NACIONALES
Ultima encuesta CELAG: ¿Qué pasará en la Primera Vuelta en Argentina?

(Si buscas certidumbre electoral, te sugiero que no sigas leyendo a pesar de que presentaremos los datos de la última encuesta CELAG para Argentina, presencial, en todo el país y con 2.500 casos)
No siempre las certezas ganan la partida a la incertidumbre. No siempre las sociedades tienen su rumbo nítidamente decidido. No siempre todo está en orden.
Argentina vive un tiempo de desconcierto, consecuencia de una disputa de sentidos comunes no resuelta. Asistimos a un intenso tira y afloja de ideas y propuestas. Se debate desde los cimientos institucionales hasta las reglas básicas de convivencia. Se discute el modelo económico, la justicia, los derechos sociales, las libertades individuales, el bien común, la Historia, la soberanía, las relaciones exteriores, los medios de comunicación, y por supuesto, el papel de los partidos políticos. Ni el Papa queda afuera de esta constante polémica.
En ese marco, en medio de esta disputa societal, tiene lugar esta elección presidencial, la más reñida desde la vuelta a la democracia. Según los datos de la última encuesta CELAG, la contienda electoral continúa muy pareja, con pocos movimientos tectónicos desde la celebración de las PASO (inclusive podríamos afirmar que desde antes de las PASO; la encuesta de CELAG publicada en Mayo ya advertía de un triple empate, con Milei ligeramente por encima).
A menos de un mes para la primera vuelta, Milei tiene una intención de voto de 33,2%; le sigue Massa con 32,2% y Bullrich con 28,1%. Es decir, todo está en un puño. Nadie tiene asegurado nada. Todo es tan desconcertante como la incertidumbre que reina en el país (y me atrevo a decir, que también en el mundo).
¿Cómo leer este mapa electoral en clave política? Vayamos por partes.
I. Se consolida la fragmentación. Donde antes había dos fuerzas políticas, ahora hay tres. Y con marcadas diferencias entre ellas. Porque no es verdad que se deba ‘sumar’ lo que tiene Milei con lo de Bullrich como si fueran lo mismo. Porque no lo son. Por ejemplo: no piensan los mismo en el tema de dolarización (solo el 10% de los votantes de Bullrich apoyan esta idea). Ni tampoco concuerdan con la idea de casta (dos tercios de los votantes de Bullrich no lo creen). Y así en muchos otros aspectos ideológicos.
II. Milei se afianza pero no crece. O crece poco. Dicho de otro modo: se ‘quedó’ con un pequeño porcentaje de Juntos por el Cambio (JxC) gracias al envión inicial, tras las PASO, y por ahora no ha logrado incrementar su caudal de voto. Más bien, parece haber llegado a su techo político. Hasta el momento, la sociedad argentina no le permite más cabida. Sus ideas, su impronta mesiánica y su conexión con la bronca ciudadana le han permitido sintonizar con un tercio del país. Es un alto porcentaje, que no hay que subestimar pero tampoco sobreestimar. Aún resta otros dos tercios que no comulgan con su proyecto; ni con sus ideas ni con sus rasgos como líder. Literalmente, esa mayoría lo considera violento, chanta, machista e inestable. Por tanto, sus posibilidades reales para crecer electoralmente de cara a la primera vuelta pasan por el ‘voto útil’ a su favor, es decir, podría sumar votos siempre y cuando se cuele un espíritu de segunda vuelta cuanto antes, y entonces, un sector de los votantes de JxC, pesimistas por los resultados actuales, le voten únicamente con el objetivo de impedir que Massa ingrese a la segunda vuelta.
III. Unión por la Patria conserva un piso sólido. La candidatura de Massa ha logrado aglutinar los votos de Grabois. No pierde nada por ese flanco. Y, además, recupera una pequeña ‘porción’ de los que se quedaron en casa (unos 4 puntos), aunque aún le queda mucho más. Y es ahí donde está su verdadero desafío. Estos son sus potenciales votantes y no otros. Porque a pesar de lo que se repite insistentemente, con datos CELAG en mano, no hay apenas posibilidad de ‘pescar’ en los votantes de Larreta; éstos se decantan electoralmente por seguir con Bullrich (casi el 90%). Tampoco son afines en lo ideológico. Así que las posibilidades de estar en segunda vuelta pasan por lo que se haga en estos meses en lo económico. La inflación no la podrá controlar pero sí las políticas sociales, laborales y tributarias, que mitiguen el malestar y ayuden en la cotidianeidad. Si Massa se apropia de la ‘agenda’, se asegurará estar en segunda vuelta. Y ese ya será otro partido.
IV. Bullrich se descuelga de a poquito, aunque todavía tiene alguna mínima posibilidad para ‘colarse’ en la segunda vuelta. JxC se queda con su propio núcleo duro, pero demuestra una gran incapacidad hasta el momento para sumar más votantes: no logra convencer a los descontentos con la gestión de este Gobierno (esos fueron a parar a Milei), ni tampoco a los más jóvenes (también se los queda Milei). Su techo es el más rígido de todos. Y además tiene otro problema añadido: hay un alto grado de desesperanzados entre sus votantes (7 de cada 10 no creen que llegue a ser presidenta).
