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La designación de García Cuerva y los motivos del malestar conservador

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La estrategia de Bergoglio detrás de los nombramientos. Los motivos del Papa para designar al nuevo arzobispo porteño y por qué García Cuerva se convirtió en blanco de ataques aún antes de asumir sus funciones en Buenos Aires.
Washington Uranga

Por Washington Uranga

La designación de Jorge Ignacio García Cuerva como nuevo arzobispo de Buenos Aires movió el tablero eclesial pero también el político. Las reacciones no se hicieron esperar aunque no todas fueron públicas. Tanto entre quienes festejaron el nombramiento como gol propio como aquellos que lo leen como una caída de su propio arco, los más prefirieron el silencio o el comentario en voz baja. Por estrategia política, unos, por interna eclesiástica, otros.

Bergoglio pegó un golpe de timón. A tal punto que, según trascendidos, el Papa eligió con su propio criterio y en función de su conocimiento dejando de lado los nombres que le sugirieron desde Argentina y los organismos vaticanos. Buenos Aires es una sede importante en la que Francisco quiere garantizar a alguien que responda a sus lineamientos pastorales. Lo mismo hizo en otros lugares como Nápoles, Génova o Lima, donde también aparecieron nombres imprevistos pero alineados con el Papa.

Está claro que el audio viralizado del excapellán militar Rodrigo Vázquez, no puede ser entendido apenas como una opinión personal del cura que se dirige a sus amigos carapintadas como “camaradas”. Aunque rápidamente intentó retractarse y pidió perdón, el sacerdote se animó a expresar en su mensaje lo que piensa el sector más conservador del clero católico e, incluso, algunos obispos que critican en los pasillos al Papa aunque seguramente nunca lo harán en público. Es una división que no solo atraviesa a la comunidad católica en Argentina, sino que se expresa en la iglesia universal. Así como hay quienes aplauden a Jorge Bergoglio por su orientación renovadora y por la audacia de algunas de sus decisiones, hay otros que lo combaten por los mismos motivos.

Un editorialista del diario porteño que ha sido proverbial vocero del conservadurismo católico se hizo eco del “malestar” que generó el nombramiento citando a un obispo que habló “en reserva” con el periodista. El mismo medio se encargó de calificar “el desencanto de muchos fieles”, tampoco identificados, por la llegada de García Cuerva como arzobispo de la arquidiócesis más importante de la Argentina. Esperaban a alguien por lo menos parecido al jubilado cardenal Mario Poli siempre más cómodo con los círculos del poder que cercano a los sectores populares. Habría sido una decisión “salomónica” como las que en otro tiempo tomó Jorge Bergoglio siendo arzobispo, pero que no son habituales desde que el nacido en Buenos Aires se instaló en el Vaticano como Francisco.

García Cuerva, obispo de Río Gallegos entre 2019 a 2023 y obispo auxiliar de Lomas de Zamora, entre 2017 y 2019, se ganó el adjetivo de “cura villero” en La Cava de San Isidro, por su adhesión a la “opción por los pobres” y por declaraciones públicas que lo acercan al peronismo. Hay que mencionar también las fotos de sus abrazos con Sergio Massa y la amistad reconocida por ambos. Todo ello en el marco de una estricta disciplina institucional y absoluto alineamiento con el magisterio de Francisco que intenta la renovación del catolicismo basándose en las enseñanzas del Concilio Vaticano II y en la tradición pastoral de la iglesia latinoamericana.

Esto, y no mucho más, ha sido suficiente para que García Cuerva –aún antes de asumir su responsabilidad en Buenos Aires y sin pronunciar una palabra respecto de su nuevo cargo- se haya hecho acreedor a la resistencia de los eclesiásticos más conservadores y la desconfianza de los círculos de poder que no quieren escuchar homilías a favor de los pobres y marginados pronunciadas desde el púlpito de la catedral metropolitana.

Quienes critican son los mismos que suelen arremeter contra el arzobispo platense Víctor “Tucho” Fernández por lo que dice, por su clara adhesión a las opciones pastorales cercanas al sentir popular que impulsa el Papa, pero fundamentalmente porque se lo reconoce como uno de los principales voceros de lo que Francisco piensa. También porque se sabe que además de interpretar al Papa, Fernández –que ha escrito antes con Bergoglio- “le da letra” hoy a Francisco y ensaya borradores que luego el Vaticano convierte en documentos oficiales con o sin la firma papal.

