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Los sectores que más ganaron a costa de la caída del salario

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El espiral inflacionario de los últimos años fue erosionando el poder adquisitivo de los ingresos mientras aumentaba la concentración y la ganancia empresaria.

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Cristian Carrillo

CRISTIAN CARRILLO

La desregulación de los controles al sector privado que aplicó el macrismo, el congelamiento de las paritarias durante ese Gobierno –recién volvieron a activarse en 2020—, el espiral inflacionario de los últimos años que fue erosionando el poder adquisitivo de los ingresos y la concentración empresarial generaron una fuerte transferencia de recursos desde el trabajo al capital.

En el último lustro (2017-2022), la participación del trabajo asalariado sobre el valor agregado de la economía se contrajo en ocho puntos, pasando del 46 por ciento en 2017 (previo a la debacle cambista) a 38 por ciento al primer trimestre del año. En contraposición, el excedente empresario creció en ese lapso de 42 a 47,8 por ciento, revirtiendo la tendencia de una mayor participación del trabajo sobre el Producto que se registró desde 2011 hasta 2016.

Más allá de este promedio global, los sectores en los que esa transferencia es mayor son el agropecuario y el comercio, mientras que en la industria hubo un mayor deterioro de salarios pero el aumento del excedente no fue tan brutal como en los otros dos. Solo en la actividad financiera hubo una mejora en la participación del trabajo en el valor bruto sectorial, a partir de una mayor regulación en los últimos años y mejores paritarias.

La inflación fue el canal transmisor de esa transferencia de recursos. Si se comparan las cifras publicadas por el INDEC entre el primer trimestre de este año y el 2017, se destaca un crecimiento nominal del valor bruto de producción (proxi del producto interno bruto) fue de 589 por ciento, pasando de 6,2 billones de pesos a 42,7 billones. Pero dentro de su composición, los principales dos factores que explican ese incremento crecieron en forma muy dispar. La remuneración del trabajo asalariado del sector privado (incluyendo los aportes y contribuciones del segmento empleador) aumentó 462 por ciento, de 2,9 billones de pesos a 16,3 billones, mientras que el excedente de explotación se disparó 685 por ciento, al pasar de 2,6 billones a 20,4 billones.

El excedente empresario se obtiene una vez deducidas la remuneración de los asalariados y los impuestos menos las subvenciones sobre la producción. “En términos de los trabajadores en su conjunto, esa acentuada reducción es mitigada por el incremento de la participación de los cuentapropistas (IBM) que mejoraron su participación relativa en prácticamente dos puntos, mientras que la incidencia de los impuestos menos los subsidios permanece prácticamente constante entre los años extremos más allá de las fluctuaciones a lo largo del período (su reducción durante el ajuste de 2018-2019 y su aumento durante la pandemia)”, destacó un informe realizado por los economistas Pablo Manzanelli, Leandro Amoretti y Eduardo Basualdo para Cifra-CTA.

Los principales sectores beneficiados

Si se compara los informes de la cuenta de generación del ingreso e insumo de mano de obra del INDEC entre primer trimestre de este año y el de 2017, se evidencia que luego de un atenuado incremento entre 2016 y el electoral de casi el 3 por ciento, disminuye hasta el 2021 en que crece significativamente al superar el 10 por ciento. “No ocurre lo mismo con los asalariados registrados y no registrados, ya que si bien sus ingresos se elevan también entre 2016 y 2017 posteriormente se reducen sistemáticamente, incluso en el 2021”, agregó el texto de la central obrera.

En el sector agrícola-ganadero la participación del trabajo asalariado pasó del 30,1 por ciento en 2017 (116.511 millones de pesos) a 18,6 por ciento (659.452 millones); mientras el excedente empresario se elevó de 55,9 por ciento a 69,8 por ciento (de 216.454 millones de pesos a 2,4 billones). La suba en las ganancias del sector agropecuario se evidencia a partir de altos precios internacionales de los alimentos, una mayor productividad por la mejora tecnológica y salarios de indigencia.

En comercio la reversión del aporte de los factores fue todavía más profundo, un resultado que era esperable para un sector que mantiene paritarias por debajo de la inflación hace varios años. El peso del trabajo asalariado en el valor agregado del comercio minorista y mayorista era de 47,8 por ciento hace cinco años y actualmente representa un 28,7 por ciento, según el cotejo de informes entre ambos períodos. El excedente empresario casi se duplicó, al pasar de 25,9 a 43,3 por ciento; equivalente en valores nominales de 263.829 millones de pesos a 4,1 billones (millones de millones). Los aumentos en alimentos y productos de primera necesidad, con un consumo sostenido, explican la reversión en el peso relativo entre el trabajo y el capital.

