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Alberto Fernández criticó a Lacalle Pou y se agrava la crisis en el Mercosur: “El camino no es ese”

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El presidente acusó a su par uruguayo de querer romper el bloque regional al intentar firmar tratados comerciales unilaterales. “No estamos dispuestos es a quedarnos quietos”, replicó el mandatario oriental.

La asunción a la presidencia pre-tempore del Mercosur por parte del presidente, Alberto Fernández, estuvo cargada de tensión, tal como se preveía en la previa, por las disidencias expresadas públicamente días antes con su par uruguayo, Luis Lacalle Pou y la solicitud de ingreso al Acuerdo Transpacífico (CPTPP).

El presidente argentino inició su discurso realizando un balance del impacto que tuvo la pandemia del Covid en el mundo, como también la guerra en curso entre Rusia y Ucrania, y remarcó que “quedó expuesta la fragilidad del sistema económico mundial”.

“No tengo la impresión de que el mundo siga como vos decís, Luis”, expresó Fernández tras las palabras previas de Lacalle Pou.

“El mundo está viendo cómo hace frente a los estragos de la pandemia y la guerra, no hablan del libre comercio, sino cómo vuelven a relocalizarse sus producciones, este cambio en la naturaleza de la globalización nos expone a nuevos desafíos”, continuó el titular del Poder Ejecutivo argentino

“El Mercosur debe potenciar su unidad para enfrentar los dilemas del presente. El gran secreto es cómo podemos unir esfuerzos. El gran problema son las asimetrías de sus países miembros, que nunca las resolvimos y es hora de sentarnos a resolverlas. Si ahora la solución es el salvese quien pueda, no sé cuánto camino tiente para transitar”, volvió a apuntar Alberto hacia Lacalle Pou.

“Es complejo acordar un Tratado de Librecomercio con China desde la individualidad; Uruguay es un país libre y autónomo, puede hacerlo, pero por qué no nos proponemos ver cómo hacerlo como región”, insistió Fernández.

En ese marco, reflotó la idea de crear un Banco Central regional: “no es una locura hablar de un Banco Central común, lo estamos hablando”.

“La solución no es que cada uno haga la propia, hay que respetar las reglas, estoy dispuesto a dar la discusión de si hay que cambiar las reglas; pero mientras que no las cambiemos tenemos que respetarlas. Cuando en una sociedad uno pierde y el otro gana no es una sociedad, el camino no es el que proponés”, cerró el Presidente.

Lacalle Pou admitió “tensiones” con la Argentina y ratificó la posición de “abrirse al mundo”
El presidente anfitrión del encuentro, el uruguayo Luis Lacalle Pou, que tomó la palabra antes que Alberto Fernández, indicó que “sería muy difícil abordar el Mercosur con la cabeza de principios de los años 90, cuando fue creado, porque el mundo es otro”.

El máximo mandatario de Uruguay ratificó su postura sobre la política exterior de su país y la idea de “abrirse al mundo”. “Necesitamos y tenemos vocación de abrirnos al mundo. Por supuesto que si vamos en barra es mucho mejor y si le ofrecemos un mercado como el de los cuatro países vamos a tener un poder de negociación mejor. Eso es lo que buscamos”, explicó.

“Lo que no estamos dispuestos es a quedarnos quietos. Si hay algo que ha demostrado el presente es que cualquier hecho en cualquier lugar de mundo cambia las costumbres humanas y por ende la vida económica y social de los países. En lo personal estamos dispuestos a avanzar, el que se queda quieto se atrasa”, continuó Lacalle Pou.

“Nuestra propuesta siempre ha sido que se termine el acuerdo con la Unión Europea, no podemos estar 25 años para firmar un acuerdo, por eso pretendemos seguir ampliando las posibilidades del Mercosur. No se trata de ruptura, se trata de resolver tensiones. No podemos ser obstáculo para que los países progresen”, agregó el presidente de Uruguay.

Por último, desestimó la idea de crear un Banco Central común: “No podemos querer correr cuando recién empezamos a caminar y cuando vemos las dificultades monetarias entre los países. Es avanzar más de lo que debemos”.


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En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

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La oposición tiene los números para hacer cambios en particular. La Rosada ya dice que ningún capítulo es de vida o muerte.

