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Esto es voto por voto

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Eduardo Aliverti

Por Eduardo Aliverti

Transcurridas dos semanas desde el impacto por la victoria electoral del oficialismo, en un aspecto se observa mayor calma y excitación a la vez. Es la seguridad de que el partido no está liquidado, ni muchísimo menos.

Como era lógico, al principio hubo entre los ganadores una sensación triunfalista que pareció definitiva (Sergio Massa les dijo a sus colaboradores que correrá de la campaña a quien se muestre de esa forma). Y la oposición se sumergió en una ristra de yerros autoinfligidos, que continúan y que no dejan de generar asombro.

Sin embargo, y aunque la política acostumbra quedar lejos de rígidos cálculos matemáticos, hay unas cuentas ya producidas que insisten en llamar a la moderación de un lado y del otro.Pero más aún en el peronismo. No es lo que advierten las encuestas, para quienes se apuran en adjudicarles equivocaciones intencionadas que, desde ya, puede haber. Es, simplemente, lo que surge de las votaciones efectuadas.

Si es por Massa y Axel Kicillof, son meritorios principalísimos de una recuperación que quemó todos los manuales respecto de circunstancias como las que atravesaron y siguen sufriendo. Incluso, puede dárseles el hándicap de obviar ciertos números muy feos de la economía macro y de la cotidiana. Por caso, hay que buscar con lupa algún antecedente de oficialismos triunfantes después de la pandemia.

Y si es por Javier Milei, quien ni esperó de la noche a la mañana para mudarse de incendiar todo a plegarse a la casta, semejaría que esa actitud desvergonzada no tiene retorno. Mauricio Macri, su sponsor ahora desinhibido, al fin de cuentas es o sería un collar de melones que -precisamente por eso- no pudo presentarse en su momento como candidato unificado de la derecha. Pero, suma prevención: para el re-entusiasmado voto anti K, en una opción de balotaje y créase o no, Macri podría brindar imagen de “racionalidad” frente los dislates de su vector.

A Milei está partiéndosele su “frente” de voluntades sueltas, que apenas estaban atadas por eslóganes de rigor cero. Desapareció Ramiro Marra, que en la práctica era su vocero exclusivo o más relevante. Lo reemplazó provisoriamente Diana Mondino, con sus ¿humoradas? acerca de lo fantástico que sería un mercado de órganos humanos, la equiparación del matrimonio igualitario con el gusto por los piojos y la conveniencia de que la gente se haga sus propias cloacas. Ya nadie asume ese papel de vocería porque es Macri quien copó el sentido de una nueva fuerza ultra, apartada del extinguido Juntos por el Cambio. Pero, a la par y como buen cínico que tira la piedra y esconde la mano, Macri se remite a ofrecerse como el sintetizador conceptual de campaña. Hasta ahí. No es un obrero de lo que propone.

Perdido por perdido y muy asustado ante su suerte judicial, si le sale bien aspira a erigirse como el gran estratega y protegerá sus negocios (que de eso se trata, al fin y al cabo). Y si le sale mal tendrá vacaciones eternas como representante de la FIFA, en algún destino exterior que también resulte a salvo de persecuciones populistas. Recursos es lo que le sobra.

A Milei se le van diputados electos, que de por sí ya no alcanzaban para constituir un bloque homogéneo y por los que, cuando asuman, nadie da un centavo en la apuesta de que no se desperdiguen. Se le van referentes económicos, como Carlos Rodríguez y Darío Epstein (el primero, inclusive, llegó a confesar que le prohíben hacer declaraciones). Se le van adherentes de orden municipal. Se le van gobernadores del Pro. Se le van los radicales de presencia más reconocida. Se le van, unidos por el espanto y no justamente por simpatías hacia Massa o el peronismo, firmas destacadas del ámbito cultural e intelectual.

Y van desembarcando, a hurtadillas, con el abrazo del oso macrista para proveerle a Milei los fiscales que no le aportó Luis Barrionuevo y los cuadros de que carece por completo, figuras como Federico Sturzenegger. Presidente del Banco Central en la gestión de Macri, les pone los pelos de punta a los economistas “libertarios” que, con su razón, lo acusan de ser el creador del corralito y de la bomba de las Leliq que en épocas macristas se llamaban Lebac.

Lo dice Clarín, no La Izquierda Diario.

Y lo dicen, asimismo, nombres mediáticos de la militancia opositora de quienes basta con registrar sus gestos, sus voces, sus oraciones bajoneadas.

Descripto así lo que sucede, el oficialismo tiene con qué sentirse más o menos optimista. Pero, volviendo a las cifras “objetivas”, ese sentimiento se achica.