En industria el aporte del trabajo asalariado de la industria se contrajo de 49,4 por ciento en el 2017 a un 36,2 por ciento del valor agregado del sector para el primer trimestre del año. En contrapartida, el excedente empresario creció seis puntos, de 30,2 a 36,2 por ciento (de 358.533 millones de pesos y 3,2 billones). El impacto en el sector se ve morigerado por el crecimiento del cuentapropista (que en el INDEC figura como ingreso mixto), que avanzó más de seis puntos de 20,1 a 26,9 por ciento.  “No obstante, si se tiene en cuenta la importancia relativa de sus ingresos en el valor agregado, se constata que los asalariados son los que marcan la trayectoria de los ingresos percibidos por el conjunto de la clase trabajadora”, dice el informe de Cifra-CTA.

En segmento de la construcción, el trabajo asalariado pasó de representar el 41,5 por ciento en 2017 al 35,9 por ciento actual, mientras que el excedente empresario aumentó de 37 por ciento a 46,1 por ciento (139.001 millones de pesos a 1,1 billones). La cartelización del rubro de materiales para la construcción, que lideró la escalada inflacionaria (junto a textiles y alimentos), explica la apropiación de recursos de la actividad. En minería, la retribución al trabajo se redujo de 31 a 28 por ciento, mientras el excedente empresario saltó 515 por ciento de 257.823 millones de pesos a 1,5 billones. En el rubro electricidad también el aporte del trabajo asalariado creció en el último lustro por debajo del excedente empresario, con una mejora de 455 en el aporte del trabajo y de 596 en el excedente.

Con paritarias que fueron más ajustadas al desarrollo de la inflación y mayores regulaciones en los últimos dos años, la actividad financiera exhibe un comportamiento distinto al resto de los bloques. La participación del trabajo asalariado pasó de 55,1 por ciento en 2017 al 71,7 por ciento este año, mientras que el excedente se redujo de 42,9 por ciento hace cinco años a 25,7 por ciento en el primer trimestre de este año.


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Ida y vuelta de los aumentos en mayo

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El Gobierno postergó subas de luz, gas e impuesto a los combustibles para amortiguar otros aumentos. Colectivos y subtes, en espera.


Por Mara Pedrazzoli

Entre varias idas y vueltas respecto a los aumentos de precios liberados (y regulados) por el Gobierno, los incrementos programados para mayo impactarán directamente sobre consumos esenciales como combustibles, transporte, el servicio de internet y comunicación, colegios privados en el Área Metropolitana de Buenos Aires (Amba) y alquileres. Se suman a los amplicados entre enero y abril, de modo que inclusive en el caso de las subas postergadas –como en luz, gas y algunas prepagas-, la comparación contra las tarifas en igual mes del año anterior todavía superan a la inflación general. Según el Indec, el aumento en los precios “regulados” acumulado en el primer trimestre del año fue del 81 por ciento interanual, mientras el nivel general de inflación ascendió a 51 por ciento.

Para empezar, en la mañana del miércoles 1 de mayo las petrolerassubieron el valor de los combustibles entre 4 y 5 por ciento. Un ajuste que obedeció al incremento en los costos por la suba del dólar -topeada por el Gobierno en 2 por ciento mensual- y a la recomposición para alcanzar niveles cercanos a la “paridad de exportación”, hoy unos 20 dólares arriba de los precios internos. En principio, los combustibles iban a subir casi 10 por ciento en mayo, dado el traslado por la corrección de los Impuestos a los Combustibles Líquidos (ICL), que fue suspendida hasta junio por el Gobierno por una decisión de último momento. Las estimaciones del Instituto Argentino de Análisis Fiscal evidenciaban que este ajuste del ICL hubiera sido más alto pues correspondía aplicar los precios del cuarto trimestre del año pasado, que habían rebotado debido a la devaluación de diciembre.

Así, el aumento aplicado inicialmente por YPF estuvo por debajo de las remarcaciones promedio de marzo y abril del 6 por ciento mensual. En mayo, la nafta súper en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) pasó de 837 a unos 870 pesos, mientras la nafta premium avanzó de 1.033 a 1.074 pesos. Mientras el gasoil común dejó de costar 883 para pasar a venderse a un valor cercano a 918 pesos, y el gasoil premium avanzó de 1.123 a 1.167 pesos, considerando los valores más económicos del mercado. Tomando como ejemplo CABA, en los últimos doce meses el precio del litro de nafta súper pasó de 163,10 a 744 pesos, con lo que registró un incremento total del 356 por ciento en el período.

