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Cambios en el Gobierno

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Se oficializó una polémica designación de Aníbal Fernández en el Ministerio de Seguridad

Se trata de Lucas Gaincerain, quien fue designado como jefe de asesores. Fue denunciado en distintas causa por corrupción, aunque en algunas fue sobreseído.

Lucas Gaincerain, quien acompañó a Aníbal Fernández en distintas gestiones en la administración pública, fue designado como jefe de la Unidad Gabinete de Asesores del Ministerio de Seguridad.

Lucas Gaincerain, quien acompañó a Aníbal Fernández en distintas gestiones en la administración pública, fue designado como jefe de la Unidad Gabinete de Asesores del Ministerio de Seguridad.https://7643fcb5dded8447bbf4f02afc0b48b3.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-38/html/container.html

Mediante el Decreto 697/2021, publicado este jueves en el Boletín Oficial, Gaincerain quedó como confirmado como el jefe de asesores de Aníbal Fernández, quien reemplazó a Sabina Frederic en la cartera de Seguridad tras las elecciones del 12 de septiembre pasado.

 Gaincerain, conocido como “el Colorado”, es un dirigente del peronismo bonaerense que estuvo ligado al fallecido diputado José María Díaz Bancalari y fue hasta ahora coordinador general de Yacimientos Carboníferos de Río Turbio (YCRT), en momentos que  conducía Fernández.

El funcionario es un hombre allegado al ministro de Seguridad, quien lo definición hace un tiempo como «un amigo de la política».

Lo cierto es que Lucas Gaincerain estuvo acusado en distintas causas que se investigaban delitos de corrupción.

El contador estuvo vinculado a la administración pública en los doce años del gobierno kirchnerista. Entre 2003 y 2007 cumplió funciones en el Ministerio del Interior, cuando Aníbal Fernández estuvo al frente de la cartera y lo designó como subsecretario de Coordinación.

Luego, cuando Aníbal pasó al Ministerio de Justicia y Seguridad, Gaincerain fue nombrado como subsecretario de Coordinación, cargó que ocupó hasta 2009. Ese año, Fernández asumió como jefe de Gabinete en reemplazo de Sergio Massa, y entre sus primeras designaciones nombró a Gaincerain en el cargo de secretario de Coordinación Administrativa y Evaluación Presupuestaria.

En 2011 fue designado como secretario administrativo de Diputados a partir de un acuerdo sellado entre Aníbal Fernández y el entonces presidente de la Cámara baja Julián Domínguez. También ocupó un cargo en el Senado.

Además, Gaincerain fue subsecretario de Coordinación de la Secretaría General de la Presidencia, entre fines de 2014 y principios de 2015, cuando Aníbal Fernández volvió a desembarcar en la Jefatura de Gabinete para suceder a Jorge Capitanich.

Por los distintos cargos que ocupó en el Gobierno, Gaincerain se vio involucrado en varias causas que se investigaban delitos de corrupción. En algunas ya fue sobreseído como en el caso por presuntas irregularidades en la implementación del programa Fútbol para Todos (FPT).

En 2016 le allanaron su estudio contable por una denuncia de presunta malversación de 62 millones de pesos por un contrato con la productora de Andrea del Boca por la realización de la telenovela «Mamá Corazón». En esa causa, el contador se puso a disposición de la Justicia, facilitó todos los papeles y aclaró que se trató de un cliente que atendió de forma particular.

En el 2017, Elisa Carrió denunció a Gaincerain por supuesto lavado de dinero, porque aparecía como presidente de una empresa offshore llamada Katsu Trading S.A. creada en Panamá en 2013.

Al parecer, el contador tomó el control de la empresa el 15 de marzo de 2013, pero la compañía nunca había sido declarada en sus Declaraciones Juradas. 

Paralelamente Gaincerain  fue empleado de la empresa PTP Warrant SA, dedicada a operaciones portuarias, almacenamiento y transporte pluvial.

Además Gaincerain fue mencionado en el escándalo de los cuadernos al ser sospechado de recibir coimas en el marco de una licitación por obras en el Riachuelo.

