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Eduardo Barcesat: «El poder real espera la inhabilitación a perpetuidad de Cristina»

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El constitucionalista asegura que todo el proceso contra la vicepresidenta «no puede calificarse de causa» y ofrece su interpretación del futuro inmediato, luego de la sentencia del 6 de diciembre.

Por: Tatiana Scorciapino

Después de seis años, dos tribunales y miles de análisis políticos, la Causa Vialidad, que tiene a Cristina Fernández de Kirchner como principal acusada por supuesta adjudicación ilícita de obras públicas en Santa Cruz, tendrá este martes su primera sentencia. Lejos de los deseos del campo popular, se espera que la vicepresidenta sea condenada en primera instancia por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 2, tras el pedido de doce años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos que realizó el fiscal Diego Luciani. A pesar de que la resolución no será definitiva, puesto que la defensa tiene derecho a presentar apelaciones y que un tribunal de mayor jerarquía defina su caso, hay una premisa indeclinable: la dos veces presidenta de la nación recibirá una condena penal.

Sea cual sea la decisión del tribunal, la sentencia provocará un sinfín de reacciones que podrían afectar el desarrollo político del oficialismo y la oposición. Al respecto, el abogado constitucionalista, Eduardo Barcesat, mostró su preocupación frente al desarrollo de la causa y puso en evidencia las irregularidades que se vieron durante todo el litigio.

-¿Se cumplió el debido proceso legal en toda la causa?

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-No, esta es una causa ficcional. Es una pústula institucional de un proceso cerrado, que fue reavivado por una jugarreta inmunda, y apartado de los jueces naturales de la causa que, por competencia territorial, debería ser la Justicia Federal de Santa Cruz. Este tribunal ya había expedido su sentencia pero, como no quedaron conformes, se le quitó la competencia y se inventó un nuevo hecho para reabrirla y llegar a esta instancia. Esta causa es un “como si existiera”, pero no es real. Es un expediente, no puede calificarse como causa. Un expediente en el que, además, toda la prueba pedida por la fiscalía le resultó adversa a la propia entidad. A pesar de todas las irregularidades, se genera un epifenómeno de esta ficción que es la acusación fiscal.

-Diego Luciani se convirtió en uno de los hombres más felicitados por la oposición, ¿qué análisis hace de su rol en la causa?

-A pesar de los elogios que recibió de la prensa hegemónica, su acusación fue insolvente y torpe. Tal este punto, que la propia fiscalía desistió de contestar los alegatos de los defensores de la vicepresidenta.

-Con su ejercicio cuestionado, ¿podría recibir alguna sanción por su rol en esta causa?

-Se debería apercibir a ambos fiscales. El tribunal debería remitirse al Ministerio Público Fiscal, que es el equivalente del Consejo de la Magistratura, y que sean sancionados por los ex fiscales que integran el organismo. Pero está claro que esto no sucederá. Con la presencia de (Eduardo) Casal a cargo de la Procuración General de la Nación es impensado que le escupa el rostro a otros fiscales, mucho menos, si son los que están acusando a la vicepresidenta.

-Teniendo tantas pruebas de la mala ejecución del fiscal, ¿por qué se dio lugar a que avance el juicio?

-Esto es consecuencia directa del lawfare, que es una descendencia putativa de la doctrina de la seguridad nacional de los Estados Unidos. Sólo que en lugar de emplear el secuestro, la desaparición forzada, los centros clandestinos y la tortura, se utiliza el proceso judicial y ficcional como forma de sacar de pista al enemigo o adversario político. Tal como quedó a la vista en la investigación por el atentado a la vicepresidenta, hay manos muy superiores que estuvieron detrás de todo este proceso judicial.

-¿Es razonable que, de antemano, se dé por sentada la decisión del tribunal?

-No. Por eso, hay que poner de relieve que esto es un golpe de estado preventivo. Aplican esta jugada ante la posibilidad de que la figura de mayor realce político en la Argentina pueda encabezar o integrar una fórmula de amplio respaldo popular y progresista. De esta forma, se le quita al Frente de Todos un 35% de su caudal electoral efectivo, un índice que, hasta ahora, ninguna otra personalidad puede rellenar.

-¿Cómo quedaría parado el Frente de Todos con una posible condena a CFK?

-Sin dudas esta decisión de la justicia golpearía a la capacidad electoral de Cristina y, por consiguiente, de todo el oficialismo. Porque, obviamente, cualquier persona que reciba una condena en primera instancia perderá credibilidad ante la opinión pública nacional. Esto es, en definitiva, lo que buscan el tribunal y el poder real, que quieren a la vicepresidenta fuera del juego político.

-¿La ex presidenta podría quedar inhabilitada antes del cierre de listas?

-Desde el punto de vista de los tiempos judiciales, es algo muy remoto. Pero desde el punto de vista de los tiempos de la política y del lawfare es probable que lo ejecuten.

-A pesar del fallo, la vicepresidenta tiene derecho a apelar la decisión del tribunal ¿cuál es el siguiente paso en el proceso judicial?

-Primero estará la lectura de la parte dispositiva, donde se condena o se absuelve. Entre fines de febrero o marzo se hará la lectura de los considerandos de la sentencia, que es el momento en que corre el plazo para que la defensa o la Fiscalía interpongan el recurso de casación, la última instancia del proceso penal. Este proceso, normalmente llevaría todo el año 2023. Pero, como está a la vista, esto no es nada normal. Por lo que es muy probable que fijen una audiencia de sustanciación del recurso casatorio en marzo o abril, en vísperas del armado electoral.

