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Nada de buenismo: ¿qué esconde Macri?

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Martín Granovsky

Por Martín Granovsky

Si Lula tuviera un momento libre de acá al 30 de octubre, fecha del ballotage, les mostraría las noticias de la Argentina a los dirigentes del Partido de los Trabajadores. Y les diría: “¿Ven a qué juega Macri? Esto es lo que me preocupa cuando hablo del bolsonarismo”.

El candidato brasileño declaró que está inquieto por la política en el futuro. “Ya está claro que Jair Bolsonaro tendrá una bancada importante en el Congreso, porque eso quedó establecido en la primera vuelta”, dijo. “Ya está claro que esa fuerza de extrema derecha tiene una importante existencia real en Brasil”, añadió. “Tendremos que trabajar mucho sobre la conciencia colectiva para que esa fuerza de extrema derecha no sea parte definitiva del esquema político brasileño”.

Fanático del Corinthians, Lula sabe que, en política, la victoria para cargos ejecutivos es igual que el resultado de una final. Así sea por un voto, siempre hay uno que gana y otro que pierde. Y mejor ser el que gana.

Después, al gobernar, aparecerán las infinitas complejidades del oficio. Las alianzas, el juego de dividir a las corporaciones empresarias y jugar con los desarrollistas, la dificultad de movilizar, el enorme poder de los Estados federales, un mundo hostil.
Todo eso es lo que viene. Pero un dato ya llegó: la integración de los cuerpos legislativos con exministros de Bolsonaro, como el exjuez Sergio Moro, que montó el andamiaje de la condena sin pruebas contra Lula, y con los generales del gabinete, indica que una parte del pueblo encontró refugio en los gritos de orden de Bolsonaro. Eso a pesar de que fue el mismo Bolsonaro el que hizo retornar el hambre a Brasil.

La apuesta de Mauricio Macri es similar. Javier Milei ya le hizo un gran favor al PRO cuando arrastró los temas de debate bien hacia la derecha. Por un momento los economistas hasta discutieron si, como sugería Milei, era o no conveniente cerrar el Banco Central. Creado por los conservadores en 1935. En el ’35, con Agustín P. Justo, no en el ’45 del casi peronismo. O si estaba bien o mal comprar o vender órganos. Milei trajo a la Argentina palabras que utilizaron últimamente las derechas de Chile, Colombia y Brasil pero que aquí la política no usaba para el ataque desde la Triple A o la dictadura: “zurdos” y “comunistas”. Sin repetir las mismas palabras, aprovecharon y alimentaron el contenido de esa nueva cultura política dirigentes del PRO como el mismo Macri, Patricia Bullrich y el admirador bonaerense de Bolsonaro, y Vox, Joaquín de la Torre.

Por eso ahora Macri se anima a decir algo que es falso: que en 2015 no fue más a fondo en su política regresiva sobre los derechos sociales por simple “buenismo”. Esa es la palabra que usó con Cristina Pérez en Radio Rivadavia. En rigor, si no avanzó más fue solo porque se lo impidió la correlación de fuerzas. Porque incluso los opositores menos opositores se sintieron presionados por los sindicatos y no convalidaron, por ejemplo, la desarticulación de las leyes laborales.

Ayudado por la inflación y la angustia social, más la progresiva atomización de un peronismo con sectores que parecen no haber aprendido el porqué de las derrotas y los triunfos, o sea 2015 versus 2019, el macrismo mileísta también quiere consolidar una nueva cultura política. Busca transformarla en votos para acechar a gobernadores e intendentes en los cuerpos legislativos, que se renuevan parcialmente en la primera vuelta. Su proyecto, si es que triunfa en la conquista de esa base popular, es contar con una fuerza sólida para un ensayo que aquí es distinto del europeo. Como observó con agudeza el consultor Hugo Haime, la derecha europea actual, ante el fin del mundo globalizado tal como lo conocíamos, es proteccionista. Aquí, en cambio, además de reaccionaria en valores sociales es aperturista en lo económico. Lo peor de cada casa.


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Mondino y su brutalidad: «Los chinos son todos iguales»

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La ministra de Relaciones Exteriores exhibió su intelecto en la cumbre de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) que se celebra en París. Allí confesó que no puede distinguir las profesiones de los orientales porque, para ella, tienen el mismo aspecto físico. Lo hizo después de mantener una gira justamente por China, con la intención de negociar el swap con el gigante asiático.

La canciller Diana Mondino se refirió este jueves a la base china en la Argentina. Lo hizo al ser consultada por la presencia de militares del gigante asiático. Mondino respondio con total brutalidad: dijo que no se pudo identificar si participan civiles o militares porque «son todos chinos, son todos iguales».

La cuestión hace al realineamiento argentino con los Estados Unidos. Javier Milei quiere emular las relaciones carnales que mantuvo Carlos Menem en los años 90. Es por eso mismo que, desde hace semanas, el Gobierno nacional amaña todo lo referido a la base científica que nuestro país comparte con China en Neuquén, al punto de mandar una delegación a investigar si se haya algo oculto, pese a que el gigante asiático comparte todos los resultados de las investigaciones con los organismos nacionales.