Aquí se reiteró una cuenta que reside en los números de la inclinación al cambio. La subrayan columnistas de derecha que ni comen vidrio ni dejan de esperanzarse. Y, asimismo, algunos consultores y analistas que adscriben al oficialismo. O al rechazo a la posibilidad estrafalaria de Milei presidente.

Si el personaje conservara su porcentual de 30; si Bullrich le retuviera lo que puede considerarse su núcleo duro (el casi 17 por ciento de las Primarias, sin sumarle un solo voto del 11 de Larreta); y si el cordobesismo furiosamente anti K les agregara, apenas, cerca de la mitad de su porcentaje, como piso estaríamos hablando de un empate en caso de que Massa logre su otra hazaña de sumar unos 2 millones de votos.

Entran, después, las especulaciones a que dan lugar unas cuantas alternativas

Por ejemplo, es posible que el debate del próximo domingo sí tenga una influencia marcada y hasta terminante (como pudo haberlo tenido, en arrastre de lo que ya venía, el papelón de Bullrich en el primero de los dos anteriores).

Por ejemplo, no se sabe si al oficialismo le caerán, con efecto determinante, escapes de tortuga como la falta de nafta.

Por ejemplo, no se sabe si acaso incidirá que el ex Guasón y compañía persistan en una campaña sin rumbo fijo, de contradicciones permanentes, percudiéndose entre sí en torno a sus propuestas de economía. ¿Alguien sabe qué fue de la vida de la dolarización, ya que estamos con los ejemplos?

Una síntesis quizás apresurada, quizás certera, diría que la gran tensión argentina desde hace tantas décadas -la familia peronista y la antiperonista- tendrá una instancia parecida en cuanto a cómo se ordenará lo electoral.

Eso significa una base para acá y otra para allá, con lo que se llama “los fluctuantes” decidiendo en una dirección o en la inversa. La novedad es que hay un actor históricamente desconocido, Milei, de cuyos simpatizantes, fanáticos, pragmáticos y dudosos es impredecible cómo jugarán en cuál proporción. También quizás, asoma más probable una merma en los votos propios de Milei -ahora desperfilado en sus saques- que un quiebre en los de Bullrich capaces de fugar al blanco o la abstención.

¿Contará el gorilismo a ultranza, para usarlo de conductor aunque el personaje despierte repulsa en la misma derecha? ¿Contará que los jóvenes y no tanto, tendientes a la frivolidad de la motosierra, estarán deprimidos porque su loco ahora es casta?

No se sabe, para ya cansar con la incertidumbre.

Lo más factible sería que el laudo (ahora sí) concluyente ocurra en los últimos 3 ó 4 días previos al domingo 19 de este mes. Ya aconteció en las PASO y en las presidenciales. Fue ahí cuando se volcó un grueso vacilante, primero a Milei y después a Massa.

La cosa ya transcurre por quien cometa la menor cantidad de errores, antes que por sus méritos.

Casi seguramente, si no incurre en grandes pifies como la falta de combustible, si no se achancha y si gana el debate con claridad, Massa crecerá sobre su propia remontada de la primera vuelta. Pero habrá que ver si le alcanza, frente a la mayoritariamente demostrada vocación de cambio.

Esto es voto por voto.

Ganará quien sepa ejecutar mejor ir por cada uno de ellos.


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Mondino y su brutalidad: «Los chinos son todos iguales»

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La ministra de Relaciones Exteriores exhibió su intelecto en la cumbre de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) que se celebra en París. Allí confesó que no puede distinguir las profesiones de los orientales porque, para ella, tienen el mismo aspecto físico. Lo hizo después de mantener una gira justamente por China, con la intención de negociar el swap con el gigante asiático.

La canciller Diana Mondino se refirió este jueves a la base china en la Argentina. Lo hizo al ser consultada por la presencia de militares del gigante asiático. Mondino respondio con total brutalidad: dijo que no se pudo identificar si participan civiles o militares porque «son todos chinos, son todos iguales».

La cuestión hace al realineamiento argentino con los Estados Unidos. Javier Milei quiere emular las relaciones carnales que mantuvo Carlos Menem en los años 90. Es por eso mismo que, desde hace semanas, el Gobierno nacional amaña todo lo referido a la base científica que nuestro país comparte con China en Neuquén, al punto de mandar una delegación a investigar si se haya algo oculto, pese a que el gigante asiático comparte todos los resultados de las investigaciones con los organismos nacionales.

En ese contexto, Mondino aseguró este jueves que «los chinos son todos iguales», al señalar que no habían identificado a personal militar en la base espacial de ese país en Neuquén. «Los que fueron de investigación no identificaron que hubiera personal militar. Son chinos, son todos iguales», indicó la ministra de Relaciones Exteriores en declaraciones a Clarín.

