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Las universidades ya muestran los primeros síntomas del colapso

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Tienen el mismo presupuesto del año pasado. Y les están llegando facturas de servicio impagables. Rectores impulsan una ley para sobrevivir. El caso de Comahue.
Pablo Esteban

Por Pablo Esteban

La situación de las universidades nacionales es crítica: con el mismo presupuesto que en 2023 y con una inflación interanual que supera el 270 por ciento, el dinero disponible solo alcanzará para mayo o junio. Al menos, así lo han dejado entrever diversas autoridades en el último tiempo. Sin embargo, las primeras alarmas ya están encendidas: este lunes, la Universidad Nacional del Comahue (UNCo) informó que, por falta de fondos, deberá dejar de pagar servicios básicos de funcionamiento como limpieza, luz y gas correspondientes a marzo. De hecho, hay rectores que afirman que, en estas condiciones, el inicio del segundo cuatrimestre podría estar en riesgo. De concretarse, la parálisis podría dejar a 300 mil trabajadores docentes y nodocentes en la calle y a 2,5 millones de alumnos en un limbo, sin chances de continuar con sus carreras. En paralelo, legisladores afines buscan discutir un proyecto de ley de emergencia con el objetivo de asegurar la supervivencia en medio de la crisis. El Frente Sindical de Universidades Nacionales y la FUA convocaron a una Marcha Federal Universitaria para el jueves 25 de abril.

Beatriz Gentile, rectora de la UNCo, en diálogo con Página 12, señala lo siguiente: “Están llegando las boletas de las tarifas de febrero. Si bien técnicamente no estamos en cesación de pagos porque nos faltan conocer algunos importes que todavía no tenemos en nuestro poder, es muy probable que sí lo estemos. Por lo que ya estamos previendo, no estamos en condiciones de pagar todos los servicios si no tenemos el refuerzo prometido”. El gobierno de Javier Milei había prometido un incremento de un 70 por ciento para los gastos de funcionamiento, pero hasta el momento ese dinero no fue recibido por las instituciones. En esta línea, aunque solo representa un aumento en el 5 por ciento del presupuesto total (ya que la enorme mayoría se destina a salarios), aún no fue acreditado por las casas de educación superior.

Si, en el mejor de los casos, las universidades no cierran en los sucesivo, el hecho de ajustarlas de manera que solo puedan funcionar al mínimo de sus posibilidades impacta de manera directa en su presente y las perspectivas futuras. “Si tomamos el servicio de la luz, solo para las unidades académicas que están en Neuquén Capital más una tarifa de agua rionegrina, ya tenemos el 40 por ciento de los gastos totales de nuestro presupuesto de funcionamiento. Hay que pensar que la UNCo está presente en otras ocho localidades”, explica la rectora.

Por el momento, las tarifas de gas de febrero no serán altas porque el consumo no fue significativo, pero basta con imaginar lo que sucederá cuando las temperaturas empiecen a disminuir y se requiera de calentar los espacios para asegurar un mínimo de condiciones en el dictado de clases. Bajo esta premisa, Gentile comenta: “Hay tarifas que no vamos a poder pagar y lo tenemos en claro. Ya recortamos servicios de telefonía. Vamos a sentarnos con los proveedores y ver qué podemos hacer, pero es muy complejo porque como tenemos muchas sedes, debemos arreglar con diferentes empresas que prestan los servicios. Todas las situaciones son particulares”. Y agrega: “La mayoría de las universidades están en la misma que nosotros. Es bueno que se conozca para que la sociedad pueda tenerlo en cuenta”.

La información que refería a la situación que afronta la Universidad Nacional de Comahue, originalmente, fue compartida durante el fin de semana por la cuenta defensa.unco, de la que participan docentes, nodocentes y estudiantes de la institución. “Llegó ese triste día que no queríamos que llegara. Nuestra querida Universidad Nacional del Comahue ya entró en la etapa de cesación de pagos. Por favor, no miremos para otro lado. No seamos parte de la generación que deje morir a la universidad pública”. En otro pasaje, el posteo sigue: “Se verá afectado por ejemplo el servicio de limpieza, intensificándose la reducción de turnos, quedando establecida la prioridad solo para aulas y baños. Se suspenderán servicios de telefonía, y no habrá manera de poder pagar la próxima factura de luz y menos la del gas cuando venga el frio”.

La Universidad Nacional de Quilmes registró la semana pasada una situación similar que fue comunicada a través de sus redes sociales. Con un consumo equivalente, el gasto en energía eléctrica en el primer bimestre de 2023 fue de 4.827.120 de pesos, mientras que en el primer bimestre de este año la cifra llegó a 20.125.103 de pesos. A partir del #universidadenemergencia difundió de manera concreta la situación que afronta tanto a su comunidad como al resto de la sociedad.

