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Argentina y Brasil inician el camino hacia una moneda común

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Se llamaría «sur» y la intención es que impulse el comercio regional, además de reducir la dependencia del dólar.

Los gobiernos de Argentina y Brasil anunciarán el inicio de trabajos preparatorios para avanzar hacia una moneda común, a la que invitarían a sumarse a otros países de la región, según el diario británico Financial Times.

El plan, que se discutirá en la cumbre de la CELAC que se desarrolla en Buenos Aires esta semana, se centrará en cómo una nueva moneda que Brasil sugiere llamar «sur» podría impulsar el comercio regional y reducir la dependencia del dólar.

«Habrá una decisión de comenzar a estudiar los parámetros necesarios para una moneda común, que incluye todo, desde cuestiones fiscales hasta el tamaño de la economía y el papel de los bancos centrales», había señalado el ministro de Economía de Argentina, Sergio Massa, al diario británico, que destacó el tema en su edición dominical.

“Sería un estudio de los mecanismos de integración”, dijo el ministro de Economía argentino, que admitió que en principio la nueva moneda actuaría en forma paralela al real y el peso.

“No quiero crear falsas expectativas … es el primer paso de un largo camino”, advirtió Massa, quien recordó que los procesos pueden ser muy «elásticos» y que en el caso de la conformación del euro, llevó 35 años.

La idea ya se había discutido en 2019, pero había recibido el rechazo contundente del Banco Central de Brasil, por parte de la conducción de ese momento, aunque el Financial Times analiza que la tendencia izquierdista de ambos gobiernos podría hacer prosperar esta vez la iniciativa.

La iniciativa, que había comenzado como un proyecto bilateral, luego se extendería para invitar a otras naciones latinoamericanas, según el informe, y agregó que se esperaba un anuncio oficial durante la visita del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, a Argentina.

El medio británico cita también otros antecedentes como el proyecto para crear el «peso real», en el que coincidieron en su momento los ex presidentes de Argentina Mauricio Macri y Brasil Jair Bolsonaro, pero también chocó con el rechazo del Banco Central del país vecino.

El Financial Times señala que en cuanto a lo atractivo de la propuesta “es más obvio para la Argentina, donde la inflación se acerca al 100% mientras el Banco Central imprime dinero para financiar el gasto», en tanto que recuerda que desde que asumió Alberto Fernández el monto del dinero en circulación de cuadriplicó y el billete de máxima denominación teniendo en cuenta el «ampliamente usado» tipo de cambio paralelo equivale a menos de tres dólares.


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En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

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La oposición tiene los números para hacer cambios en particular. La Rosada ya dice que ningún capítulo es de vida o muerte.

En la Cámara de Diputados creen que la ley ómnibus se terminará aprobando la semana que viene pero que luego caerá sin atenuantes en el Senado.

La Cámara alta nunca trató la ley ni en comisión porque no pasó el filtro de Diputados. Allí el terreno es mucho más complejo para el gobierno, como quedó demostrado con el DNU que cayó por amplia mayoría.

Los senadores se quieren cobrar los insultos incesantes de Milei, que la semana pasada los graficó como ratas luego de que se aumentaran el sueldo. «Están decididos a destruir la ley».

En Diputados tampoco el Gobierno tiene un camino recto. Si bien ya asoman los números de la mayoría para la votación en general, que ya se habían conseguido el 2 de febrero en la primera versión de la ley, la votación en particular puede sufrir cambios.

Así como sucedió con la privatización del Banco Nación, que fue sacada de la ley en las últimas horas, capítulos como el de lavado pueden sufrir cambios en el recinto, más allá de los acuerdos con los que llega el oficialismo al día de la votación.

En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

Cuando entra un negativo, como se dice en la jerga parlamentaria al momento en que se voltea un artículo de la ley en tratamiento, la votación se «espiraliza». Esto quiere decir que los diputados se envalentonan contra el Gobierno y buscan más cambios, tal como sucedió en la votación en particular de la primera ley ómnibus, lo que la llevó al naufragio.

En ese momento quien debe tener la muñeca para negociar es el presidente de la Cámara, ayudado por sus operadores de recinto. Cuando Emilio Monzó era titular de Diputados, su operador era Nicolás Massot. Sergio Massa tenía a Cecilia Moreau y Paula Penacca. Los operadores de recinto son los que recorren las bancas durante la sesión para evitar sorpresas.

El Gobierno tiene un problema grande con eso. No tiene operadores de recinto, con un bloque balcanizado tras la salida de Oscar Zago. Y en especial, Martín Menem no demostró la experiencia para manejar la sesión cuando se la complican.

En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

Y los números que tiene el gobierno en Diputados anticipan que la votación en particular se va a complicar. La oposición podría juntar 126 diputados, que no alcanzan para dar quórum pero sí para voltear artículos o la ley entera una vez que comienza la sesión. Es que cuando ya se consiguió el quórum, la mayoría se calcula respecto de los diputados presentes. Como siempre faltan diputados que se enferman o viajan, con 126 diputados la oposición puede tener mayoría.

A ese número llegan con los 99 diputados de Unión por la Patria, más 5 de izquierda, 2 santacruceños, 11 radicales de Facundo Manes y Emiliano Yacobitti, y hasta 11 del bloque de Miguel Pichetto.

‘La ley es un monstruo sin cabeza que va caminando por el Congreso’, dicen los diputados que la quieren votar para sacársela de encima. El clima es de hastío por el proceso de cuatro meses que se tornó insoportable.

La bancada de Pichetto puede ir mutando en cantidad de votos negativos de acuerdo a cada artículo en particular. Los dos socialistas, Esteban Paulón y Mónica Fein, están muy enfrentados al Gobierno. Juan Brugge y Natalia de la Sota responden a Massa. Los seis lilitos no quieren votar las facultades delegadas y Margarita Stolbizer firmó un dictamen aparte con los socialistas.

Además se suman 8 diputados de Innovación Federal que buscarán introducir el capítulo del tabaco que el Gobierno quitó de la ley. «Si no lo logran quizás hagan una maldad», explicaron a LPO fuentes parlamentarias.

Como si no bastara con lo fino del cálculo, el Gobierno, que dejó como interlocutor al vicejefe de gabinete, José Rolandi, no reclama ningún punto como indispensable.

«La ley es un monstruo sin cabeza que va caminando por el Congreso», dicen los diputados que la quieren votar para sacársela de encima. El clima es de hastío por el proceso de cuatro meses que se tornó insoportable.

La bronca de los diputados no es sólo con la Rosada sino también con los gobernadores: creen que se borraron y no dieron la cara en las últimas semanas previas al tratamiento de la ley. El bloque libertario, en tanto, ni participa de las reuniones en las que se negocian los pedazos de la ley. 


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