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La Iglesia Católica salió a criticar la propuesta de debate sobre la marihuana del Presidente

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«La clase política sigue una agenda que no es de este tiempo» y «se sigue entreteniendo con temas de campaña», advirtió la Comisión Nacional Pastoral de Adicciones y Droga dependencia.

Luego que el presidente Alberto Fernández planteara el debate sobre la legalización del consumo de marihuana, la Iglesia salió hoy a criticar esa posibilidad y consideró que «la clase política sigue una agenda que no es de este tiempo», mientras se «sigue entreteniendo con temas de campaña». «Resulta muy triste que lo único que una la famosa grieta sean los temas que ignoran la vida y la opinión de los sectores populares», expresó mediante un comunicado la Comisión Nacional de Pastoral de Adicciones y Drogadependencia, de la Conferencia Episcopal Argentina.

«Quienes vivimos y trabajamos en los barrios populares —y no somos turistas en ellos— sabemos del daño que ocasionan el alcohol y la marihuana en los niños, adolescentes y jóvenes abandonados a su suerte por un Estado de carácter liberal. Sin mayores ayudas para que puedan desarrollar sus vidas como Dios manda, terminan entrampados en drogas que los condicionarán de por vida», advirtió la comisión de la Iglesia Católica. Además, se marcó que «mientras la sociedad mira desconcertada el abismo cada vez mayor entre ricos y pobres, la política argentina se sigue entreteniendo con temas de campaña».

Días atrás, el presidente Fernández aseguró que no tiene problemas en abrir el debate sobre la legalización de la marihuana y pidió que sea «sin hipocresías».

Según se expresó en el comunicado eclesiástico, «es inexplicable que hoy se hable de hipocresía al momento de hablar de la legalización de la marihuana (y otras drogas) en el contexto de pobreza e indigencia que viven cientos de miles de adolescentes y jóvenes que no pueden aspirar a una capacitación seria o a un trabajo digno, fruto de décadas de postergación».

En ese sentido se advirtió que «la clase política sigue una agenda que no es de este tiempo en los barrios populares ni tampoco de las clases medias ya resignadas a su decadencia. Por eso intentan dar clases de pobrismos los mismos que los originaron o hablan del uso recreativo del cannabis como si fuéramos un país nórdico». En el mismo sentido, se señaló que «lo que hoy debieran estar discutiendo Gobierno y oposición es la manera real en que estos jóvenes puedan acceder a un trabajo digno en los barrios más pobres».

Y se destacó que «la hipocresía sigue siendo no responder a esa gran demanda que lleva años en nuestro país: ¿Cómo originar trabajo? ¿Acaso hay algún otro negocio que debamos conocer los argentinos y que se esconde en esta especie de búsqueda de votos juveniles con promesas auspiciadas por el merchandising del cannabis?».

«Desde la Comisión de Adicciones de la Iglesia Católica hemos hablado muchas veces de este tema, pero los intereses económicos y políticos prevalecen. La mirada burguesa de sectores oficialistas y de la oposición nada tienen que ver con un sentido integral y popular de la vida. ¿Todavía no saldamos la deuda con tantos muertos en la Argentina por Covid y ya estamos buscando chocar una vez más con nuestro pueblo herido?», se señaló.

Por otra parte, se abrieron otros interrogantes: «¿La propuesta es legalizar la marihuana cuando todavía no tenemos lugares de recuperación para los miles de pibes y pibas que están desapareciendo a causa del consumo del paco? ¿La propuesta es legalizar la marihuana cuando la gran mayoría de los jóvenes de nuestros barrios más pobres no llega a terminar la secundaria y tampoco encuentra trabajo?».

«¿La propuesta es legalizar la marihuana cuando en nuestros barrios más pobres no hay agua, cloacas, luz, escuela, club? ¿La propuesta es legalizar la marihuana cuando tenemos más pibes y pibas flagelados por la droga en las cárceles que en hogares de recuperación?», interrogaron desde la comisión.


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En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

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La oposición tiene los números para hacer cambios en particular. La Rosada ya dice que ningún capítulo es de vida o muerte.