-Teniendo en cuenta que su decisión puede afectar al desarrollo de la continuidad política y social del país, ¿cómo considera que fallarán los jueces?

-El tribunal, previsiblemente, dictará sentencia condenatoria. Pero, en este caso, no importa el tiempo de la pena privativa de libertad que disponga el Tribunal, lo que está esperando el poder real es que se declare la inhabilitación a perpetuidad o con un plazo determinado para que la vicepresidenta ejerza cargo públicos.

-¿La advertencia de manifestaciones a lo largo del país podría hacerlos cambiar su sentencia?

-Los jueces tienen que tener conciencia que, en caso de condenarla, se descolocan totalmente para cualquier futuro de que en una Argentina que recupere su estado de derecho. Con la sentencia, iniciará realmente lo que llamamos la pelea de fondo. En esta instancia deberá aparecer un nuevo contendiente, que es la movilización popular. El artículo 36 de la Constitución Nacional, que expone el derecho de resistir los actos de violencia institucional, debe ser invocado por el pueblo argentino para ponerle freno a una sentencia que humilla el discurso jurídico y la práctica jurisdiccional. En esta realidad, que el pueblo recupere el estado de derecho es una consigna revolucionaria.


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En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

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La oposición tiene los números para hacer cambios en particular. La Rosada ya dice que ningún capítulo es de vida o muerte.

En la Cámara de Diputados creen que la ley ómnibus se terminará aprobando la semana que viene pero que luego caerá sin atenuantes en el Senado.

La Cámara alta nunca trató la ley ni en comisión porque no pasó el filtro de Diputados. Allí el terreno es mucho más complejo para el gobierno, como quedó demostrado con el DNU que cayó por amplia mayoría.

Los senadores se quieren cobrar los insultos incesantes de Milei, que la semana pasada los graficó como ratas luego de que se aumentaran el sueldo. «Están decididos a destruir la ley».

En Diputados tampoco el Gobierno tiene un camino recto. Si bien ya asoman los números de la mayoría para la votación en general, que ya se habían conseguido el 2 de febrero en la primera versión de la ley, la votación en particular puede sufrir cambios.

Así como sucedió con la privatización del Banco Nación, que fue sacada de la ley en las últimas horas, capítulos como el de lavado pueden sufrir cambios en el recinto, más allá de los acuerdos con los que llega el oficialismo al día de la votación.

En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

Cuando entra un negativo, como se dice en la jerga parlamentaria al momento en que se voltea un artículo de la ley en tratamiento, la votación se «espiraliza». Esto quiere decir que los diputados se envalentonan contra el Gobierno y buscan más cambios, tal como sucedió en la votación en particular de la primera ley ómnibus, lo que la llevó al naufragio.

En ese momento quien debe tener la muñeca para negociar es el presidente de la Cámara, ayudado por sus operadores de recinto. Cuando Emilio Monzó era titular de Diputados, su operador era Nicolás Massot. Sergio Massa tenía a Cecilia Moreau y Paula Penacca. Los operadores de recinto son los que recorren las bancas durante la sesión para evitar sorpresas.

El Gobierno tiene un problema grande con eso. No tiene operadores de recinto, con un bloque balcanizado tras la salida de Oscar Zago. Y en especial, Martín Menem no demostró la experiencia para manejar la sesión cuando se la complican.

En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

Y los números que tiene el gobierno en Diputados anticipan que la votación en particular se va a complicar. La oposición podría juntar 126 diputados, que no alcanzan para dar quórum pero sí para voltear artículos o la ley entera una vez que comienza la sesión. Es que cuando ya se consiguió el quórum, la mayoría se calcula respecto de los diputados presentes. Como siempre faltan diputados que se enferman o viajan, con 126 diputados la oposición puede tener mayoría.

A ese número llegan con los 99 diputados de Unión por la Patria, más 5 de izquierda, 2 santacruceños, 11 radicales de Facundo Manes y Emiliano Yacobitti, y hasta 11 del bloque de Miguel Pichetto.

‘La ley es un monstruo sin cabeza que va caminando por el Congreso’, dicen los diputados que la quieren votar para sacársela de encima. El clima es de hastío por el proceso de cuatro meses que se tornó insoportable.

La bancada de Pichetto puede ir mutando en cantidad de votos negativos de acuerdo a cada artículo en particular. Los dos socialistas, Esteban Paulón y Mónica Fein, están muy enfrentados al Gobierno. Juan Brugge y Natalia de la Sota responden a Massa. Los seis lilitos no quieren votar las facultades delegadas y Margarita Stolbizer firmó un dictamen aparte con los socialistas.

Además se suman 8 diputados de Innovación Federal que buscarán introducir el capítulo del tabaco que el Gobierno quitó de la ley. «Si no lo logran quizás hagan una maldad», explicaron a LPO fuentes parlamentarias.

Como si no bastara con lo fino del cálculo, el Gobierno, que dejó como interlocutor al vicejefe de gabinete, José Rolandi, no reclama ningún punto como indispensable.

«La ley es un monstruo sin cabeza que va caminando por el Congreso», dicen los diputados que la quieren votar para sacársela de encima. El clima es de hastío por el proceso de cuatro meses que se tornó insoportable.

La bronca de los diputados no es sólo con la Rosada sino también con los gobernadores: creen que se borraron y no dieron la cara en las últimas semanas previas al tratamiento de la ley. El bloque libertario, en tanto, ni participa de las reuniones en las que se negocian los pedazos de la ley. 


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