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Sindicatos y organizaciones de derechos humanos denunciarán el protocolo de Patricia Bullrich en fueros internacionales

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“Con la puesta en vigencia del protocolo, la protesta social deja de ser un derecho para pasar a ser un delito”, afirma Diego Morales, del CELS. El repudio de la CGT y la CTA de los Trabajadores. La marcha del 20 de diciembre
Luciana Bertoia

Por Luciana Bertoia

Patricia Bullrich decidió que su primera acción al frente del Ministerio de Seguridad fuera una demostración de fuerza ante todos aquellos que decidan salir a las calles para manifestarse por las consecuencias del ajuste que implementa el gobierno de Javier Milei. Horas después de que se publicara en el Boletín Oficial su protocolo para el “mantenimiento del orden público ante cortes de vías de circulación”, un amplio abanico de organizaciones sociales, sindicales y de derechos humanos empezó a preparar presentaciones ante la Organización de Naciones Unidas (ONU) y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para denunciar que la administración de La Libertad Avanza (LLA) busca prohibir la protesta en el país. El consejo directivo de la CGT, por su parte, advirtió que la maniobra no solamente atenta contra la libertad de expresión sino también contra la libertad sindical.

Quiso hacerlo durante su primera gestión al frente de la cartera de Seguridad –durante el gobierno de Mauricio Macri–, pero no pasó de un anuncio y un mensaje a las fuerzas. Esta vez, Bullrich consiguió el aval de Milei para avanzar con una resolución ministerial que busca poner en jaque derechos consagrados en la Constitución nacional.

Según el protocolo, cualquier corte es un delito en flagrancia que habilita la actuación de las fuerzas de seguridad. Los manifestantes pueden ser denunciados; las organizaciones perder su personería. Si quien se manifiesta es un migrante, puede ser deportado y se estigmatiza a padres y madres que vayan con sus hijos o hijas a una protesta o marcha que corte una calle. Por si eso fuera poco, el Ministerio de Seguridad está facultado para confeccionar un registro de organizaciones que suelen manifestarse, algo que viola la Ley de Inteligencia, que impide almacenar información de personas o grupos por razones políticas, sociales o sindicales.

“Con la puesta en vigencia del protocolo, la protesta social deja de ser un derecho para pasar a ser un delito”, advierte Diego Morales, director de litigio y defensa legal del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) –que coordina la estrategia de recurrir a organismos internacionales para denunciar la avanzada de LLA. Si bien ya se entablaron comunicaciones, está previsto que las presentaciones se terminen de hacer durante el fin de semana.

En junio pasado, la CIDH se pronunció ante la represión que implementó el entonces gobernador de Jujuy Gerardo Morales tras la aprobación de una reforma constitucional entre gallos y medianoche. Entonces, el organismo regional dijo que era “necesario que se tolere que las manifestaciones puedan generar cierto nivel de perturbación de la vida cotidiana, por ejemplo, con relación al tráfico y las actividades comerciales, a fin de no privar de su esencia al derecho de reunión pacífica”. Todo indica que el pronunciamiento debería ser en la misma línea, por lo que Bullrich podría batir su propio récord de recibir una reprimenda por parte de organismos internacionales antes de cumplir dos semanas al frente del Ministerio de Seguridad de Milei.

Hubo ya otros pronunciamientos internacionales. La Confederación Sindical Internacional (CSI) y la Confederación Sindical de Trabajadores/as (CSA), representan a 180 millones de trabajadoresrepudiaron el protocolo de Bullrich y llamaron a la comunidad internacional a unirse en la condena. “El gobierno argentino, en verdad, busca suprimir las legítimas manifestaciones públicas contra los efectos brutales de sus propias políticas”, sostuvieron. En tanto, la CTA-T que lidera Hugo Yasky aseguró que lo que pretende el gobierno es «amedrentar a la población para callar las legítimas manifestaciones públicas que surgirán tras los efectos brutales de sus propias políticas de ajuste».

