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500 piquetes para reclamar alimentos en todo el país

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En unidad, organizaciones sociales de todo el arco político se manifestaron exigiendo alimentos para los comedores populares. La movilización principal tuvo lugar en Avellaneda. Las fuerzas de seguridad reprimieron a manifestantes, veedores y periodistas.
Laura Vales

Por Laura Vales

Fue el reclamo de alimentos más masivo desde que asumió Javier Milei -que los está habiendo todas las semanas- y el Gobierno respondió con represión: gases, palos y balas de goma contra los manifestantes, con un ensañamiento especial contra los movileros y fotógrafos que registraban los hechos. Convocados por organizaciones sociales del peronismo, la izquiera e independientes, hubo 500 cortes y movilizaciones en todo el país durante este lunes. El principal tuvo como escenario Avellaneda, donde la concentración fue muy numerosa y ocupó 500 metros sobre la avenida Mitre, desde la plaza Alsina hasta una cuadra antes del Puente Pueyrredón. Cuando los manifestantes quisieron avanzar para cortarlo, empezaron los gases. La protesta no llegó a interrumpir el acceso a la Ciudad de Buenos Aires, pero se reagrupó y permaneció en sus inmediaciones durante tres horas. También se sostuvieron los piquetes en Puente Saavedra, Liniers, La Matanza y la Autopista Buenos Aires-La Plata.

La jornada de piquetes desafió el protocolo antiprotestas de Patricia Bullrich. Después de tres meses de realizar, sin ninguna respuesta, manifestaciones en la vereda -con sus variantes, como la fila en el Ministerio de Capital Humano, las ollas populares frente a la residencia de Olivos, o en la plazoleta del Obelisco-, las organizaciones sociales decidieron tensar la cuerda. Está subiendo la temperatura del conflicto callejero.   

Decirlo es fácil. Entender qué significa no es tan obvio: hay que recorrer las columnas, preguntar a los manifestantes para medir qué viene ocurriendo. Porque el show para los medios y redes (la espectacularidad del despliegue policial, las imágenes de los forcejeos, el gas pimienta cruzando el aire) es una cosa, pero el pulso de los que tienen que juntarse y aguantar lo que venga es otra.

Con miedo

Los movimientos sociales llegaron a esta jornada unidos: los peronistas, agrupados en la UTEP y organizaciones kirchneristas, los de la izquierda (como el Polo Obrero) y el sector independiente (como la Coordinadora de Organizaciones en Lucha) están saliendo juntos a la calle, cosa que no se veía desde fines de los ‘90.

Paola, del MTE, llegó a la marcha con un grupo de Villa Domínico. “Costó venir, movilizar, porque las compañeras tienen miedo. El miedo es sobre todo a que les saquen el Potenciar Trabajo por marchar”, contó. Para la movida de este lunes, sintieron que no les quedaba otra que salir, porque en los merenderos les faltan alimentos; como se sabe, la gestión de la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, cortó los envíos a las organizaciones. Debido al ajuste brutal en los ingresos de los sectores populares, muchos más vecinos se acercan a los comedores para pedir una vianda, pero es poco lo que hay para repartir. Un comentario repetido, por ejemplo, fue que sólo hacen una comida al día.

Las bajas en Potenciar resultan imprevisibles y funcionan como una estrategia de disuasión incluso más efectiva que la policial, porque opera por debajo y de manera invisible. Cuanto más arbitrarias son, más disciplinadoras se vuelven. “De golpe, a las compañeras les aparecen incompatibilidades que no existen, o les dan de baja porque cobran un Suaf” (una asignación familiar por embargo cuando el padre de sus hijos no pasa alimentos), contó la entrevistada.

Apuntó también: “Nosotros no estábamos acostumbrados a marchar. En los últimos años salíamos en apoyo a un proyecto de ley, por ejemplo, pero ahora hay que salir a pelear, y no es lo mismo”. Es sobre ese panorama cuesta arriba que las protestas de las organizaciones sociales, unificadas contra las políticas del gobierno Milei, vienen creciendo en articulación y haciéndose más numerosas y arriesgadas.    