En ese contexto, Mondino aseguró este jueves que «los chinos son todos iguales», al señalar que no habían identificado a personal militar en la base espacial de ese país en Neuquén. «Los que fueron de investigación no identificaron que hubiera personal militar. Son chinos, son todos iguales», indicó la ministra de Relaciones Exteriores en declaraciones a Clarín.

La frase surgió ante una pregunta sobre si se había identificado personal militar en la base ubicada en la Patagonia argentina, en la que puso especial atención el gobierno de los Estados Unidos y fue tema de conversación con la generala del Comando Sur, Laura Richardson, a principios de abril.

«Ya se han hecho inspecciones en la Estación Espacial China y la Europea. Fue el mismo equipo a ambas y en la misma semana, esos equipos no percibieron nada raro», explicó Mondino.

Pato criollo

No es la primera vez que Mondino no logra ocultar su brutalidad. Semanas atrás, sentada en la mesa de Mirta Legrand, la canciller contó -con una sonrisa de dientes perfectos- por qué para ella es absurdo que los jubilados tengan acceso a un crédito: “Por definición todos algún día nos vamos a morir y si sos un jubilado de determinada edad casi seguro que te vas a morir”. Su argumento corrobora el ABC del gobierno libertario de monetizar la vida al máximo y que eso sea por definición el criterio de lo que sirve y lo que no, según cómo se venda o cómo se pueda pagar.

Pero se acumulan los casos. Por ejemplo cuando pidió que fogoneó a los trolls para que tengan más comentarios una respuesta que el tuit original de Andrés Manuel López Obrador. Ocurrió cuando el presidente mexicano denominó ignorante a Milei y una de las cuentas de las que suele tener interacción con el mandatario argentino (@usdtermo) desafió a que una foto de Milei iba a tener «más me gusta». En vez de apaciguar las aguas, esto publicó Mondino.

Y en el repaso también se pueden citar la vez que dejó un manto de sospecha -sin ninguna prueba- de supuestos «infiltrados» que iban a desestabilizar al presidente Javier Milei en su discurso de apertura en el Congreso o la vez que ni siquiera se puso colorada al apuntar contra Natalia Zaracho porque la diputada y cartonera -que nació en un contexto de vulnerabilidad social- no terminó el secundario.

Malvinas

La cuestión Malvinas merece un párrafo aparte. Suelta de lengua, Mondino dijo que las quejas formales del país contra Inglaterra son, apenas, «cartitas», y que si se tiene que enfrentar con su par inglés en lo relativo a Malvinas, lo mejor es hacerlo con sus «chicanas tuiteras». 

Lo hizo en una entrevista televisiva Ante la consulta de una periodista sobre las acciones de la Cancillería ante el viaje de David Cameron -ministro de Asuntos Exteriores del Reino Unido- a las Malvinas, la canciller dijo que «no había muchas opciones» porque «no pasan por territorio argentino para ir». «¿Qué le vamos a hacer, con un misil bajar el avión», comentó, con acento e intento de humor cordobés.

Cuando la repregunta estuvo orientada a por qué no hubo una queja formal del Estado nacional, Mondino adelantó su reflexión. «A un inglés reírse con el idioma inglés, le duele mucho más que una de las tantas cartitas que Argentina continuamente ha enviado», opinó y consideró que su chicana -había posteado, en Twitter, que le agradecía a Cameron su visita a la Argentina-, «le duele mucho más que otra cartitas más».

Hasta ahora se desconoce si alguno de los asesores con los que cuenta la ministra le soplaron al oído que ni el primer ministro de Inglaterra ni siquiera su canciller la siguen en la red favorita de los ultraderechistas. Es decir, quizás ni acusaron recibo de la «chicana». 

Antes de París, Pekín

Las últimas declaraciones de Mondino llegaron desde París, donde participa de un encuentro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Pero la canciller no llegó a Francia desde Buenos Aires sino, justamente, había pasado semanas en la capital china donde se se reunió con el canciller Wang Yi.

El motivo de la gira giraba en torno a recomponer las relaciones tras las provocaciones del Gobierno nacional, que iban desde las acusaciones del presidente (augurando que no iba a mantener relaciones con «comunistas) y de las fotos de la propia canciller con diplomáticos de Taiwán, un tópico sensible para la geopolítica del gigante asiático. Pero, sobre todo, estuvo marcado por la necesidad de que el Gobierno chino renegocie el pago del swap para no generar un sismo en las reservas monetarias argentinas.

La pelota ahora quedó en Pekin. Habrá que ver si toman estas últimas declaraciones como un mero comentario al paso o si resuelven tomar medidas drásticas, por ejemplo, revisar el historial de créditos y exigirle al país el pago efectivo e inmediato de los mismos: se podrían amparar que, para ellos, las deudas «son todas iguales».


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