En la misma línea a lo que menciona Gentile y a la UNQ, otras instituciones ya racionalizan el uso del papel higiénico como la Universidad Nacional de Rosario. Desde la UBA, advirtieron que ya corren serio riesgo de interrupción las actividades de los hospitales universitarios, a los que en muchos casos se van a atender y realizar tratamientos pacientes sin obra social.

Esta situación se suma a otras que se dieron a comienzos de la cursada cuando algunas instituciones de educación superior debieron notificar que se recortaría la oferta de materias que los estudiantes podrían elegir para cursar, ante la imposibilidad de poder pagar asignaturas extra. También hay casos en que se debieron cortar los programas de becas de ayuda para aquellos alumnos que necesitan, así como la suspensión de actividades de investigación y extensión.

Resistencia activa

Los próximos 10 y 11 de abril gremios docentes realizarán 48 horas de paro. Además de la falta de presupuesto para gastos de funcionamiento, el otro tema se vincula con las paritarias: a pesar de una inflación del orden del 70 por ciento, los incrementos salariales ofrecidos durante el 2024 suman tan solo el 18 por ciento (de los cuales el 6 por ciento había sido pactado durante la gestión anterior).

Desde espacios concretos como la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, por ejemplo, organizan clases públicas, banderazos y cacerolazos para difundir una situación crítica que deja a las universidades al borde del abismo. Va en línea con el spot que hacia fines del mes pasado compartieron desde la Universidad de Buenos Aires con la leyenda “Ciudemos lo que funciona”. Algo similar a lo que sucedió con el festival Elijo crecer: Ciencia x Argentina, que durante sábado y domingo, en más de 100 ciudades distintas, los científicos y universitarios se reunieron en plazas y espacios públicos para compartir con la sociedad lo importante que es apoyar la continuidad de los sitios de producción de conocimientos.

Más allá de las movilizaciones que se realizan desde meses atrás, el gobierno redobla la apuesta y responde a la resistencia con más motosierra. Desde la secretaría de Educación se canceló el envío de fondos al Centro Regional UNLP Espacio exESMA de Memoria y DDHH por ser considerado un “centro de adoctrinamiento ideológico”, en donde se cursan carreras como periodismo deportivo y otras de arte. Va en línea con el ejercicio de penar el adoctrinamiento en los colegios que el actual gobierno impulsa. Frente a ello, la Agrupación Rodolfo Walsh denunció mediante redes sociales: «Ante el ataque directo del Gobierno de Javier Milei a nuestra casa de estudios, en este caso en la extensión en la Casa de la Militancia – H.I.J.O.S., dentro del predio del Espacio Memoria, nos organizamos y seguimos defendiendo nuestro derecho a estudiar ahí».

Entre la resistencia y las cancelaciones que efectúa el gobierno, emerge un proyecto legislativo propuesto por la diputada radical Danya Tavela. El texto declara la emergencia presupuestaria y, a través de esta situación, indica que el 85 por ciento del presupuesto anual debe destinarse a salarios y el resto para gastos de funcionamiento. Los montos, según la iniciativa, deberían actualizarse cada dos meses a partir de indicadores como el índice general de precios al consumidor, la variación de la cotización de la divisa de referencia para las importaciones y la variación promedio de las tarifas de servicios públicos.

Los aportes no se detienen

Desprestigian a las universidades –posiblemente las instituciones con mayor legitimidad social en el país– para justificar el ajuste. De hecho, a pesar de la crisis, continúan dando respuestas. Es el caso reciente de la Universidad Nacional del Chaco Austral que, ante el brote de dengue, incrementó su producción de repelentes en 4 mil unidades diarias para comercializarlos a precios accesibles y de manera gratuita según los casos. Un papel que va en consonancia al que desempeñaron otras durante la pandemia de covid, al montar centros de diagnóstico y desarrollar kits autóctonos ante la imposibilidad de importarlos.

Las universidades, una vez más, sortean el juego de la oferta y la demanda, y brindan respuestas de calidad para proteger a la población. Algo que la mano invisible del mercado que tanto pondera este gobierno jamás garantiza.

