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Los vínculos de los abogados de Gabriel Carrizo con la oposición

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A regañadientes, la diputada Karina Bachey terminó echando a la letrada Brenda Salva. El lunes, otro senador del macrismo había desvinculado al defensor Gastón Marano que lo asesoraba en la Bicameral de Inteligencia.

Luciana Bertoia

Por Luciana Bertoia

Un fantasma recorre la causa sobre el intento de asesinato de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner: el fantasma de los vínculos con los sectores más rancios de la oposición. La defensa de uno de los detenidos, Nicolás Carrizo –el líder de la banda de los copitos– le dio alas a ese fantasma. No sin resistencias, la diputada del PRO Karina Bachey terminó echando a Brenda Salva, que la asesoraba a ella en el Congreso mientras era parte del equipo que defiende a quien se jactaba por WhatsApp de tener un plan para matar a CFK e intenciones de asesinar a su hijo, el diputado Máximo Kirchner. La desafectación de Salva había sido reclamada por el bloque del Frente de Todos (FdT) después de que la legisladora macrista dijera que es “fan de la libertad de trabajo”. Salva siguió la misma suerte que su colega Gastón Marano, defensor de Carrizo que también asesoraba a otro integrante del partido de Mauricio Macri, el senador Ignacio Torres, ante la Comisión Bicameral de Inteligencia (CBI) –una de las áreas más sensibles del Congreso.

Carrizo viene siendo uno de los protagonistas de la investigación que llevan adelante la jueza federal María Eugenia Capuchetti y el fiscal Carlos Rívolo. Su defensa no se queda atrás. Detenido el miércoles pasado en los tribunales de Comodoro Py, Carrizo consiguió abogado ese mismo día. Marano llegó a participar del allanamiento que ordenó la magistrada. Según le dijo el abogado a este diario, su llegada a la causa se dio a través de un colega activo en redes sociales a quien habría contactado el hermano de Carrizo. De acuerdo con la versión de Marano, el expediente por el intento de homicidio de CFK es un reto que cualquier penalista quisiera tomar y una buena pantalla para mostrar su destreza como letrado.

Sin embargo, muchas de las dudas que surcan el ecosistema político fueron puestas de manifiesto por el ministro de Justicia Martín Soria. “Yo no tengo dudas de que detrás de esta gente hay algo más: alguien los financia, alguien le puso la logística, la inteligencia, alguien les puso las cámaras de televisión y alguien los masificó en la redes para mostrar las guillotinas o los muñecos colgados de las rejas de la Casa Rosada. Alguien hoy les está pagando a los abogados”, dijo el ministro en una entrevista con El Destape Radio.

Marano es conocido hace años en el mundillo de la seguridad. Trabajó durante años en la embajada de Estados Unidos en la Oficina de Ciudadanía, que se ocupa –entre otras cosas– de las extradiciones. Hay quienes lo vinculan con el extitular de la Secretaría de Inteligencia (SI) Miguel Ángel Toma, relación que Marano desmiente. En 2011, fue candidato a diputado suplente en una lista que era colectora de la que llevaba como candidato a presidente a Eduardo Duhalde. En 2019, presentó una denuncia contra Marcelo Sebastián D’Alessio por usurpación de título después de que se supiera que no había pasado ni por la esquina de la Facultad de Derecho. En los últimos meses, se mostró asesorando al legislador de La Libertad Avanza Ramiro Marra en su cruzada contra partidos de izquierda y movimientos sociales por los planes sociales.

A la CBI, Marano llegó en mayo de este año. El senador Torres, según publicaron otros medios, hizo saber que le habían «presentado» a Marano. No queda claro cómo fue esa presentación ni quién ofició de presentador. El abogado dice no conocer más que por haberse cruzado en un canal de televisión a Gerardo Milman y no tener vínculo con Cristian Ritondo, los dos pesos pesados del macrismo en la CBI.