La frase surgió ante una pregunta sobre si se había identificado personal militar en la base ubicada en la Patagonia argentina, en la que puso especial atención el gobierno de los Estados Unidos y fue tema de conversación con la generala del Comando Sur, Laura Richardson, a principios de abril.

«Ya se han hecho inspecciones en la Estación Espacial China y la Europea. Fue el mismo equipo a ambas y en la misma semana, esos equipos no percibieron nada raro», explicó Mondino.

Pato criollo

No es la primera vez que Mondino no logra ocultar su brutalidad. Semanas atrás, sentada en la mesa de Mirta Legrand, la canciller contó -con una sonrisa de dientes perfectos- por qué para ella es absurdo que los jubilados tengan acceso a un crédito: “Por definición todos algún día nos vamos a morir y si sos un jubilado de determinada edad casi seguro que te vas a morir”. Su argumento corrobora el ABC del gobierno libertario de monetizar la vida al máximo y que eso sea por definición el criterio de lo que sirve y lo que no, según cómo se venda o cómo se pueda pagar.

Pero se acumulan los casos. Por ejemplo cuando pidió que fogoneó a los trolls para que tengan más comentarios una respuesta que el tuit original de Andrés Manuel López Obrador. Ocurrió cuando el presidente mexicano denominó ignorante a Milei y una de las cuentas de las que suele tener interacción con el mandatario argentino (@usdtermo) desafió a que una foto de Milei iba a tener «más me gusta». En vez de apaciguar las aguas, esto publicó Mondino.

Y en el repaso también se pueden citar la vez que dejó un manto de sospecha -sin ninguna prueba- de supuestos «infiltrados» que iban a desestabilizar al presidente Javier Milei en su discurso de apertura en el Congreso o la vez que ni siquiera se puso colorada al apuntar contra Natalia Zaracho porque la diputada y cartonera -que nació en un contexto de vulnerabilidad social- no terminó el secundario.

Malvinas

La cuestión Malvinas merece un párrafo aparte. Suelta de lengua, Mondino dijo que las quejas formales del país contra Inglaterra son, apenas, «cartitas», y que si se tiene que enfrentar con su par inglés en lo relativo a Malvinas, lo mejor es hacerlo con sus «chicanas tuiteras». 

Lo hizo en una entrevista televisiva Ante la consulta de una periodista sobre las acciones de la Cancillería ante el viaje de David Cameron -ministro de Asuntos Exteriores del Reino Unido- a las Malvinas, la canciller dijo que «no había muchas opciones» porque «no pasan por territorio argentino para ir». «¿Qué le vamos a hacer, con un misil bajar el avión», comentó, con acento e intento de humor cordobés.

Cuando la repregunta estuvo orientada a por qué no hubo una queja formal del Estado nacional, Mondino adelantó su reflexión. «A un inglés reírse con el idioma inglés, le duele mucho más que una de las tantas cartitas que Argentina continuamente ha enviado», opinó y consideró que su chicana -había posteado, en Twitter, que le agradecía a Cameron su visita a la Argentina-, «le duele mucho más que otra cartitas más».

Hasta ahora se desconoce si alguno de los asesores con los que cuenta la ministra le soplaron al oído que ni el primer ministro de Inglaterra ni siquiera su canciller la siguen en la red favorita de los ultraderechistas. Es decir, quizás ni acusaron recibo de la «chicana». 

Antes de París, Pekín

Las últimas declaraciones de Mondino llegaron desde París, donde participa de un encuentro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Pero la canciller no llegó a Francia desde Buenos Aires sino, justamente, había pasado semanas en la capital china donde se se reunió con el canciller Wang Yi.

El motivo de la gira giraba en torno a recomponer las relaciones tras las provocaciones del Gobierno nacional, que iban desde las acusaciones del presidente (augurando que no iba a mantener relaciones con «comunistas) y de las fotos de la propia canciller con diplomáticos de Taiwán, un tópico sensible para la geopolítica del gigante asiático. Pero, sobre todo, estuvo marcado por la necesidad de que el Gobierno chino renegocie el pago del swap para no generar un sismo en las reservas monetarias argentinas.

La pelota ahora quedó en Pekin. Habrá que ver si toman estas últimas declaraciones como un mero comentario al paso o si resuelven tomar medidas drásticas, por ejemplo, revisar el historial de créditos y exigirle al país el pago efectivo e inmediato de los mismos: se podrían amparar que, para ellos, las deudas «son todas iguales».


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