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Qué hay detrás de la decisión de Milei de no dinamitar el Banco Central: el plan Bausili 

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Aseguran que «es mejor» mantener una relación estrecha con Caputo. El objetivo de abrir el cepo, las Reservas y la baja de la inflación sin salarios. 

Leandro Renou

Por Leandro Renou

En línea con la caída en desgracia del slogan del presidente Javier Milei de que el ajuste lo pagaría la casta política, padeció la misma suerte la idea inicial del líder libertario de cerrar el Banco Central (BCRA) o, en su defecto, llevarlo a una independencia total del poder político. Es que parte del plan de los hombres que trabajan con Santiago Bausili, actual titular de la entidad, es que la misma tenga un vínculo «estrecho» con el ministerio de Hacienda que conduce Luis «Toto» Caputo. Según supo Página/12, creen allí que «es mejor tener un vínculo estrecho» con el ministro, porque entienden que eso está dado, de hecho, por el nexo de dinero que ya existe entre el BCRA y el Tesoro Nacional.

A decir verdad, cuando Milei designó al tándem Caputo-Bausili, alguien le avisó que son voluntades indivisibles: Bausili fue mano derecha de Caputo durante su gestión en el gobierno de Mauricio Macri y fueron socios, antes de asumir con Milei, en la consultora Anker. Esa dupla es el mayor exponente de que el presidente libertario debió admitirle a la casta política que una cosa es hacer campaña y otra jugar en cancha pesada, una vez que el árbitro pone la pelota en el centro del campo.

El ajuste de salarios y jubilaciones, en el centro

Esa amalgama de ambos es clave en el esquema de Milei: es la que garantiza el ancla fiscal y cambiaria y, a la vez, el ajuste recesivo sobre los salarios y jubilaciones. La idea que tiene el BCRA es lograr una contracción fuerte y un refuerzo a las reservas que permita, en un plazo medio, la unificación cambiaria y la remoción de los controles de capitales. 

En el medio, cerca del Bausili entiende que los dichos de Milei de una inflación que bajará en no menos de 24 meses, «podría darse antes de ese plazo». No lo dicen de este modo, pero el proceso devaluatorio y la liberación total de los precios terminarán apurando un derrumbe de los ingresos que congele la economía y ordene los precios a la baja. En la sede de Reconquista, donde hace días pasó Miguel Pesce, todos hablan de ajuste fiscal ortodoxo pero aseguran que los salarios no son un tema del que deban preocuparse.

«La inflación es de Massa, esta que vemos ahora, pero durante un tiempo se van a mezclar la de él y la nuestra», aseguran quienes conocen la dinámica interna de la entidad. Para la conducción actual del Central, la inflación se da sólo por exceso de emisión de pesos, aunque está a la vista que el ancla real del plan son los ingresos de la población. De todos modos, no esperan que haya cierto orden hasta marzo o abril del año 2024.

Los técnicos del BCRA aseguran que, en realidad, el plan de ajuste fiscal que se lleva a cabo es parte del plan económico que presentó Caputo. Lo particular es que, precisamente, lo que parece faltar es un plan que explique qué ocurre después del ajuste, qué pasa con la actividad, con la producción y con los ingresos. Es esa una crítica que hicieron, entre otros, los economistas Martín Redrado y Carlos Melconian. En el Central no caen bien, por estas horas, las menciones a las opiniones de esos dos cuadros.

Devaluaciones, dólares e importaciones

Hace unos días, en la reunión que Bausili mantuvo con los bancos para contarles el programa del BCRA, admitió que la devaluación que llevó el dólar de 400 a 800 pesos tuvo un «overshooting», es decir, se sobreaumentó el precio para tratar de calmar expectativas. Hoy, entienden en el Central que el crawling peg (microdevaluaciones) de 2 por ciento mensuales será suficiente y evitan hablar de nuevas devaluaciones bruscas.

En las empresas, entienden lo contrario: observan que con este nivel de liberación de precios relativos que para el BCRA es clave, el nivel de inflación dejará al dólar atrasado en cuestión de semanas. Por eso, se espera una nueva devaluación a fines de enero o principios de febrero.

