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Una multitud, un reclamo: que frenen la inflación

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La CGT le pidió al gobierno que actúe y controle a los especuladores. También reclamaron paritarias, un bono y asignaciones para todos. Para la CTA de Yasky comenzó una nueva etapa.

Felipe Yapur

Por Felipe Yapur

No importa la cifra exacta porque fueron cientos de miles. Trabajadores asalariados, de la economía popular, beneficiarios de planes sociales, militantes políticos y sindicales, entusiastas de las marchas y hasta curiosos se sumaron a la movilización que convocó la CGT y que la CTA de los Trabajadores y movimientos sociales participaron aportando columnas numerosas. Todos, todas y todes caminaron desde el Obelisco hasta el Congreso para decir que «Primero está la Patria» y repudiar a los responsables de la espiral inflacionaria que afecta tanto al que recibe un sueldo como al que yuga en la economía popular. 

También respaldaron al gobierno del Frente de Todos pero le reclamaron al presidente Alberto Fernández más firmeza y decisión para confrontar a los que desestabilizan su gobierno con el descontrol de la economía. «Que el presidente Alberto ponga lo que tiene que poner. Que no se preocupe que los trabajadores lo vamos a bancar», bramó el triunviro Pablo Moyano (camioneros) subido a un trailer poco antes de que comenzara la marcha. Héctor Daer (sanidad), con menos vehemencia, llamó a encontrar «una salida en conjunto» aunque advirtió que «la que pretenden los sectores de concentración económica solo empobrecerían al pueblo».

Leandro Teysseire

La consigna de la multitudinaria expresión callejera fue «Primero la Patria», una definición que forma parte de las máximas del peronismo. Ésta engloba los reclamos de los diferentes sectores que integran la CGT, el movimiento sindical en general, las organizaciones sociales que participaron de la marcha, pero también sirve para diluir las diferencias. Eso se notó en la conferencia de prensa posterior a la marcha.

Los triunviros Daer, Moyano y Carlos Acuña (estacioneros) hablaron en la sede del gremio de los trabajadores judiciales que conduce Julio Piumato. El titular del gremio de Sanidad advirtió que la marcha busca señalar con fuerza «la especulación financiera de quienes quieren obtener ganancias a partir de una devaluación y otra especulación política de quienes quieren llevar a la sociedad con el agua hasta la nariz hasta el 2023 y garantizarse un futuro electoral». Por si quedaran dudas, Daer destacó que «esto existe, porque si no la oposición se sentaría en la mesa tratando de encontrar una salida en conjunto».

Leandro Teysseire

Moyano, más directo, aseguró que la movilización obrera se realizó bajo tres ejes rectores: paritarias libres, bono o suma fija y un universalización de las asignaciones familiares. También alertó que «no permitiremos que los empresarios sigan remarcando» y reiteró su exitgencia al presidente Fernández de «tomar medidas contra los que aumentan los precios porque el pueblo lo va a acompañar».

La referencia del camionero a la implementación de un bono o suma fija para los trabajadores parece haber dejado de generar rispideces con los otros dos triunviros. De hecho, Daer dijo que si bien reivindica la paritaria como mecanismo sectorial, también reconoce que «hay sectores que están muy postergados, y estamos abiertos a cualquier mesa de diálogo que convoque el Poder Ejecutivo para un auxilio de esos sectores». Una vuelta un poco más larga para decir lo mismo. El problema es que, como reconoció el gremialista, el gobierno todavía no los convocó.

Leandro Teysseire

Para los organizadores la movilización fue un éxito. Sin embargo, la metodología aplicada dejó una sensación de algo incompleto porque no hubo escenario ni muchos ni largos discursos, vítores y marcha peronista. Las columnas cuando llegaban al Congreso solo se dispersaban. Una costumbre que adoptó la CGT en tiempos del gobierno de Macri, que le sirvió para diluir las diferencias internas pero sobre todo, evitar que se repita el mal trago del atril robado y el reclamo de una convocatoria a un paro general como en 2017. No es la misma coyuntura política pero no se modificó el protocolo anticimbronazo adoptado por los cegetistas.

En esta marcha el final lo marcaba un arco inflado que atravesaba la avenida Rivadavia frente a la plaza del Congreso. El arco tenía la inscrita la consigna de la marcha: «Primero la Patria». Cuando la cabecera de la movilización la cruzó giró de manera brusca por Rodríguez Peña para dirigirse a la sede de Judiciales. Esquivando luego autos por Bartolomé Mitre fueron, además de los triunviros, Omar Plaini  (canillitas), Sergio Romero (docentes), Rodolfo Daer (alimentación), Víctor Santa María (encargados de edificios), Piumato, Gerardo Martínez (Uocra) y Juan Pablo Brey (aeronavegantes), entre otros.