V. En vez de hablar de tres tercios, podríamos hablar de ‘cuatro cuartos’. No deberíamos olvidar los que se quedarán en casa y no votarán. En las PASO 2023, se registró la participación más baja desde que hay primarias presidenciales (70%); en las últimas legislativas intermedias 2021, la participación estuvo por debajo del promedio histórico. Es muy probable que en esta primera vuelta, también se bata el récord a la baja. Y en consecuencia habría que considerar que hay una cuarta pata de la sociedad que a pesar de haber voto obligatorio prefiere no ir votar. No encuentran a nadie que le convenza. Y no sabemos hasta el momento si este incremento de la abstención será crónico, como pasó en otros países, o será un fenómeno pasajero ante tanta confusión.
VI. Kicillof ganaría la Provincia de Buenos Aires. Según CELAG, su intención de voto es 39,2%, y la de sus perseguidores, Grindetti y Píparo, 33,1% y 24%, respectivamente. El Gobernador afianza su liderazgo con gestión y claridad ideológica, y además, ha sabido mezclar virtuosamente su identidad política kirchnerista con un alto grado de autonomía generacional. Sin haber roto con el pasado, está decidido a construir presente y futuro. Esta es su fortaleza política, su surco profundo, que constituye una base consistente para la victoria electoral a nivel provincial, y tal vez, también sirva de acá a cuatro años a nivel presidencial.
En definitiva, asistimos a un cambio de época, caracterizado por la ausencia de hegemonía, plagado de incertidumbre y desconcierto, y por tanto, debemos saber interpretar esta encuesta CELAG sin caer en la trampa de la hiperprecisión y sin abusar de la lógica binaria. La sociedad argentina está llena de matices, tensiones y contradicciones.
NACIONALES
El día después de mañana


En el fondo, bien en el fondo, casi lo único que hizo Javier Milei este mediodía fue reiterar las frases hechas, tecnocráticas y de aspiración filosófica, que viene recitando hace años en los medios que lo promovieron. No hubo detalles -tampoco cabía esperarlos- del shock bestial que refirió. Eso queda para este lunes, y la semana, en los anuncios del Caputazo.
Las diferencias fueron el marco escenográfico, con una cantidad de público que le aguantó los trapos cubriendo hasta la mitad y poco más la plaza del Congreso. Y, claro está, que ahora es Presidente. No un desencajado televisivo.
Los aspectos anecdóticos son precisamente eso. Haber despreciado a la Asamblea Legislativa sin dirigirle un saludo. Su lectura patética, plagada de furcios y sin la más mínima empatía con la gente que, como señaló un colega, se juntó para escuchar que la inflación y la pobreza se arreglan con más inflación y más pobreza. Hablar de “roll over” y de porcentajes del PBI frente a una multitud: la que estaba y los millones que veían desde sus casas. Insistir con que Argentina es “un baño de sangre” y agregarle que “el que corta, no cobra”. ¿Represión y chau, Milei? ¿O “negociemos”? Más cien años de colectivismo destructor: volvamos al siglo XIX, y con toda la furia al XX pero antes del sufragio universal. Sarmiento y Roca, así dijo el Presidente, en una apelación que no debería subestimarse porque sintoniza -o algo así- con la vocación de libertad emprendedurista de sus votantes.
¿O no? ¿O será eso de que la brutalidad del ajuste vale mientras sea contra un “otro” que no soy yo? De paso: Milei no mencionó la palabra “casta” en ningún pasaje de su discurso.
Sólo la muñeca política del macrimileísmo -o menemismo 2.0, como algunos prefieren llamarle- determinará si lo que asumió hoy es efectivamente el gobierno más débil desde la recuperación democrática.
En las percepciones y números fríos, sin duda lo es.
Yendo en orden cronológico, Milei saltó a los primeros planos de la política, a velocidad de récord, desde el panelismo y las entrevistas televisivas (a más o antes que las redes, lo cual es una polémica no del todo saldada y que hoy, quizás, ya carece de mayor sentido).
Su ascenso meteórico trajo, además, dos novedades que permanecen. Y que siguen invitando a descartar varios o todos los manuales.
La primera es el crecimiento exclusivo alrededor de su única figura. Jamás construyó siquiera un atisbo de partido o estructura. Esto llegó hasta el punto de que su rotundo fracaso en las elecciones provinciales, absolutamente todas, precipitara el apuro de “la cátedra” para diagnosticar que apenas se trataba de un fenómeno mediático y porteño. Humo.
La segunda novedad, empalmada con la anterior, es su ausencia casi completa de territorialidad física.