Para la guerra  

En cuanto la cabecera de la columna llegó al primer cordón policial hubo choques, palos y gases. El operativo de seguridad desplegó a la Policía Federal, la Prefectura y la Gendarmería, que hicieron varios cordones sobre la Avenida Mitre para impedir el corte del puente. En una de las esquinas también se instaló a la división canes, con sus perros. La polícia motorizada hizo rugir sus motos y los camiones hidrantes se ubicaron detrás de la primera línea: es decir, fue el tipo de operativo con efectivos armados como para una guerra.

Cuando la Prefectura tiró sobre los que intentaron pechar para llegar al puente (en ese avance también volaron piedras), hubo disparos con postas de goma contra la multitud

A Atilio Vera, de la Corriente Eva Perón, uno de esos disparos le dio en la cabeza y terminó en el hospital. “Me tiraron desde muy cerca, habrá sido de cuatro metros, y el perdigón se me incrustó”, contó a Página/12 desde la sala donde fue atendido.

Hacia atrás de donde estaba él -recordemos los 500 metros de manifestantes sobre la Avenida Mitre-, la represión provocó corridas y avalanchas. Y es que la mayoría de quienes hoy integran los movimientos sociales no tienen en su experiencia este tipo de represiones, tan típicas del 2001. Por ejemplo, no han incorporado que no hay que correr, sino alejarse caminando. Muchas mujeres habían llevado a sus chicos al reclamo, y cuando escucharon los estampidos de la represión los sacaron como pudieron.

Al rato de la primera tanda de gases, parte de la gente se reagrupó. La cabecera de la marcha cambió de composición y pasó a tener más adultos, más varones, ningún niño. Un porcentaje de los que habían corrido volvieron y se quedaron en calles perpendiculares a Mitre para bancar la protesta desde lugares que les resultaban más seguros.

Contra la prensa

Camarógrafos, movileros y fotógrafos fueron  gaseados y en algunos casos golpeados. El gas que están utilizando las fuerzas de seguridad en las represiones produce quemaduras en la piel. Carlos Ferrara, cronista de IP y Canal 9, debió ser auxiliado para poder salir del lugar, con la cara y el torso ardiendo. Al equipo móvil de A24 la Prefectura lo arrinconó contra un kiosco de revistas, donde los rociaron con gas y los patearon. Concretamente, varios afectados relataron que, aprovechando el tumulto, los efectivos les tiraban gas a la cara: el objetivo evidente es que no filmen la represión, como ya se vio en las protestas frente al Congreso de este verano. 

Otro de los gaseados fue Roberto Cipriano García, secretario ejecutivo de la Comisión Provincial por la Memoria, que estaba identificado con un chaleco de la CPM (que dice en letras mayúsculas «Derechos Humanos») y monitoreaba el operativo junto a otros integrantes de ese organismo. García contó que la Prefectura le apuntó directo a los ojos, para imposibilitar su trabajo. 

El acto

Entre los manifestantes había trabajadores de las cooperativas que hacían urbanización de los barrios populares y obras para Aysa, otra de las políticas recortadas por el gobierno de Milei. Cara, de una cooperativa de Almirante Brown, contó que Aysa les debe tres meses de salarios. Su cooperativa no se desarmó todavía, pero tampoco está activa. Sus integrantes buscan changas o cirujean para sobrevivir. «Nos quitaron el financiamiento incluso siendo del sector que dejó de cobrar planes para, como dice el Gobierno, ‘tener un trabajo'», apunta Cara. Hace ya 14 años que ella hace obras de agua potable y, como el resto de la cooperativa, se capacitó: es instaladora de redes de agua y cloacas. Pero para la nueva administración, son gente que no trabaja. 

La protesta tuvo su acto, sobre el acoplado de un camión. Los dirigentes informaron que las dos personas detenidas en un corte de Puente Saavedra habían recuperado la libertad, aunque aún aguardaban la liberación de otra en Santiago del Estero.  

Desde el palco, Eduardo Belliboni aseguró que Milei y Pettovello «mienten cuando dicen que están monitoreando los comedores y que el que se inscribe tiene comida. Eso es totalmente falso, son unos mentirosos y unos chorros», acusó. El titular del Polo Obrero añadió que el Presidente «ni siquiera se ocupa de averiguar si lo que dice es verdad: ha dicho que nos dan fondos para comprar alimentos premiun y que nosotros compramos alimentos de tercera, cuando a los alimentos los compra el Estado, no nosotros. Son cinco millones de kilos, pero hace tres meses que los comedores no reciben ni un paquete de arroz».  