En la Cámara de Diputados creen que la ley ómnibus se terminará aprobando la semana que viene pero que luego caerá sin atenuantes en el Senado.

La Cámara alta nunca trató la ley ni en comisión porque no pasó el filtro de Diputados. Allí el terreno es mucho más complejo para el gobierno, como quedó demostrado con el DNU que cayó por amplia mayoría.

Los senadores se quieren cobrar los insultos incesantes de Milei, que la semana pasada los graficó como ratas luego de que se aumentaran el sueldo. «Están decididos a destruir la ley».

En Diputados tampoco el Gobierno tiene un camino recto. Si bien ya asoman los números de la mayoría para la votación en general, que ya se habían conseguido el 2 de febrero en la primera versión de la ley, la votación en particular puede sufrir cambios.

Así como sucedió con la privatización del Banco Nación, que fue sacada de la ley en las últimas horas, capítulos como el de lavado pueden sufrir cambios en el recinto, más allá de los acuerdos con los que llega el oficialismo al día de la votación.

En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

Cuando entra un negativo, como se dice en la jerga parlamentaria al momento en que se voltea un artículo de la ley en tratamiento, la votación se «espiraliza». Esto quiere decir que los diputados se envalentonan contra el Gobierno y buscan más cambios, tal como sucedió en la votación en particular de la primera ley ómnibus, lo que la llevó al naufragio.

En ese momento quien debe tener la muñeca para negociar es el presidente de la Cámara, ayudado por sus operadores de recinto. Cuando Emilio Monzó era titular de Diputados, su operador era Nicolás Massot. Sergio Massa tenía a Cecilia Moreau y Paula Penacca. Los operadores de recinto son los que recorren las bancas durante la sesión para evitar sorpresas.

El Gobierno tiene un problema grande con eso. No tiene operadores de recinto, con un bloque balcanizado tras la salida de Oscar Zago. Y en especial, Martín Menem no demostró la experiencia para manejar la sesión cuando se la complican.

En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

Y los números que tiene el gobierno en Diputados anticipan que la votación en particular se va a complicar. La oposición podría juntar 126 diputados, que no alcanzan para dar quórum pero sí para voltear artículos o la ley entera una vez que comienza la sesión. Es que cuando ya se consiguió el quórum, la mayoría se calcula respecto de los diputados presentes. Como siempre faltan diputados que se enferman o viajan, con 126 diputados la oposición puede tener mayoría.

A ese número llegan con los 99 diputados de Unión por la Patria, más 5 de izquierda, 2 santacruceños, 11 radicales de Facundo Manes y Emiliano Yacobitti, y hasta 11 del bloque de Miguel Pichetto.

‘La ley es un monstruo sin cabeza que va caminando por el Congreso’, dicen los diputados que la quieren votar para sacársela de encima. El clima es de hastío por el proceso de cuatro meses que se tornó insoportable.

La bancada de Pichetto puede ir mutando en cantidad de votos negativos de acuerdo a cada artículo en particular. Los dos socialistas, Esteban Paulón y Mónica Fein, están muy enfrentados al Gobierno. Juan Brugge y Natalia de la Sota responden a Massa. Los seis lilitos no quieren votar las facultades delegadas y Margarita Stolbizer firmó un dictamen aparte con los socialistas.

Además se suman 8 diputados de Innovación Federal que buscarán introducir el capítulo del tabaco que el Gobierno quitó de la ley. «Si no lo logran quizás hagan una maldad», explicaron a LPO fuentes parlamentarias.

Como si no bastara con lo fino del cálculo, el Gobierno, que dejó como interlocutor al vicejefe de gabinete, José Rolandi, no reclama ningún punto como indispensable.

«La ley es un monstruo sin cabeza que va caminando por el Congreso», dicen los diputados que la quieren votar para sacársela de encima. El clima es de hastío por el proceso de cuatro meses que se tornó insoportable.

La bronca de los diputados no es sólo con la Rosada sino también con los gobernadores: creen que se borraron y no dieron la cara en las últimas semanas previas al tratamiento de la ley. El bloque libertario, en tanto, ni participa de las reuniones en las que se negocian los pedazos de la ley. 


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