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Despidos en Clarín: detalles de otro ataque planificado que apunta contra la organización

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A un día de cumplirse cuatro años de las 65 cesantías de 2019, la empresa avanzó otra vez contra sus trabajadores. Dejó sin mujeres al área de fotografía y achicó la redacción de las revistas. La resistencia en las calles y el llamado a conciliación obligatoria.

Por: Federico Amigo@amigofede

«Hasta el pronóstico deben haber estudiado estos garcas», comentaba una trabajadora mientras caían las primeras gotas en Tacuarí al 1800. Se refería a los dueños de Clarín que, de madrugada y por mail, habían notificado 48 nuevos despidos. En la asamblea convocada de urgencia por el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBa), las banderas celestes y blancas eran el refugio de la lluvia para cientos de personas que se acercaron hasta las puertas de Clarín para revertir otra premeditada provocación de la empresa. Pablo Llonto, abogado y delegado despedido por la corporación mediática más grande del país hace más de 20 años, era uno de los tantos manifestantes. «Estos dueños odian las palabras sindicato y organización. Pero nosotros tenemos algo que ellos nunca van a tener: dignidad para defender nuestros derechos», dijo durante la asamblea. Lo escuchaban de cerca Juan Marino (diputado nacional por el Frente de Todos), Daniel «Tano» Catalano (ATE Capital y CTA), Angélica Graciano y Eduardo López (ambos de Ctera) y Eduardo Montes (La patria es el otro), entre otros. 

Para ese momento, las trabajadoras y los trabajadores ya habían votado un paro general por tiempo indeterminado en todo el gremio de prensa hasta que se retroceda con los despidos. El recorte de Héctor Magnetto y compañía en nombre de la «reconversión digital» fue quirúrgico: eligieron trabajadoras y trabajadores comprometidos con la defensa de sus derechos, barrieron con todas las mujeres que quedaban en fotografía y rasuraron buena parte de la redacción de las revistas. «Este es un ataque contra todo el campo popular y van a ir por más», dijo el Negro Montes, también titular de la Federación de Trabajadores de la Economía Social (Fetraes). «Hoy es un día de mucha tristeza, pero este ataque es un golpe a todo el gremio de prensa y al SiPreBa en particular que viene de lograr la personería y lleva adelante un plan de lucha. Pero no nos van a correr el eje: vamos a seguir peleando por los salarios», anticipó Agustín Lecchi, secretario general del gremio. 

Foto: Mariano Martino

Entre las banderas, los bombos y las lluvias, pibes y pibas corrían por el cemento de Tacuarí. Estaban con sus padres o madres en un domingo atípico, de resistencia y aprendizaje sindical. Las adhesiones y las muestras de solidaridad seguían creciendo: metrodelegados, sindicato de trabajadores de reparto por aplicación, Utep, Frente Patria Grande, Partido Obrero, AGD UBA y la Defensoria del Público, entre otras. Las oradoras y los oradores también se pusieron a disposición de lo que definieron desde la asamblea de Clarín. «Que nadie se desmoralice, compañeros y compañeros. Esto lo vamos a revertir con apoyo nacional y vamos a luchar hasta que cada persona vuelva a su puesto de trabajo», arengó Carla Gaudensi, secretaria general de la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa que el martes llevará adelante un paro nacional por la recomposición urgente de los ingresos.

En la movilización en Tacuarí al 1800 faltaba Francisco «Paco» Rabini, integrante de la Comisión Interna de Clarín, referente del sindicato y secretario gremial de SiPreBa. «No eligieron este día al azar, no es casual que Paco esté afuera de la Ciudad de Buenos Aires cuando llevan adelante este cínico ataque», repitieron varios oradores para dar a entender la precisión del plan que lleva la firma de Héctor Aranda, CEO de Agea. Los despidos llegaron a falta de 24 horas para que se cumplieran cuatro años exactos de las 64 cesantías de 2019. «Pero se olvidaron de algo central: ahora hay un sindicato para defender a trabajadoras y trabajadores», remarcó Llonto, que también exigió que el Estado actúe para ponerle freno a los salvajes empresarios que tienen nombre y apellido. 