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El 2001, la pandemia y el macrismo ya quedaron chicos

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En abril, el consumo en hipermercados cayó 15,4, números que no se veían desde el estallido social de De La Rua. La UIA confirmó que la industria cayó 17,2 por ciento en marzo, muy por encima del industricidio del PRO y cerca del parate total por la COVID. Con la obra pública cerrada por el Gobierno, los tres sectores que explican la mayor parte del PBI se han desmoronado en tiempo récord. Fuertes disputas en las entidades empresarias por el apoyo que le dan a Milei mientras la economía se pulveriza. 
Leandro Renou

Por Leandro Renou

En sólo cinco meses de Gobierno, los números muestran que la gestión económica de Javier Milei superó ampliamente los derrumbes de actividad de las tres crisis más relevantes de los últimos años: el 2001, la pandemia de la COVID y los años de Mauricio Macri. Por un lado, Página I12 accedió a un adelanto del informe de la consultora Scentia de abril, que refleja un desplome del 15,4 por ciento en las ventas de hipermercados, una caída similar a la del estallido del gobierno De La Rua; por su lado, la Unión Industrial (UIA) confirmó que en marzo la actividad fabril cayó 17,2 por ciento, emparejando los niveles de diciembre del 2001 y cayendo más que en la parte más dura de la pandemia. A este dato se suma el derrumbe de la construcción, superior al 42 por ciento, lo que deriva en un escenario inédito: en tiempo récord, la gestión de Milei y Luis Caputo pusieron a las tres actividades que explican la mayor parte del PBI en una situación de dificil retorno.

Por esta perspectiva, que ya se veía venir, los economistas empezaron a alertar hace unas semanas que el nivel de la recesión, autogenerada para intentar morigerar una inflación que sigue muy alta, era el dato central a observar. Lo curioso es que este momento de crisis casi total de la actividad se da en paralelo al apoyo que empresarios de la Cámara Argentina de la Construcción, la Cámara de Comercio y la propia UIA, le dan al gobierno de Milei, a quien estuvieron escuchando y aplaudiendo hace unas horas, en su exposición en el almuerzo que organizó el Consejo del Comercio y la Producción (Cicyp) en el Hotel Alvear. A raíz de estos datos, este diario habló con dirigentes de todos esos sectores consultando cómo y hasta cuándo se sostiene el discurso de apoyo a la línea Milei cuando la actividad a la baja ya se está cargando al empleo. «Es la pregunta del millón», contestó un alto dirigente de UIA. En esa sede de la gremial empresaria hay una guerra entre pymes y gigantes por el contexto de crisis, que se está llevando puestas a las más chicas. Por toda esa tensión, muchas cámaras como los metalúrgicos de ADIMRA y los texiles de Protejer decidieron salir por las suyas a denunciar que el proceso de crisis no frena y terminará en cierres de empresas. 

En este escenario, el consumo masivo es que el primero sintió el ajuste en los salarios, las jubilaciones pisadas y la liberación del resto de los bienes y servicios de la economía, que terminaron privando a las familias de mayores compras de alimentos. Según Scentia, la caída del 15,4 en ventas en los grandes supermercados de abril es la más grande desde el 2001-2002. «Quedó lejos incluso de los números muy negativos del macrismo», explicó un líder del supermercadismo multinacional. En los años del PRO, el consumo masivo medido por Scentia cayó tres de los cuatro años, quedando empatado en el período restante. Lo particular del consumo es que todos los rubros están cayendo, pero algunos como Bebidas, Aceites y Lácteos se desploman desde el 20 al 50 por ciento mensual. 

Esa baja en el gasto de los hogares está directamente conectada, además, con el desempeño de las fábricas. En el reporte de la UIA se muestra que la industria de Alimentos cayó 10,2 por ciento en abril, un número del que nadie tiene antecedentes, porque en general el sector crece, aún en los peores períodos, de manera marginal en relación con el crecimiento poblacional. El derrumbe de todos los sectores que muestra la UIA produjo una caída general de la actividad que supera o se equipara al 2001 y queda muy por encima de la pandemia de COVID. 

En 2001, medido por el INDEC, el sector industrial terminó cayendo 6,2 por ciento. Mientras que en diciembre de ese año, la baja fue de 18,4 por ciento. ¿Qué pasó co la COVID? En el primer semestre del 2020, el período de mayores restricciones a la circulación y la actividad, la industria cayó 18,4 por ciento. Teniendo su pico más negativo en abril, con una baja del 33 por ciento. Luego de eso, arrancó una curva ascendente que dejó al 2021 con números positivos. Hoy, en sólo un mes, retrocedió 17,2 por ciento, pero en condiciones normales, no pandémicas

Lo particular de estos datos, aseguran los especialistas, es que las caídas tan bruscas por sectores ya adelantan no sólo números negativos hacia adelante, sino un golpe que se ve en los puestos de trabajo. Daniel Funes de Rioja, titular de la UIA, aseguró hace unos días que las fábricas perdieron ya 5000 puestos de trabajo, pero ese dato es previo a los 100 despidos en FATE, Acindar, los supermercados, PEPSICO y General Motors, todas cesantías que ocurrieron en las últimas horas. A eso se suman los 100 mil empleos menos que tiene la actividad de la construcción producto de la decisión de Milei de cerrar la obra pública y los que se están dando en el sector comercial. 


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