NACIONALES
Diputados: el oficialismo planea una sesión en la primera semana de octubre

La Ley de Humedales, que el martes será discutida en la comisión de Agricultura y el jueves pasará a la firma de los dictámenes en un plenario de comisiones, aparece como número puesto.
El Frente de Todos necesita darle un cierre a una serie de proyectos que tienen dictamen favorable o que están a punto de tenerlo y que verdaderamente empiezan a jugar una carrera contra el tiempo porque el final del período ordinario está a la vuelta de la esquina.
En diálogo con Diputados TV, la diputada nacional del Frente de Todos por Tierra del Fuego, Carolina Yutrovic, sinceró que desde el oficialismo se trabajaba en una hoja de ruta que implicaba sacar dictámenes en la semana que pasó y en la que se inicia mañana, para dejar listos los temas en el marco de la negociación de una sesión para la primera semana de octubre.
Ley de Humedales, que el martes que viene será discutida en la comisión de Agricultura y el jueves pasará a la firma de los dictámenes en un plenario de comisiones, aparece como número puesto y sería la estrella de la cartelera de esa sesión.
El martes Juntos por el Cambio terminará de definir una postura, tironeada entre dos sectores con disidencias: por un lado, quienes quieren sumar al empuje oficialista para que salga una ley de presupuestos mínimos que regule con estudios de impacto ambiental la factibilidad de emprendimientos productivos, y por otra parte los diputados que son parte del entramado de lobby corporativo.
Lo más probable es que al igual que en 2020, cuando solo la comisión de Recursos Naturales y Conservación del Ambiente pudo emitir dictamen, Juntos por el Cambio no pueda encontrar un punto de síntesis y se fragmente a la hora de votar, dejándole en bandeja al Frente de Todos la posibilidad de jactarse de una victoria y regodearse con la desunión opositora.
Se esperaba que la ley de alcohol cero al volante ya tuviera a esta altura dictamen favorable, pero el debate se embarró por el lobby de las provincias que tienen intereses vitivinícolas, pese a que la mayoría de los diputados tienen predisposición a acompañar. En ese sentido, estaría casi descartada su inclusión en el temario de dicha sesión.
En cambio, ya cuenta con dictamen de las comisiones correspondientes la creación de las universidades nacionales de Pilar, Delta y de Saladillo, las tres en la provincia de Buenos Aires.
Otro tema en el que un sector del Frente de Todos está trabajando para reimpulsar en la semana entrante es el de la ley de Agroindustria, que todavía no tiene dictamen luego de la presentación del secretario del área, Juan José Bahíllo.
La ley de alquileres y Compre Argentino son iniciativas que sí tienen dictámenes pero ni el oficialismo ni la oposición juntan el número suficiente para desempatar y lograr que se voten sus propios proyectos, lo cual paraliza su tratamiento. Ambas iniciativas siguen fuera de agenda.
Una sesión de diputados para la primera semana de octubre
Esta será la última sesión antes de que se vote en el recinto el Presupuesto 2023, con fecha tentativa para el 26 de octubre. El puntapié inicial lo dará el ministro de Economía, Sergio Massa, quien defenderá el próximo miércoles junto a secretarios de su cartera el proyecto del Poder Ejecutivo.
Después del fracaso del año pasado, cuando la oposición puso en la vehemencia del discurso de cierre del entonces jefe de la bancada del Frente de Todos, Máximo Kirchner, la dudosa excusa por su propia decisión de dejar al Poder Ejecutivo sin Presupuesto, la necesidad del oficialismo de contar con este instrumento clave para la planificación económica del Gobierno es doble.
El líder del Frente Renovador no quiere repetir la mala praxis de su antecesor, que recién se acordó de ir a la Cámara de Diputados a exponer sobre el proyecto en diciembre, cuando los usos y costumbres indican que el ministro de Economía se presenta en el Congreso una semana después (o a lo sumo dos) después del ingreso formal del proyecto el 15 de septiembre de cada año.
Para diciembre, el Frente de Todos ya había perdido las elecciones y la oposición había quedado lo suficientemente empoderada como para sentirse con derecho a bloquear la ley más importante para el Poder Ejecutivo.
Un error garrafal de Martín Guzmán, disimulado después por quienes buscaron la responsabilidad en un discurso supuestamente subido de tono de quien se convirtió en el chivo expiatorio: Máximo Kirchner.
