INFO. GENERAL
1° Encuentro Internacional de Jubilados y Pensionados en Buenos Aires

Comenzó en la capital argentina el 1° Encuentro Internacional de Jubilados y Pensionados organizado por la CLATE, junto al Centro Nacional de Jubilados y Pensionados (CNJyP) de ATE.
Con la presencia de jubilados y jubiladas de Argentina y de distintos países de la Región, se llevó a cabo esta mañana en el hotel «27 de Junio» de la Asociación Trabajadores del Estado (ATE) la apertura de este importante encuentro internacional, que se desarrolla en Buenos Aires del 18 al 21 de septiembre.

Las palabras de apertura estuvieron a cargo de Julio Fuentes, presidente de la CLATE, quien propuso la creación de comités mixtos a nivel continental, para discutir la previsión social en todos los países donde la Confederación está presente. «El objetivo es que distintas fuerzas y sectores sociales, intelectuales, dirigentes sindicales, se sumen a estos comités, que nos permitan debatir y construir una opinión favorable a un sistema de jubilación que sea sustentable en el tiempo y que, además, recaude lo suficiente para pagar jubilaciones dignas«, explicó.

«Para darle a los pobres hay que sacarle a los ricos, no hay otra forma. No podemos pensar que el sistema previsional va a funcionar solo a partir de los aportes personales de los trabajadores y las contribuciones patronales. Se van a necesitar otros recursos para sostener un sistema que funcione. De ahí la importancia de este intercambio, para poder conocer cómo funcionan los sistemas previsionales de cada país», agregó Fuentes.

Por su parte, la secretaria general adjunta de ATE, Mercedes Cabezas, transmitió el saludo del secretario general del gremio, Rodolfo Aguiar, y afirmó: «En Argentina se intenta legalizar la precarización laboral, y eso atenta también contra el sistema jubilatorio. Nuestro país se ha convertido en un laboratorio que, si funciona, probablemente irradie a los países de Latinoamerica y el Caribe. Por eso tiene tanta importancia este encuentro. Para poder abrazarnos, intercambiar y construir una política rodeada de respeto, que nos va a permitir no solo en Argentina frenar estes ajuste contra los jubilados, sino también construir esa mirada de Patria Grande latinoamericana que necesitamos para no terminar convirtiéndonos en colonias«.

Informe político
El informe político estuvo a cargo de la presidenta del Centro Nacional de Jubilados y Pensionados (CNJyP) de ATE, Noelia Guzmán, quien expresó: «Que este encuentro sirva para repensar nuevas formas de garantizar nuestros derechos fundamentales, con el único fin de asegurar a todos los trabajadores condiciones de vida dignas que nos proteja frente a los riesgos de la vejez, la incapacidad, la muerte, los accidentes de trabajo, prestaciones familiares, la vivienda y la salud».

Y añadió: «Este encuentro nos permitirá discutir fraternalmente, entender las distintas problemáticas que nos atraviesan, sacar propuestas comunes que se puedan implementar en cada uno de nuestros países, para extender este intercambio con miles de compañeros de toda nuestra América.
Situación de Argentina
A continuación, el abogado previsional Horacio González expuso sobre las distintas etapas y reformas que vivió el sistema previsional argentino. Y destacó: «No puede haber un sistema público de reparto que no se sostenga sin una financiación tripartita, que implica la participación, no solamente del salario del trabajador, sino también del Estado a través de impuestos directos e impuestos específicos a través de los cuales se pueda sostener un sistema, que además tiene como objetivo garantizar la seguridad social como un derecho humano».

A su turno, el economista y político argentino Claudio Lozano dio un breve informe sobre la política económica del gobierno de Javier Milei, que solo afecta a los trabajadores y a los jubilados y beneficia a los grupos empresarios. «El sistema previsional para ellos no existe como una responsabilidad del Estado, como tampoco la salud y la educación. Y dicen, con toda claridad: esto lo tiene que resolver el mercado, abriendo claramente la puerta para que retorne la lógica del sistema de capitalización en la Argentina en materia previsional», señaló.