Torres autorizó a Marano a compulsar el resumen de actividades que desplegó la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) durante el año pasado –que es un material clasificado– y el abogado también habría estado analizando la posibilidad de una reforma de inteligencia –un proyecto que el gobierno no envió al Poder Legislativo pese al anuncio del Presidente de marzo pasado y que parece que no tendrá empuje en el corto plazo–. En junio pasado, en la CBI advirtieron su presencia cuando iba a llevarse adelante un plenario de la Bicameral para discutir la situación del avión venezolano-iraní. Como era una instancia en la que solo podían participar senadores y diputados, Oscar Parrilli le pidió a Marano que se retirara –a lo que él accedió diligentemente–.

Después de que se conoció que se había hecho cargo de la defensa de Carrizo, Torres se comunicó con Moreau para avisarle que había decidido desafectar a Marano. El presidente del cuerpo cumplió con el tramiterío a primera hora del lunes y el letrado quedó sin acceso. No son pocas las sospechas de que la banda de los copitos tenía terminales en algún sector de inteligencia.

Las dudas se incrementaron cuando se supo que Marano había autorizado a Salva y Fernando Sicilia a compulsar el expediente. Sicilia es un viejo conocido en la CBI. Es el abogado defensor de dos de los insignes integrantes de los Súper Mario Bros —los miembros de la AFI que se dedicaban al espionaje político–: el abogado Facundo Melo y el policía porteño Leandro Araque. En los tribunales, Sicilia atacó la teoría del cuentapropismo –que convalidó la Cámara Federal– y apuntó contra la cúpula de la AFI macrista. Es también el defensor del perito David Cohen –que truchó los informes en la causa del Gas Natural Licuado (GNL) para perjudicar al exministro de Planificación Federal Julio De Vido– e interviene en la causa de la secta de Villa Crespo. Su perfil es ecléctico: es abogado querellante en casos de violencia institucional como la de la masacre de Wilde o la ejecución de Diego Cagliero.

Marano desmiente que Sicilia intervenga en la defensa de Carrizo. Dice que su inclusión en un escrito se debió a un error burocrático porque comparten otros casos en otras jurisdicciones. “Yo no voy a defender a nadie que atente contra el orden democrático, más allá de que creo en el derecho de defensa”, responde Sicilia ante una consulta de Página/12 pero agrega que no tiene previsto presentarse para aclarar en la causa que no está vinculado al expediente.

Con Salva, Marano comparte estudio jurídico. La mujer también se desempeñó como columnista en A24, Crónica y La Nación+. Si bien no está designada como co-defensora, ella salió a dar entrevistas en los últimos días sobre la situación de Carrizo. Salva trabajaba como asesora en temas de discapacidad de la diputada Bachey desde mayo. Ese mismo mes llegó Marano a la CBI y ese mismo mes apareció en escena Revolución Federal, el grupo extremista de derecha que se sospecha que puede tener vasos comunicantes con los copitos.

El lunes, el FdT había reclamado la desvinculación de Salva después de que Bachey le hubiera dicho a Perfil que ella era “fan de la libertad de trabajo” y que no había comprado todo el tiempo de su asesora. El martes, la diputada informó a través de un comunicado su “decisión indeclinable de desafectar” a Salva. “Desde mi lugar como dirigente político corresponde velar por el esclarecimiento de este hecho”, escribió la legisladora del PRO. Sin embargo, al día siguiente del atentado contra CFK no había sido tan prudente cuando agarró Twitter. “Victimizarse, causas judiciales, penas, y ahora pobrecita!!!! El circo y sus artistas!!!”, había escrito entonces.


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En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

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La oposición tiene los números para hacer cambios en particular. La Rosada ya dice que ningún capítulo es de vida o muerte.

En la Cámara de Diputados creen que la ley ómnibus se terminará aprobando la semana que viene pero que luego caerá sin atenuantes en el Senado.

