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Reforma del Consejo de la Magistratura: el oficialismo pactó cambios y habrá sesión la semana que viene

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El Frente de Todos acordó incorporar cambios de carácter «federal» al proyecto, a pedido de los aliados Alberto Weretilneck y Magdalena Solari Quintana y obtendría los 37 votos para la media sanción.

El Frente de Todos anunció en un plenario de comisiones del Senado que acordó incorporar cambios de carácter «federal» al proyecto de reforma del Consejo de la Magistratura, a pedido de los legisladores aliados Alberto Weretilneck y Magdalena Solari Quintana, por lo que habrá sesión la semana que viene.

Luego de que cayera la sesión pautada para hoy, el plenario de las comisiones de Asuntos Constitucionales y Justicia volvió a analizar en una reunión informativa el proyecto que ya tenía dictamen favorable, pero que carecía del suficiente apoyo para lograr la media sanción, tal como estaba redactado.

Esto es así porque el Frente de Todos necesitaba sumarle al voto de sus 35 senadores propios el de al menos dos legisladores aliados, un objetivo que se había alejado en las últimas horas por la resistencia de Weretilneck, Solari Quintana y la riojana Clara Vega. Con los cambios, el oficialismo llegaría a los 37 votos necesarios para la media sanción.

A fin de prevenir una segura derrota en el recinto, el oficialismo decidió la vuelta a comisiones del dictamen para analizar cambios en la redacción.

El presidente de la comisión de Asuntos Constitucionales, el jujeño Guillermo Snopek, abrió la reunión anunciando que el Frente de Todos había alcanzado un acuerdo con Weretilneck, el cual fue trabajado hasta altas horas de la noche de ayer, para incorporar una «mirada federal» en la composición del Consejo.

Avisó que no habría un nuevo dictamen sino que se trabajará sobre la base del mismo y se insertarán los cambios en la propia sesión, con vistas a su aprobación.

La propuesta del rionegrino, aceptada por el Frente de Todos, mantiene los 17 miembros del proyecto oficialista pero eleva la representación del Interior del país en la composición del Consejo.

Actualmente solo las senadoras Silvia Giacoppo (UCR) y María Inés Pilatti Vergara (Frente de Todos) son del Interior.

El proyecto de Weretilneck plantea que de los cuatro consejeros abogados, tres sean del interior, y que la misma proporción se respete con los consejeros jueces: que tres de los cuatro pertenezcan a cámaras ubicadas fuera del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).

Según especificó Weretilneck, la norma establece cuatro regiones: AMBA (Ciudad de Buenos Aires, La Plata y San Martín), Norte (Salta, Tucumán, Resistencia, Posadas, Paraná y Corrientes), Centro (Mar del Plata, Córdoba, Rosario y Mendoza) y Sur (Bahía Blanca, Comodoro Rivadavia, General Roca y Comandante Luis Piedrabuena).

El Consejo deberá estar integrado por un abogado y un juez por cada una de estas cuatro regiones, y además deberá cumplirse la regla de la paridad de género, con representación igualitaria.

Por otra parte, el Consejo deberá sesionar una vez por trimestre en el ámbito de las distintas cámaras federales del interior del país, «a los efectos de interiorizarse y abordar las problemáticas de todas las jurisdicciones del país», resaltó Weretilneck.

En tanto, se creará una quinta comisión denominada de «Asuntos Federales», la cual estará integrada por cuatro senadores, uno por cada una de las cuatro regiones mencionadas.

La fuerza política con mayor representación parlamentaria tendrá dos senadores en la comisión, mientras que la primera minoría y la segunda minoría tendrán un representante cada una.

«La propuesta es que los jurados que van a evaluar a los candidatos o candidatas también pertenezcan a la región del cargo que se está evaluando», agregó el rionegrino.

Por último, a solicitud de Solari Quintana, se estableció que el o la representante designado/a por del Poder Ejecutivo no podrá ser reemplazado/a, una vez finalizado su mandato, por un integrante del mismo género, sino que deberán alternarse mujer y hombre.

Weretilneck concluyó su exposición afirmando que la propuesta apunta a «profundizar el federalismo», de manera tal de subsanar parcialmente «el unitarismo en el Poder Judicial».

En este sentido, mencionó que de los 480 juzgados que existen en todo el país, apenas el 24% están ubicados en provincias del Interior.

