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Cómo se enteró Alberto Fernández de la renuncia de Martín Guzmán

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Por Melisa Molina

El Presidente Alberto Fernández se enteró este mismo sábado que su ministro de Economía, Martín Guzmán, iba a abandonar el gobierno. El mandatario estaba en un almuerzo familiar cuando el extitular de la cartera, y hombre de su máxima confianza, lo llamó al celular y le avisó lo que haría. Lo que Guzmán no le contó a Fernández en esa conversación es que presentaría su renuncia en medio del discurso que dio la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, en Ensenada. Desde el Gobierno indicaron a este diario que tienen dos cosas para decir: que el Presidente «lamenta profundamente la decisión de Guzmán, pero la respeta», y que «el programa económico se va a mantener». Cerca de las 20.30 los funcionarios del entorno más íntimo del Presidente se dirigieron a la Quinta de Olivos. «Alberto está analizando las decisiones que vienen», aseguraron a este diario desde el Gobierno.

La decisión, la forma y el momento que Guzmán eligió para presentar su renuncia revolucionó a todas las terminales del oficialismo. En principio a todos los más ligados al kirchnerismo, que estaban en el polideportivo de Ensenada escuchando a la vicepresidenta y se empezaron a enterar porque los teléfonos no dejaban de vibrar en sus bolsillos, pero también a los más cercanos del Presidente, ya que muchos de ellos no estaban enterados de la noticia antes de leerla en las redes sociales.

Minutos después de publicado el tweet de Guzmán, que contenía una carta de renuncia de siete páginas –lo cual demostró que no se trató de un acto poco meditado–, comenzaron a correr los rumores de sus posibles reemplazantes, entre ellos, sonó el nombre de Sergio Massa, actual presidente de la Cámara de Diputados. Pero él mismo se encargó de aclarar que no estaba enterado de lo que sucedería y que cuando ocurrió el hecho se encontraba en la cancha de Tigre, viendo a su equipo de fútbol y sin señal.

También corrió el rumor de que Massa, luego de anoticiarse, estaba de camino a la Quinta de Olivos para reunirse con el Presidente, lo cual hizo crecer las expectativas sobre su posible ingreso a la cartera de Economía pero, en diálogo con este diario, un dirigente del Frente Renovador muy cercano al titular de la Cámara baja aseguró que estaba en su casa y puntualizó que esa versión era falsa. «Massa no está en Olivos. No va a Olivos esta noche. Se va al cumpleaños de la hermana y sigue la situación por teléfono», aseguró a este diario ese dirigente.

Luego de la carta de Guzmán, que fue publicada cerca de las 18, también presentó la renuncia a su cargo el secretario de Hacienda de la Nación, Raúl Enrique Rigo, número dos de la cartera. 

La vicepresidenta, minutos antes de que se conocieran las renuncias, había mencionado con nombre y apellido a Guzmán. Luego de comentar cómo había sido su encuentro de la semana pasada con el expresidente del Banco Nación, Carlos Melconian, resaltó: «tuvimos una coincidencia, que el problema principal que tiene la Argentina y que causa el fenómeno inflacionario es la economía bimonetaria. Pero él (Melconian) piensa más parecido a Guzmán con el déficit fiscal, opiniones son opiniones».


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En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

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La oposición tiene los números para hacer cambios en particular. La Rosada ya dice que ningún capítulo es de vida o muerte.

En la Cámara de Diputados creen que la ley ómnibus se terminará aprobando la semana que viene pero que luego caerá sin atenuantes en el Senado.

La Cámara alta nunca trató la ley ni en comisión porque no pasó el filtro de Diputados. Allí el terreno es mucho más complejo para el gobierno, como quedó demostrado con el DNU que cayó por amplia mayoría.

Los senadores se quieren cobrar los insultos incesantes de Milei, que la semana pasada los graficó como ratas luego de que se aumentaran el sueldo. «Están decididos a destruir la ley».

En Diputados tampoco el Gobierno tiene un camino recto. Si bien ya asoman los números de la mayoría para la votación en general, que ya se habían conseguido el 2 de febrero en la primera versión de la ley, la votación en particular puede sufrir cambios.

Así como sucedió con la privatización del Banco Nación, que fue sacada de la ley en las últimas horas, capítulos como el de lavado pueden sufrir cambios en el recinto, más allá de los acuerdos con los que llega el oficialismo al día de la votación.

En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

Cuando entra un negativo, como se dice en la jerga parlamentaria al momento en que se voltea un artículo de la ley en tratamiento, la votación se «espiraliza». Esto quiere decir que los diputados se envalentonan contra el Gobierno y buscan más cambios, tal como sucedió en la votación en particular de la primera ley ómnibus, lo que la llevó al naufragio.

En ese momento quien debe tener la muñeca para negociar es el presidente de la Cámara, ayudado por sus operadores de recinto. Cuando Emilio Monzó era titular de Diputados, su operador era Nicolás Massot. Sergio Massa tenía a Cecilia Moreau y Paula Penacca. Los operadores de recinto son los que recorren las bancas durante la sesión para evitar sorpresas.

El Gobierno tiene un problema grande con eso. No tiene operadores de recinto, con un bloque balcanizado tras la salida de Oscar Zago. Y en especial, Martín Menem no demostró la experiencia para manejar la sesión cuando se la complican.

En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

Y los números que tiene el gobierno en Diputados anticipan que la votación en particular se va a complicar. La oposición podría juntar 126 diputados, que no alcanzan para dar quórum pero sí para voltear artículos o la ley entera una vez que comienza la sesión. Es que cuando ya se consiguió el quórum, la mayoría se calcula respecto de los diputados presentes. Como siempre faltan diputados que se enferman o viajan, con 126 diputados la oposición puede tener mayoría.

A ese número llegan con los 99 diputados de Unión por la Patria, más 5 de izquierda, 2 santacruceños, 11 radicales de Facundo Manes y Emiliano Yacobitti, y hasta 11 del bloque de Miguel Pichetto.

‘La ley es un monstruo sin cabeza que va caminando por el Congreso’, dicen los diputados que la quieren votar para sacársela de encima. El clima es de hastío por el proceso de cuatro meses que se tornó insoportable.

La bancada de Pichetto puede ir mutando en cantidad de votos negativos de acuerdo a cada artículo en particular. Los dos socialistas, Esteban Paulón y Mónica Fein, están muy enfrentados al Gobierno. Juan Brugge y Natalia de la Sota responden a Massa. Los seis lilitos no quieren votar las facultades delegadas y Margarita Stolbizer firmó un dictamen aparte con los socialistas.

Además se suman 8 diputados de Innovación Federal que buscarán introducir el capítulo del tabaco que el Gobierno quitó de la ley. «Si no lo logran quizás hagan una maldad», explicaron a LPO fuentes parlamentarias.

Como si no bastara con lo fino del cálculo, el Gobierno, que dejó como interlocutor al vicejefe de gabinete, José Rolandi, no reclama ningún punto como indispensable.

«La ley es un monstruo sin cabeza que va caminando por el Congreso», dicen los diputados que la quieren votar para sacársela de encima. El clima es de hastío por el proceso de cuatro meses que se tornó insoportable.

La bronca de los diputados no es sólo con la Rosada sino también con los gobernadores: creen que se borraron y no dieron la cara en las últimas semanas previas al tratamiento de la ley. El bloque libertario, en tanto, ni participa de las reuniones en las que se negocian los pedazos de la ley. 


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