Este debate estuvo coordinado por César Baliña, secretario de Previsión Social de la CLATE y vocal de ATE.
Acto inaugural
La inauguración del encuentro se llevó a cabo este miércoles por la tarde en el Centro Zamorano, ubicado en el barrio porteño de San Cristobal, y contó con la participación de dirigentes sindicales, autoridades locales y las distintas delegaciones de jubilados y jubiladas de la Región. Las palabras de bienvenida estuvieron a cargo de Noelia Guzmán, presidenta del CNJyP de la ATE, y Julio Fuentes, presidente de la CLATE.

También estuvo presente la diputada Nacional argentina, Gisela Marziotta, quien entregó a este importante encuentro internacional de jubilados y pensionados una declaración de interés, «por el aporte invalorable que hará al análisis y búsqueda de soluciones de la delicada situación que viven los trabajadores, activos o jubilados, por la crisis económica y los recortes en el sistema previsional.

Asistieron y dieron su saludo, además, la diputada por la provincia argentina de Córdoba, Gabriela Brouwer de Koning; el secretario general de la CTA-Autónoma, Hugo Godoy; y la secretaria general adjunta de ATE, Mercedes Cabezas. En nombre de las delegaciones de jubilados, habló Juan Carlos González, representante de la Asociación de Jubilados y Pensionados Municipales de Montevideo (AJUPEMM).
Delegaciones presentes
Participan del encuentro, los siguientes representantes de jubilados y pensionados de la Región: Sergio Michelson Jofre y Elizabeth Triviño Barrientos (ANJUVI-MOP, Chile); Juan Carlos González y Enrique Sánchez (AJUPEMM, Uruguay); Victor Manuel Escobar Moreno y Héctor William Hernández Rojas (SINALTRALIC, Colombia); Luigi Bazzano (COFE, Uruguay); Delis Villalba (UNTE-SN, Paraguay).
También está presente una importante delegación proveniente de los centros de jubilados y pensionados de las provincias argentintas, integradas por: Juan Pablo Neto (Río Turbio, provincia de Santa Cruz); María Teresa Romero (Córdoba); Mónica Barrientos (Mendoza); Juana Ávalos (Entre Ríos); Julio César Arguello (Palpalá, Jujuy); Graciela Iturraspe (Mar del Plata) Beatriz Mendoza (Pcia de Bs As); Noemi Torres (Ciudad de Buenos Aires); Luis Méndez (Concepción del Uruguay); Adolfo González y Miguel Amigorena (Ensenada); Leonarda Correa (Corrientes); Belkis Vila (Santa Fe) y Mauricio Cacciatore (Neuquén)
En el encuentro, se hizo entrega de la siguiente publicación sobre «Desigualdades, exclusión y crisis de sustentabilidad en los sistemas previsionales de América Latina y el Caribe», elaborada por la CLATE en conjunto con CLACSO.
INFO. GENERAL
Francisco, el papa latinoamericano para el mundo