En la Cámara de Diputados creen que la ley ómnibus se terminará aprobando la semana que viene pero que luego caerá sin atenuantes en el Senado.

La Cámara alta nunca trató la ley ni en comisión porque no pasó el filtro de Diputados. Allí el terreno es mucho más complejo para el gobierno, como quedó demostrado con el DNU que cayó por amplia mayoría.

Los senadores se quieren cobrar los insultos incesantes de Milei, que la semana pasada los graficó como ratas luego de que se aumentaran el sueldo. «Están decididos a destruir la ley».

En Diputados tampoco el Gobierno tiene un camino recto. Si bien ya asoman los números de la mayoría para la votación en general, que ya se habían conseguido el 2 de febrero en la primera versión de la ley, la votación en particular puede sufrir cambios.

Así como sucedió con la privatización del Banco Nación, que fue sacada de la ley en las últimas horas, capítulos como el de lavado pueden sufrir cambios en el recinto, más allá de los acuerdos con los que llega el oficialismo al día de la votación.

En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

Cuando entra un negativo, como se dice en la jerga parlamentaria al momento en que se voltea un artículo de la ley en tratamiento, la votación se «espiraliza». Esto quiere decir que los diputados se envalentonan contra el Gobierno y buscan más cambios, tal como sucedió en la votación en particular de la primera ley ómnibus, lo que la llevó al naufragio.

En ese momento quien debe tener la muñeca para negociar es el presidente de la Cámara, ayudado por sus operadores de recinto. Cuando Emilio Monzó era titular de Diputados, su operador era Nicolás Massot. Sergio Massa tenía a Cecilia Moreau y Paula Penacca. Los operadores de recinto son los que recorren las bancas durante la sesión para evitar sorpresas.

El Gobierno tiene un problema grande con eso. No tiene operadores de recinto, con un bloque balcanizado tras la salida de Oscar Zago. Y en especial, Martín Menem no demostró la experiencia para manejar la sesión cuando se la complican.

En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

Y los números que tiene el gobierno en Diputados anticipan que la votación en particular se va a complicar. La oposición podría juntar 126 diputados, que no alcanzan para dar quórum pero sí para voltear artículos o la ley entera una vez que comienza la sesión. Es que cuando ya se consiguió el quórum, la mayoría se calcula respecto de los diputados presentes. Como siempre faltan diputados que se enferman o viajan, con 126 diputados la oposición puede tener mayoría.

A ese número llegan con los 99 diputados de Unión por la Patria, más 5 de izquierda, 2 santacruceños, 11 radicales de Facundo Manes y Emiliano Yacobitti, y hasta 11 del bloque de Miguel Pichetto.

‘La ley es un monstruo sin cabeza que va caminando por el Congreso’, dicen los diputados que la quieren votar para sacársela de encima. El clima es de hastío por el proceso de cuatro meses que se tornó insoportable.

La bancada de Pichetto puede ir mutando en cantidad de votos negativos de acuerdo a cada artículo en particular. Los dos socialistas, Esteban Paulón y Mónica Fein, están muy enfrentados al Gobierno. Juan Brugge y Natalia de la Sota responden a Massa. Los seis lilitos no quieren votar las facultades delegadas y Margarita Stolbizer firmó un dictamen aparte con los socialistas.

Además se suman 8 diputados de Innovación Federal que buscarán introducir el capítulo del tabaco que el Gobierno quitó de la ley. «Si no lo logran quizás hagan una maldad», explicaron a LPO fuentes parlamentarias.

Como si no bastara con lo fino del cálculo, el Gobierno, que dejó como interlocutor al vicejefe de gabinete, José Rolandi, no reclama ningún punto como indispensable.

«La ley es un monstruo sin cabeza que va caminando por el Congreso», dicen los diputados que la quieren votar para sacársela de encima. El clima es de hastío por el proceso de cuatro meses que se tornó insoportable.

La bronca de los diputados no es sólo con la Rosada sino también con los gobernadores: creen que se borraron y no dieron la cara en las últimas semanas previas al tratamiento de la ley. El bloque libertario, en tanto, ni participa de las reuniones en las que se negocian los pedazos de la ley. 


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