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El tarifazo llega a los colectivos y trenes

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En medio de brutales aumentos de precios a diestra y siniestra, el Ejecutivo ahora aprieta el acelerador en transporte, uno de los rubros de consumo más esencial. 
Javier Lewkowicz

Por Javier Lewkowicz

El Gobierno avanza para aplicar un aumentazo en el boleto de colectivos y trenes en el AMBA. El colectivo pasará a partir de febrero a 270 pesos y el tren, a 130 pesos. Este cuadro tarifario, propuesto en la Resolución 1/2024 publicada en el Boletín Oficial, supone aumentos de 251 por ciento para la tarifa del colectivo y de 169 a 247 por ciento, según la línea, para el ferrocarril. Así lo comunicó la Secretaría de Transporte, que dispuso la apertura de una acotada instancia de participación ciudadana.

También habrá otros cambios operativos. Desde febrero, el usuario que no tenga la tarjeta SUBE registrada a su nombre sufrirá un alza superior, ya que deberá pagar 430 pesos el boleto de colectivo y 260 pesos en el caso del tren. A partir del 1 de abril, los usuarios están obligados a registrar su tarjeta en tarjetasube.sube.gob.ar. A diferencia de lo que pasaba antes, ahora la oposición dialoguista no encuentra que el seguimiento estatal de los movimientos de la ciudadanía sea un riesgo para la privacidad de los datos. Los cambios tarifarios se montarán sobre el incremento del 45 por ciento de enero.

Si Milei y su equipo de jactan de que en campaña prometieron llevar a cabo lo que ahora están haciendo, en el punto tarifario, cabe recordar, la situación fue distinta. «No vamos a tocar las tarifas, porque antes vamos a permitir que la economía se recupere. Cuando la economía se recupere, la economía va a poder pagar esas tarifas», decía el Milei candidato en el debate frente a Sergio Massa.

Repercusiones

«Empezamos un proceso para cambiar la lógica de subsidios. Buena parte del Interior paga tarifas más acordes con la realidad, incluso recibiendo subsidios«, dijo el vocero presidencial Manuel Adorni, y agregó que «el registro de la tarjeta forma parte de la transición hacia un esquema de subsidios a la demanda, para que el que pueda pagar una tarifa completa lo haga y el que no, pague con una tarifa subsidiada«.

Para Pedro Bussetti, de la entidad de usuarios Deuco, «la adecuación tarifaria propuesta no tiene precedentes en las últimas décadas y afectará a millones de usuarios, que además a partir de la misma fecha soportarán el aumento de las tarifas de gas, que pueden llegar hasta el 400 por ciento, el inminente aumento de las tarifas eléctricas en porcentajes similares y la reiteración de la inflación en el orden del 20 por ciento, como mínimo. El fallo CEPIS de la Corte Suprema de la Nación dispone que el valor de las tarifas de los servicios públicos deben ser justas y razonables y asequibles a los ingresos de los usuarios».

El vicepresidente de la Asociación Argentina de Empresarios Transporte Automotor (AAETA), Luciano Fusaro, consideró que «hace 20 años que el boleto se viene retrasando respecto de la inflación y ahora llegamos a una situación extrema. Desandar ese camino obliga a que el boleto crezca por encima de la inflación si se quieren bajar los subsidios». Además, calculó que «el costo real del boleto subirá de 800 pesos en diciembre último a 1.500 pesos en marzo, y, en ese marco, proyectó que para marzo el boleto deberá costar aproximadamente 500 pesos».

Para Claudio Boada, de la Unión de Usuarios y Consumidores, «mientras hay lugares en el mundo en donde se busca que haya tarifa cero para trabajadores, como si fuera un sueldo indirecto, nosotros castigamos al trabajador con tarifas cada vez más altas. Los descuentos que hay, simplemente no alcanzan».

Hernán Letcher, director del CEPA, advirtió que «los cálculos de la baja de subsidios se hacen como si esto fuera una cuestión fija. El problema es que no solo hay que tener en cuenta la quita de subsidios sino también el esquema de desregulación que el Gobierno plantea, que lleva a que el costo asociado a la tarifa aumente todo el tiempo, porque se trata del combustible, de los vehículos y su mantenimiento, asociados al dólar. Si vuelven a devaluar en marzo, rápidamente se vuelve a correr el arco de las tarifas y de los subsidios».

Los cambios

De acuerdo a los cambios que propone el Gobierno, la primera sección (0 a 3 kilómetros) del colectivo pasará de 76,92 a 270 pesos; la segunda (3 a 6 kilómetros) de 85,69 a 300,78 pesos; la tercera (6 a 12 kilómetros) de 92,29 a 323,95 pesos; la cuarta (12 a 27 kilómetros) de 98,90 a 347,15 pesos; y la quinta (más de 27 kilómetros) de 105,46 a 370,18 pesos.