Murió a los 88 años. Se proyectó como estadista y líder mundial. Nunca perdió su sencillez, predicó a favor de los pobres y descartados, promovió el diálogo y criticó el modelo económico depredador y excluyente. Los cambios que hizo en la Iglesia y lo que dejó pendiente.
Francisco, el papa latinoamericano que “los cardenales fueron a buscar al fin del mundo” como él mismo lo afirmó, entra en la historia de la Iglesia Católica y de la humanidad como aquella persona que, ejerciendo un liderazgo firme, dentro y fuera de las fronteras institucionales, supo entender los desafíos de la sociedad, desde su lugar ensayó las respuestas a su alcance y, sobre todo, tuvo la capacidad de interpelar a propios y extraños con su mensaje profundamente humano.
De esta manera Jorge Bergoglio logró dejar huella en la vida de muchas personas, también en gran parte de quienes no lo reconocieron como su líder espiritual o religioso. En el escenario de un mundo contemporáneo atravesado por los conflictos y las guerras y, al mismo tiempo, carente de voces y de referentes que iluminen los senderos de la fraternidad entre las personas y los pueblos, Francisco marcó presencia.
Como componente esencial de su misión el Papa predicó y puso en práctica lo que él mismo denominó “la cultura del encuentro”. Porque, como lo escribió en su autobiografía recientemente publicada bajo el título “Esperanza”, “solo quien levanta puentes sabrá avanzar; el que levanta muros acabará apresado por los muros que él mismo ha construido. Ante todo quedará atrapado su corazón”.
Francisco: el hombre común
Se proyectó como estadista y líder mundial, sin perder la sencillez característica de la historia personal de este porteño (“dentro de mi alma me considero un hombre de ciudad”), el mayor de cinco hermanos nacidos todos en el barrio de Floresta en Buenos Aires, y que aún en el Vaticano siguió reconociéndose como “cuervo” por su afición a San Lorenzo. Sin embargo, cuando le anunciaron que en su regreso a la avenida La Plata el nuevo estadio podría llamarse “Papa Francisco” dijo claramente que “la idea no me entusiasma”.
La elección como Papa le cambió la vida a Jorge Bergoglio. Pero una vez convertido en Francisco hizo lo posible por mantener los rasgos de humanidad y de hombre común que hacían que en Buenos Aires, y ya siendo cardenal, siguiera viajando en subte para ir a su despacho en la curia porteña. “Me gusta caminar por la ciudad, en la calle aprendo” decía. Su nueva condición lo obligó a muchas restricciones, pero en lugar de habitar un palacio vaticano eligió vivir en la residencia Santa Marta, una especie de hotel religioso que recibe a obispos y sacerdotes que viajan a Roma por motivos eclesiásticos. Allí trasladó incluso muchas de sus audiencias, sobre todo cuando se encontraba con la gente más cercana por motivos personales o pastorales. Santa Marta fue su casa. Hasta allí le alcanzaron los zapatos “gomicuer” que pidió a sus amigos que le llevaran desde Buenos Aires tras descartar el calzado rojo que usaba su antecesor Benedicto XVI. También desde allí, o desde cualquier lugar del mundo donde estuviera de visita, cada domingo por la noche Francisco cumplía en llamar por teléfono a Buenos Aires a su hermana María Elena, la única sobreviviente de su familia. Ha dicho que no ver a su hermana es de los desprendimientos que más le costó.
Se reconocía como amante de la música y del tango. “La melancolía ha sido compañera una compañera de vida, aunque de manera no constante (…) ha formado parte de mi alma y es un sentimiento que me ha acompañado y que he aprendido a reconocer”.
Desde 1990, a raíz de una promesa religiosa, no volvió a mirar televisión y se mantenía informado por otros medios.
“Plan de gobierno”
La elección de Bergoglio como papa Francisco, que cambió la vida de la Iglesia Católica, también modificó profundamente la manera de relacionarse del catolicismo con la sociedad, en el mundo y en cada país y región.
Ni siquiera los más cercanos, aquellas y aquellos que conocían sus pensamientos y que habían seguido su trayectoria, habrían podido imaginar aquel 13 de marzo de 2013 el «plan de gobierno» que Jorge Bergoglio tenía en su mente cuando fue ungido como máxima autoridad de la Iglesia Católica. Quizás tampoco había pasado por su cabeza esa posibilidad a pesar de la experiencia acumulada en sus años como superior provincial de los jesuitas en Argentina (1973-1979), en plena dictadura militar, o en su tarea como obispo auxiliar (1992-1998) y luego como arzobispo de Buenos Aires (1998-2013).