En el caso de los servicios públicos de luz y de gas, a partir de este miércoles debía regir la indexación mensual atada a la inflación que estipulaba la nueva fórmula sancionada por el Gobierno. Sin embargo, hasta el martes a la noche los entes reguladores, Enre y Enargas, no habían recibido la información correspondiente a los nuevos cuadros tarifarios. Ante la sorpresa de las empresas del sector, el Gobierno decidió pisar los ajustes que involucraban subas de entre 10 y 12 por ciento para las distribuidoras de energía eléctrica y gas y para las transportistas de gas. Dichos aumentos representaban un incremento cercano al 5 por ciento en las facturas finales de los servicios que el oficialismo prefirió evitar. Igualmente, desde enero acumulan un alza del 150 y 450 por ciento, respectivamente.

En un nuevo traspiés heterodoxo del ministro de Economía, Luis Caputo, decidió mantener las tarifas pisadas al menos un mes para ayudar a la desaceleración inflacionaria. La regulación de los servicios esenciales comenzó a ser entendida por el oficialismo desde una lógica menos simplista y dogmática de lo que intrepreta sobre la inflación, como un fenómeno exclusivamente monetario.En la mañana del miércoles 1 de mayo, el ministro escribió en su cuenta en la red X: “Estamos cómodos en lo fiscal, priorizamos bajar la inflación y no cargar más con gastos de momento a la clase media”, para explicar las postergaciones de los aumentos, con lo cual también reconoció que dejar de emitir para cubrir el déficit no condujo a la estabilidad de precios como había asegurado. Ahora necesita detener la suba de tarifas.

El congelamiento del ICL, de los aumentos en la luz y el gas, sumados a la exigencia de rebaja en las cuotas de siete medicinas prepagas deben leerse como un llamado de atención dentro de la propia lógica del Gobierno. Las idas y vueltas en materia de liberalización de precios minan el discurso libertario y su apoyo social ante la inmanente erosión en el poder adquisitivo de los salarios. 

El Gobierno ya había suspendido la aplicación de una fórmula indexatoria en su debut con la tarifa de los colectivos y trenes en el Amba durante abril. Ahora en mayo es una incógnita qué pasará con los colectivos ante la amenaza de un paro de choferes este jueves. Los colectivos ya sufrieron un alza del 29 por ciento en febrero.

En tanto, el próximo 6 de mayo sí subirá un 54 por ciento el boleto de tren en el Amba. El esquema tarifario para los servicios que incluyen las líneas Sarmiento, Roca, Mitre, San Martín, Belgrano Sur, Belgrano Norte, Urquiza y Tren de la Costa quedará de la siguiente manera: con tarjeta SUBE registrada en la primera sección valdrá 200 pesos, en la segunda 260 pesos y en la tercera 320 pesos, mientras con tarjeta sin registrara costará el doble, y algo menos de la mitad con la tarifa social.

En el caso del boleto de subte, se espera un aumento del 359 por ciento, pues pasará de 125 a 574 pesos aunque se desconoce a partir de qué fecha concreta del mes por cuestiones administrativas. El Gobierno porteño demoró la publicación de la medida en el Boletín Oficial y aún no confirmó cuándo lo hará, con lo cual también se desconoce si luego se aplicará el segundo incremento previsto para el 15 de mayo, que lleva el pasaje a 667 pesos. El siguiente incremento estaba anunciado para el 1 de junio, hasta los 757 pesos.

Asimismo, los colegios privados bonaerenses aplicarán un incremento del 6,7 por ciento en sus cuotas, con variaciones dependiendo del nivel educativo y la subvención estatal. Los jardines con 100 por ciento de aporte costarán hasta 17.500 pesos, mientras la secundaria con subsidio del 40 por ciento hasta 102.500 pesos.

También las tarifas de internet, cable y telefonía sufrirán un ajuste que oscilará entre el 10 y el 20 por ciento dependiendo del proveedor y el tipo de servicio contratado. Y por último, los alquileres que quedaron dentro de la Ley de Contratos de Locación tendrán un incremento del 221 por ciento mientras aquellos firmados después de la derogación tendrán un ajuste “según el mercado” y las condiciones particulares de cada caso.


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