Dos pueblos, un reclamo: dignidad salarial para los municipales

Mientras el calendario avanza y la inflación no da tregua, en el sur de Santa Cruz dos localidades hermanas viven un mismo conflicto: el rechazo firme de los trabajadores municipales a propuestas salariales insuficientes, que no alcanzan ni para sostener la canasta básica

Destacadas02 de octubre de 2025Patagonia NexoPatagonia Nexo
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En Río Turbio, los municipales dijeron basta a un aumento del 12% dividido en dos tramos (7% en septiembre y 5% en octubre), y alzaron su voz en el Concejo Deliberante, reclamando no solo mejores condiciones salariales, sino también respeto institucional y una respuesta política seria. No se trata de un simple desacuerdo porcentual, sino de una clara señal de agotamiento frente a propuestas que no alcanzan ni a cubrir lo elemental. El acompañamiento de ATE y la frase de Matías Delgado lo sintetizan todo: “Somos todos trabajadores, vamos al mismo supermercado y la realidad es una: no nos alcanza”.

En 28 de Noviembre, el escenario no es distinto. Los gremios SEM y ATE rechazan un 15% de aumento no acumulativo que excluye ítems como antigüedad, título e insalubridad. Es decir, un número que en los papeles parece aceptable, pero que en la práctica recorta derechos adquiridos y deteriora el salario real. El paro por tiempo indeterminado y las movilizaciones frente al edificio municipal muestran que la paciencia también se agotó allí. “Ajuste encubierto” es la expresión que sobrevuela en cada conversación entre trabajadores.

Ambos conflictos revelan una verdad incómoda: los municipios quieren resolver con porcentajes lo que es un problema estructural de pérdida de poder adquisitivo y precarización progresiva. La excusa de “no hay plata” ya no convence a nadie. Si hay recursos para otros sectores, debe haber también para quienes mantienen en pie los servicios esenciales de cada comunidad. Porque un municipio sin trabajadores dignos es un municipio que no funciona.

Más allá de los porcentajes y las mesas paritarias, lo que está en juego es la dignidad. El salario no puede seguir siendo la variable de ajuste. Y si el Ejecutivo local, en ambos casos, insiste en propuestas que no reconocen ni la inflación ni el esfuerzo cotidiano de los empleados municipales, entonces el conflicto no se resolverá con reuniones, sino con unidad, lucha y organización desde abajo.

Los trabajadores ya lo entendieron. Ahora es tiempo de que lo entiendan también los que gobiernan.

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