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Movimientos de izquierda y del oficialismo se reunirán para «coordinar un plan común»

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El dirigente del Polo Obrero, Eduardo Belliboni, mostró su preocupación por la realidad económica y adelantó que habrá un nuevo encuentro para definir los lineamientos a seguir para nuevas acciones.

Tras la movilización del pasado jueves a Plaza de Mayo, Unidad Piquetera llamó a realizar un encuentro con la UTEP, que nuclea a sectores oficialistas, para coordinar «un plan común» frente a la actual situación de los sectores populares.

Uno de sus principales dirigentes, Eduardo Belliboni, titular del Polo Obrero aseguró que los movimientos sociales alineados con Alberto Fernández «no estaban en la calle», pero destacó que la presión social aumenta y las bases tensionan a sus direcciones a volcarse a los reclamos.

Durante la jornada de ayer, la izquierda marchó a Plaza de Mayo y formalizó el petitorio en el Ministerio de Economía para que la flamante ministra los reciba. Aún sin respuestas oficiales, Belliboni reveló: «Fuimos a la puerta de Economía, no nos atendieron y nos dijeron que la semana que viene podíamos hacer una cita con el Secretario de Relaciones Internacionales, que ni siquiera sabemos quien es, pero sabemos que no es la ministra. No nos recibieron, con lo cual seguimos en la plaza, resolvimos no acampar, pero decidimos darle continuidad a un plan de lucha ampliándola a sectores que manifiestan que quieren salir a reclamar algo parecido, t coordinar acciones en común. Hoy vamos a coordinar acciones con la UTEP de Grabois y Alderete que quieren coordinar un plan común. Son los sectores que no estaban en la calle».

En la misma línea, el dirigente trotskista se diferenció de la CGT y la CTA, que convocaron una movilización para el 17 de agosto, a las que acusó de no estar genuinamente preocupados por la situación, e indicó que Unidad Piquetera «saldrá a pelear» para respetar y bregar por los intereses de los trabajadores.

«Ha habido una inflación galopante de la que nadie habla, y no ha habido ni un refuerzo de ingresos, que sirvió para contener un poco, para dar un alivio a trabajadores precarizados, jubilados de la mínima que aparecen al fondo del tacho. Hoy la gente financia la comida con tarjeta de crédito, antes se suponía que era un instrumento de crédito, hoy se endeudan por comida», denunció «Chiquito», al tiempo que cuestionó las medidas «de ajuste» de Silvina Batakis.

Asimismo, planteó: «Se trata de que haya un refuerzo para el conjunto de los trabajadores, un incremento que el mismo ministerio de economía, no dirigido por ella, implementó a través de un bono de 18 mil pesos en dos cuotas, producto de una crisis inflacionaria que el gobierno reconocía. Y ¿ahora? ¿no ocurre esta situación, no está peor? Tenemos una inflación creciendo y agrego una tensión a ese problema. La ministra dice que hay que cerrar todo y que el plan del fondo es lo único que importa».

También puso en tela de juicio la medida que congela los gastos del Estado tras destacar que implicaría un ajuste en el gasto en escuelas, hospitales y en las jubilaciones.

El dirigente del Polo Obrero, planteó la necesidad de cuestionar el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), y concluyó: «Es preocuparte escucharla a Cristalina Georgieva decir que hay que sufrir más, que la salida debe ser con más dolor, y siempre la salida sale del pueblo y no de los poderosos».

A pesar de haber sido recibidos por el Presidente el pasado miércoles, las direcciones de los movimientos sociales oficialistas dejaron ver rispideces con el Gobierno de Alberto Fernández, el más crítico de ellos fue Juan Grabois que, en reiteradas ocasiones, declaró que sentir decepción de la actual gestión. «El Chino» Navarro, dirigente del Movimiento Evita, enfatizó ayer que la sociedad tiene razones para estar «descontenta» con la gestión del Frente de Todos, y Juan Carlos Alderete, de la CCC, al igual que los dos titulares de los movimientos oficialistas, partició de forma solidaria en la movilización convocada por la izquierda.

Tras el encuentro de hoy, los espacios definirán cómo continuar para efectivizar los reclamos del Salario Básico Universal, la apertura de planes sociales y un bono de 20 mil para trabajadores informalizados.