«Estamos planteando desde todo punto de vista una profundización del federalismo y le damos la oportunidad al interior del país de participar concretamente del funcionamiento del Consejo de la Magistratura», finalizó el senador de Juntos Somos Río Negro.

La vicepresidenta del bloque oficialista, Anabel Fernández Sagasti, celebró el acuerdo para impulsar esta nueva redacción del proyecto, que consideró «muy superadora» respecto de la anterior, mientras que el jefe de la bancada radical, Luis Naidenoff, lamentó que en la nueva propuesta siga quedando afuera la representación de la Corte Suprema en la composición del Consejo.

«Nos queda claro que la cuestión de la representación de la Corte no está, que para nosotros es el eje central del debate», advirtió el formoseño, insinuando de esa manera que Juntos por el Cambio insistirá con su propio dictamen de minoría cuando el proyecto se discuta en el recinto de la Cámara alta.


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A qué juega Massa: Movidas audaces pero sin patear el tablero

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La reacción del FMI, las corporaciones y la población más vulnerable al conjunto de las medidas económicas tomadas en las últimas semanas por Sergio Massa. El impacto de la eliminación de Ganancias para los trabajadores y la devolución del IVA.
Raúl Dellatorre

Por Raúl Dellatorre

Si el resultado de las elecciones pasara principalmente por la economía, ¿quién va a definir estas elecciones? ¿El estado de ánimo de la población o las propuestas de los candidatos? ¿Importan o se perciben las diferencias entre las propuestas económicas? ¿O predomina el voto «enojo y castigo» por sobre la evaluación de esas diferencias?. Además, ¿cómo juega el factor externo, el poder económico global, en la pelea? ¿Qué incidencia tiene el FMI, o el gobierno de Estados Unidos, en el voto? Dicho de otro modo: ¿por quién vota el FMI?

Sin que la pretensión de este cronista sea la de responder a todos esos interrogantes –diría nuestro «por siempre» inolvidable Mario Wainfeld–, se podría asegurar que diversas acciones de diferentes actores en los últimos días, conllevan la intención de responder a varias de esas preguntas a la vez. Tomemos tres momentos de esa secuencia. La conferencia de prensa de la portavoz del FMI del jueves. La reunión virtual del Consejo del Salario del miércoles. El resumen que hace Sergio Massa del conjunto de medidas adoptadas con posterioridad a la devaluación del 14 de agosto, en cualquiera de sus últimas presentaciones. 

Las expresiones de Julie Kozack, vocera del FMI, del jueves con respecto a la situación argentina valen tanto por lo que dijo como por lo que sugirió sin decir. Veamos. «La situación económica actual sigue siendo muy desafiante y compleja. La inflación es muy alta y está subiendo. Los activos de las reservas internacionales son bajos. Las condiciones sociales son frágiles». Esta síntesis del cuadro, arrojado sobre la mesa no como un informe que llevó por escrito, sino en respuesta a preguntas de los periodistas, no tienen evidentemente la intención de llevar calma y sugerir que los problemas se están resolviendo, sino que está poniendo de manifiesto crudamente la gravedad de la situación. 

Vayamos a cómo siguió su relato, cuando le preguntaron específicamente por las últimas medidas tomadas por el gobierno argentino, todas con clara orientación de provocar transferencias de ingresos a favor de los sectores medios y bajos, a costa en su mayoría de las arcas fiscales. 

«Las medidas políticas y los anuncios adoptados recientemente se suman a los desafíos de Argentina. El paquete de medidas que se tomaron, acordado con el Fondo en el contexto de las recientes revisiones, tenía la intención de salvaguardar la estabilidad y reconstruir las reservas. Estamos trabajando en entender mejor el impacto y la necesidad de medidas de compensación».

Lo dicho por la portavoz del Fondo sugiere que el organismo no desconocía las medidas que iba a tomar Massa tras recibir, el 23 de agosto, el desembolso de 7500 millones de dólares. Esas medidas, que empezó a anunciar el domingo 27, buscaban compensar los efectos de la devaluación del 14 de agosto, un día después de las PASO. 

