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El listado de empresas públicas que la oposición light le habilitó privatizar al Gobierno

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En un primer borrador, eran 41 compañías estatales que Milei anotó para la venta. La negociación con el bloque del PRO y la UCR derivó en reducir la nómina. En qué casos sería venta completa y cuáles se piensa un esquema de coparticipación.

El dictamen de la versión reducida de la Ley Ómnibus -el gobierno insiste en denominar Bases- que consiguió en la tarde del jueves La Libertad Avanza en la Cámara de Diputados con el apoyo incondicional del PRO, cerró con el 10 por ciento de las privatizaciones que la gestión de Javier Milei intentó imponer en la primera iniciativa enviada en diciembre. El «Anexo I» tenía 40 empresas estatales para ser privatizadas en la primera versión del proyecto, ahora solo 4 quedaron en la categoría de «privatización»: Aerolíneas Argentina, Enarsa, Radio y Televisión Argentina e Intercargo. Además, otras 5 empresas podrán pasar a manos privadas o ser concesionadas; mientras que otras dos podrán incorporar capitales privados, pero mantendrán mayoría de participación estatal.  

Entre las cinco que figuran sujetas a «privatización/concesión»: Agua y Saneamientos Argentinos (Aysa), Correo Argentino, Belgrano Cargos y Sociedad Opereadora Ferroviera (Sofse).  Se trata de cuatro empresas que ya fueron concesionadas durante el menemismo y volvieron bajo control estatal durante el gobierno de Néstor Kirchner. El caso del Correo Argentino es recordado por haber estado en manos de la familia Macri, que aún mantiene abierto un juicio por el proceso de quiebra, en el que el Poder Judicial se niega a avanzar.  

El capítulo de «privatización» es el segundo del dictamen firmado por el oficialismo, el PRO y sectores de la UCR y Hacemos Coalición Federal. En el articulado del 7 al 23; se detallan las condiciones en las que se llevarán adelante las privatizaciones bajo la Ley 23.696, sancionada durante el gobierno de Carlos Menem para ensayar el primer desguace estatal. El proyecto de mayoría contempla la modificación de seis artículos (17,18,20,22 y 35) de esa normativa y la derogación los incisos 3, 4 y 5 del artículo 16 y los artículos 32 y 33. 

Los artículos  8 y 9 del proyecto con dictamen de mayoría, precisan las condiciones particulares para la privatización de Nucleoeléctrica Argentina Sociedad Anónima (NASA) y Yacimientos Carboníferos Rio Turbio (YCRT). Para ambos casos, la iniciativa señala que se podrá «únicamente, organizar un programa de propiedad participada y colocar una clase de acciones para ese fin; y incorporar la participación del capital privado debiendo el Estado Nacional mantener el control o la participación mayoritaria en el capital social».

En el caso de Nucleoeléctrica , el artículo agrega que se necesitará del voto afirmativo del Estado para la ampliación de capacidad de una central, la salida de servicio y la incorporación de accionistas en la sociedad. 

En tanto, durante la negociación con la oposición amigable, el Gobierno dejó fuera de toda lista a Banco Nación, y sus empresas subsidiarias. En la lista tampoco figura Télam S.E; la agencia de noticias estatal de la que el Gobierno anunció su cierre y restructuración a inicio de marzo y aún no presentado ningún plan al respecto, la mantiene vallada con un operativo de seguridad y a sus 700 trabajadores dispensados. 

Entre otras empresas que estaba en la lista original y quedaron fuera también se encuentra Fabricaciones Militares, Tandanor, ARSAT, Administración General de Puertos. En la negociación con los gobernadores, quedaron en el camino Yacimientos Mineros de Agua de Dionisio (YMAD), Radio de la Universidad Nacional del Litoral S.A, Servicio de Radio y Televisión de la Universidad de Córdoba S.A.   

De la primera versión de la Ley Bases, solo cuatro empresas quedaron  sujetas a privatización: 

  • Aerolíneas Argentinas 
  • Enersa 
  • Radio y Televisión Argentina
  • Intercargo. 

