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La pobreza llegó al 40,6% en la primera mitad del año y alcanzó a 18,8 millones de personas en todo el país

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El Indec dio a conocer la cifra de la primera mitad de este año; en el mismo período del 2020 había llegado al 40,9%; en tanto, la indigencia fue del 10,7 por ciento en la primera parte de 2021

La pobreza fue del 40,6% en el primer semestre del año, mientras que la indigencia alcanzó al 10,7% de la población, según publicó este jueves el el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). De esta manera, casi 19 millones de personas son considerados pobres por no poder cubrir el costo de la canasta básica total.

La pobreza abarcó a 18,8 millones de habitantes y la indigencia a casi 5 millones, según la proyección al total país de 46,4 millones de personas de la Encuesta Permanente de Hogares en 31 aglomerados urbanos con una población de 28,9 millones de personas.

Un año antes, en el primer semestre del 2020, la pobreza había sido del 40,9% en el primer semestre del año, lo que implicó que unos 18,5 millones de personas en todo el país no lograran cumplir con sus necesidades básicas; a su vez, la indigencia trepó entonces al 10,5%, equivalente a 4,8 millones de personas.

La pobreza abarcó a 18,8 millones de habitantes y la indigencia a casi 5 millones, según la proyección al total país de 46,4 millones de personas de la Encuesta Permanente de Hogares en 31 aglomerados urbanos con una población de 28,9 millones de personas

El resultado del principal indicador social estuvo muy cerca del que había marcado el organismo estadístico para el primer semestre de 2020, en que los índices de pobreza e indigencia treparon desde el 35,5% con que terminó el 2019 a 40,9% por el impacto inicial de la pandemia y las medidas de aislamiento social en la economía y en los ingresos de los hogares.

En la comparación más inmediata, el segundo semestre de 2020 había terminado con un índice de pobreza de 42%, mientras que la indigencia trepó al 10,4%, el nivel más alto desde 2004. Según los expertos, la falta de recuperación real de los puestos de trabajo y del poder de compra de los salarios evitó que los números de la pobreza muestren una mejoría relevante en los últimos meses, en que el Gobierno celebró una recuperación económica.

Una de las razones que explica la persistencia de la pobreza es que la carrera entre los salarios y los precios fue, en la primera mitad del año -hasta donde tiene alcance el relevamiento del Indec- por algunos puntos porcentuales favorable al IPC (o desfavorable a los ingresos de los hogares), aunque al observar la composición del mercado laboral se ve una enorme disparidad entre sectores, y entre los registrados y los no registrados.

En ese sentido, los más vulnerables fueron los empleados informales. Según los últimos datos oficiales, este segmento de mercado laboral es, por lejos, el más perjudicado. Hacia junio acumulaba casi 12 puntos porcentuales de desventaja contra el ritmo de suba de precios, mientras los ingresos habían aumentado en promedio 13,8%, la inflación acumulada hasta ese momento había sido de 25,3 por ciento.

En ese sentido, el Indec marcó en el informe de este jueves que la brecha de pobreza, es decir la distancia monetaria que hay entre los ingresos promedio de un hogar pobre (37.803 pesos) es un 40% inferior al dinero que necesitaría para cubrir el costo de la canasta básica, de $62.989. Para el caso de la indigencia, esa brecha es levemente menor (37,7%) ya que una familia indigente tiene en promedio un haber de $16.741 mientras requirió $26.875 para acceder a la canasta alimentaria.

Los informes locales sobre la evolución de la pobreza que realiza el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires había referido a que la pobreza pasó en los últimos meses a estar más explicado por el desplome del poder de compra de los salarios de algunos sectores del mercado laboral antes que por la falta de empleo, que fue más característico de los primeros meses de la pandemia.

“El aumento de precios resulta mayor, por lo que se observa un deterioro en las condiciones de vida medidas por el ingreso, que ya presentaban altos niveles de pobreza (y en particular, de indigencia) en el primer trimestre de 2020, cuando los efectos del ASPO aún no habían aparecido”, aseguró el informe del Gobierno porteño


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Ida y vuelta de los aumentos en mayo

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El Gobierno postergó subas de luz, gas e impuesto a los combustibles para amortiguar otros aumentos. Colectivos y subtes, en espera.


Por Mara Pedrazzoli

Entre varias idas y vueltas respecto a los aumentos de precios liberados (y regulados) por el Gobierno, los incrementos programados para mayo impactarán directamente sobre consumos esenciales como combustibles, transporte, el servicio de internet y comunicación, colegios privados en el Área Metropolitana de Buenos Aires (Amba) y alquileres. Se suman a los amplicados entre enero y abril, de modo que inclusive en el caso de las subas postergadas –como en luz, gas y algunas prepagas-, la comparación contra las tarifas en igual mes del año anterior todavía superan a la inflación general. Según el Indec, el aumento en los precios “regulados” acumulado en el primer trimestre del año fue del 81 por ciento interanual, mientras el nivel general de inflación ascendió a 51 por ciento.

