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Encuestadores: Cómo le irá al Frente de Todos en las elecciones 2023

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Los principales consultores y expertos en opinión pública analizan la escena electoral marcada por el rol de CFK y la interna a fuego de la oposición. Para algunos, si CFK no juega tiene que jugar alguien de su riñón; para otros es imperioso ampliar hacia el centro con alianza a la brasileña. ¿Qué suma más? Bandera de las «emociones» y combo salario, reservas e inflación.

Raúl Kollmann

Por Raúl Kollmann

En un escenario electoral marcado por las especulaciones acerca de si Cristina Fernández de Kirchner finalmente será o no candidata, y frente a una oposición dividida en múltiples disputas internas, los encuestadores y consultores políticos plantean que las claves para el Frente de Todos (FdT) en 2023 pasan por la evolución de la inflación y de los ingresos de los sectores de menores recursos y la clase media baja. Algunos sostienen que, si CFK no está en ninguna boleta tal como pareció decir la última vez, debe buscarse un postulante alineado con la vicepresidenta. Otros afirman que es imperioso ampliar la alianza hacia el centro -como hizo Lula en Brasil- y que un candidato alineado con la vicepresidenta no conseguiría ese efecto. Hay quien sostiene que otra clave está en hacer elecciones primarias muy abiertas, con candidatos de todos los sectores del oficialismo, para movilizar la maquinaria tradicional del peronismo y atraer a quienes, por ejemplo, votaron al FdT en 2019.

Recuperar a la clase media baja

“La situación electoral del oficialismo en gran medida está dependiendo de qué sucede con la inflación –señala Hugo Haime, de Haime y Asociados–. Es condición necesaria disminuirla, pero no suficiente. Porque el oficialismo necesita recuperar a la clase media baja. Sin la clase media baja, el peronismo no puede ganar elecciones, eso lo podemos ver en la historia electoral desde 2007 en adelante. Y para recuperarla, el candidato debe convencerlos, ser confiable. La vicepresidenta decidió no ser candidata y además no es ella la que está en las mejores condiciones para conquistar a ese electorado de sectores medio bajos. Pero Cristina tiene un electorado propio del cual el oficialismo no puede prescindir. En síntesis, el candidato que ofrezca el oficialismo debe ser confiable, ir al centro, ganar la clase media baja y tener el apoyo del electorado de Cristina”.

En línea con CFK y con audacia

“Lo primero es gobernar y ocuparse fundamentalmente de mejorar las condiciones económicas de la gente –afirma Alfredo Serrano Mansilla, al frente del CELAG–. Más salario y menos inflación. No caer en la trampa de lo imposible. Ni tampoco contentarse con una mejora macroeconómica sin bienestar. Inclusive, aún tiene margen para encontrar grandes banderas que emocionen, que sirvan de horizonte. Por ejemplo, la nacionalización del litio. O de la Hidrovía. Y luego buscar una fórmula competitiva que genere confianza entre los que se desencantaron (un tercio de los votantes del 2019). En este desafío, Cristina es indudablemente la centralidad. Porque es la única persona que sostiene un núcleo sólido fiel entre 30-35 por ciento. Y por tanto el baile de nombres deberá respetar esa premisa, cercanía con Cristina: Jorge Capitanich, Mayra Mendoza, Wado de Pedro, etc.»

La estrategia de 2019

Roberto Bacman, del CEOP, recuerda que, en cierta forma, CFK también hizo un renunciamiento en 2019 y buscó un candidato hacia el centro. “Como en aquel momento, el escenariose estructura en función de la decisión de CFK. Alberto Fernández supo recoger ese guante y la decisión de Cristina permitió que la coalición opositora peronista ganara la elección en primera vuelta. Hoy, la decisión de CFK es bidireccional: está dirigida a propios y extraños. Posee un mensaje para los dos lados de la polarización. Los propios se enfrentan al desafío de conseguir un candidato que pueda unir al peronismo y demostrar que la coalición de gobierno puede reencauzar la economía. Y en esa dirección hay varios anotados: Alberto, Sergio Massa son hasta el momento los candidatos con cierto nivel de potencialidad. Pero puede haber otros; solo es cuestión de esperar un par de meses”.

