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Antes de su alegato, Cristina Kirchner se reunió con funcionarios de su máxima confianza

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El viaje de «Wado» de Pedro y gobernadores por Estados Unidos y la causa Vialidad, los ejes del almuerzo en el Senado.

Melisa Molina

Por Melisa Molina

Poco a poco y tras el atentado contra la vicepresidenta, Cristina Fernández, el kirchnerismo va recuperando la vida política cotidiana. Primero lo hizo Máximo Kirchner con el almuerzo con intendentes del conurbano bonaerense el martes. Ahora fue el turno de su madre que este jueves –y en la previa de su declaración ante los fiscales Diego Luciani y Sergio Mola en el marco de la causa de Vialidad— se reunió en su despacho del Senado con funcionarios nacionales y bonaerenses de su mayor confianza para evaluar desde temas judiciales hasta el inminente viaje del ministro del Interior Eduardo «Wado» de Pedro con un grupo de diez gobernadores a los Estados Unidos. Destino que, al parecer, el presidente Alberto Fernández piensa repetir porque la embajada argentina en el país del norte trabaja para concretar la postergada reunión bilateral con Joe Biden.

La vicepresidenta, que este jueves estuvo ausente en la sesión de la Cámara alta, será este viernes la protagonista de la agenda política, judicial y mediática porque tendrá a su cargo cerrar la semana de alegatos de su defensa en el marco del juicio conocido como «Vialidad». Sobre este y otros temas, CFK estuvo conversando en su despacho del Senado con el ministro del Interior, Eduardo «Wado» de Pedro, en un almuerzo que compartió de 13 a 16. Según pudo reconstruir este diario, también habrían estado con ella funcionarios del ministerio de Justicia de la Nación y ministros de la provincia de Buenos Aires. La visita del titular de la cartera de Interior, sin embargo, no es novedad porque suele ir a ver a la vicepresidenta una o hasta dos veces por semana para conversar de distintos temas.

Esta semana de Pedro estuvo abocado a su tarea de intentar buscar el diálogo con la oposición luego de las declaraciones de Mauricio Macri que parecieron frustrar ese intento y también estuvo con la cabeza puesta en el viaje que el lunes emprenderá a Estados Unidos con un grupo de diez gobernadores de tres espacios políticos diferentes: peronistas, de Juntos por el Cambio y del Partido de la Concordia Social, de Misiones. 

El viaje de los gobernadores y de Pedro, según explican desde el gobierno, será la continuidad de las vistas que realizaron las últimas semanas el Presidente y el ministro de Economía, Sergio Massa. Todas se dieron a lo largo de septiembre y, según dicen desde Casa Rosada, fueron y serán «en la misma sintonía política». Massa incluso se juntó con los gobernadores la semana pasada y, además de contarles de su viaje, les explicó el puente que habrá entre la gira de él y la que harán los gobernadores en los temas de energía, alimentos y minerales

Los líderes provinciales –todos del bloque del Norte Grande– visitarán el BID y el Banco mundial, tendrán reuniones con el gobierno de Estados Unidos y con congresistas, también con empresarios vinculados a la tecnología (Amazon, Microsoft, y Space X, de Elon Musk) y reuniones puntuales centradas en el litio, en seguridad alimentaria y otras vinculadas a las energías renovables. Además de los peronistas y de Oscar Herrera Ahuad de Misiones, irán los opositores Gustavo Sáenz, de Salta; Gustavo Valdés, de Corrientes y Gerardo Morales, de Jujuy.

Más allá del viaje que encabezará el ministro del Interior, Alberto Fernández tendrá que ver si en los próximos días vuelve a volar a Estados Unidos. Esta vez iría a Washington a reunirse con el presidente Biden. La bilateral entre ellos en un comienzo estaba fijada para el martes 26 de julio, pero debió ser suspendida porque el estadounidense se contagió de covid. En este momento desde la Cancillería argentina se encuentran trabajando para conseguir una nueva fecha. El Presidente, en tanto, ya de regreso al país no tuvo actividades oficiales ayer y hoy seguirá la exposición de la vicepresidenta desde Casa Rosada, donde ya tiene agendadas actividades de gestión.


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En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

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La oposición tiene los números para hacer cambios en particular. La Rosada ya dice que ningún capítulo es de vida o muerte.