Hay una inmensa mayoría de provincias, ciudades y zonas que Milei ni apenas pisó, incluso en las rectas finales de primera y segunda vuelta. Siempre se afirmó, en coincidencia prácticamente unánime, que toda fuerza política debía asentarse sobre tres pilares: proyecto, liderazgo y territorio. El tercero sería susceptible de ser anulado, a menos que se lo mude a territorialidad tecnológica, virtual, digital o símiles. Definir eso con precisión puede ser atrapante para la escena semiótica pero, en cualquier caso, queda por detrás de que el contacto físico directo y la organización de aparatos penetrantes ya no son garantía de nada. De hecho, se acumularon montones de campañas en que la fortaleza presencial, los actos de masas, la relación estrecha entre candidatos y pueblo, se han esfumado.
Milei arribó al trance decisivo de las elecciones sin otra expectativa que la revelada por él mismo: alcanzar un piso alrededor del 20 por ciento de los votos, y sentirse definitivamente entre las fuerzas del cielo si lograba superar ese volumen en 3 o 4 puntos como mucho.
Si lo que sucedió desde las Primarias lo asombra a él en primer lugar, o si se confesó corriendo muy de atrás por razones de táctica comunicacional, es una discusión estéril.
Lo concreto es que, como quiera que sea, de ninguna manera se preparó para gobernar. Sólo a un desquiciado analítico puede ocurrírsele que se entrena para esa función alguien que eliminó contar con gobernadores, intendentes, esqueleto básico de parlamentarios, preparación para los debates y la lista continúa.
Milei, excepto por el apoyo de sus periodistas gurkas (en el último tramo, porque previo a eso eran “los ensobrados”), dispuso de dos potencias que se confirmaron o descubrieron tan grandes como irreversibles.
Una, la bronca contra la inflación monstruosa en retroalimento con el espíritu gorila tradicional, fijo, alto, muy alto, que se corta las manos antes de votar algo que aun de lejos huela a peronismo. La otra, lo numéricamente auténtico de la base mileísta, es ese 30 por ciento capaz de haber comprado que habría una motosierra contra la casta y que pasaría a cobrar sus sueldos en dólares. Se aceptan refutes de quienes lo consideren una reducción simplota.
Frente a la imposibilidad de armar un Gobierno por su cuenta y por fuera de las frívolas polémicas y operetas en torno a resentimientos personales, Milei debió recurrir al macrismo para llenar casilleros y ni así le es suficiente.
Llega a su mandato con enormes problemas de administración operativa en el Estado. Debe apelar a que en primeras, segundas y terceras líneas subsistan nombres del gobierno que se fue. Le da una mano el cordobesismo, cubriéndole cargos y cajas varias, pero no basta. Y en el Congreso nunca se ha visto fragmentación semejante, ex cambiemitas incluidos o a la cabeza. El símbolo de la Legislatura bonaerense tal vez sea insuperable: La Libertad Avanza tiene 16 miembros y, antes de empezar, ya se rompieron en cuatro bloques, con dos unipersonales.
Es este escenario, junto con las marchas y contramarchas acerca de cómo gestionar el tamaño del ajuste, lo que permite inferir la debilidad inédita de Milei & Cía. Pero las cuentas políticas no se sacan de ese modo.
Néstor Kirchner asumió con casi más desocupados que votantes y produjo una anomalía progresista impactante. Se trataba de un pingüino más bien desconocido y las comparaciones no valen en cuanto a orientación ideológica siendo que, encima, Kirchner era un animal político. Supo articular de entrada con la realidad, y nunca con el mesianismo. Milei está empezando a aterrizar y habrá que ver cómo se las arregla pero, para volver a la cuestión: debilidad inicial no significa necesariamente que chocará de manera inevitable a las primeras de cambio.
A mediano y largo aliento sí no hay incertidumbre. O no debería haberla.
Devaluación; “ordenamiento fiscal” contra los que menos tienen; toma de nueva deuda para reciclar la existente; achique del Estado como regulador de los desequilibrios sociales; tipo de cambio “sincerado”; congelamientos salariales y de la obra pública; emisión reducida hasta límites de irresponsabilidad institucional en todo mecanismo regulatorio del “mercado”, terminan inexorablemente en una catástrofe. No es un pronóstico. Es lo que, con sus variantes secundarias, aconteció con Martínez de Hoz, con Menem y con Macri.
Por tanto, estamos hablando de la velocidad de los plazos.
El envión del ganador y los amigos del campeón son un efluvio, que por cierto no impedirá los negocios que implementarán mientras les dure. Toto Caputo, para no abundar, será un perverso que nos endeudó hasta por cien años, pero no por eso deja de ser un maestro de la timba financiera en beneficio de los suyos.
La pregunta renovadísima es si el nuevo Presidente, en un país con inclinación total al presidencialismo, tendrá estatura política para satisfacer al combo que lo llevó hasta acá. Ese combo que abarca sectores de debajo de la pirámide y clase media que se tiró una cana al aire. Y en medio de una escalada de precios, a especulación pura, que tiene límites imprecisos en cuanto a la capacidad de aguante.
Disculpas por la siguiente obviedad, reiterada a derecha e izquierda.
Con gritos, insultos, eslóganes, auto-referencias de personaje disruptivo y aprovechamiento de la bronca se pueden ganar elecciones.
Gobernar es otra cosa y hoy debutó dejar atrás la adolescencia.
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