En tanto, en el caso del tren la tarifa mínima actual (de 48,38 pesos para la Línea Mitre, y de 37,38 pesos para las líneas Urquiza, Belgrano Norte, Belgrano Sur, y Roca) se unificará en 130 pesos. En tanto, el segundo tramo (12 a 24 kilómetros) pasará a 169 pesos y el tercero (más de 24 kilómetros) a 208 pesos.

La tarifa social para beneficiarios de jubilaciones, pensiones, Asignación Universal por Hijo y por Embarazo y Becas Progresar seguirá otorgando un 55 por ciento de descuento en las tarifas. Sin embargo, el descuento de tarifa social ya no será más acumulativo con los de la Red SUBE –en el caso de combinaciones de transporte durante una ventana de dos horas– la cual prevé la tarifa plena en el primer viaje, 50 por ciento en el segundo y 75 por ciento en el tercero.


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Divide y reinarás: El Gobierno aumenta el presupuesto solo para la Universidad de Buenos Aires

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Incrementará un 300 por ciento los recursos destinados a los gastos de funcionamiento. El Consejo Superior de la UBA afirmó que esto permite una previsibilidad, pero alertó sobre la situación salarial, que aún no está resuelta. El vicerrector Emiliano Yacobitti aseguró que seguirán reclamando por el resto de las casas de estudio.

Werner Pertot

Por Werner Pertot

La Universidad de Buenos Aires (UBA) decidió levantar la emergencia presupuestaria, tras alcanzar un acuerdo con el gobierno de Javier Milei por los gastos de funcionamiento, que recibirán una suba del 270 por ciento, y de sus hospitales, cuyo incrementp será cercano al 300 por ciento. En un comunicado, el Consejo Superior de la UBA afirmó que esto permite una previsibilidad, pero alertó sobre la situación salarial, que aún no está resuelta. Tampoco la inversión en ciencia y las obras que están paradas. En tanto otras 60 universidades continúan con el reclamo que llevó a la marcha universitaria y que no fue respondido. El vicerrector de la UBA, Emiliano Yacobitti, advirtió que seguirán reclamando por el resto de las casas de estudio. Las otras universidades indicaron que el aumento solo a la UBA «resulta inadmisible y provocador«. «No aceptaremos que existan estudiantes de primera y de segunda«, lanzaron. El Gobierno quedó a tiro de una cautelar.

Desde el comienzo de las negociaciones con las universidades y, sobre todo, en las reuniones posteriores a la marcha universitaria que resultó masiva en todo el país (algunas estimaciones llegaban al millón de personas), el Gobierno buscó dividir a la UBA del resto de las instituciones. De hecho, tuvieron una atención especial con el rector Ricardo Gelpi, a quien la ministra de Capital Humano, Sandra Petovello, recibió un día antes que al resto. En los encuentros con todos los rectores, el Gobierno escuchó, pero no hubo avances reales en destrabar fondos. De hecho, en una exposición ante el Congreso, el secretario de Educación, Carlos Torrendell, no pudo dar precisiones sobre cómo se resolverá el conflicto universitario.

A partir de ahí, lo público se separa de las negociaciones a puertas cerradas. Con la UBA particularmente, el encargado de las negociaciones, que pasó a ser Torrendell, tuvo tres reuniones más. Estuvo presente también el secretario de Políticas Universitarias, Alejandro Alvarez, aunque moderó sus modales. Allí, las autoridades de la UBA insistieron con el planteo de actualizar lo presupuestario y tuvieron varias discusiones, avances y retrocesos. Finalmente, desde el Gobierno nacional aceptaron aumentar aquellas partidas sin las cuales directamente se iba a un cierre de la UBA: el funcionamiento básico (la luz, etc) y el presupuesto para los hospitales. Según confirmaron a este diario, no solo acordaron sino que ya empezaron a pagar.

En el caso de la UBA, los gastos de funcionamiento representan el 14 por ciento de los gastos totales (porque allí hay que contemplar también los seis hospitales; en otras universidades es la mitad de ese porcentaje). «Si ellos no garantizaban ni el presupuesto mínimo para prender las luces, teníamos que cerrar», insistieron desde el rectorado a este diario.

Sigue la discusión

No obstante, en el comunicado que emitió el Consejo Superior de la UBA para anunciar que levantaba la emergencia universitaria, dejaron en claro que sigue la discusión por ese otro 86 por ciento del gasto sobre el que no hubo acuerdo (principalmente, son los salarios docentes y no docentes). Lo que recibieron fue una actualización de los gastos de funcionamiento del 270 por ciento interanual y del 300 por ciento para los hospitales universitarios y aquellas funciones de la universidad vinculados al área asistencial. Se trata de 26.016.488.265 pesos que el Gobierno les comenzó a transferir con destino a afrontar los Gastos de Funcionamiento y otros 35.436.785.336 de pesos para sostener los niveles de atención de la salud.

