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Luis «Toto» Caputo, el Messi de tomar deuda a cien años y administrar offshore

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Caputo fue titular del Banco Central y ministro de Finanzas durante el gobierno de Mauricio Macri. Cumplió un rol central en épocas donde se gestaba el millonario préstamo con el FMI. Su romande con las offshore y los vínculos de su familia con los instigadores del atentado a Cristina Kirchner.

Javier Milei anunció que Luis «Toto» Caputo será su ministro de Economía. La Oficina del Presidente Electo había dicho que hasta el 10 de diciembre no se conocerían los nombres de los funcionarios pero con el paso de los días algunos fueron confirmándose y fue el propio presidente electo quien al regreso de su primer viaje a Estados Unidos comunicó el nombramiento del titular del Palacio de Hacienda.

“Estamos avanzando fuertemente. La reunión con el Tesoro y con el Fondo fueron protagonizadas por el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, y por Luis Caputo. Tengo la devolución de lo que fue la reunión con el Tesoro, que fue excelente los resultados. Ellos comprenden a la perfección la problemática de la Argentina, están muy compenetrados con lo que tiene que ver las Leliqs», destacó Milei de su paso por Washington. Y en ese contexto dijo: «El ministro de Economía, Luis Caputo, pudo discutir en profundidad esos temas. Hubo una excelente recepción y entienden a la perfección el desafío de lo que estamos enfrentando. Eso fue muy bueno.”

La designación de Caputo al frente de Economía era un hecho y solo faltaba la confirmación formal. “Nosotros ya lo teníamos definido. Cuando uno mira la naturaleza de los problemas argentinos, cuando uno nota que de los 15 puntos de déficits fiscal, Argentina lo genera 10 en el Banco central, uno ve que el primer problema a solucionar son las Leliq. Resulta fundamental resolver dicho problema con mucha espertiz porque si no terminamos en una hiperinflación”, afirmó Milei sobre los motivos que llevaron a elegirlo.

Quién es Luis «Toto» Caputo

Caputo es exministro de Finanzas y expresidente del Banco Central de la gestión de Macri, recordado por ser el creador del «bono a 100 años», por los paraísos fiscales revelados en los Paradise Papers, por la liquidación de dólares tras el préstamo con el FMI y por el sospechoso vínculo de su familia con el intento de magnicidio a la vicepresidenta Cristina Kirchner.  

Caputo se recibió de licenciado en economía en las Universidad de Buenos Aires -la misma que el diputado de ultraderecha Bertie Benegas Lynch propone vaciar- y transitó su carrera privada como jefe de trading para América Latina del banco estadounidense JP Morgan; luego ocupó el mismo cargo con responsabilidad para Europa del Este y América Latina en el Deutsche Bank. El banco alemán lo nombró presidente local hasta 2008, cuando creó Axis su propio fondo de inversiones. 

El lazo con Macri está atado por Nicolás «Nicky» Caputo, empresario de la construcción y «hermano del alma» del fundador del PRO. La familia Caputo también está ligada al presidente electo Javier Milei, ya que Santiago Caputo es pariente de «Toto» y mano derecha del hombre de la ultraderecha, quien lo mencionó como «el arquitecto» del triunfo el domingo pasado, tras la victoria de La Libertad Avanza en el balotaje. Caputo integra otra familia ligada a Macri: la del colegio Cardenal Newman, del que es exalumno. 

Otra Caputo se hizo conocida desde el intento de magnicidio contra la vicepresidenta Cristina Kirchner: se trata de Rossana Pía Caputo, hermana de Luis y quien habría sido la conexión entre la firma Caputo Hermanos y los fundadores de la organización Revolución Federal

El paso de Caputo por el gobierno de Macri

Macri convocó a «Toto» para su gestión en la Casa Rosada al señalarlo como el «Messi de las finanzas». Comenzó su gestión como secretario, luego fue transformado en Ministro de Finanzas y, por último, presidente del Banco Central, en reemplazo de Federico Sturzenegger, otro nombre que resuena en el gabinete de Milei.  Durante sus años en el gobierno fue Caputo el segundo funcionario más rico con un patrimonio de $ 5.575 millones.