El secretario general de la UTEP, Alejandro «Peluca» Gramajo, cerró la jornada. «Nos preocupa fuertemente cómo el Gobierno tiene la determinación de armar estos operativos mientras los narcotraficantes se ríen, se burlan e intentan reclutar a nuestros pibes para vender falopa en los barrios. Están acá, reprimiendo, en vez de estar atendiendo los problemas que tienen que atender». «¿Qué exigimos? Alimentos para los comedores, políticas sociolaborales para paliar la crisis económica». 

La próxima medida del plan de lucha en reclamo de alimentos para los comedores será definida en la semana. Los movimientos sociales anticiparon, mientras tanto, que se sumarán a la marcha del 24 de marzo.


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El futuro de la energía atómica: renuncias, desfinanciamiento y deudas millonarias

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La CNEA tiene parados sus proyectos principales y acumula deudas millonarias. Los despidos ya llegan a 570. Paro y protestas de la Uocra. La voz de la presidenta saliente, Adriana Serquis.

Pablo Esteban

Por Pablo Esteban

En medio del brutal ajuste en el sector nuclear, el gobierno finalmente aceptó la renuncia que Adriana Serquis había presentado el 10 de diciembre y, mediante un decreto, determinó que Germán Lavalle y Luis Rovere asumieran como presidente y vicepresidente de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).  La funcionaria saliente había denunciado la falta de fondos para continuar con obras claves como el Carem y el RA-10 –dos reactores nucleares que se construyen desde 2014 y 2016, y que en poco tiempo podían estar listos–, así como también alertó por la acumulación de una deuda millonaria con las compañías subcontratistas que contribuían a la fabricación de las tecnologías. Representa toda una incógnita el futuro de la institución a partir del cambio de timón y el recambio de autoridades, que se produce mientras la motosierra trabaja a pleno: los dos proyectos están paralizados y en torno al Carem los despidos ya están por llegar a los 570, según denunció la Uocra, que mantiene en Zárate una huelga por tiempo indeterminado. Esta semana, hubo marchas y cortes de ruta en esa ciudad en reclamo de la continuidad de los trabajos.  

Más allá de las dudas, Serquis aventura sus propias proyecciones a partir de las conversaciones sostenidas con los nuevos gestores. “Me dijeron que el RA-10 lo van a tratar de sacar adelante sí o sí, porque le falta poquito. La mayor duda está con el Carem, con el que quieren hacer una revisión integral con auditores externos”. Y completa: “Veo difícil que puedan destrabar el conflicto presupuestario, ellos dicen que van a intentar resolverlo. Nosotros les comunicamos la urgencia y la necesidad de fondos para cada uno de los proyectos. La institución a partir de junio no va a poder funcionar, eso está claro”.

La situación de la CNEA, el organismo rector de la energía nuclear en el país, es conflictiva por varios motivos: en los últimos meses contrajo deudas millonarias con los contratistas que trabajan en la puesta en marcha de los reactores (en el caso del Carem, por ejemplo, acumula una suma de 7 mil millones de pesos), despidos de trabajadores implicados en líneas de trabajo que están suspendidas por el momento (principalmente de Nucleoeléctrica Argentina Sociedad Anónima, una de las principales contratistas) y cerebros que ya se fugan ante la imposibilidad de condiciones de trabajo adecuadas. El gobierno no envía los fondos necesarios y ello sirve como detonante para empujar a la Comisión al borde del abismo.

Finalmente, el presidente Milei le aceptó la renuncia a Serquis y luego de la transición asumieron los nuevos nombres. La doctora en Física y además Investigadora Principal del Conicet lo relata de este modo: “Hace un par de semanas vengo trabajando con esta gente. Me había comprometido a hacer una transición razonable y lo hice. El secretario de Energía me pidió que me pusiera en contacto con Germán Lavalle, que también realizó reuniones con los gerentes de área de nuestra institución. Como vicepresidente lo acompaña Luis Rovere. Ambos son ingenieros nucleares y egresados del Instituto Balseiro”, comenta quien a partir de la semana que viene volverá a estar al frente del Instituto de Nanociencia y nanotecnología del Conicet.