“Las sumas indicadas, si bien se encuentran por debajo del presupuesto óptimo para el funcionamiento pleno de la Universidad, posibilitan una programación presupuestaria, imposible hasta el momento”, señaló la UBA, que también destacó que continúa el “estado de alerta y profunda preocupación” por la actualización salarial como también otras partidas “particularmente aquellas vinculadas a las áreas de Ciencia y Tecnología, Extensión Universitaria y a los Programas de infraestructura universitaria”. Es decir, las obras que están paradas, algunas de las cuales ya estaban en curso.

En materia salarial, no hubo acuerdo con el Frente Sindical de las Universidades: la propuesta del Gobierno, ante una inflación acumulada superior al 70 por ciento, fue: 16 por ciento en febrero, 12 por ciento para marzo y 8 por ciento para abril. Es decir, un 36 por ciento. Los números solos indican por qué están muy lejos de un acuerdo con los gremios. Desde el Consejo Superior de la UBA advirtieron que este acuerdo debería llegar urgente y también se mostraron a favor de que el Congreso sancione una Ley de Financiamiento Universitario que establezca un criterio de actualización para el presupuesto universitario, para que no se repita lo de este año.

Tras el acuerdo, Yacobitti escribió en su cuenta de Twitter: «Gracias a que la sociedad se expresó con contundencia en defensa de las universidades públicas, el gobierno actualizó los gastos de funcionamiento de la UBA (aprox. 300%) para que no tenga que cerrar. Es un triunfo de todos los que apostamos a la educación para un mejor futuro». Luego aclaró: «Vamos a seguir reclamando por los salarios docentes y no docentes que perdieron más de un tercio de su capacidad económica en 4 meses, por los recursos para CyT y las obras de mantenimiento de los edificios y laboratorios».

Y luego volvió a aclarar: «También es importante que esta corrección sea para todo el sistema y no solo para la UBA. Sentarnos a discutir un presupuesto para el 2025 que contemple los reajustes». Esto último quizás tenga que ver con la reacción del resto de las universidades, que tronaron apenas se conoció la noticia.

«Universidades de segunda»

Todas las universidades vienen funcionando con un presupuesto que se votó a fines de 2022 y que, insisten, es insuficiente para llegar no ya a fin de este año, sino a mitad de año en algunos casos. Por lo tanto, apenas se conoció el aumento para la UBA, las otras 60 casas de estudio pusieron el grito en el cielo y hablaron de una “discriminación federal injusta” de parte del Gobierno.

Hubo una reunión de emergencia del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) para tratar el tema. «Estamos en plena discusión viendo si nos dan lo mismo a todos. Si no, habrá problemas”, señaló antes de ingresar a la reunión Víctor Moriñigo, rector de la Universidad Nacional de San Luis y actual presidente del CIN.

El CIN emitió luego un comunicado que dejó en claro como estaban los ánimos: «Resulta inadmisible y provocador que se reconozca solo para una universidad y no para la totalidad del sistema que reúne a un conjunto de 60 universidades a lo largo y a lo ancho de todo el país, que representan a dos millones de estudiantes de las universidades argentinas. No aceptaremos que existan estudiantes de primera y de segunda«, remarcaron los rectores en un comunicado del CIN.

«Rechazamos cualquier metodología que promueva la división entre universidades y dentro de las universidades. No convalidaremos ningún intento de división, ni priorizaremos nunca ningún atajo. El Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) no resigna lo que cree. No es solo un problema de recursos, es también de principios», le advirtieron al Gobierno.

Por otro lado, advirtieron que el Gobierno reconoció con ese pago que tienen razón y que «hay plata». Según pudo saber este diario, todavía no harán una presentación judicial, sino que esperarán una respuesta del Gobierno, pero la disparidad de criterios pone a la administración nacional a tiro de una cautelar. En el comunicado indicaron que esa transferencia a la UBA «implica el reconocimiento por parte del gobierno nacional de uno de los aspectos del problema -y su grave magnitud- que todo el sistema universitario viene planteando desde enero de este año. Por lo tanto, habiendo el gobierno confirmado con sus actos que los recursos están, exigimos inmediatamente una resolución que garantice un incremento igual al otorgado a la Universidad de Buenos Aires para todas las universidades públicas de la Nación.

«Con la misma urgencia, seguiremos bregando por paritarias para las y los trabajadores de las universidades que recompongan la pérdida del poder adquisitivo del salario, por el sostenimiento y el fortalecimiento del sistema científico y tecnológico, por la actualización del monto destinado a becas estudiantiles y por la recuperación de las obras de infraestructura hoy paralizadas», concluyeron.


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