Al FMI no le gustan esas medidas de transferencias que aumentan los gastos del gobierno. Pero a Massa tampoco le gustó que le impusieran la devaluación ni le reconoce méritos al salto cambiario. «Si algo mejoramos en la balanza en las últimas semanas, fue por la extensión del impuesto PAIS a la importación de ciertos bienes y servicios, que frenó parte de los pagos al exterior por operaciones especulativas. La devaluación no nos dejó nada en divisas, y en cambio nos provocó un shock inflacionario y deterioro de los ingresos de la población«, señala el ministro candidato en reuniones con allegados. 

Hasta aquí, este es el choque más evidente entre el FMI y el gobierno desde que se aprobó el acuerdo de facilidades extendidas, en marzo de 2022. Pero no significa un alejamiento o ruptura, necesariamente. Si no, detengámonos en lo que dijo Kozack al ser consultada sobre una eventual sustitución del peso por el dólar en la economía argentina:

«Determinar la tasa de cambio es prerrogativa de cada país soberano. Lo que al organismo (FMI) le preocupa de una dolarización es que se pueda asegurar que las políticas macroeconómicas son consistentes con una transición ordenada. Una dolarización total requiere de importantes pasos preparatorios, y tampoco es un sustituto de las buenas políticas macroeconómicas». 

De lo que se deduce que la funcionaria, una estrecha allegada a Kristalina Georgieva, le «bajó el precio» a la dolarización: no considera que sea el remedio mágico para alcanzar la estabilidad monetaria y fiscal –que es la verdad revelada en la religión de Javier Milei– ni parece avalar que estén dadas las condiciones para semejante ensayo. 

Si bien Massa tiene razones para interpretar que el FMI le dio la espalda cuando más apoyo necesitaba en divisas, hay que comprender que este organismo dejó aun más huérfano el experimento de la dolarización que Milei vende como poción mágica. 

En el plano interno, varios de los participantes de la reunión del consejo del salario del miércoles, que definió un aumento del mínimo del 32 por ciento para el último trimestre del año, coincidieron en destacar la actitud de «prudencia» de la representación empresaria, en la que siempre se destaca el rol de la UIA. La reunión fue corta, expeditiva. Hubo un rápido acuerdo para definir un aumento «moderado» frente a una inflación mensual que todavía sigue arriba del 10 por ciento, sin expresiones discordantes de la UIA. «Se cuidaron mucho de no quedar como los que patean el tablero en una situación de emergencia; hay mucha sensibilidad por el clima electoral», confió una muy alta fuente. ¿Prudencia o realineamiento? 

En cuanto a la propia mirada del gobierno sobre las medidas, hay una conclusión que es unánime: la derogación del impuesto a las ganancias para la cuarta categoría (trabajadores en relación de dependencia) y la devolución del IVA sobre compra de productos de la canasta familiar han sido las más impactantes. «Cambiaron el ánimo en el ambiente laboral», sostienen dirigentes sindicales de los que recorren fábricas permanentemente. 

Hay un error de perspectiva en quienes sostienen que eliminar Ganancias «apenas» favorece a un puñado de asalariados de altos ingresos. Quienes vienen detrás, con salarios medios o medio/altos, que pagaron Ganancias en el pasado, saben que un simple retraso de seis meses en la actualización del «piso», frente a una inflación elevada, los mete de nuevo en el terreno de los que pagan. Solo la ley que deroga la cuarta categoría le brinda la tranquilidad de que no volverán a estar alcanzados.

Por último, la devolución del IVA tuvo el enorme mérito, que pocas políticas públicas logran, de su masividad. Al trabajador informal, de bajos ingresos, que se maneja con tarjeta (no son todos, pero es una buena proporción), la medida le llega y lo percibe. Quienes trabajan permanentemente en esa franja de la población, señalan que se notó el impacto. 

En una elección en la que la economía define, el ministro y candidato Massa retomó la iniciativa, mueve el tablero y hasta los factores de poder internos y externos se acomodaron en función de esas iniciativas. Con una oposición casi congelada, jugó una carta más, y de las pesadas: un gobierno de unidad nacional, que incluya a parte de una oposición que podría desmembrarse después de la primera vuelta. Una imagen que no cae nada mal allá, por el Norte, cuyo embajador incluso se anticipó a ofrecer su apoyo si los «moderados» de las dos fuerzas que en ese momento se mostraban en pugna, se juntaban. La «gobernabilidad» los prefiere moderados.


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