Allí empezaría el desgaste del líder camporista, cuya tensión con Guzmán alcanzaría su punto más álgido cuando el kirchnerismo duro se atrincheró en una postura de rechazo «combativo» al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Ese sería el ataque interno más fuerte que recibiría Guzmán en su gestión, más allá de las corrosivas cartas de la vicepresidenta Cristina Kirchner en contra suya.
Con el kirchnerismo dado vuelta, Guzmán y Germán Martínez no tuvieron más remedio de agradecerle a la oposición por darle el acuerdo de refinanciamiento con el organismo de crédito.
Volviendo al Presupuesto, hay señales bastante inequívocas de que esta vez la oposición no boicoteará la aprobación en Diputados, más allá de algunas posturas individuales.
Lo más ilustrativo fueron los dichos del diputado de Evolución Radical Emiliano Yacobitti, quien aseguró que tras analizar el proyecto enviado por el Ejecutivo, destacó «en primera instancia, que las variables macroeconómicas son más razonables que las presentadas en el Presupuesto anterior, lo que posibilitaría que podamos contar con una aprobación en general».
El diputado del riñón del senador Martín Lousteau pareció querer «primererar» y marcarle la cancha de entrada al resto de los bloques de Juntos por el Cambio. Un pronunciamiento adelantando solamente en función del posicionamiento en la interna cambiemita.
Como sea, el presidente del bloque del PRO, Cristian Ritondo, también admitió que «el presupuesto de este año es más sencillo», aunque aclaró: «No quiere decir que lo acompañemos o no, esa es una decisión que tomaremos en conjunto después».
NACIONALES
A qué juega Massa: Movidas audaces pero sin patear el tablero

La reacción del FMI, las corporaciones y la población más vulnerable al conjunto de las medidas económicas tomadas en las últimas semanas por Sergio Massa. El impacto de la eliminación de Ganancias para los trabajadores y la devolución del IVA.

Si el resultado de las elecciones pasara principalmente por la economía, ¿quién va a definir estas elecciones? ¿El estado de ánimo de la población o las propuestas de los candidatos? ¿Importan o se perciben las diferencias entre las propuestas económicas? ¿O predomina el voto «enojo y castigo» por sobre la evaluación de esas diferencias?. Además, ¿cómo juega el factor externo, el poder económico global, en la pelea? ¿Qué incidencia tiene el FMI, o el gobierno de Estados Unidos, en el voto? Dicho de otro modo: ¿por quién vota el FMI?
Sin que la pretensión de este cronista sea la de responder a todos esos interrogantes –diría nuestro «por siempre» inolvidable Mario Wainfeld–, se podría asegurar que diversas acciones de diferentes actores en los últimos días, conllevan la intención de responder a varias de esas preguntas a la vez. Tomemos tres momentos de esa secuencia. La conferencia de prensa de la portavoz del FMI del jueves. La reunión virtual del Consejo del Salario del miércoles. El resumen que hace Sergio Massa del conjunto de medidas adoptadas con posterioridad a la devaluación del 14 de agosto, en cualquiera de sus últimas presentaciones.
Las expresiones de Julie Kozack, vocera del FMI, del jueves con respecto a la situación argentina valen tanto por lo que dijo como por lo que sugirió sin decir. Veamos. «La situación económica actual sigue siendo muy desafiante y compleja. La inflación es muy alta y está subiendo. Los activos de las reservas internacionales son bajos. Las condiciones sociales son frágiles». Esta síntesis del cuadro, arrojado sobre la mesa no como un informe que llevó por escrito, sino en respuesta a preguntas de los periodistas, no tienen evidentemente la intención de llevar calma y sugerir que los problemas se están resolviendo, sino que está poniendo de manifiesto crudamente la gravedad de la situación.
Vayamos a cómo siguió su relato, cuando le preguntaron específicamente por las últimas medidas tomadas por el gobierno argentino, todas con clara orientación de provocar transferencias de ingresos a favor de los sectores medios y bajos, a costa en su mayoría de las arcas fiscales.
«Las medidas políticas y los anuncios adoptados recientemente se suman a los desafíos de Argentina. El paquete de medidas que se tomaron, acordado con el Fondo en el contexto de las recientes revisiones, tenía la intención de salvaguardar la estabilidad y reconstruir las reservas. Estamos trabajando en entender mejor el impacto y la necesidad de medidas de compensación».
Lo dicho por la portavoz del Fondo sugiere que el organismo no desconocía las medidas que iba a tomar Massa tras recibir, el 23 de agosto, el desembolso de 7500 millones de dólares. Esas medidas, que empezó a anunciar el domingo 27, buscaban compensar los efectos de la devaluación del 14 de agosto, un día después de las PASO.