Las notificaciones de las cesantías llegaron a los mails corporativos de cada trabajador o trabajadora. Pero inmediatamente después de ser leídos, les bloquearon el acceso sin que tuvieran tiempo para resguardar datos personales, contactos o la información propia del correo electrónico.

Antes de que se sacara la foto final, antes de que se volviera a repetir que al no le gusta la unidad «se jode, se jode», el Ministerio de Trabajo dictó la conciliación obligatoria por 15 días y ordenó suspender los despidos. «Ahora se tienen que sentar a negociar con la Interna y nuestro sindicato. Y sino vamos a volver a movilizar hasta revertir cada despedido», adelantó Lecchi en el cierre de la lluviosa asamblea. «No a los despidos en Clarín» ya se había vuelto un cartel. Ya era consigna de unidad para convocar a la clase trabajadora a ponerle un freno a una empresa que solo ofrece desprecio para sus empleados y empleadas. 

«Nos mean encima y los diarios dicen que llueve», describió alguna vez el escritor uruguayo Eduardo Galeano. Los dueños de Clarín podrían suscribir al pie.


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Cuáles son los cambios que exige la oposición para acompañar la Ley Bases y el paquete fiscal

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El debate legislativo de la semana finalizó sin dictamen. El oficialismo ya sabe que los proyectos que se aprobaron en la Cámara de Diputados sufrirán modificaciones. Los cinco puntos clave.

Por María Cafferata

Un Pacto de Mayo sin ley, una ley sin forma. La imposibilidad de dictaminar la Ley Bases no solo enterró la ilusión del acto de unidad con los gobernadores en Córdoba, sino que hundió la fantasía de que el gobierno ya había logrado cerrar un gran acuerdo con la oposición. No hay acuerdo ni borrador final: solo la certidumbre de que los proyectos que se aprobaron en Diputados no serán los mismos que se aprobarán en el Senado. Hay seis senadores opositores cuyas firmas son claves que todavía aguardan una respuesta del oficialismo sobre sus pedidos de modificaciones y, hasta que no tengan una devolución, no dictaminarán nada. La pelota, aseguran, está del lado del gobierno nacional, que tendrá que definir, este fin de semana, qué cambios acepta y cuáles se arriesga a rechazar. En el mientras tanto, nadie, ni el propio gobierno, está seguro de qué forma final tendrán las dos primeras leyes que el Congreso le aprobará a Javier Milei. 

Martín Lousteau (UCR), Pablo Blanco (UCR), Maxi Abad (UCR), Guadalupe Tagliaferri (PRO), Edgardo Kueider (Entre Ríos) y José Carambia (Santa Cruz) son los seis senadores de cuyas firmas depende que las comisiones de Presupuesto, Legislación General y Asuntos Constitucionales puedan dictaminar la Ley Bases y el paquete fiscal para que puedan llegar al recinto. El oficialismo se equivocó al creer que el número estaba garantizado y que, en todo caso, la discusión por la letra chica se resolvería de camino al recinto. Y los senadores se lo están haciendo pagar. Para muchos, la inclusión de Victoria Villarruel en las negociaciones – hasta ahora desplazada – habilitará un diálogo más fluido con un oficialismo que, hasta ahora, estaba fragmentado. El intercambio era, por momentos, contradictorio: el vicejefe de Gabinete, José Rolandi, decía una cosa y el ministro de Interior, Guillermo Francos, decía otra. 

«Que digan lo que quieran, yo no firmo nada». La frase salió de la boca de varios senadores opositores en las últimas 48 horas. Senadores que se sienten empoderados y que, ante la ausencia de ofertas concretas del gobierno – con la excepción de los fondos para la UBA (un guiño directo al radicalismo) -, van acumulando reclamos. El gobierno solo cuenta con siete senadores propios y otros cinco del PRO: está muy lejos de los 37 que necesita para el quórum, por lo que no está en condiciones de ignorar ningún pedido. El problema es que, a medida que pasa el tiempo, los pedidos son cada vez más.