Un frente más amplio

Facundo Nejamkis, de Opina Argentina, diagnostica que “el escenario ha cambiado desde el momento en que CFK anunció que no va a ser candidata a nada. La influencia de la vicepresidenta, que seguramente no será prescindente, puede llevar al FdT a una versión más amplia, con la candidatura de un peronista no kirchnerista (Massa, Juan Manzur, Sergio Uñac) o a una versión más netamente kirchnerista. Esto dependerá del nivel de conflictividad interna de la fuerza gobernante pero también de las reales chances de ganar que tenga el peronismo”. Coincidiendo con la mayoría de los consultores, Nejamkis afirma que “es muy difícil pensar en un triunfo oficialista con caída del salario, alta inflación y escasez de reservas. Por el contrario, si esas variables encuentran un camino de resolución, al menos transitoria, la competitividad electoral natural del peronismo hará renacer sus chances en un escenario que hoy no le es favorable”.

El electorado no-político

“A lo largo del 2022 se siguió deteriorando la valoración de la gestión del Gobierno -afirma Federico Aurelio de Aresco-. Sólo 1 de cada 4 argentinos valora positivamente la gestión del Gobierno. Es por este motivo que es muy poco probable que la competitividad electoral del peronismo surja del reconocimiento de la presente gestión. Hoy se observa un peronismo competitivo , electoralmente hablando, producto principalmente de la fragmentación de la oposición y del piso de apoyo que tiene el peronismo por su historia (por las gestiones recientes de Néstor y CFK). Para ganar la segunda vuelta va a requerir un reconocimiento del electorado no político de que la inflación y los principales problemas económicos tengan una sensible mejora».

Un piso con o sin CFK

Analía del Franco, de Del Franco Consultores, analiza sus encuestas más recientes: “El FdT hoy cuenta con un 30 a 35 por ciento de intención de voto nacional, tanto se mida con o sin CFK como candidata. Es un electorado compacto, disciplinado, que hasta lo que se puede observar tiende a optar únicamente entre la oferta que propone el espacio. El desafío del FdT justamente es traspasar este voto duro, en un proceso de captación similar a lo sucedido en 2019. Para esto, recomponer la confianza entre gobierno nacional y electorado es la gran condición para mejorar su competencia en 2023”.

Internas muy abiertas

Raúl Timerman, del Grupo de Opinión Pública, sostiene que una clave de la situación está en la parálisis que tiene el FdT como organización política. “El oficialismo tiene dos alternativas. Una es juntarse y organizarse para ganar y la otra es la alternativa del vamos viendo. Hacer una ampliación del espacio, con la posibilidad de que todos jueguen con sus propios candidatos. Amplias PASO en todo el país. Que participen todos los quieran: Wado, Scioli, Massa, Capitanich, Berni, los movimientos sociales con Grabois, Schiaretti. Que jueguen todos los que quieran. Con compromisos: el límite de las discusiones, la posibilidad de un programa común. Sobre esa base, empezar a organizar equipos técnicos, reorganizar el partido justicialista, poner en funcionamiento los locales, capacitar a los dirigentes. Poner una maquinaria en movimiento. Hay que salir a construir poder”.

Confrontar con el macrismo

Santiago Giorgetta, de Proyección Consultores, pone el acento en «la confrontación directa con el macrismo y lo que representa y que el ministro Massa pueda conjugar expectativas con hechos concretos. Pero, sobre todo, que el rol de la vicepresidenta sea lo contrario a lo que anuncio días atrás. En esa enorme complejidad el oficialismo va tener que sortear un año electoral con las principales preocupaciones económicas no resueltas de alta inflación y deterioro de los ingresos familiares. Ante este escenario, ninguna candidatura tendrá el peso, la representación y el magnetismo que ejerce CFK sobre el núcleo duro del kirchnerismo que garantiza un base del 30 por ciento de intención de voto”.

Distribución de la riqueza

Para Artemio López, de Equis, “el escenario político para el oficialismo juega su suerte en mejorar las condiciones materiales de existencia de segmentos medios y bajos cuyos ingresos familiares están todos por debajo de la línea de pobreza valuada para un hogar tipo 3 metropolitano en $150.00 mientras según el Ministerio de Desarrollo Social el salario formal privado público nacional es de 151.000 y el salario que más se repite es de 85.000. Así las cosas, si no hay cambios, el oficialismo enfrentará las elecciones en condiciones similares a las de 2021 cuyo resultado se conoce y el análisis ya se ha hecho. Con el agregado de que tenemos la peor distribución del ingreso de la década. La eficacia electoral del patrón distributivo es alta y ya muy verificada empíricamente. Lo probó Macri en 2019, que ni siquiera pudo reelegir y lo sufrió Fernández en 2021, donde 4,1 millones de electores propios dejaron de acompañar la oferta oficialista por la crisis de ingresos, flagrante incumplimiento del pacto electoral del 2019, pero sin darle un solo voto a la opción neoliberal conservadora, que también perdió (menos) votos en 2021 respecto a 2019”.


