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Impulsan la boleta única de papel para las elecciones de 2023: cuáles serían sus ventajas

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Distintas asociaciones civiles expusieron las ventajas de la boleta única de papel y pidieron que se implemente en las próximas elecciones presidenciales.

La semana pasada un grupo de especialistas y asociaciones civiles presentaron a través de videoconferencia una encuesta que mostraría el apoyo de la sociedad a la boleta única de papel. Se trata de un estudio realizado por la consultora Poliarquía, que indagó en las opiniones de los argentinos sobre este sistema de votación, que podría implementarse en las elecciones presidenciales de 2023.

Según se informó, el 55% de las 955 personas encuestadas manifestaron su apoyo a la Boleta Única Papel (BUP), frente a un 41% que sostuvo que prefiere el actual sistema y un 4% que no emitió su opinión.

En la boleta única de papel figuran las caras de los candidatos, junto con sus nombres, el nombre del partido y un espacio en blanco para que los electores emitan su voto marcando con una cruz en el espacio que decidan.

Algunas de las organizaciones que participaron de la videoconferencia fueron la Red de Acción Política (RAP), Argentina Debate y el CIPPEC, que pidieron que la boleta única de papel se aplique en las próximas elecciones presidenciales de 2023.

Los argumentos que plantearon a favor de este sistema tienen varias aristas. Uno de ellos es el económico, ya que, sostienen, se ahorrarían unos 3 mil millones de pesos en la impresión de boletas individuales de cada candidato. Se evitaría así que falten boletas de algún partido dentro del cuarto oscuro, ya que todos los candidatos estarían en la misma boleta.

Otra ventaja, en el mismo sentido, sería que la ubicación de los partidos dentro de la boleta sería definida a través de un sorteo, de manera que los candidatos de los espacios minoritarios podrían tener una mayor visibilización.

Mientras que una menor impresión de boletas tendría un beneficio ambiental en el ahorro del papel.
La directora del Observatorio Político Electoral, Lourdes Lodi, aseguró: “La boleta única de papel es el sistema de votación utilizado en más del 90% de las democracias del mundo. Incluso algunas que adoptaron el voto electrónico, reconocieron su vulnerabilidad y retornaron a la BU papel”.

Se trata de un tema que está en agenda desde hace varios años, pero que hasta el momento no fue tratado. A comienzos de 2021, cuando el Gobierno y la oposición coincidieron en la idea de posponer las PASO y las elecciones legislativas para evitar que se vote durante el invierno, y así disminuir la posibilidad de un aumento de contagios, se intentó plantear el uso de la boleta única de papel.
El ministro de Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, aseguró que ya no había tiempo suficiente para su implementación en las elecciones legislativas de este año, pero prometió que el debate se podría dar antes de las elecciones de 2023.


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En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

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La oposición tiene los números para hacer cambios en particular. La Rosada ya dice que ningún capítulo es de vida o muerte.

En la Cámara de Diputados creen que la ley ómnibus se terminará aprobando la semana que viene pero que luego caerá sin atenuantes en el Senado.

La Cámara alta nunca trató la ley ni en comisión porque no pasó el filtro de Diputados. Allí el terreno es mucho más complejo para el gobierno, como quedó demostrado con el DNU que cayó por amplia mayoría.

Los senadores se quieren cobrar los insultos incesantes de Milei, que la semana pasada los graficó como ratas luego de que se aumentaran el sueldo. «Están decididos a destruir la ley».

En Diputados tampoco el Gobierno tiene un camino recto. Si bien ya asoman los números de la mayoría para la votación en general, que ya se habían conseguido el 2 de febrero en la primera versión de la ley, la votación en particular puede sufrir cambios.

Así como sucedió con la privatización del Banco Nación, que fue sacada de la ley en las últimas horas, capítulos como el de lavado pueden sufrir cambios en el recinto, más allá de los acuerdos con los que llega el oficialismo al día de la votación.

En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

Cuando entra un negativo, como se dice en la jerga parlamentaria al momento en que se voltea un artículo de la ley en tratamiento, la votación se «espiraliza». Esto quiere decir que los diputados se envalentonan contra el Gobierno y buscan más cambios, tal como sucedió en la votación en particular de la primera ley ómnibus, lo que la llevó al naufragio.

En ese momento quien debe tener la muñeca para negociar es el presidente de la Cámara, ayudado por sus operadores de recinto. Cuando Emilio Monzó era titular de Diputados, su operador era Nicolás Massot. Sergio Massa tenía a Cecilia Moreau y Paula Penacca. Los operadores de recinto son los que recorren las bancas durante la sesión para evitar sorpresas.

El Gobierno tiene un problema grande con eso. No tiene operadores de recinto, con un bloque balcanizado tras la salida de Oscar Zago. Y en especial, Martín Menem no demostró la experiencia para manejar la sesión cuando se la complican.

En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

Y los números que tiene el gobierno en Diputados anticipan que la votación en particular se va a complicar. La oposición podría juntar 126 diputados, que no alcanzan para dar quórum pero sí para voltear artículos o la ley entera una vez que comienza la sesión. Es que cuando ya se consiguió el quórum, la mayoría se calcula respecto de los diputados presentes. Como siempre faltan diputados que se enferman o viajan, con 126 diputados la oposición puede tener mayoría.

A ese número llegan con los 99 diputados de Unión por la Patria, más 5 de izquierda, 2 santacruceños, 11 radicales de Facundo Manes y Emiliano Yacobitti, y hasta 11 del bloque de Miguel Pichetto.

‘La ley es un monstruo sin cabeza que va caminando por el Congreso’, dicen los diputados que la quieren votar para sacársela de encima. El clima es de hastío por el proceso de cuatro meses que se tornó insoportable.

La bancada de Pichetto puede ir mutando en cantidad de votos negativos de acuerdo a cada artículo en particular. Los dos socialistas, Esteban Paulón y Mónica Fein, están muy enfrentados al Gobierno. Juan Brugge y Natalia de la Sota responden a Massa. Los seis lilitos no quieren votar las facultades delegadas y Margarita Stolbizer firmó un dictamen aparte con los socialistas.

Además se suman 8 diputados de Innovación Federal que buscarán introducir el capítulo del tabaco que el Gobierno quitó de la ley. «Si no lo logran quizás hagan una maldad», explicaron a LPO fuentes parlamentarias.

Como si no bastara con lo fino del cálculo, el Gobierno, que dejó como interlocutor al vicejefe de gabinete, José Rolandi, no reclama ningún punto como indispensable.

«La ley es un monstruo sin cabeza que va caminando por el Congreso», dicen los diputados que la quieren votar para sacársela de encima. El clima es de hastío por el proceso de cuatro meses que se tornó insoportable.

La bronca de los diputados no es sólo con la Rosada sino también con los gobernadores: creen que se borraron y no dieron la cara en las últimas semanas previas al tratamiento de la ley. El bloque libertario, en tanto, ni participa de las reuniones en las que se negocian los pedazos de la ley. 


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