Leandro Teysseire

Como toda expresión popular y callejera, la marcha tuvo muchos momentos y expresiones. Las columnas de gremios se mostraron bulliciosas, sonoras, plenas de trabajadores y hasta se podría decir que alegres pese a las penurias que provoca la inflación. Entre los manifestantes de las organizaciones sociales hay más familias, mucho más mujeres y esa «alegría» de estar juntas, unidas en la protesta estuvo más bien contenida o limitada. La diferencia puede ser que los primeros son asalariados y los otros no logran llegar a ese destino. (ver nota aparte). Dina Sánchez es una de las voceras de este sector golpeado por el gobierno de Macri y ahora por la falta de respuesta oficial ante la locura inflacionaria.

«Hoy acompañamos la consigna contra los mercados, pero también venimos con nuestra agenda de Tierra, Techo y Trabajo, de Salario Básico Universal, de monotributo productivo y en el reconocimiento y fortalecimiento de la economía popular. Hoy estamos recibiendo sólo estigmatizaciones y auditorías», se quejó Dina Sánchez.

Leandro Teysseire

Entre la multitud de columnas cegetistas también estuvieron los gremios referenciados en la CTA de los Trabajadores que conduce Hugo Yasky. Para el diputado del FdT la marcha tuvo un claro mensaje para el gobierno que debe entender que «hay un pueblo trabajador dispuesto a salir a la calle con la conciencia de que en este país los asalariados somos los que podemos construir una democracia con vida digna».

Pero la falta de un escenario no evitó que se escucharan discursos. Por caso, los gremios que acompañana a Camioneros como Smata, Canillitas y otros tantos, colocaron un trailer en el cruce de las avenidas 9 de Julio y Belgrano. Allí, Pablo Moyano le exigió firmeza al Presidente y le reclamó una serie de acciones que unas horas más tarde enunciaría cuando en la conferencia de prensa le pidieron precisiones.

«Hay cinco millones de viajes de camiones (con granos) por año, el 40 por ciento sale en negro, quiere decir que el campo no paga el 33 por ciento de las retenciones, sino el 26. Las balanzas, cuando entran a los puertos, son de las cerealeras. ¿Quién las controla? Si el Gobierno quiere recaudar dólares tendría que estatizar las balanzas de las cerealeras, de Cargill, de Dreyfus, de Aceitera Deheza. Ellos mismos pesan sus productos y los venden. ¿Quién los controla?», dijo Moyano con la crudeza que lo caracteriza. El resto de los dirigentes que son parte del consejo directivo de la CGT y que lo acompañaban en la conferencia no se les movía un músculo de la cara.

Por si quedaban dudas, Moyano agregó: «Las mineras en la cordillera son todas extranjeras. El 80 por ciento de los camioneros son chilenos o de otros países. Se llevan los minerales por Chile y los procesan en destino y a los tres meses te dicen de 100 mil toneladas de piedra encontramos 100 gramos de oro; esas son las medidas que tiene que tomar el Gobierno: enfrentar a los poderosos, como estos tipos que hoy le sacan un plato de comida a los argentinos. En eso vamos a acompañar, si el Gobierno tiene la decisión de hacerlo». El resto de los dirigentes se mantuvieron en un silencio que bien podría considerarse como acompañante.

Cuando la conferencia culminó en la plaza del Congreso ya casi no quedaba nadie. Por ahora la CGT no tiene prevista ninguna otra actividad masiva.


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El 2001, la pandemia y el macrismo ya quedaron chicos

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En abril, el consumo en hipermercados cayó 15,4, números que no se veían desde el estallido social de De La Rua. La UIA confirmó que la industria cayó 17,2 por ciento en marzo, muy por encima del industricidio del PRO y cerca del parate total por la COVID. Con la obra pública cerrada por el Gobierno, los tres sectores que explican la mayor parte del PBI se han desmoronado en tiempo récord. Fuertes disputas en las entidades empresarias por el apoyo que le dan a Milei mientras la economía se pulveriza. 
Leandro Renou