En la Cámara de Diputados creen que la ley ómnibus se terminará aprobando la semana que viene pero que luego caerá sin atenuantes en el Senado.

La Cámara alta nunca trató la ley ni en comisión porque no pasó el filtro de Diputados. Allí el terreno es mucho más complejo para el gobierno, como quedó demostrado con el DNU que cayó por amplia mayoría.

Los senadores se quieren cobrar los insultos incesantes de Milei, que la semana pasada los graficó como ratas luego de que se aumentaran el sueldo. «Están decididos a destruir la ley».

En Diputados tampoco el Gobierno tiene un camino recto. Si bien ya asoman los números de la mayoría para la votación en general, que ya se habían conseguido el 2 de febrero en la primera versión de la ley, la votación en particular puede sufrir cambios.

Así como sucedió con la privatización del Banco Nación, que fue sacada de la ley en las últimas horas, capítulos como el de lavado pueden sufrir cambios en el recinto, más allá de los acuerdos con los que llega el oficialismo al día de la votación.

En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

Cuando entra un negativo, como se dice en la jerga parlamentaria al momento en que se voltea un artículo de la ley en tratamiento, la votación se «espiraliza». Esto quiere decir que los diputados se envalentonan contra el Gobierno y buscan más cambios, tal como sucedió en la votación en particular de la primera ley ómnibus, lo que la llevó al naufragio.

En ese momento quien debe tener la muñeca para negociar es el presidente de la Cámara, ayudado por sus operadores de recinto. Cuando Emilio Monzó era titular de Diputados, su operador era Nicolás Massot. Sergio Massa tenía a Cecilia Moreau y Paula Penacca. Los operadores de recinto son los que recorren las bancas durante la sesión para evitar sorpresas.

El Gobierno tiene un problema grande con eso. No tiene operadores de recinto, con un bloque balcanizado tras la salida de Oscar Zago. Y en especial, Martín Menem no demostró la experiencia para manejar la sesión cuando se la complican.

En Diputados creen que la ley ómnibus se aprueba la semana que viene pero que los senadores la van a hundir

Y los números que tiene el gobierno en Diputados anticipan que la votación en particular se va a complicar. La oposición podría juntar 126 diputados, que no alcanzan para dar quórum pero sí para voltear artículos o la ley entera una vez que comienza la sesión. Es que cuando ya se consiguió el quórum, la mayoría se calcula respecto de los diputados presentes. Como siempre faltan diputados que se enferman o viajan, con 126 diputados la oposición puede tener mayoría.

A ese número llegan con los 99 diputados de Unión por la Patria, más 5 de izquierda, 2 santacruceños, 11 radicales de Facundo Manes y Emiliano Yacobitti, y hasta 11 del bloque de Miguel Pichetto.

‘La ley es un monstruo sin cabeza que va caminando por el Congreso’, dicen los diputados que la quieren votar para sacársela de encima. El clima es de hastío por el proceso de cuatro meses que se tornó insoportable.

La bancada de Pichetto puede ir mutando en cantidad de votos negativos de acuerdo a cada artículo en particular. Los dos socialistas, Esteban Paulón y Mónica Fein, están muy enfrentados al Gobierno. Juan Brugge y Natalia de la Sota responden a Massa. Los seis lilitos no quieren votar las facultades delegadas y Margarita Stolbizer firmó un dictamen aparte con los socialistas.

Además se suman 8 diputados de Innovación Federal que buscarán introducir el capítulo del tabaco que el Gobierno quitó de la ley. «Si no lo logran quizás hagan una maldad», explicaron a LPO fuentes parlamentarias.

Como si no bastara con lo fino del cálculo, el Gobierno, que dejó como interlocutor al vicejefe de gabinete, José Rolandi, no reclama ningún punto como indispensable.

«La ley es un monstruo sin cabeza que va caminando por el Congreso», dicen los diputados que la quieren votar para sacársela de encima. El clima es de hastío por el proceso de cuatro meses que se tornó insoportable.

La bronca de los diputados no es sólo con la Rosada sino también con los gobernadores: creen que se borraron y no dieron la cara en las últimas semanas previas al tratamiento de la ley. El bloque libertario, en tanto, ni participa de las reuniones en las que se negocian los pedazos de la ley. 


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