La Cámara alta nunca trató la ley ni en comisión porque no pasó el filtro de Diputados. Allí el terreno es mucho más complejo para el gobierno, como quedó demostrado con el DNU que cayó por amplia mayoría.

Los senadores se quieren cobrar los insultos incesantes de Milei, que la semana pasada los graficó como ratas luego de que se aumentaran el sueldo. «Están decididos a destruir la ley».

En Diputados tampoco el Gobierno tiene un camino recto. Si bien ya asoman los números de la mayoría para la votación en general, que ya se habían conseguido el 2 de febrero en la primera versión de la ley, la votación en particular puede sufrir cambios.

Así como sucedió con la privatización del Banco Nación, que fue sacada de la ley en las últimas horas, capítulos como el de lavado pueden sufrir cambios en el recinto, más allá de los acuerdos con los que llega el oficialismo al día de la votación.

En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

Cuando entra un negativo, como se dice en la jerga parlamentaria al momento en que se voltea un artículo de la ley en tratamiento, la votación se «espiraliza». Esto quiere decir que los diputados se envalentonan contra el Gobierno y buscan más cambios, tal como sucedió en la votación en particular de la primera ley ómnibus, lo que la llevó al naufragio.

En ese momento quien debe tener la muñeca para negociar es el presidente de la Cámara, ayudado por sus operadores de recinto. Cuando Emilio Monzó era titular de Diputados, su operador era Nicolás Massot. Sergio Massa tenía a Cecilia Moreau y Paula Penacca. Los operadores de recinto son los que recorren las bancas durante la sesión para evitar sorpresas.

El Gobierno tiene un problema grande con eso. No tiene operadores de recinto, con un bloque balcanizado tras la salida de Oscar Zago. Y en especial, Martín Menem no demostró la experiencia para manejar la sesión cuando se la complican.

En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

Y los números que tiene el gobierno en Diputados anticipan que la votación en particular se va a complicar. La oposición podría juntar 126 diputados, que no alcanzan para dar quórum pero sí para voltear artículos o la ley entera una vez que comienza la sesión. Es que cuando ya se consiguió el quórum, la mayoría se calcula respecto de los diputados presentes. Como siempre faltan diputados que se enferman o viajan, con 126 diputados la oposición puede tener mayoría.

A ese número llegan con los 99 diputados de Unión por la Patria, más 5 de izquierda, 2 santacruceños, 11 radicales de Facundo Manes y Emiliano Yacobitti, y hasta 11 del bloque de Miguel Pichetto.

‘La ley es un monstruo sin cabeza que va caminando por el Congreso’, dicen los diputados que la quieren votar para sacársela de encima. El clima es de hastío por el proceso de cuatro meses que se tornó insoportable.

La bancada de Pichetto puede ir mutando en cantidad de votos negativos de acuerdo a cada artículo en particular. Los dos socialistas, Esteban Paulón y Mónica Fein, están muy enfrentados al Gobierno. Juan Brugge y Natalia de la Sota responden a Massa. Los seis lilitos no quieren votar las facultades delegadas y Margarita Stolbizer firmó un dictamen aparte con los socialistas.

Además se suman 8 diputados de Innovación Federal que buscarán introducir el capítulo del tabaco que el Gobierno quitó de la ley. «Si no lo logran quizás hagan una maldad», explicaron a LPO fuentes parlamentarias.

Como si no bastara con lo fino del cálculo, el Gobierno, que dejó como interlocutor al vicejefe de gabinete, José Rolandi, no reclama ningún punto como indispensable.

«La ley es un monstruo sin cabeza que va caminando por el Congreso», dicen los diputados que la quieren votar para sacársela de encima. El clima es de hastío por el proceso de cuatro meses que se tornó insoportable.

La bronca de los diputados no es sólo con la Rosada sino también con los gobernadores: creen que se borraron y no dieron la cara en las últimas semanas previas al tratamiento de la ley. El bloque libertario, en tanto, ni participa de las reuniones en las que se negocian los pedazos de la ley. 


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