No pocos sostienen que la vida de Bergoglio tuvo un vuelco fundamental por su participación en la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (Aparecida, Brasil, 2007) en la que el entonces arzobispo porteño recibió un baño de ”latinoamericaneidad” en su contacto con sus colegas obispos de la región y, en particular, con los de Brasil. Esto es lo que lo llevó a escribir en sus memorias que “mis raíces son también italianas, pero soy argentino y latinoamericano. En el gran cuerpo de la iglesia universal, donde todos los carismas ‘son una maravillosa riqueza de gracia’, esa iglesia continental tiene unas características de vivacidad especiales, unas notas, colores, matices que también constituyen una riqueza y que los documentos de las grandes asambleas de los episcopados latinoamericanos han manifestado”.
Hasta entonces el “porteño” Bergoglio, como buena parte de los argentinos, se había mantenido distante de América Latina. También en términos eclesiásticos por su cercanía a la “teología de la cultura” que aprendió de su maestro Juan Carlos Scanonne y más alejado de los teólogos de liberación como el peruano Gustavo Gutiérrez o el brasileño Leonardo Boff. Con ambos se encontró y se abrazó después una vez que estuvo en el Vaticano. Bergoglio se hizo latinoamericano en Aparecida. Y con ese bagaje llegó al consistorio que lo eligió Papa.
Pocos días antes de su muerte, la teóloga argentina Emilce Cuda, a quien el Papa llevó a Roma como una de sus más estrechas colaboradoras, fue enfática al señalar que la teología de Franscisco ha sido “la teología” a secas, rescatando las raíces del pensamiento cristiano a lo largo de la historia para ponerla a dialogar con los desafíos de la actualidad de la Iglesia y del mundo.
Referente mundial
El tiempo y sobre todo los gestos de Francisco fueron dejando en claro la propuesta y las huellas que el primer papa latinoamericano deseaba establecer como impronta a su gestión. Fue así que su primer viaje político-pastoral lo llevó hasta Lampedusa, para encontrarse con los inmigrantes ilegales expulsados de su territorio que huyen desesperados en busca de la vida. A ellos y al mundo les reafirmó con un gesto de cercanía y solidaridad su prédica en favor de los pobres, los descartados y de sus derechos.
Desde allí, sin abandonar su impronta religiosa, el Papa comenzó a construir su condición de referente mundial más allá de las fronteras de la Iglesia Católica convirtiéndose en interlocutor de jefes de estado, de dirigentes sociales, políticos y culturales. En un mundo con liderazgos en crisis y enfrentando los desafíos de la realidad Francisco eligió el camino del diálogo y del encuentro con los diferentes, desde la realidad de los pobres y reclamando por sus derechos.
Sus ideas quedaron plasmadas en muchos de sus documentos y alocuciones públicas pero sobre todo en las encíclicas Laudato Si (2015), sobre “la casa común”, el cambio climático y el cuidado de los recursos naturales, y Fratelli Tutti (2020) acerca de la amistad y la fraternidad social.
Pero Francisco fue, de muchas maneras, un líder incómodo, para los gobernantes y los poderosos del mundo. En particular por sus llamadas a atender los problemas de sobre explotación de los recursos naturales en desmedro del cuidado de la naturaleza, las críticas de un modelo económico depredador y excluyente y las advertencias sobre el “descarte” que se evidencia en las migraciones masivas, las guerras y la pobreza creciente.
Los pobres y la guerra
En su transitar Francisco se convirtió en vocero de los descartados y los pobres, pero también en aliado de quienes salieron en defensa de los derechos de estas personas y comunidades. Puede decirse que el discurso pronunciado el 9 de julio de 2015 por el Papa ante el auditorio plural de los movimientos sociales reunidos en Cochabamba (Bolivia), cuyo eje fue su proclama de «las tres T» (tierra, techo, trabajo), constituye una suerte de síntesis doctrinal que, en otro tono y con distinto despliegue, Francisco había expresado de manera sistemática y con base teológica en Laudato Sí. Una gran suma que, a contracorriente de las fuerzas del capitalismo mundial, se alzó en favor de los pobres y sus organizaciones, criticó a los poderes hegemónicos y lanzó un llamado a la paz. Una militancia pacifista que Bergoglio apoyó con sus acciones y las del Vaticano en cada lugar de conflicto en cualquier rincón de la tierra. En esta tarea los movimientos sociales fueron elegidos permanentemente como aliados e interlocutores, convocados y sentados a la mesa de las conversaciones con el Papa.