La gestión pública de Caputo terminó cuando la extitular del FMI, Christina Lagarde, le dijo al Financial Times que el organismo estaba buscando  “claridad, transparencia e información apropiada para los operadores de mercado y una comunicación mejorada” para la política monetaria del Banco Central. 

En la previa de su salida del Banco Central, PáginaI12 denunció la poca claridad y transparencia de su gestión. Caputo puso en marcha un mecanismo de fuga de divisas puesto al frente del Banco Central. Se trató de una serie de subastas de dólares a precios menores a los de mercado, que significó una pérdida de 66.561 millones de pesos. Todo gracias a los fondos frescos del préstamo récord de 45.000 millones de dólares que Macri selló con el FMI y que, ya fuera de la presidencia, reconoció que se utilizó para financiar la fuga

A cargo de la cartera de Finanzas tuvo otros éxitos. El bono de deuda a 100 años y el cierre de la negociación con los fondos buitre. «La deuda no es una preocupación, hay espacio para financiar una convergencia al equilibrio fiscal», definió Caputo durante la gestión macrista, una definición que parece chocar con los postulados ajustadores de Milei y el «segundo tiempo» que propone Macri, ahora fuera de los espacios de gestión. 

Romance con las offshores

En la negociación con los fondos buitre, Caputo aceptó las condiciones impuestas por el juez Thomas Griesa y convalidó pagar todos los gastos por el litigio en los que incurrió el líder de los buitres Paul Singer durante los diez años. Sobre el bono a 100 años se trató de una licitación por 2750 millones de dólares, a una tasa efectiva de 7,9 por ciento anual. 

La venta del bono estuvo a cargo de un grupo de bancos elegidos discrecionalmente: HSBC, Citi, Santander y Nomura, que cobraron 3,3 millones de dólares en comisiones directas. Entre los 148 fondos de inversión que compraron el bono a 100 años se encuentra Noctua Asset Managment LLC, una firma offshore de Caputo que se quedó con bonos por 5 millones. 

Los offshore no son una rareza en la ingeniería del «Messi de las finanzas». La megafiltración conocida como los Paradise Papers dio a conocer que había manejado los fondos Alto Global, inscriptos en las Islas Caimán, y Noctua, datos que omitió mencionar en sus declaraciones juradas, tanto en la AFIP como ante la Oficina Anticorrupción (OA). 

“Nunca fui propietario ni accionista de Noctua ni de Princess sino asesor, administrador, fiduciario y/o mánager, por lo tanto que no debía declararlas”, sostuvo en su descargo, pero la investigación y los nuevos documentos obtenidos por el equipo argentino de Paradise Papers –publicados por Perfil y La Nación– aseguraron lo contrario.

Ese tipo de sociedades son una constante en la historia de quien podría ser el próximo ministro de Economía de la Argentina. El titular de la IGJ, Ricardo Nissen, denunció una nueva «sociedad baúl» que sería utilizada por Caputo para esconder la fortuna familiar. Se trata de Sacha Rupaska Sociedad Anónima (SA), creada en 2007, y en la que figuran como titulares Luis María Méndez Ezcurra y Horacio Iván Gándara, a quienes la IGJ considera «testaferros» de Caputo. 

Méndez Ezcurra es cuñado de Eduardo Enrique Massera, hijo del genocida Emilio Eduardo Massera, y también cuñado de «Toto» Caputo, ya que está casado con Rossana Pía Caputo. Sí, la hermana que, según la querella de la vicepresidenta Cristina Kirchner, está vinculada con el aporte de 13 millones de Caputo Hermanos a los fundadores de Revolución Federal, Jonathan Morel y Leonardo Sosa.  Sosa apareció públicamente ayer, cuando se mostró en las afueras del Congreso de la Nación para apoyar a Victoria Villarruel a la salida de su reunión con Cristina Kirchner. «¡Te quiero mucho, Vicky!», le gritó a la vicepresidenta electa –negacionista de los crímenes de la última dictadura militar– . Una alianza con conexiones varias que podrían llevar a Caputo a dirigir el ministerio clave para desarrollar el «plan motosierra». 