El consejo directivo de la CGT ya se había reunido después de que Luis Caputo presentó su plan económico. Ahora, volvió a pronunciarse: esta vez contra el protocolo de Bullrich al que consideró una “estrategia para criminalizar la protesta social que, a la luz de los recientes anuncios económicos y de los consecuentes impactos en la calidad de vida del pueblo argentino, implica vulnerar el ejercicio efectivo del derecho constitucional a la libertad de expresión y la libertad sindical”.

20 de diciembre

La prueba de fuego del protocolo de Bullrich será el próximo miércoles, cuando se cumplan 22 años de la represión que marcó el final del gobierno de Fernando de la Rúa –administración que también integraba la actual ministra de Seguridad. Para ese día están convocados cortes y manifestaciones. Alejandro Bodart (MST) ya adelantó que presentará un amparo ante los tribunales para evitar que Bullrich ponga en marcha su estrategia represiva.

Este viernes, hubo una reunión en la sede de la AGD-UBA en la que participaron más de 100 organizaciones –sindicales, centros de estudiantes, organismos de derechos humanos, ambientalistas y de mujeres– para organizar la marcha –que se hará a las 16.30 del miércoles desde Congreso hasta Plaza de Mayo. Fue una reunión de coordinación entre el Plenario Sindical Combativo, el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia y la unidad piquetera. Allí se acordó avanzar con dos consignas: abajo el plan motosierra de ajuste de Milei y el Fondo Monetario Internacional (FMI) y no al protocolo represivo de Bullrich. Si bien la convocatoria fue nutrida, los organizadores comentaron que continuarán convocando a otros sectores y que prevén una conferencia de prensa para el martes al mediodía.

Para ese mismo día, el Frente de Izquierda y de Trabajadores (FIT)-Unidad convocó a una audiencia pública en el Congreso para repudiar el protocolo y las amenazas de “cárcel o bala” que sufrieron tanto Myriam Bregman como Nicolás del Caño por parte del diputado José Luis Espert –que volvió a tener buen vínculo con Milei. “El protocolo es absolutamente ilegal. Por una simple resolución ministerial, Bullrich quiere cambiar la ley de seguridad interior y darse el poder de violar jurisprudencia internacional”, denunció Bregman en diálogo con este diario.

Un pedido de reunión con Bullrich

Este viernes, Bullrich les tomó juramento a los nuevos jefes de las fuerzas federales. En el acto –que se llevó a cabo en Palermo–, la ministra aprovechó para lanzar un mensaje corporativo: «Voy a velar por cada uno de los hombres y mujeres de las fuerzas. Voy a protegerlos frente a las injusticias por casos que no corresponden”.

En simultáneo, Bullrich recibió un pedido de reunión del Comité Nacional para la Prevención de la Tortura (CNPT) y del Consejo Federal de Mecanismos Locales para que revea el protocolo. Entre otras cuestiones, estos organismos le advertían que la resolución no prohíbe la portación de armas letales y munición de plomo por parte de los uniformados que intervendrán en las manifestaciones.

La Liga Argentina por los Derechos Humanos (LADH) reparó en otras irregularidades porque Bullrich pretende que la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) y el Servicio Penitenciario Federal (SPF) intervengan en la represión de la protesta. Sin embargo, una es una fuerza de custodia y la otra tiene competencia para actuar en los aeropuertos.

Por otra parte, la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (Correpi) alertó que la resolución de Bullrich funciona como una “imposición de un estado de excepción con suspensión de derechos y garantías”. La organización, además, resaltó que el Ministerio de Seguridad pretende demandar por daños y perjuicios a los manifestantes –como se hizo con quienes concurrieron a protestar contra la reforma previsional de Macri o con los padres o madres de estudiantes que participaron de las tomas de colegios en la Ciudad– y hacerles pagar los costos de los operativos de seguridad a quienes salgan a la calle a expresarse. “O sea, te apalean y después te cobran el palo”, ejemplificaron.