A través de sus acciones Francisco también consolidó su idea de que a las grandes religiones monoteístas del mundo y a sus dirigentes le cabe la responsabilidad de encontrar salidas a la guerra mundial traducida en multitud de conflictos acotados o guerras regionales por disputas territoriales, cuestiones de soberanía, enfrentamientos políticos, étnicos o raciales. “No existe la guerra inteligente; la guerra solo sabe causar miseria; las armas, únicamente muerte” afirmó.
En octubre de 2022 organizó en Roma un gran encuentro de líderes religiosos mundiales por la paz. Pero antes y después se reunió en Irak, con el Gran Ayatolá Sayyid Ali Al-Husayni Al-Sistani, líder de la comunidad chií del país, en Ulaanbaatar con once líderes de diferentes confesiones y, más recientemente, en Indonesia junto al iman Nasaruddin Umar visitó el ‘túnel de la Amistad’ que conecta la mezquita Istiqlal con la catedral de Nuestra Señora de la Asunción.
En la propia Iglesia
Hacia el interior de la misma Iglesia Católica el papa Francisco impulsó muchas líneas que conectan directamente con iniciativas inauguradas en el Concilio Vaticano II (1962-1965), impulsadas por el papa Juan XXIII (1958-1963 ) y continuadas por Paulo VI (1963-1978), pero que tuvieron frenos y retrocesos con Juan Pablo II (1978-2005) y Benedicto XVI ( 2005-2013).
De esta manera Bergoglio insistió en la idea de “una iglesia de puertas abiertas” con capacidad de acogida para todas y todos, sin ningún tipo de restricciones, en diálogo con la sociedad y enfrentando los problemas comunes. Esto implicó también reformas profundas en las estructuras eclesiásticas, con más espacios para los laicos y en particular para las mujeres, pero también desde una perspectiva eclesiológica que buscó protagonizar el “sacerdocio común de los fieles” incluso antes que el sacerdocio ministerial.
Con esa intención Francisco propició, a través de los sínodos (universal y regionales) una Iglesia más participativa que puso en crisis el modelo estrictamente jerárquico, piramidal y romano céntrico. Ello trajo aparejado también la decisión de enfrentar los problemas de abusos, la pederastia y la corrupción dentro de la estructura eclesiástica.
Bergoglio acompañó este proceso con reformas de la curia vaticana, recambio de los responsables y nuevos nombramientos para rodearse de figuras de su confianza. También hubo cambios mediante la designación de obispos más jóvenes y cercanos a la perspectiva eclesiológica de Francisco.
Nada de esto ocurrió sin resistencias y enfrentamientos. En el mundo, pero también en la Argentina donde paradójicamente los sectores católicos más conservadores, empresarios y representantes del poder que vieron en Francisco la continuidad de un cardenal Bergoglio, que en su momento y sin considerarlo como del propio palo, nunca les resultó incómodo. Rápidamente se sintieron defraudados por las iniciativas y las propuestas del Papa que acentuó los rasgos más latinoamericanistas del entonces cardenal de Buenos Aires y radicalizó su perspectiva en favor de los pobres, de los excluidos y de sus derechos.
El poder se disgustó con Francisco y no lo disimuló. También los sectores conservadores de Iglesia incluidos algunos obispos se sintieron molestos con Bergoglio, aunque estos últimos se mantuvieron dentro de los márgenes de discreción que impone la propia Iglesia.
A nivel mundial también las intrigas y las conspiraciones fueron en aumento. Integrantes del colegio cardenalicio que habían ido a buscar a un papa latinoamericano y seleccionaron a un argentino porque siendo tal era el «más parecido» a los europeos se sintieron frustrados en sus expectativas.
En más de una oportunidad los sectores más conservadores se rasgaron las vestiduras ante lo que consideraron excesivas concesiones de Bergoglio, tanto en sus mensajes como en su estilo pastoral. Francisco no se inquietó demasiado por ello. Siguió tomando decisiones con conciencia de los problemas que enfrentaba e incluso utilizó la energía y el respaldo que le llegaba desde afuera para dar batallas en el seno de la propia Iglesia.
Siempre apareció convencido de la tarea que debía enfrentar: avanzar y profundizar la reforma de la Iglesia hacia una forma de gobierno y de participación más sinodal, más horizontal y plural que renueve la vida del catolicismo.
Si bien se dieron pasos sustanciales en ese sentido, quizás sea esta la tarea inconclusa que deja Francisco y que quedará en manos quien lo suceda en el pontificado. Una designación que dependerá de una elección incierta y sin candidatos a la vista, aun teniendo en cuenta la profunda renovación que Bergoglio hizo en el colegio cardenalicio que escogerá al nuevo papa.
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