La aerolínea de bandera está llevando un plan de achique a cargo de su titular, Fabián Lombardo, quien esta semana comunicó públicamente un plan  la implementación de recortes para «reducir a la mitad el déficit operativo», que incluirá el cierre de rutas de cabotaje fuera de temporada. De la mano de Aerolíneas se podrá negociar el remate de Intercargo, la empresa estatal que brinda los servicios en tierra, rampas y puentes de acceso. 

La venta de Enarsa –creada en 2004– significa trasladar al sector privado la estructura de una firma que realiza estudios, exploración y explotación de yacimientos de hidrocarburos; como también tareas de transporte, almacenaje, distribución y  comercialización e industrialización de esa materia prima y sus derivados. 

En tanto, la venta de Radio y Televisión Argentina es un golpe para el mapa mediático y la comunicación federal. Desde su creación en 1952, la televisión estatal solo fue cedidos a privados durante la gestión de Carlos Menem; mientras que la red de emisoras de la radio pública es la única con una red de más de 40 emisoras en todo el país. 


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Cuáles son los cambios que exige la oposición para acompañar la Ley Bases y el paquete fiscal

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El debate legislativo de la semana finalizó sin dictamen. El oficialismo ya sabe que los proyectos que se aprobaron en la Cámara de Diputados sufrirán modificaciones. Los cinco puntos clave.

Por María Cafferata

Un Pacto de Mayo sin ley, una ley sin forma. La imposibilidad de dictaminar la Ley Bases no solo enterró la ilusión del acto de unidad con los gobernadores en Córdoba, sino que hundió la fantasía de que el gobierno ya había logrado cerrar un gran acuerdo con la oposición. No hay acuerdo ni borrador final: solo la certidumbre de que los proyectos que se aprobaron en Diputados no serán los mismos que se aprobarán en el Senado. Hay seis senadores opositores cuyas firmas son claves que todavía aguardan una respuesta del oficialismo sobre sus pedidos de modificaciones y, hasta que no tengan una devolución, no dictaminarán nada. La pelota, aseguran, está del lado del gobierno nacional, que tendrá que definir, este fin de semana, qué cambios acepta y cuáles se arriesga a rechazar. En el mientras tanto, nadie, ni el propio gobierno, está seguro de qué forma final tendrán las dos primeras leyes que el Congreso le aprobará a Javier Milei. 

Martín Lousteau (UCR), Pablo Blanco (UCR), Maxi Abad (UCR), Guadalupe Tagliaferri (PRO), Edgardo Kueider (Entre Ríos) y José Carambia (Santa Cruz) son los seis senadores de cuyas firmas depende que las comisiones de Presupuesto, Legislación General y Asuntos Constitucionales puedan dictaminar la Ley Bases y el paquete fiscal para que puedan llegar al recinto. El oficialismo se equivocó al creer que el número estaba garantizado y que, en todo caso, la discusión por la letra chica se resolvería de camino al recinto. Y los senadores se lo están haciendo pagar. Para muchos, la inclusión de Victoria Villarruel en las negociaciones – hasta ahora desplazada – habilitará un diálogo más fluido con un oficialismo que, hasta ahora, estaba fragmentado. El intercambio era, por momentos, contradictorio: el vicejefe de Gabinete, José Rolandi, decía una cosa y el ministro de Interior, Guillermo Francos, decía otra. 

«Que digan lo que quieran, yo no firmo nada». La frase salió de la boca de varios senadores opositores en las últimas 48 horas. Senadores que se sienten empoderados y que, ante la ausencia de ofertas concretas del gobierno – con la excepción de los fondos para la UBA (un guiño directo al radicalismo) -, van acumulando reclamos. El gobierno solo cuenta con siete senadores propios y otros cinco del PRO: está muy lejos de los 37 que necesita para el quórum, por lo que no está en condiciones de ignorar ningún pedido. El problema es que, a medida que pasa el tiempo, los pedidos son cada vez más.

RIGI

A la cabeza de los reclamos está el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) que otorga beneficios fiscales exorbitantes por 30 años para todas las empresas extranjeras que inviertan más de 200 millones de dólares. El vocero más elocuente contra el RIGI ha sido Lousteau, pero no está solo: el radical arrastra consigo también las objeciones de Tagliaferri, Blanco, Abad y varias fuerzas provinciales. Una de las mayores críticas es al artículo 163, que anula cualquier normativa provincial que restrinja lo sostenido por el régimen (adhieran o no las provincias). Se reclama, a su vez, establecer un régimen especial para las industrias más chicas – ya que las inversiones por más de 200 millones están pensadas, casi exclusivamente, para la actividad minera y petrolera -, así como algún sistema de «compre argentino» que proteja a la industria local de la apertura de importaciones.