Para empezar, en la mañana del miércoles 1 de mayo las petrolerassubieron el valor de los combustibles entre 4 y 5 por ciento. Un ajuste que obedeció al incremento en los costos por la suba del dólar -topeada por el Gobierno en 2 por ciento mensual- y a la recomposición para alcanzar niveles cercanos a la “paridad de exportación”, hoy unos 20 dólares arriba de los precios internos. En principio, los combustibles iban a subir casi 10 por ciento en mayo, dado el traslado por la corrección de los Impuestos a los Combustibles Líquidos (ICL), que fue suspendida hasta junio por el Gobierno por una decisión de último momento. Las estimaciones del Instituto Argentino de Análisis Fiscal evidenciaban que este ajuste del ICL hubiera sido más alto pues correspondía aplicar los precios del cuarto trimestre del año pasado, que habían rebotado debido a la devaluación de diciembre.

Así, el aumento aplicado inicialmente por YPF estuvo por debajo de las remarcaciones promedio de marzo y abril del 6 por ciento mensual. En mayo, la nafta súper en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) pasó de 837 a unos 870 pesos, mientras la nafta premium avanzó de 1.033 a 1.074 pesos. Mientras el gasoil común dejó de costar 883 para pasar a venderse a un valor cercano a 918 pesos, y el gasoil premium avanzó de 1.123 a 1.167 pesos, considerando los valores más económicos del mercado. Tomando como ejemplo CABA, en los últimos doce meses el precio del litro de nafta súper pasó de 163,10 a 744 pesos, con lo que registró un incremento total del 356 por ciento en el período.

En el caso de los servicios públicos de luz y de gas, a partir de este miércoles debía regir la indexación mensual atada a la inflación que estipulaba la nueva fórmula sancionada por el Gobierno. Sin embargo, hasta el martes a la noche los entes reguladores, Enre y Enargas, no habían recibido la información correspondiente a los nuevos cuadros tarifarios. Ante la sorpresa de las empresas del sector, el Gobierno decidió pisar los ajustes que involucraban subas de entre 10 y 12 por ciento para las distribuidoras de energía eléctrica y gas y para las transportistas de gas. Dichos aumentos representaban un incremento cercano al 5 por ciento en las facturas finales de los servicios que el oficialismo prefirió evitar. Igualmente, desde enero acumulan un alza del 150 y 450 por ciento, respectivamente.

En un nuevo traspiés heterodoxo del ministro de Economía, Luis Caputo, decidió mantener las tarifas pisadas al menos un mes para ayudar a la desaceleración inflacionaria. La regulación de los servicios esenciales comenzó a ser entendida por el oficialismo desde una lógica menos simplista y dogmática de lo que intrepreta sobre la inflación, como un fenómeno exclusivamente monetario.En la mañana del miércoles 1 de mayo, el ministro escribió en su cuenta en la red X: “Estamos cómodos en lo fiscal, priorizamos bajar la inflación y no cargar más con gastos de momento a la clase media”, para explicar las postergaciones de los aumentos, con lo cual también reconoció que dejar de emitir para cubrir el déficit no condujo a la estabilidad de precios como había asegurado. Ahora necesita detener la suba de tarifas.

El congelamiento del ICL, de los aumentos en la luz y el gas, sumados a la exigencia de rebaja en las cuotas de siete medicinas prepagas deben leerse como un llamado de atención dentro de la propia lógica del Gobierno. Las idas y vueltas en materia de liberalización de precios minan el discurso libertario y su apoyo social ante la inmanente erosión en el poder adquisitivo de los salarios. 

El Gobierno ya había suspendido la aplicación de una fórmula indexatoria en su debut con la tarifa de los colectivos y trenes en el Amba durante abril. Ahora en mayo es una incógnita qué pasará con los colectivos ante la amenaza de un paro de choferes este jueves. Los colectivos ya sufrieron un alza del 29 por ciento en febrero.

En tanto, el próximo 6 de mayo sí subirá un 54 por ciento el boleto de tren en el Amba. El esquema tarifario para los servicios que incluyen las líneas Sarmiento, Roca, Mitre, San Martín, Belgrano Sur, Belgrano Norte, Urquiza y Tren de la Costa quedará de la siguiente manera: con tarjeta SUBE registrada en la primera sección valdrá 200 pesos, en la segunda 260 pesos y en la tercera 320 pesos, mientras con tarjeta sin registrara costará el doble, y algo menos de la mitad con la tarifa social.

En el caso del boleto de subte, se espera un aumento del 359 por ciento, pues pasará de 125 a 574 pesos aunque se desconoce a partir de qué fecha concreta del mes por cuestiones administrativas. El Gobierno porteño demoró la publicación de la medida en el Boletín Oficial y aún no confirmó cuándo lo hará, con lo cual también se desconoce si luego se aplicará el segundo incremento previsto para el 15 de mayo, que lleva el pasaje a 667 pesos. El siguiente incremento estaba anunciado para el 1 de junio, hasta los 757 pesos.

Asimismo, los colegios privados bonaerenses aplicarán un incremento del 6,7 por ciento en sus cuotas, con variaciones dependiendo del nivel educativo y la subvención estatal. Los jardines con 100 por ciento de aporte costarán hasta 17.500 pesos, mientras la secundaria con subsidio del 40 por ciento hasta 102.500 pesos.

También las tarifas de internet, cable y telefonía sufrirán un ajuste que oscilará entre el 10 y el 20 por ciento dependiendo del proveedor y el tipo de servicio contratado. Y por último, los alquileres que quedaron dentro de la Ley de Contratos de Locación tendrán un incremento del 221 por ciento mientras aquellos firmados después de la derogación tendrán un ajuste “según el mercado” y las condiciones particulares de cada caso.


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