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La patria transpirada: postales de un domingo de gloria en el Obelisco

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En cada Mundial, el fútbol deja al descubierto de qué está hecha la argentinidad. Esperanza, incertidumbre y un final siempre abierto. Esta vez la moneda cayó para el lado de la felicidad.

No es un 17 de octubre, pero es un 18 de diciembre y todos los caminos conducen al Obelisco. La patria transpirada vive su domingo de gloria, pero para llegar al cielo, al abrazo con desconocides, primero sufrimos. Porque la argentinidad se hace con ingredientes precisos de agonía, orgullo, heroísmo, alegría y llanto. Ningún sentimiento moderado se encuentra en las columnas que engrosan desde las 4 de la tarde la Diagonal Norte, avenida Corrientes, Córdoba, Belgrano, Independencia, San Juan hacia la 9 de Julio. Ni bien aprendemos a caminar, sabemos que para vivir este fervor, este amor, vamos a tener que aprender otra cosa: a alentar. Así entendemos la vida colectiva.  

Un río, una ola, un océano, un tsunami celeste y blanco. Más de dos millones de personas que, sin prisa pero sin pausa, fluyen desde los barrios porteños, desde el Conurbano, desde las provincias, desde el cielo con diamantes del Diego. Inundan el centro porteño. Peregrinando desde el suburbio del suburbio de Avellaneda llegó Alexis. El  hercúleo albañil llora: “36 años, hermano, desde la cuna que la vengo soñando a la copa. Pellizcame, no me quiero despertar”. Sueño de una primavera futbolera que no quiere terminar. “Hoy somos inmortales”, dice un grafiti tatuado a las apuradas a dos cuadras del Obelisco.  

El triunfo es de cada persona que lo gritó y se volvió a ilusionar. De las que pusieron estampitas, velas prendidas, las que tuvieron cábalas, las que prometieron, las que juntaron figuritas con solemnidad, las que alimentaron familias enteras comprando remeras en la calle, las que usaron los talismanes, las que se tranquilizaron con estadísticas y confiaron en que viven en un país coronado de gloria. A la altura de la Avenida de Mayo se baila, se perrea, se twerkea, se canta el himno de la alegría que sale del baúl de un Golcito destartalado. En llamas, a lo bonzo, les pibis de Florencio Varela sacuden el esqueleto a todo ritmo. Confiesa el DJ a cargo de set: “Hasta que no nos den más las piernas, papu. Mañana no sé ni de qué trabajo”.

Foto: Gentileza Pablo Lecaros

El mundial de fútbol recién termina, pero esto recién empieza. Falta que lleguen los pibes que pusieron la magia, que llegue Lio, el cuerpo técnico, les hinchas que pusieron el bombo. Falta que llegue la copa dorada, la concentración material de nuestras ilusiones. Falta volver a salir o falta no salir nunca de la calle. La tarde es sofocante y en el asfalto recalentado se ve la sombra de las banderas albiceleste que flamean en círculos, como satélites de nuestras alegrías. La tercera estrella no es más distante. Brilla, alta en el cielo, sobre la Argentina.


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Mondino y su brutalidad: «Los chinos son todos iguales»

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La ministra de Relaciones Exteriores exhibió su intelecto en la cumbre de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) que se celebra en París. Allí confesó que no puede distinguir las profesiones de los orientales porque, para ella, tienen el mismo aspecto físico. Lo hizo después de mantener una gira justamente por China, con la intención de negociar el swap con el gigante asiático.

La canciller Diana Mondino se refirió este jueves a la base china en la Argentina. Lo hizo al ser consultada por la presencia de militares del gigante asiático. Mondino respondio con total brutalidad: dijo que no se pudo identificar si participan civiles o militares porque «son todos chinos, son todos iguales».

La cuestión hace al realineamiento argentino con los Estados Unidos. Javier Milei quiere emular las relaciones carnales que mantuvo Carlos Menem en los años 90. Es por eso mismo que, desde hace semanas, el Gobierno nacional amaña todo lo referido a la base científica que nuestro país comparte con China en Neuquén, al punto de mandar una delegación a investigar si se haya algo oculto, pese a que el gigante asiático comparte todos los resultados de las investigaciones con los organismos nacionales.

En ese contexto, Mondino aseguró este jueves que «los chinos son todos iguales», al señalar que no habían identificado a personal militar en la base espacial de ese país en Neuquén. «Los que fueron de investigación no identificaron que hubiera personal militar. Son chinos, son todos iguales», indicó la ministra de Relaciones Exteriores en declaraciones a Clarín.