RIGI

A la cabeza de los reclamos está el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) que otorga beneficios fiscales exorbitantes por 30 años para todas las empresas extranjeras que inviertan más de 200 millones de dólares. El vocero más elocuente contra el RIGI ha sido Lousteau, pero no está solo: el radical arrastra consigo también las objeciones de Tagliaferri, Blanco, Abad y varias fuerzas provinciales. Una de las mayores críticas es al artículo 163, que anula cualquier normativa provincial que restrinja lo sostenido por el régimen (adhieran o no las provincias). Se reclama, a su vez, establecer un régimen especial para las industrias más chicas – ya que las inversiones por más de 200 millones están pensadas, casi exclusivamente, para la actividad minera y petrolera -, así como algún sistema de «compre argentino» que proteja a la industria local de la apertura de importaciones.

Hay otros senadores, como Kueider, que plantean cambios más de fondo, como la exigencia de encadenamientos productivos locales.

Impuesto a las Ganancias

Si hay un capítulo que no tiene posibilidades de aprobarse sin cambios es la restitución de Ganancias. Los senadores patagónicos exigen incluir un diferencial para la zona – aludiendo a que el costo de vida es mucho mayor que en el resto del país – y reclaman un incremento del piso mínimo del 22 por ciento. Es decir, que pasaría de 1,8 millones a casi 2,2 millones (que es el mínimo que el proyecto sostiene para personas casadas). 

Este punto está casi cerrado con el gobierno nacional, ya que los patagónicos amenazaron con voltearle todo el paquete fiscal si no introduce cambios. Los patagónicos están cerca de sumar unos 48 votos en contra. Es decir, los dos tercios del Senado, lo que obligaría al oficialismo a conseguir la misma mayoría en Diputados para rechazar la modificación (un número que LLA no tiene posibilidades de alcanzar). Dependen de que Unión por la Patria y un par de senadores sin tierra quieran acompañar y están confiados en que lo lograrán. 

Privatizaciones

Era un capítulo que parecía cerrado y que, en la última semana, empezó a acumular varias objeciones. Principalmente por la privatización de dos empresas públicas: Aerolíneas Argentinas y Correo Argentino. Son varios los senadores del Sur que advierten que, si privatizan la línea de bandera, se caerán varias rutas no turísticas de la Patagonia, como ya sucedió en los 90′. El mismo argumento se repite para el Correo Argentino: el temor es que termine habiendo ciudades y pueblos enteros que se queden sin correo si el Estado no lo garantiza. 

Estas objeciones representan un dolor de cabeza para el oficialismo, ya que el capítulo de privatizaciones representa una de las partes centrales de la Ley Bases. En efecto, cuando el proyecto se cayó en febrero en Diputados fue porque el recinto estaba a punto de rechazar las privatizaciones (entonces eran un total de 27, ahora son once). En el oficialismo buscan evitar una «carnicería» del proyecto, pero se enfrentan a una difícil realidad numérica: si los patagónicos repiten el número de Ganancias para privatizaciones podrían terminar blindando también este capítulo frente a posibles modificaciones en Diputados. 

Blanqueo de capitales

Con el tándem Lousteau-Tagliaferri encabezando la avanzada, el gobierno reconoce que introducirá cambios en el capítulo de blanqueo (uno de los más generosos de los últimos años, ya que permite que quienes blanqueen hasta 100 mil dólares no paguen ninguna penalización). Uno de los pedidos es excluir a los hermanos de los funcionarios, así prohibir la posibilidad de que las personas puedan blanquear en nombre de otras (testaferros). Otro de los cambios será ampliar de 5 a 10 años el tiempo que tenga que haber pasado desde que una persona ocupó un cargo público para poder acogerse al beneficio.   

Moratoria previsional

Hay, además, decenas de pedidos de modificaciones que refieren a la reforma de la Ley de Hidrocarburos o la Ley de Procedimiento administrativo, así como a la reforma laboral. Uno de los temas más delicados es, sin embargo, la eliminación de la moratoria previsional. Hoy por hoy, en el Senado no está el número para aprobar este capítulo, que no solo cuenta con el rechazo de UxP o Carambia y Kueider, sino también de la cordobesa Alejandra Vigo, la rionegrina Mónica Silva y la neuquina Lucila Crexell. La gran mayoría de los senadores coinciden en que eliminar la moratoria representaría un duro golpe para las mujeres – 9 de cada 10 no cuenta con los 30 años de aportes – y nadie quiere cargar con ese costo político. Más de un senador pro Ley Bases, incluso, tiene planeado levantar e irse durante la votación para no tener que votar a favor. 


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