En su momento el nombramiento de Fernández para sustituir al ultraconservador Héctor Aguer en un bastión históricamente dominado por la jerarquía tradicionalista y aliada con la derecha política fue un “golpe” para los conservadores porque cambiaba el rumbo y la orientación pastoral de esa diócesis. Aunque menos notorio, en el mismo sentido se puede leer la llegada del Marcelo Colombo como arzobispo de Mendoza, otro reducto conservador en términos eclesiásticos. Colombo, fue vicario general del Jorge Novak, el fallecido obispo de Quilmes y militante de derechos humanos durante la dictadura militar. Colombo enrolado en la misma línea pastoral impulsada por el Papa, antes fue obispo de La Rioja, y ha sido uno de los principales promotores (en complicidad con Bergoglio) de la beatificación del obispo mártir riojano Enrique Angelelli, asesinado por los militares. Hoy es vicepresidente primero de la Conferencia Episcopal.

Con menos repercusión mediática Francisco sumó también nombramientos de obispos más jóvenes y cercanos al compromiso con los pobres. En principio estos obispos fueron ubicados en sedes no relevantes -como ocurrió con el propio García Cuerva- para luego ser transferidos a destinos más importantes y significativos. Es el caso de Gustavo Carrara, auxiliar de Buenos Aires y responsable de la pastoral en las villas de emergencia bajo el gobierno de Poli, pero que seguramente en un futuro no lejano estará directamente al frente de una diócesis.

Es la estrategia de Francisco y esto también alimenta el “malestar” de los conservadores.

Podría agregarse que el nuevo arzobispo porteño es un hombre joven para ocupar ese cargo. Tiene 55 años de edad y ese solo hecho podría proyectarle por lo menos veinte años de gobierno eclesiástico hasta su jubilación a los 75. Tiempo suficiente para planificar y aplicar cambios sustanciales en la comunidad católica de la capital si así se lo propusiera. Habría que agregar que por ocupar la sede eclesiástica más importante y estratégica Jorge García Cuerva es firme candidato a ser futuro presidente de la Conferencia Episcopal Argentina y también cardenal. Esto último lo ubicaría entre los electores del sucesor del Bergoglio en Roma.

García Cuerva no podría ser calificado de revolucionario, tampoco Francisco. Ninguno de los dos aceptaría ser nombrado con ese adjetivo. Pero para los sectores más conservadores todo atisbo de renovación resulta peligroso.

Si bien el verdadero malestar es con Bergoglio, sus orientaciones pastorales, su compromiso con los pobres y el respaldo a los movimientos sociales entre otros temas, al menos por ahora hay reservas para expresar las críticas a viva voz. Las objeciones al Papa se pronuncian en círculos cerrados y en voz baja. En cambio, es más fácil hacer blanco en García Cuerva. Ni el poder político ni el eclesiástico podrían prestar conformidad con el nombramiento y con la proyección de un arzobispo que se autodefine como “un obispo junto al pueblo”, se pronuncia contra “los excesos del poder” y llama a “superar todas las grietas”.

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El gobierno anunció un acuerdo con las universidades que no existe

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El gobierno informó un incremento en el presupuesto universitario pero solo abarca los gastos de funcionamiento.  El Consejo Interuniversitario Nacional señaló que es un reconocimiento al ajuste aunque considera insuficiente a propuesta. Se mantiene la movilización de la semana próxima. 

La marcha prevista para el 23 de abril en defensa de la universidad pública que se realizará en todo el país promete ser multitudinaria. Crecen las expresiones de apoyo y convocatoria tanto a nivel nacional como en el extranjero, incluso centros de estudiantes de universidades privadas, como la UADE, se suman a la convocatoria. Actores, científicos, docentes, dirigentes gremiales y estudiantes llaman a movilizarse contra el desastre que se avizora ante el desprecio que le dispensa el gobierno libertario a la educación pública. La primera reacción del gobierno fue el ataque furioso, encabezado por el presidente Javier Milei. Anoche, además, hubo un intento de desactivar la movilización. Desde el Ministerio de Capital Humano informaron que «se dispuso un aumento del 70 por ciento en marzo llevando la asignación por gastos de funcionamiento» y adelantaron que en mayo se otorgará el mismo porcentaje. De esa manera, el gobierno lanzó a rodar una moneda falsa al anunciar que se había llegado un acuerdo. El Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), que congrega a todas las universidades públicas, lo desmintió. «Nos parece bien que reconozcan que existe el ajuste, porque hasta hace poco lo negaban. Queremos sentarnos a dialogar, pero la propuesta sigue siendo insuficiente», señalaron desde una de las universidades.  El CIN  ratificó la convocatoria a la movilización. 