La frase surgió ante una pregunta sobre si se había identificado personal militar en la base ubicada en la Patagonia argentina, en la que puso especial atención el gobierno de los Estados Unidos y fue tema de conversación con la generala del Comando Sur, Laura Richardson, a principios de abril.

«Ya se han hecho inspecciones en la Estación Espacial China y la Europea. Fue el mismo equipo a ambas y en la misma semana, esos equipos no percibieron nada raro», explicó Mondino.

Pato criollo

No es la primera vez que Mondino no logra ocultar su brutalidad. Semanas atrás, sentada en la mesa de Mirta Legrand, la canciller contó -con una sonrisa de dientes perfectos- por qué para ella es absurdo que los jubilados tengan acceso a un crédito: “Por definición todos algún día nos vamos a morir y si sos un jubilado de determinada edad casi seguro que te vas a morir”. Su argumento corrobora el ABC del gobierno libertario de monetizar la vida al máximo y que eso sea por definición el criterio de lo que sirve y lo que no, según cómo se venda o cómo se pueda pagar.

Pero se acumulan los casos. Por ejemplo cuando pidió que fogoneó a los trolls para que tengan más comentarios una respuesta que el tuit original de Andrés Manuel López Obrador. Ocurrió cuando el presidente mexicano denominó ignorante a Milei y una de las cuentas de las que suele tener interacción con el mandatario argentino (@usdtermo) desafió a que una foto de Milei iba a tener «más me gusta». En vez de apaciguar las aguas, esto publicó Mondino.

Y en el repaso también se pueden citar la vez que dejó un manto de sospecha -sin ninguna prueba- de supuestos «infiltrados» que iban a desestabilizar al presidente Javier Milei en su discurso de apertura en el Congreso o la vez que ni siquiera se puso colorada al apuntar contra Natalia Zaracho porque la diputada y cartonera -que nació en un contexto de vulnerabilidad social- no terminó el secundario.

Malvinas

La cuestión Malvinas merece un párrafo aparte. Suelta de lengua, Mondino dijo que las quejas formales del país contra Inglaterra son, apenas, «cartitas», y que si se tiene que enfrentar con su par inglés en lo relativo a Malvinas, lo mejor es hacerlo con sus «chicanas tuiteras». 

Lo hizo en una entrevista televisiva Ante la consulta de una periodista sobre las acciones de la Cancillería ante el viaje de David Cameron -ministro de Asuntos Exteriores del Reino Unido- a las Malvinas, la canciller dijo que «no había muchas opciones» porque «no pasan por territorio argentino para ir». «¿Qué le vamos a hacer, con un misil bajar el avión», comentó, con acento e intento de humor cordobés.

Cuando la repregunta estuvo orientada a por qué no hubo una queja formal del Estado nacional, Mondino adelantó su reflexión. «A un inglés reírse con el idioma inglés, le duele mucho más que una de las tantas cartitas que Argentina continuamente ha enviado», opinó y consideró que su chicana -había posteado, en Twitter, que le agradecía a Cameron su visita a la Argentina-, «le duele mucho más que otra cartitas más».

Hasta ahora se desconoce si alguno de los asesores con los que cuenta la ministra le soplaron al oído que ni el primer ministro de Inglaterra ni siquiera su canciller la siguen en la red favorita de los ultraderechistas. Es decir, quizás ni acusaron recibo de la «chicana». 

Antes de París, Pekín

Las últimas declaraciones de Mondino llegaron desde París, donde participa de un encuentro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Pero la canciller no llegó a Francia desde Buenos Aires sino, justamente, había pasado semanas en la capital china donde se se reunió con el canciller Wang Yi.

El motivo de la gira giraba en torno a recomponer las relaciones tras las provocaciones del Gobierno nacional, que iban desde las acusaciones del presidente (augurando que no iba a mantener relaciones con «comunistas) y de las fotos de la propia canciller con diplomáticos de Taiwán, un tópico sensible para la geopolítica del gigante asiático. Pero, sobre todo, estuvo marcado por la necesidad de que el Gobierno chino renegocie el pago del swap para no generar un sismo en las reservas monetarias argentinas.

La pelota ahora quedó en Pekin. Habrá que ver si toman estas últimas declaraciones como un mero comentario al paso o si resuelven tomar medidas drásticas, por ejemplo, revisar el historial de créditos y exigirle al país el pago efectivo e inmediato de los mismos: se podrían amparar que, para ellos, las deudas «son todas iguales».


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