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En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

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La oposición tiene los números para hacer cambios en particular. La Rosada ya dice que ningún capítulo es de vida o muerte.

En la Cámara de Diputados creen que la ley ómnibus se terminará aprobando la semana que viene pero que luego caerá sin atenuantes en el Senado.

La Cámara alta nunca trató la ley ni en comisión porque no pasó el filtro de Diputados. Allí el terreno es mucho más complejo para el gobierno, como quedó demostrado con el DNU que cayó por amplia mayoría.

Los senadores se quieren cobrar los insultos incesantes de Milei, que la semana pasada los graficó como ratas luego de que se aumentaran el sueldo. «Están decididos a destruir la ley».

En Diputados tampoco el Gobierno tiene un camino recto. Si bien ya asoman los números de la mayoría para la votación en general, que ya se habían conseguido el 2 de febrero en la primera versión de la ley, la votación en particular puede sufrir cambios.

Así como sucedió con la privatización del Banco Nación, que fue sacada de la ley en las últimas horas, capítulos como el de lavado pueden sufrir cambios en el recinto, más allá de los acuerdos con los que llega el oficialismo al día de la votación.

En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

Cuando entra un negativo, como se dice en la jerga parlamentaria al momento en que se voltea un artículo de la ley en tratamiento, la votación se «espiraliza». Esto quiere decir que los diputados se envalentonan contra el Gobierno y buscan más cambios, tal como sucedió en la votación en particular de la primera ley ómnibus, lo que la llevó al naufragio.

En ese momento quien debe tener la muñeca para negociar es el presidente de la Cámara, ayudado por sus operadores de recinto. Cuando Emilio Monzó era titular de Diputados, su operador era Nicolás Massot. Sergio Massa tenía a Cecilia Moreau y Paula Penacca. Los operadores de recinto son los que recorren las bancas durante la sesión para evitar sorpresas.

El Gobierno tiene un problema grande con eso. No tiene operadores de recinto, con un bloque balcanizado tras la salida de Oscar Zago. Y en especial, Martín Menem no demostró la experiencia para manejar la sesión cuando se la complican.

En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

Y los números que tiene el gobierno en Diputados anticipan que la votación en particular se va a complicar. La oposición podría juntar 126 diputados, que no alcanzan para dar quórum pero sí para voltear artículos o la ley entera una vez que comienza la sesión. Es que cuando ya se consiguió el quórum, la mayoría se calcula respecto de los diputados presentes. Como siempre faltan diputados que se enferman o viajan, con 126 diputados la oposición puede tener mayoría.

A ese número llegan con los 99 diputados de Unión por la Patria, más 5 de izquierda, 2 santacruceños, 11 radicales de Facundo Manes y Emiliano Yacobitti, y hasta 11 del bloque de Miguel Pichetto.

‘La ley es un monstruo sin cabeza que va caminando por el Congreso’, dicen los diputados que la quieren votar para sacársela de encima. El clima es de hastío por el proceso de cuatro meses que se tornó insoportable.

La bancada de Pichetto puede ir mutando en cantidad de votos negativos de acuerdo a cada artículo en particular. Los dos socialistas, Esteban Paulón y Mónica Fein, están muy enfrentados al Gobierno. Juan Brugge y Natalia de la Sota responden a Massa. Los seis lilitos no quieren votar las facultades delegadas y Margarita Stolbizer firmó un dictamen aparte con los socialistas.

Además se suman 8 diputados de Innovación Federal que buscarán introducir el capítulo del tabaco que el Gobierno quitó de la ley. «Si no lo logran quizás hagan una maldad», explicaron a LPO fuentes parlamentarias.

Como si no bastara con lo fino del cálculo, el Gobierno, que dejó como interlocutor al vicejefe de gabinete, José Rolandi, no reclama ningún punto como indispensable.

«La ley es un monstruo sin cabeza que va caminando por el Congreso», dicen los diputados que la quieren votar para sacársela de encima. El clima es de hastío por el proceso de cuatro meses que se tornó insoportable.

La bronca de los diputados no es sólo con la Rosada sino también con los gobernadores: creen que se borraron y no dieron la cara en las últimas semanas previas al tratamiento de la ley. El bloque libertario, en tanto, ni participa de las reuniones en las que se negocian los pedazos de la ley. 


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