningún capítulo es de vida o muerte.

En la Cámara de Diputados creen que la ley ómnibus se terminará aprobando la semana que viene pero que luego caerá sin atenuantes en el Senado.

La Cámara alta nunca trató la ley ni en comisión porque no pasó el filtro de Diputados. Allí el terreno es mucho más complejo para el gobierno, como quedó demostrado con el DNU que cayó por amplia mayoría.

Los senadores se quieren cobrar los insultos incesantes de Milei, que la semana pasada los graficó como ratas luego de que se aumentaran el sueldo. «Están decididos a destruir la ley».

En Diputados tampoco el Gobierno tiene un camino recto. Si bien ya asoman los números de la mayoría para la votación en general, que ya se habían conseguido el 2 de febrero en la primera versión de la ley, la votación en particular puede sufrir cambios.

Así como sucedió con la privatización del Banco Nación, que fue sacada de la ley en las últimas horas, capítulos como el de lavado pueden sufrir cambios en el recinto, más allá de los acuerdos con los que llega el oficialismo al día de la votación.

En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

Cuando entra un negativo, como se dice en la jerga parlamentaria al momento en que se voltea un artículo de la ley en tratamiento, la votación se «espiraliza». Esto quiere decir que los diputados se envalentonan contra el Gobierno y buscan más cambios, tal como sucedió en la votación en particular de la primera ley ómnibus, lo que la llevó al naufragio.

En ese momento quien debe tener la muñeca para negociar es el presidente de la Cámara, ayudado por sus operadores de recinto. Cuando Emilio Monzó era titular de Diputados, su operador era Nicolás Massot. Sergio Massa tenía a Cecilia Moreau y Paula Penacca. Los operadores de recinto son los que recorren las bancas durante la sesión para evitar sorpresas.

El Gobierno tiene un problema grande con eso. No tiene operadores de recinto, con un bloque balcanizado tras la salida de Oscar Zago. Y en especial, Martín Menem no demostró la experiencia para manejar la sesión cuando se la complican.

En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

Y los números que tiene el gobierno en Diputados anticipan que la votación en particular se va a complicar. La oposición podría juntar 126 diputados, que no alcanzan para dar quórum pero sí para voltear artículos o la ley entera una vez que comienza la sesión. Es que cuando ya se consiguió el quórum, la mayoría se calcula respecto de los diputados presentes. Como siempre faltan diputados que se enferman o viajan, con 126 diputados la oposición puede tener mayoría.

A ese número llegan con los 99 diputados de Unión por la Patria, más 5 de izquierda, 2 santacruceños, 11 radicales de Facundo Manes y Emiliano Yacobitti, y hasta 11 del bloque de Miguel Pichetto.

‘La ley es un monstruo sin cabeza que va caminando por el Congreso’, dicen los diputados que la quieren votar para sacársela de encima. El clima es de hastío por el proceso de cuatro meses que se tornó insoportable.

La bancada de Pichetto puede ir mutando en cantidad de votos negativos de acuerdo a cada artículo en particular. Los dos socialistas, Esteban Paulón y Mónica Fein, están muy enfrentados al Gobierno. Juan Brugge y Natalia de la Sota responden a Massa. Los seis lilitos no quieren votar las facultades delegadas y Margarita Stolbizer firmó un dictamen aparte con los socialistas.

Además se suman 8 diputados de Innovación Federal que buscarán introducir el capítulo del tabaco que el Gobierno quitó de la ley. «Si no lo logran quizás hagan una maldad», explicaron a LPO fuentes parlamentarias.

Como si no bastara con lo fino del cálculo, el Gobierno, que dejó como interlocutor al vicejefe de gabinete, José Rolandi, no reclama ningún punto como indispensable.

«La ley es un monstruo sin cabeza que va caminando por el Congreso», dicen los diputados que la quieren votar para sacársela de encima. El clima es de hastío por el proceso de cuatro meses que se tornó insoportable.

La bronca de los diputados no es sólo con la Rosada sino también con los gobernadores: creen que se borraron y no dieron la cara en las últimas semanas previas al tratamiento de la ley. El bloque libertario, en tanto, ni participa de las reuniones en las que se negocian los pedazos de la ley. 


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