Hay otros senadores, como Kueider, que plantean cambios más de fondo, como la exigencia de encadenamientos productivos locales.

Impuesto a las Ganancias

Si hay un capítulo que no tiene posibilidades de aprobarse sin cambios es la restitución de Ganancias. Los senadores patagónicos exigen incluir un diferencial para la zona – aludiendo a que el costo de vida es mucho mayor que en el resto del país – y reclaman un incremento del piso mínimo del 22 por ciento. Es decir, que pasaría de 1,8 millones a casi 2,2 millones (que es el mínimo que el proyecto sostiene para personas casadas). 

Este punto está casi cerrado con el gobierno nacional, ya que los patagónicos amenazaron con voltearle todo el paquete fiscal si no introduce cambios. Los patagónicos están cerca de sumar unos 48 votos en contra. Es decir, los dos tercios del Senado, lo que obligaría al oficialismo a conseguir la misma mayoría en Diputados para rechazar la modificación (un número que LLA no tiene posibilidades de alcanzar). Dependen de que Unión por la Patria y un par de senadores sin tierra quieran acompañar y están confiados en que lo lograrán. 

Privatizaciones

Era un capítulo que parecía cerrado y que, en la última semana, empezó a acumular varias objeciones. Principalmente por la privatización de dos empresas públicas: Aerolíneas Argentinas y Correo Argentino. Son varios los senadores del Sur que advierten que, si privatizan la línea de bandera, se caerán varias rutas no turísticas de la Patagonia, como ya sucedió en los 90′. El mismo argumento se repite para el Correo Argentino: el temor es que termine habiendo ciudades y pueblos enteros que se queden sin correo si el Estado no lo garantiza. 

Estas objeciones representan un dolor de cabeza para el oficialismo, ya que el capítulo de privatizaciones representa una de las partes centrales de la Ley Bases. En efecto, cuando el proyecto se cayó en febrero en Diputados fue porque el recinto estaba a punto de rechazar las privatizaciones (entonces eran un total de 27, ahora son once). En el oficialismo buscan evitar una «carnicería» del proyecto, pero se enfrentan a una difícil realidad numérica: si los patagónicos repiten el número de Ganancias para privatizaciones podrían terminar blindando también este capítulo frente a posibles modificaciones en Diputados. 

Blanqueo de capitales

Con el tándem Lousteau-Tagliaferri encabezando la avanzada, el gobierno reconoce que introducirá cambios en el capítulo de blanqueo (uno de los más generosos de los últimos años, ya que permite que quienes blanqueen hasta 100 mil dólares no paguen ninguna penalización). Uno de los pedidos es excluir a los hermanos de los funcionarios, así prohibir la posibilidad de que las personas puedan blanquear en nombre de otras (testaferros). Otro de los cambios será ampliar de 5 a 10 años el tiempo que tenga que haber pasado desde que una persona ocupó un cargo público para poder acogerse al beneficio.   

Moratoria previsional

Hay, además, decenas de pedidos de modificaciones que refieren a la reforma de la Ley de Hidrocarburos o la Ley de Procedimiento administrativo, así como a la reforma laboral. Uno de los temas más delicados es, sin embargo, la eliminación de la moratoria previsional. Hoy por hoy, en el Senado no está el número para aprobar este capítulo, que no solo cuenta con el rechazo de UxP o Carambia y Kueider, sino también de la cordobesa Alejandra Vigo, la rionegrina Mónica Silva y la neuquina Lucila Crexell. La gran mayoría de los senadores coinciden en que eliminar la moratoria representaría un duro golpe para las mujeres – 9 de cada 10 no cuenta con los 30 años de aportes – y nadie quiere cargar con ese costo político. Más de un senador pro Ley Bases, incluso, tiene planeado levantar e irse durante la votación para no tener que votar a favor. 


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