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Divide y reinarás: El Gobierno aumenta el presupuesto solo para la Universidad de Buenos Aires

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Incrementará un 300 por ciento los recursos destinados a los gastos de funcionamiento. El Consejo Superior de la UBA afirmó que esto permite una previsibilidad, pero alertó sobre la situación salarial, que aún no está resuelta. El vicerrector Emiliano Yacobitti aseguró que seguirán reclamando por el resto de las casas de estudio.

Werner Pertot

Por Werner Pertot

La Universidad de Buenos Aires (UBA) decidió levantar la emergencia presupuestaria, tras alcanzar un acuerdo con el gobierno de Javier Milei por los gastos de funcionamiento, que recibirán una suba del 270 por ciento, y de sus hospitales, cuyo incrementp será cercano al 300 por ciento. En un comunicado, el Consejo Superior de la UBA afirmó que esto permite una previsibilidad, pero alertó sobre la situación salarial, que aún no está resuelta. Tampoco la inversión en ciencia y las obras que están paradas. En tanto otras 60 universidades continúan con el reclamo que llevó a la marcha universitaria y que no fue respondido. El vicerrector de la UBA, Emiliano Yacobitti, advirtió que seguirán reclamando por el resto de las casas de estudio. Las otras universidades indicaron que el aumento solo a la UBA «resulta inadmisible y provocador«. «No aceptaremos que existan estudiantes de primera y de segunda«, lanzaron. El Gobierno quedó a tiro de una cautelar.

Desde el comienzo de las negociaciones con las universidades y, sobre todo, en las reuniones posteriores a la marcha universitaria que resultó masiva en todo el país (algunas estimaciones llegaban al millón de personas), el Gobierno buscó dividir a la UBA del resto de las instituciones. De hecho, tuvieron una atención especial con el rector Ricardo Gelpi, a quien la ministra de Capital Humano, Sandra Petovello, recibió un día antes que al resto. En los encuentros con todos los rectores, el Gobierno escuchó, pero no hubo avances reales en destrabar fondos. De hecho, en una exposición ante el Congreso, el secretario de Educación, Carlos Torrendell, no pudo dar precisiones sobre cómo se resolverá el conflicto universitario.

A partir de ahí, lo público se separa de las negociaciones a puertas cerradas. Con la UBA particularmente, el encargado de las negociaciones, que pasó a ser Torrendell, tuvo tres reuniones más. Estuvo presente también el secretario de Políticas Universitarias, Alejandro Alvarez, aunque moderó sus modales. Allí, las autoridades de la UBA insistieron con el planteo de actualizar lo presupuestario y tuvieron varias discusiones, avances y retrocesos. Finalmente, desde el Gobierno nacional aceptaron aumentar aquellas partidas sin las cuales directamente se iba a un cierre de la UBA: el funcionamiento básico (la luz, etc) y el presupuesto para los hospitales. Según confirmaron a este diario, no solo acordaron sino que ya empezaron a pagar.

En el caso de la UBA, los gastos de funcionamiento representan el 14 por ciento de los gastos totales (porque allí hay que contemplar también los seis hospitales; en otras universidades es la mitad de ese porcentaje). «Si ellos no garantizaban ni el presupuesto mínimo para prender las luces, teníamos que cerrar», insistieron desde el rectorado a este diario.

Sigue la discusión

No obstante, en el comunicado que emitió el Consejo Superior de la UBA para anunciar que levantaba la emergencia universitaria, dejaron en claro que sigue la discusión por ese otro 86 por ciento del gasto sobre el que no hubo acuerdo (principalmente, son los salarios docentes y no docentes). Lo que recibieron fue una actualización de los gastos de funcionamiento del 270 por ciento interanual y del 300 por ciento para los hospitales universitarios y aquellas funciones de la universidad vinculados al área asistencial. Se trata de 26.016.488.265 pesos que el Gobierno les comenzó a transferir con destino a afrontar los Gastos de Funcionamiento y otros 35.436.785.336 de pesos para sostener los niveles de atención de la salud.

“Las sumas indicadas, si bien se encuentran por debajo del presupuesto óptimo para el funcionamiento pleno de la Universidad, posibilitan una programación presupuestaria, imposible hasta el momento”, señaló la UBA, que también destacó que continúa el “estado de alerta y profunda preocupación” por la actualización salarial como también otras partidas “particularmente aquellas vinculadas a las áreas de Ciencia y Tecnología, Extensión Universitaria y a los Programas de infraestructura universitaria”. Es decir, las obras que están paradas, algunas de las cuales ya estaban en curso.