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En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

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La oposición tiene los números para hacer cambios en particular. La Rosada ya dice que ningún capítulo es de vida o muerte.

En la Cámara de Diputados creen que la ley ómnibus se terminará aprobando la semana que viene pero que luego caerá sin atenuantes en el Senado.

La Cámara alta nunca trató la ley ni en comisión porque no pasó el filtro de Diputados. Allí el terreno es mucho más complejo para el gobierno, como quedó demostrado con el DNU que cayó por amplia mayoría.

Los senadores se quieren cobrar los insultos incesantes de Milei, que la semana pasada los graficó como ratas luego de que se aumentaran el sueldo. «Están decididos a destruir la ley».

En Diputados tampoco el Gobierno tiene un camino recto. Si bien ya asoman los números de la mayoría para la votación en general, que ya se habían conseguido el 2 de febrero en la primera versión de la ley, la votación en particular puede sufrir cambios.

Así como sucedió con la privatización del Banco Nación, que fue sacada de la ley en las últimas horas, capítulos como el de lavado pueden sufrir cambios en el recinto, más allá de los acuerdos con los que llega el oficialismo al día de la votación.

En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

Cuando entra un negativo, como se dice en la jerga parlamentaria al momento en que se voltea un artículo de la ley en tratamiento, la votación se «espiraliza». Esto quiere decir que los diputados se envalentonan contra el Gobierno y buscan más cambios, tal como sucedió en la votación en particular de la primera ley ómnibus, lo que la llevó al naufragio.

En ese momento quien debe tener la muñeca para negociar es el presidente de la Cámara, ayudado por sus operadores de recinto. Cuando Emilio Monzó era titular de Diputados, su operador era Nicolás Massot. Sergio Massa tenía a Cecilia Moreau y Paula Penacca. Los operadores de recinto son los que recorren las bancas durante la sesión para evitar sorpresas.

El Gobierno tiene un problema grande con eso. No tiene operadores de recinto, con un bloque balcanizado tras la salida de Oscar Zago. Y en especial, Martín Menem no demostró la experiencia para manejar la sesión cuando se la complican.

En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

Y los números que tiene el gobierno en Diputados anticipan que la votación en particular se va a complicar. La oposición podría juntar 126 diputados, que no alcanzan para dar quórum pero sí para voltear artículos o la ley entera una vez que comienza la sesión. Es que cuando ya se consiguió el quórum, la mayoría se calcula respecto de los diputados presentes. Como siempre faltan diputados que se enferman o viajan, con 126 diputados la oposición puede tener mayoría.

A ese número llegan con los 99 diputados de Unión por la Patria, más 5 de izquierda, 2 santacruceños, 11 radicales de Facundo Manes y Emiliano Yacobitti, y hasta 11 del bloque de Miguel Pichetto.

‘La ley es un monstruo sin cabeza que va caminando por el Congreso’, dicen los diputados que la quieren votar para sacársela de encima. El clima es de hastío por el proceso de cuatro meses que se tornó insoportable.

La bancada de Pichetto puede ir mutando en cantidad de votos negativos de acuerdo a cada artículo en particular. Los dos socialistas, Esteban Paulón y Mónica Fein, están muy enfrentados al Gobierno. Juan Brugge y Natalia de la Sota responden a Massa. Los seis lilitos no quieren votar las facultades delegadas y Margarita Stolbizer firmó un dictamen aparte con los socialistas.

Además se suman 8 diputados de Innovación Federal que buscarán introducir el capítulo del tabaco que el Gobierno quitó de la ley. «Si no lo logran quizás hagan una maldad», explicaron a LPO fuentes parlamentarias.

Como si no bastara con lo fino del cálculo, el Gobierno, que dejó como interlocutor al vicejefe de gabinete, José Rolandi, no reclama ningún punto como indispensable.

«La ley es un monstruo sin cabeza que va caminando por el Congreso», dicen los diputados que la quieren votar para sacársela de encima. El clima es de hastío por el proceso de cuatro meses que se tornó insoportable.

La bronca de los diputados no es sólo con la Rosada sino también con los gobernadores: creen que se borraron y no dieron la cara en las últimas semanas previas al tratamiento de la ley. El bloque libertario, en tanto, ni participa de las reuniones en las que se negocian los pedazos de la ley. 


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