El abogado Claudio Pandolfi, docente de la carrera de Seguridad Ciudadana de la Universidad Nacional de Lanús (UNLA), se focalizó en una de las implicancias del protocolo. “El Estado no puede recabar información sobre la actividad política, partidaria, social, gremial que realizan los ciudadanos y las ciudadanas. Sin embargo específicamente el protocolo dice que el ministerio armará un archivo, identificará, tomará fotografías, filmará a todos los participantes en este tipo de actividades. Uno llega a la conclusión de que este protocolo es un disparate”, afirmó.


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Cuáles son los cambios que exige la oposición para acompañar la Ley Bases y el paquete fiscal

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El debate legislativo de la semana finalizó sin dictamen. El oficialismo ya sabe que los proyectos que se aprobaron en la Cámara de Diputados sufrirán modificaciones. Los cinco puntos clave.

Por María Cafferata

Un Pacto de Mayo sin ley, una ley sin forma. La imposibilidad de dictaminar la Ley Bases no solo enterró la ilusión del acto de unidad con los gobernadores en Córdoba, sino que hundió la fantasía de que el gobierno ya había logrado cerrar un gran acuerdo con la oposición. No hay acuerdo ni borrador final: solo la certidumbre de que los proyectos que se aprobaron en Diputados no serán los mismos que se aprobarán en el Senado. Hay seis senadores opositores cuyas firmas son claves que todavía aguardan una respuesta del oficialismo sobre sus pedidos de modificaciones y, hasta que no tengan una devolución, no dictaminarán nada. La pelota, aseguran, está del lado del gobierno nacional, que tendrá que definir, este fin de semana, qué cambios acepta y cuáles se arriesga a rechazar. En el mientras tanto, nadie, ni el propio gobierno, está seguro de qué forma final tendrán las dos primeras leyes que el Congreso le aprobará a Javier Milei. 

Martín Lousteau (UCR), Pablo Blanco (UCR), Maxi Abad (UCR), Guadalupe Tagliaferri (PRO), Edgardo Kueider (Entre Ríos) y José Carambia (Santa Cruz) son los seis senadores de cuyas firmas depende que las comisiones de Presupuesto, Legislación General y Asuntos Constitucionales puedan dictaminar la Ley Bases y el paquete fiscal para que puedan llegar al recinto. El oficialismo se equivocó al creer que el número estaba garantizado y que, en todo caso, la discusión por la letra chica se resolvería de camino al recinto. Y los senadores se lo están haciendo pagar. Para muchos, la inclusión de Victoria Villarruel en las negociaciones – hasta ahora desplazada – habilitará un diálogo más fluido con un oficialismo que, hasta ahora, estaba fragmentado. El intercambio era, por momentos, contradictorio: el vicejefe de Gabinete, José Rolandi, decía una cosa y el ministro de Interior, Guillermo Francos, decía otra. 

«Que digan lo que quieran, yo no firmo nada». La frase salió de la boca de varios senadores opositores en las últimas 48 horas. Senadores que se sienten empoderados y que, ante la ausencia de ofertas concretas del gobierno – con la excepción de los fondos para la UBA (un guiño directo al radicalismo) -, van acumulando reclamos. El gobierno solo cuenta con siete senadores propios y otros cinco del PRO: está muy lejos de los 37 que necesita para el quórum, por lo que no está en condiciones de ignorar ningún pedido. El problema es que, a medida que pasa el tiempo, los pedidos son cada vez más.

RIGI

A la cabeza de los reclamos está el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) que otorga beneficios fiscales exorbitantes por 30 años para todas las empresas extranjeras que inviertan más de 200 millones de dólares. El vocero más elocuente contra el RIGI ha sido Lousteau, pero no está solo: el radical arrastra consigo también las objeciones de Tagliaferri, Blanco, Abad y varias fuerzas provinciales. Una de las mayores críticas es al artículo 163, que anula cualquier normativa provincial que restrinja lo sostenido por el régimen (adhieran o no las provincias). Se reclama, a su vez, establecer un régimen especial para las industrias más chicas – ya que las inversiones por más de 200 millones están pensadas, casi exclusivamente, para la actividad minera y petrolera -, así como algún sistema de «compre argentino» que proteja a la industria local de la apertura de importaciones.

