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Oscar Parrilli propuso que vuelva el Fútbol Para Todos para “darle una pequeña alegría a los argentinos”

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El senador kirchnerista aseguró que le gustaría que vuelva el fútbol argentino a todos los televisores argentinos. Oscar Parrilli aprovechó a criticar la interna en el Frente de Todos.

Oscar Parrilli, senador nacional por la provincia de Neuquén, presentó en enero un proyecto para la televisación de cuatro partidos por fecha en canales de aire, pero no fue tomado en cuenta. Es por ello, que el político allegado a Cristina Kirchner, volvió a desarrollar el programa de Fútbol para Todos de 2009, que Mauricio Macri decidió rescindió en 2017.

El objetivo del ex director de la AFI (Agencia Federal de Inteligencia) está fundamentado en la tristeza y el desasosiego de “los argentinos que no pueden el fin de semana ver a su equipo favorito”. En ese sentido, Parrilli sostuvo que retomar el programa que inició con el gobierno de la vicepresidenta “no significa ninguna erogación para el Estado argentino ni inseguridad jurídica”.

En declaraciones radiales, el abogado señaló que “estaba previsto que se declare de interés cultural alguno de los eventos deportivos”, tras el convenio que firmó la empresa de televisación de los partidos y la AFA (Asociación del Fútbol Argentino).

“Me parece que por lo menos estaríamos dándole una pequeña alegría a gran parte de los argentinos que no pueden el fin de semana ver a su equipo favorito”, explicó Parrilli en relación al humor social que atraviesa la sociedad ante los aumentos constantes por parte del Gobierno.

La idea que Parrilli manifestó en su proyecto es la televisación gratuita de varios partidos del torneo local. “Deberá transmitirse en vivo y en directo por Radio y Televisión Argentina Sociedad del Estado, a través de la Televisión Digital Abierta (TDA) terrestre o satelital, o cualquier medio alternativo creado o a crearse en el futuro de acceso libre y gratuito, al menos una tercera parte de los encuentros de Primera División”, manifiesta el escrito del ex diputado.

En relación a la interna oficialista en los pasillos de la Casa Rosada y el Congreso, Parrilli aseguró que el presidente es Alberto Fernández y que son entendibles las diferencias dentro de la coalición. “De ninguna manera estuvo ni está la hipótesis de separarnos del Frente De Todos”, concluyó el legislador.


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En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

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La oposición tiene los números para hacer cambios en particular. La Rosada ya dice que ningún capítulo es de vida o muerte.

En la Cámara de Diputados creen que la ley ómnibus se terminará aprobando la semana que viene pero que luego caerá sin atenuantes en el Senado.

La Cámara alta nunca trató la ley ni en comisión porque no pasó el filtro de Diputados. Allí el terreno es mucho más complejo para el gobierno, como quedó demostrado con el DNU que cayó por amplia mayoría.

Los senadores se quieren cobrar los insultos incesantes de Milei, que la semana pasada los graficó como ratas luego de que se aumentaran el sueldo. «Están decididos a destruir la ley».

En Diputados tampoco el Gobierno tiene un camino recto. Si bien ya asoman los números de la mayoría para la votación en general, que ya se habían conseguido el 2 de febrero en la primera versión de la ley, la votación en particular puede sufrir cambios.

Así como sucedió con la privatización del Banco Nación, que fue sacada de la ley en las últimas horas, capítulos como el de lavado pueden sufrir cambios en el recinto, más allá de los acuerdos con los que llega el oficialismo al día de la votación.

En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

Cuando entra un negativo, como se dice en la jerga parlamentaria al momento en que se voltea un artículo de la ley en tratamiento, la votación se «espiraliza». Esto quiere decir que los diputados se envalentonan contra el Gobierno y buscan más cambios, tal como sucedió en la votación en particular de la primera ley ómnibus, lo que la llevó al naufragio.

En ese momento quien debe tener la muñeca para negociar es el presidente de la Cámara, ayudado por sus operadores de recinto. Cuando Emilio Monzó era titular de Diputados, su operador era Nicolás Massot. Sergio Massa tenía a Cecilia Moreau y Paula Penacca. Los operadores de recinto son los que recorren las bancas durante la sesión para evitar sorpresas.

El Gobierno tiene un problema grande con eso. No tiene operadores de recinto, con un bloque balcanizado tras la salida de Oscar Zago. Y en especial, Martín Menem no demostró la experiencia para manejar la sesión cuando se la complican.

En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

Y los números que tiene el gobierno en Diputados anticipan que la votación en particular se va a complicar. La oposición podría juntar 126 diputados, que no alcanzan para dar quórum pero sí para voltear artículos o la ley entera una vez que comienza la sesión. Es que cuando ya se consiguió el quórum, la mayoría se calcula respecto de los diputados presentes. Como siempre faltan diputados que se enferman o viajan, con 126 diputados la oposición puede tener mayoría.

A ese número llegan con los 99 diputados de Unión por la Patria, más 5 de izquierda, 2 santacruceños, 11 radicales de Facundo Manes y Emiliano Yacobitti, y hasta 11 del bloque de Miguel Pichetto.

‘La ley es un monstruo sin cabeza que va caminando por el Congreso’, dicen los diputados que la quieren votar para sacársela de encima. El clima es de hastío por el proceso de cuatro meses que se tornó insoportable.

La bancada de Pichetto puede ir mutando en cantidad de votos negativos de acuerdo a cada artículo en particular. Los dos socialistas, Esteban Paulón y Mónica Fein, están muy enfrentados al Gobierno. Juan Brugge y Natalia de la Sota responden a Massa. Los seis lilitos no quieren votar las facultades delegadas y Margarita Stolbizer firmó un dictamen aparte con los socialistas.

Además se suman 8 diputados de Innovación Federal que buscarán introducir el capítulo del tabaco que el Gobierno quitó de la ley. «Si no lo logran quizás hagan una maldad», explicaron a LPO fuentes parlamentarias.

Como si no bastara con lo fino del cálculo, el Gobierno, que dejó como interlocutor al vicejefe de gabinete, José Rolandi, no reclama ningún punto como indispensable.

«La ley es un monstruo sin cabeza que va caminando por el Congreso», dicen los diputados que la quieren votar para sacársela de encima. El clima es de hastío por el proceso de cuatro meses que se tornó insoportable.

La bronca de los diputados no es sólo con la Rosada sino también con los gobernadores: creen que se borraron y no dieron la cara en las últimas semanas previas al tratamiento de la ley. El bloque libertario, en tanto, ni participa de las reuniones en las que se negocian los pedazos de la ley. 


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