Al FMI no le gustan esas medidas de transferencias que aumentan los gastos del gobierno. Pero a Massa tampoco le gustó que le impusieran la devaluación ni le reconoce méritos al salto cambiario. «Si algo mejoramos en la balanza en las últimas semanas, fue por la extensión del impuesto PAIS a la importación de ciertos bienes y servicios, que frenó parte de los pagos al exterior por operaciones especulativas. La devaluación no nos dejó nada en divisas, y en cambio nos provocó un shock inflacionario y deterioro de los ingresos de la población«, señala el ministro candidato en reuniones con allegados.
Hasta aquí, este es el choque más evidente entre el FMI y el gobierno desde que se aprobó el acuerdo de facilidades extendidas, en marzo de 2022. Pero no significa un alejamiento o ruptura, necesariamente. Si no, detengámonos en lo que dijo Kozack al ser consultada sobre una eventual sustitución del peso por el dólar en la economía argentina:
«Determinar la tasa de cambio es prerrogativa de cada país soberano. Lo que al organismo (FMI) le preocupa de una dolarización es que se pueda asegurar que las políticas macroeconómicas son consistentes con una transición ordenada. Una dolarización total requiere de importantes pasos preparatorios, y tampoco es un sustituto de las buenas políticas macroeconómicas».
De lo que se deduce que la funcionaria, una estrecha allegada a Kristalina Georgieva, le «bajó el precio» a la dolarización: no considera que sea el remedio mágico para alcanzar la estabilidad monetaria y fiscal –que es la verdad revelada en la religión de Javier Milei– ni parece avalar que estén dadas las condiciones para semejante ensayo.
Si bien Massa tiene razones para interpretar que el FMI le dio la espalda cuando más apoyo necesitaba en divisas, hay que comprender que este organismo dejó aun más huérfano el experimento de la dolarización que Milei vende como poción mágica.
En el plano interno, varios de los participantes de la reunión del consejo del salario del miércoles, que definió un aumento del mínimo del 32 por ciento para el último trimestre del año, coincidieron en destacar la actitud de «prudencia» de la representación empresaria, en la que siempre se destaca el rol de la UIA. La reunión fue corta, expeditiva. Hubo un rápido acuerdo para definir un aumento «moderado» frente a una inflación mensual que todavía sigue arriba del 10 por ciento, sin expresiones discordantes de la UIA. «Se cuidaron mucho de no quedar como los que patean el tablero en una situación de emergencia; hay mucha sensibilidad por el clima electoral», confió una muy alta fuente. ¿Prudencia o realineamiento?
En cuanto a la propia mirada del gobierno sobre las medidas, hay una conclusión que es unánime: la derogación del impuesto a las ganancias para la cuarta categoría (trabajadores en relación de dependencia) y la devolución del IVA sobre compra de productos de la canasta familiar han sido las más impactantes. «Cambiaron el ánimo en el ambiente laboral», sostienen dirigentes sindicales de los que recorren fábricas permanentemente.
Hay un error de perspectiva en quienes sostienen que eliminar Ganancias «apenas» favorece a un puñado de asalariados de altos ingresos. Quienes vienen detrás, con salarios medios o medio/altos, que pagaron Ganancias en el pasado, saben que un simple retraso de seis meses en la actualización del «piso», frente a una inflación elevada, los mete de nuevo en el terreno de los que pagan. Solo la ley que deroga la cuarta categoría le brinda la tranquilidad de que no volverán a estar alcanzados.
Por último, la devolución del IVA tuvo el enorme mérito, que pocas políticas públicas logran, de su masividad. Al trabajador informal, de bajos ingresos, que se maneja con tarjeta (no son todos, pero es una buena proporción), la medida le llega y lo percibe. Quienes trabajan permanentemente en esa franja de la población, señalan que se notó el impacto.
En una elección en la que la economía define, el ministro y candidato Massa retomó la iniciativa, mueve el tablero y hasta los factores de poder internos y externos se acomodaron en función de esas iniciativas. Con una oposición casi congelada, jugó una carta más, y de las pesadas: un gobierno de unidad nacional, que incluya a parte de una oposición que podría desmembrarse después de la primera vuelta. Una imagen que no cae nada mal allá, por el Norte, cuyo embajador incluso se anticipó a ofrecer su apoyo si los «moderados» de las dos fuerzas que en ese momento se mostraban en pugna, se juntaban. La «gobernabilidad» los prefiere moderados.
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