GRB


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4 claves del Estudiantes campeón de la Copa de la Liga

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El equipo de Eduardo Domínguez volvió a festejar gracias a varios puntos muy altos, sobre todo en defensa, y se aseguró estar en la Libertadores 2025. La Copa de la Liga, un torneo cada vez más interesante.

Por Cristian Dellocchio

Tantas veces vilipendiada, la Copa de la Liga terminó dejando emociones por doquier. Desde una hiperactiva última fecha de la fase de grupos, pasando por unos cuartos de final liderados por el Boca vs. River y unas semis definidas con los siempre bien recibidos -por los espectadores neutrales- penales. Pero la emoción más grande fue propiedad de Estudiantes de La Plata, que se consagró campeón luego de vencer por penales a Vélez en una gran final disputada este domingo por la tarde en Santiago del Estero.

Fue empate 1 a 1 en los 90 -goles de Eros Mancuso y el casi debutante Alejo Sarco- y 0 a 0 en el alargue, con lo que la cosa se tuvo que resolver en los penales (4 a 3), terreno donde Matías Mansilla se erigió como gran figura al detener tres de los seis tiros velezanos. Su colega rival, Tomás Marchiori, se anotó dos atajadones pero fueron insuficientes para rescatar a sus compañeros, muchos de ellos pibes que merecieron llevarse algo más que el reconocimiento de los hinchas presentes en el Madre de Ciudades, tanto propios como ajenos. Aquí, algunas claves de por qué Estudiantes se llevó este partidazo.

La dupla Lollo-Romero

A Estudiantes lo desbordaron mucho por las bandas y si eso no paso a mayores fue gracias a la tarea de su dupla central. El veterano Luciano Lollo (37 pirulos) y el cada vez más prometedor Zaid Romero (25) sostuvieron la resistencia pincha, aún cuando Mansilla tambaleó con un blooper que el central zurdo terminó reventando al córner contra su arco, arriesgando el gol en contra.

El exGodoy Cruz incluso generó el clásico «Estudión, Estudión» (o «Estudián, Estudián») en las tribunas cuando recuperó y avanzó con pelota dominada hasta pasar mitad de cancha medio que a los tumbos, pero ganando un lateral. Lollo y Romero compartieron zaga en siete partidos este año y sufrieron apenas tres goles.

Saber pegar

Aunque pareció un tanto exagerada la roja directa a Damián Fernández, el central quedó expuesto por dejar a los suyos con uno menos en una jugada intrascendente (un forcejeo con Cetré lejos del área). Por el contrario, Gastón Benedetti quedará muy bien parado en el recuerdo platense por hacer uso de la ley de último hombre cuando Pizzini se iba solo para el 2-1 de Vélez. Expulsión al lateral, negoción pincha.

Más intuición, menos machete

Mansilla ya había lucido su «machete» ante las cámaras luego del triunfo ante Boca. Y esta vez volvió a hacerse presente esa hoja impresa a color, a la vista de todos, casi que exageradamente. Juego psicológico o trabajo de estudio, el «machete» terminó siendo más televisivo que otra cosa dado que varios de los pateadores de Vélez eran pibes con poca experiencia en Primera, como luego reconoció el arquero. Al fin y al cabo, prevalecieron sus instintos.

Suerte de la buena

Por repetido no deja de ser cierto: para ser campeón hay que tener suerte. Vélez hizo todo el gasto en ataque, fue dominador de principio a fin, tuvo en Thiago Fernández al mejor jugador del partido y, sin embargo, se fue con las manos vacías. En parte porque sintió la ausencia de su goleador, Braian Romero (seis de los 16 goles del equipo en 16 partidos). Y en otra porque Estudiantes aguantó y, en la primera que tuvo, la mandó a guardar de la mano de Mancuso. El interesantísimo Sarco -cuarto partido en Primera- quiso ponerle justicia al resultado pero, como contra Boca, el Pincha fue inteligente y llevó la historia hasta los penales, terreno donde fue mejor que sus rivales para festejar nada menos que su segundo título en unos pocos meses de la mano de Eduardo Domínguez (Copa Argentina en diciembre pasado).


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