En materia salarial, no hubo acuerdo con el Frente Sindical de las Universidades: la propuesta del Gobierno, ante una inflación acumulada superior al 70 por ciento, fue: 16 por ciento en febrero, 12 por ciento para marzo y 8 por ciento para abril. Es decir, un 36 por ciento. Los números solos indican por qué están muy lejos de un acuerdo con los gremios. Desde el Consejo Superior de la UBA advirtieron que este acuerdo debería llegar urgente y también se mostraron a favor de que el Congreso sancione una Ley de Financiamiento Universitario que establezca un criterio de actualización para el presupuesto universitario, para que no se repita lo de este año.

Tras el acuerdo, Yacobitti escribió en su cuenta de Twitter: «Gracias a que la sociedad se expresó con contundencia en defensa de las universidades públicas, el gobierno actualizó los gastos de funcionamiento de la UBA (aprox. 300%) para que no tenga que cerrar. Es un triunfo de todos los que apostamos a la educación para un mejor futuro». Luego aclaró: «Vamos a seguir reclamando por los salarios docentes y no docentes que perdieron más de un tercio de su capacidad económica en 4 meses, por los recursos para CyT y las obras de mantenimiento de los edificios y laboratorios».

Y luego volvió a aclarar: «También es importante que esta corrección sea para todo el sistema y no solo para la UBA. Sentarnos a discutir un presupuesto para el 2025 que contemple los reajustes». Esto último quizás tenga que ver con la reacción del resto de las universidades, que tronaron apenas se conoció la noticia.

«Universidades de segunda»

Todas las universidades vienen funcionando con un presupuesto que se votó a fines de 2022 y que, insisten, es insuficiente para llegar no ya a fin de este año, sino a mitad de año en algunos casos. Por lo tanto, apenas se conoció el aumento para la UBA, las otras 60 casas de estudio pusieron el grito en el cielo y hablaron de una “discriminación federal injusta” de parte del Gobierno.

Hubo una reunión de emergencia del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) para tratar el tema. «Estamos en plena discusión viendo si nos dan lo mismo a todos. Si no, habrá problemas”, señaló antes de ingresar a la reunión Víctor Moriñigo, rector de la Universidad Nacional de San Luis y actual presidente del CIN.

El CIN emitió luego un comunicado que dejó en claro como estaban los ánimos: «Resulta inadmisible y provocador que se reconozca solo para una universidad y no para la totalidad del sistema que reúne a un conjunto de 60 universidades a lo largo y a lo ancho de todo el país, que representan a dos millones de estudiantes de las universidades argentinas. No aceptaremos que existan estudiantes de primera y de segunda«, remarcaron los rectores en un comunicado del CIN.

«Rechazamos cualquier metodología que promueva la división entre universidades y dentro de las universidades. No convalidaremos ningún intento de división, ni priorizaremos nunca ningún atajo. El Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) no resigna lo que cree. No es solo un problema de recursos, es también de principios», le advirtieron al Gobierno.

Por otro lado, advirtieron que el Gobierno reconoció con ese pago que tienen razón y que «hay plata». Según pudo saber este diario, todavía no harán una presentación judicial, sino que esperarán una respuesta del Gobierno, pero la disparidad de criterios pone a la administración nacional a tiro de una cautelar. En el comunicado indicaron que esa transferencia a la UBA «implica el reconocimiento por parte del gobierno nacional de uno de los aspectos del problema -y su grave magnitud- que todo el sistema universitario viene planteando desde enero de este año. Por lo tanto, habiendo el gobierno confirmado con sus actos que los recursos están, exigimos inmediatamente una resolución que garantice un incremento igual al otorgado a la Universidad de Buenos Aires para todas las universidades públicas de la Nación.

«Con la misma urgencia, seguiremos bregando por paritarias para las y los trabajadores de las universidades que recompongan la pérdida del poder adquisitivo del salario, por el sostenimiento y el fortalecimiento del sistema científico y tecnológico, por la actualización del monto destinado a becas estudiantiles y por la recuperación de las obras de infraestructura hoy paralizadas», concluyeron.


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