Los que entran y los que salen

Consultada por este diario, Serquis brinda un detalle de la trayectoria de las autoridades designadas. “En los 90’s, Lavalle fue gerente de institucionales en el momento en que la CNEA perdió el control de las centrales nucleares, cuando fueron a parar a Nucleoeléctrica Argentina Sociedad Anónima. En el 2000 se fue de la institución con un retiro voluntario que le ofreció el gobierno de la Alianza”. Lavalle, según cuenta la expresidenta, se autoasume con un perfil “más técnico que político”. A menudo, se utiliza tal caracterización cuando se busca dotar de legitimidad el rol experto en detrimento del ideológico; como si la ciencia y la política podrían pensarse como dos campos autónomos. Rovere, por su parte, es ingeniero nuclear y es gerente del Centro de Medicina Intecnus, una institución sanitaria reconocida en Bariloche. “Las nuevas autoridades tratarán de poner nuevos gerentes de las gestiones anteriores. Por ahora, no vi en carpeta a ninguna mujer en su equipo de trabajo y no tengo idea si sacarán a las que ahora están a cargo. Estoy preocupada, la verdad”.

Lavalle y Rovere reemplazan a Adriana Serquis y a Diego Hurtado, que había presentado su renuncia el 9 de diciembre cuando Alberto Fernández aún era el presidente. Serquis se destacó en su rol por conducir iniciativas relevantes como los reactores nucleares Carem y el RA 10, desarrollos que están en etapas muy avanzadas de diseño y que podrían ser fundamentales para el ingreso de miles de millones de dólares al país si en el futuro inmediato consiguieran finalizarse. Tecnologías que, de hecho, podrían colocar a Argentina a la vanguardia de la energía nuclear.

Asimismo, Serquis tuvo un rol fundamental al democratizar las condiciones de acceso y participación de las mujeres en la gestión de la energía nuclear. También se destacó por un relato muy activo en pos de cambiar la percepción social con respecto a la materia. En cada intervención pública, trató de narrar las ventajas que tiene la energía nuclear en relación a otras energías e intentó desestigmatizar una fuente que históricamente estuvo marcada por desastres como Chernobil y Fukushima. También, sus colegas detallan su énfasis en promover el conocimiento local como vía hacia la soberanía: se forman científicos y científicas en instituciones públicas y luego le devuelven al Estado esta educación de excelencia a través del diseño de tecnologías autóctonas que, en última instancia, permiten el ingreso de divisas al país.

Casi listos, casi paralizados

El Carem es el primer reactor de potencia baja y media, diseñado y desarrollado 100 por ciento en Argentina. Su puesta en marcha podría ser clave para el abastecimiento eléctrico en zonas alejadas de centros urbanos y en parques fabriles, así como también para objetivos diversos que serán cruciales en los próximos años, como la desalinización del agua de mar y la producción de hidrógeno. Por su parte, el RA 10 servirá, entre otras cosas, para abastecer de radioisótopos a todos los centros de medicina nuclear del país; insumos fundamentales para el diagnóstico y el tratamiento de cáncer.

Las aplicaciones en salud, industria, ciencia y tecnología son infinitas para estas dos tecnologías de primer nivel internacional que, según las proyecciones y si el ritmo no se hubiese ralentizado por falta de financiamiento, deberían haber estado listos para 2025 (RA-10) y 2028 (Carem). Para tener referencia, el proyecto Carem ya lleva invertidos 650 millones de dólares y requeriría de una partida de 200 millones más para concluir; cuando un proyecto de la misma envergadura en Estados Unidos cuesta 1400 millones de dólares. En relación a las ganancias que se podrían obtener, la venta de un reactor de la magnitud del Carem podría significar un ingreso de 4 mil millones de dólares; mientras que el RA-10, de ponerse en marcha, podría significar ingresos de 90 millones de dólares al año.

Las potencialidades de ambas iniciativas son innegables. Sin embargo, por el momento, la inercia parece estar frenada hasta nuevo aviso. Para los tiempos que maneja la ciencia ya están casi listos, pero por una decisión política están prácticamente paralizados. 

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