Por Leandro Renou

En sólo cinco meses de Gobierno, los números muestran que la gestión económica de Javier Milei superó ampliamente los derrumbes de actividad de las tres crisis más relevantes de los últimos años: el 2001, la pandemia de la COVID y los años de Mauricio Macri. Por un lado, Página I12 accedió a un adelanto del informe de la consultora Scentia de abril, que refleja un desplome del 15,4 por ciento en las ventas de hipermercados, una caída similar a la del estallido del gobierno De La Rua; por su lado, la Unión Industrial (UIA) confirmó que en marzo la actividad fabril cayó 17,2 por ciento, emparejando los niveles de diciembre del 2001 y cayendo más que en la parte más dura de la pandemia. A este dato se suma el derrumbe de la construcción, superior al 42 por ciento, lo que deriva en un escenario inédito: en tiempo récord, la gestión de Milei y Luis Caputo pusieron a las tres actividades que explican la mayor parte del PBI en una situación de dificil retorno.

Por esta perspectiva, que ya se veía venir, los economistas empezaron a alertar hace unas semanas que el nivel de la recesión, autogenerada para intentar morigerar una inflación que sigue muy alta, era el dato central a observar. Lo curioso es que este momento de crisis casi total de la actividad se da en paralelo al apoyo que empresarios de la Cámara Argentina de la Construcción, la Cámara de Comercio y la propia UIA, le dan al gobierno de Milei, a quien estuvieron escuchando y aplaudiendo hace unas horas, en su exposición en el almuerzo que organizó el Consejo del Comercio y la Producción (Cicyp) en el Hotel Alvear. A raíz de estos datos, este diario habló con dirigentes de todos esos sectores consultando cómo y hasta cuándo se sostiene el discurso de apoyo a la línea Milei cuando la actividad a la baja ya se está cargando al empleo. «Es la pregunta del millón», contestó un alto dirigente de UIA. En esa sede de la gremial empresaria hay una guerra entre pymes y gigantes por el contexto de crisis, que se está llevando puestas a las más chicas. Por toda esa tensión, muchas cámaras como los metalúrgicos de ADIMRA y los texiles de Protejer decidieron salir por las suyas a denunciar que el proceso de crisis no frena y terminará en cierres de empresas. 

En este escenario, el consumo masivo es que el primero sintió el ajuste en los salarios, las jubilaciones pisadas y la liberación del resto de los bienes y servicios de la economía, que terminaron privando a las familias de mayores compras de alimentos. Según Scentia, la caída del 15,4 en ventas en los grandes supermercados de abril es la más grande desde el 2001-2002. «Quedó lejos incluso de los números muy negativos del macrismo», explicó un líder del supermercadismo multinacional. En los años del PRO, el consumo masivo medido por Scentia cayó tres de los cuatro años, quedando empatado en el período restante. Lo particular del consumo es que todos los rubros están cayendo, pero algunos como Bebidas, Aceites y Lácteos se desploman desde el 20 al 50 por ciento mensual. 

Esa baja en el gasto de los hogares está directamente conectada, además, con el desempeño de las fábricas. En el reporte de la UIA se muestra que la industria de Alimentos cayó 10,2 por ciento en abril, un número del que nadie tiene antecedentes, porque en general el sector crece, aún en los peores períodos, de manera marginal en relación con el crecimiento poblacional. El derrumbe de todos los sectores que muestra la UIA produjo una caída general de la actividad que supera o se equipara al 2001 y queda muy por encima de la pandemia de COVID. 

En 2001, medido por el INDEC, el sector industrial terminó cayendo 6,2 por ciento. Mientras que en diciembre de ese año, la baja fue de 18,4 por ciento. ¿Qué pasó co la COVID? En el primer semestre del 2020, el período de mayores restricciones a la circulación y la actividad, la industria cayó 18,4 por ciento. Teniendo su pico más negativo en abril, con una baja del 33 por ciento. Luego de eso, arrancó una curva ascendente que dejó al 2021 con números positivos. Hoy, en sólo un mes, retrocedió 17,2 por ciento, pero en condiciones normales, no pandémicas

Lo particular de estos datos, aseguran los especialistas, es que las caídas tan bruscas por sectores ya adelantan no sólo números negativos hacia adelante, sino un golpe que se ve en los puestos de trabajo. Daniel Funes de Rioja, titular de la UIA, aseguró hace unos días que las fábricas perdieron ya 5000 puestos de trabajo, pero ese dato es previo a los 100 despidos en FATE, Acindar, los supermercados, PEPSICO y General Motors, todas cesantías que ocurrieron en las últimas horas. A eso se suman los 100 mil empleos menos que tiene la actividad de la construcción producto de la decisión de Milei de cerrar la obra pública y los que se están dando en el sector comercial. 


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