El gobierno ya utilizó esta estrategia sin resultados positivos.  Ante el conflicto, rechaza su existencia, ataca a sus protagonistas, cuando todo está por desmadrarse hace una oferta y, a través de las redes sociales, vende una solución que no existe. Así lo hizo el pasado 14 de marzo cuando intentó frenar la huelga nacional de los docentes universitarios. La noche anterior anunció el incremento de un 70 por ciento para gastos de mantenimiento que las universidades debían recibirlo los primeros días de abril. Los gremios docentes y no docentes no se equivocaron en mantener el paro porque ese dinero no llegó.

Es más, se trata del mismo porcentaje que forma parte del ofrecimiento que realizaron a última hora de este jueves al CIN. Pero este aumento representa en realidad menos del 10 por ciento del presupuesto de las universidad que todavía no lo cobraron. El gobierno dice que ese 70 por ciento «lleva la asignación por gastos de funcionamiento a $10.075.851.995 mensuales para las Universidades Nacionales» y propone otro «70 por ciento en el mes de mayo alcanzando los $14.224.732.213 mensuales, totalizando un 140 por ciento de aumento sobre la asignación base de $5.926.971.777 mensuales». «Además –agregó el comunicado–, se dispuso una partida extraordinaria para atender las necesidades de los hospitales universitarios de $14.403.479.661».

Los números siguen siendo insuficientes porque, como sostienen en las universidades, el ajuste es superior a lo que está ofreciendo ahora la Rosada. La propuesta es un aumento sobre los gastos de funcionamiento de las universidades que representan solo es el 10 por ciento del presupuesto. El otro 90 por ciento son los salarios. 

En cambio, el gobierno anunció que estos los montos surgían de un consenso alcanzado con los rectores de las universidades nacionales y anticipó un encuentro para avanzar en «lograr una educación universitaria de calidad». Sin embargo, desde el CIN no dijeron lo mismo. Valoraron «que se reconozca parte de lo que venimos reclamando, sustancial e ineludible para el normal funcionamiento de nuestras instituciones». Y señalaron que el diálogo convocado porque «es sin dudas el camino para lograr acuerdos duraderos que den la previsibilidad que el sistema universitario y científico necesita las en materia presupuestaria». Pero los rectores también informaron que están «a la espera de la invitación formal a la reunión donde se anuncie formalmente estas medidas, reunión a la cual asistirá el Comité Ejecutivo». Advirtieron, además, que el Consejo Interuniversitario «siempre ha estado y estará en virtud de nuestro convicción profunda respecto del rol estratégico que la educación pública, el sistema público de educación superior y la ciencia tienen para el país». Y destacaron que la marcha convocada para el 23 abril «continúa siendo una actividad de vital importancia y de visibilización, la cual el CIN adhiere y convoca».

«No hubo un acuerdo, hubo una propuesta del gobierno, de manera informal, donde se comprometen a subsanar el 25 por ciento del ajuste de los gastos de funcionamiento de las universidades», señaló en las redes sociales Emiliano Yacobitti, vicerrector de la UBA.

El comunicado de los rectores a la propuesta apresurada y de última hora también es una respuesta a los ataques a los que los sometieron tanto el presidente Milei como su ministro del Interior Guillermo Francos. A los docentes universitarios el Presidente los llamó “salamines firmadores de cartas de indignación” y acusó a la educación pública de generar «disonancia cognitiva». A su turno, Francos se preguntó si ante los problemas presupuestarios no deberían plantearse «la forma de generar más recursos a los que aporte el Estado nacional». Tanto Francos como Milei tienen en común el haber egresado de universidades privadas. Tal vez eso también explica el desapego que expresan por las universidades públicas. 


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