Hay otros senadores, como Kueider, que plantean cambios más de fondo, como la exigencia de encadenamientos productivos locales.

Impuesto a las Ganancias

Si hay un capítulo que no tiene posibilidades de aprobarse sin cambios es la restitución de Ganancias. Los senadores patagónicos exigen incluir un diferencial para la zona – aludiendo a que el costo de vida es mucho mayor que en el resto del país – y reclaman un incremento del piso mínimo del 22 por ciento. Es decir, que pasaría de 1,8 millones a casi 2,2 millones (que es el mínimo que el proyecto sostiene para personas casadas). 

Este punto está casi cerrado con el gobierno nacional, ya que los patagónicos amenazaron con voltearle todo el paquete fiscal si no introduce cambios. Los patagónicos están cerca de sumar unos 48 votos en contra. Es decir, los dos tercios del Senado, lo que obligaría al oficialismo a conseguir la misma mayoría en Diputados para rechazar la modificación (un número que LLA no tiene posibilidades de alcanzar). Dependen de que Unión por la Patria y un par de senadores sin tierra quieran acompañar y están confiados en que lo lograrán. 

Privatizaciones

Era un capítulo que parecía cerrado y que, en la última semana, empezó a acumular varias objeciones. Principalmente por la privatización de dos empresas públicas: Aerolíneas Argentinas y Correo Argentino. Son varios los senadores del Sur que advierten que, si privatizan la línea de bandera, se caerán varias rutas no turísticas de la Patagonia, como ya sucedió en los 90′. El mismo argumento se repite para el Correo Argentino: el temor es que termine habiendo ciudades y pueblos enteros que se queden sin correo si el Estado no lo garantiza. 

Estas objeciones representan un dolor de cabeza para el oficialismo, ya que el capítulo de privatizaciones representa una de las partes centrales de la Ley Bases. En efecto, cuando el proyecto se cayó en febrero en Diputados fue porque el recinto estaba a punto de rechazar las privatizaciones (entonces eran un total de 27, ahora son once). En el oficialismo buscan evitar una «carnicería» del proyecto, pero se enfrentan a una difícil realidad numérica: si los patagónicos repiten el número de Ganancias para privatizaciones podrían terminar blindando también este capítulo frente a posibles modificaciones en Diputados. 

Blanqueo de capitales

Con el tándem Lousteau-Tagliaferri encabezando la avanzada, el gobierno reconoce que introducirá cambios en el capítulo de blanqueo (uno de los más generosos de los últimos años, ya que permite que quienes blanqueen hasta 100 mil dólares no paguen ninguna penalización). Uno de los pedidos es excluir a los hermanos de los funcionarios, así prohibir la posibilidad de que las personas puedan blanquear en nombre de otras (testaferros). Otro de los cambios será ampliar de 5 a 10 años el tiempo que tenga que haber pasado desde que una persona ocupó un cargo público para poder acogerse al beneficio.   

Moratoria previsional

Hay, además, decenas de pedidos de modificaciones que refieren a la reforma de la Ley de Hidrocarburos o la Ley de Procedimiento administrativo, así como a la reforma laboral. Uno de los temas más delicados es, sin embargo, la eliminación de la moratoria previsional. Hoy por hoy, en el Senado no está el número para aprobar este capítulo, que no solo cuenta con el rechazo de UxP o Carambia y Kueider, sino también de la cordobesa Alejandra Vigo, la rionegrina Mónica Silva y la neuquina Lucila Crexell. La gran mayoría de los senadores coinciden en que eliminar la moratoria representaría un duro golpe para las mujeres – 9 de cada 10 no cuenta con los 30 años de aportes – y nadie quiere cargar con ese costo político. Más de un senador pro Ley Bases, incluso, tiene planeado levantar e irse durante la votación para no tener que votar a favor. 


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