En paralelo, cuando se les pregunta los laderos de Bausili por la cantidad de dólares que esperan captar para reforzar reservas, la respuesta es que no tienen un número, que hay negociaciones pero no detallan el origen de esos fondos. Naturalmente, tienen un punto al señalar que el esquema de deudas comerciales de los privados que dejó la gestión Massa es preocupante: según los números que manejan, se aprobaron por 6000 millones mensuales cuando la media era 4500 millones. Eso obligó, ante el faltante de dólares, que las empresas busquen los dólares afuera. Hoy el BCRA les debe plata y Bausili interpreta que a cubrir ese hueco llega este bono para garantizarles dólares a futuro. En el Central aseguran que «no es la estatización de la deuda privada», porque el Central ya tenía una deuda con el sector privado. 


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Divide y reinarás: El Gobierno aumenta el presupuesto solo para la Universidad de Buenos Aires

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Incrementará un 300 por ciento los recursos destinados a los gastos de funcionamiento. El Consejo Superior de la UBA afirmó que esto permite una previsibilidad, pero alertó sobre la situación salarial, que aún no está resuelta. El vicerrector Emiliano Yacobitti aseguró que seguirán reclamando por el resto de las casas de estudio.

Werner Pertot

Por Werner Pertot

La Universidad de Buenos Aires (UBA) decidió levantar la emergencia presupuestaria, tras alcanzar un acuerdo con el gobierno de Javier Milei por los gastos de funcionamiento, que recibirán una suba del 270 por ciento, y de sus hospitales, cuyo incrementp será cercano al 300 por ciento. En un comunicado, el Consejo Superior de la UBA afirmó que esto permite una previsibilidad, pero alertó sobre la situación salarial, que aún no está resuelta. Tampoco la inversión en ciencia y las obras que están paradas. En tanto otras 60 universidades continúan con el reclamo que llevó a la marcha universitaria y que no fue respondido. El vicerrector de la UBA, Emiliano Yacobitti, advirtió que seguirán reclamando por el resto de las casas de estudio. Las otras universidades indicaron que el aumento solo a la UBA «resulta inadmisible y provocador«. «No aceptaremos que existan estudiantes de primera y de segunda«, lanzaron. El Gobierno quedó a tiro de una cautelar.

Desde el comienzo de las negociaciones con las universidades y, sobre todo, en las reuniones posteriores a la marcha universitaria que resultó masiva en todo el país (algunas estimaciones llegaban al millón de personas), el Gobierno buscó dividir a la UBA del resto de las instituciones. De hecho, tuvieron una atención especial con el rector Ricardo Gelpi, a quien la ministra de Capital Humano, Sandra Petovello, recibió un día antes que al resto. En los encuentros con todos los rectores, el Gobierno escuchó, pero no hubo avances reales en destrabar fondos. De hecho, en una exposición ante el Congreso, el secretario de Educación, Carlos Torrendell, no pudo dar precisiones sobre cómo se resolverá el conflicto universitario.

A partir de ahí, lo público se separa de las negociaciones a puertas cerradas. Con la UBA particularmente, el encargado de las negociaciones, que pasó a ser Torrendell, tuvo tres reuniones más. Estuvo presente también el secretario de Políticas Universitarias, Alejandro Alvarez, aunque moderó sus modales. Allí, las autoridades de la UBA insistieron con el planteo de actualizar lo presupuestario y tuvieron varias discusiones, avances y retrocesos. Finalmente, desde el Gobierno nacional aceptaron aumentar aquellas partidas sin las cuales directamente se iba a un cierre de la UBA: el funcionamiento básico (la luz, etc) y el presupuesto para los hospitales. Según confirmaron a este diario, no solo acordaron sino que ya empezaron a pagar.

En el caso de la UBA, los gastos de funcionamiento representan el 14 por ciento de los gastos totales (porque allí hay que contemplar también los seis hospitales; en otras universidades es la mitad de ese porcentaje). «Si ellos no garantizaban ni el presupuesto mínimo para prender las luces, teníamos que cerrar», insistieron desde el rectorado a este diario.

Sigue la discusión

No obstante, en el comunicado que emitió el Consejo Superior de la UBA para anunciar que levantaba la emergencia universitaria, dejaron en claro que sigue la discusión por ese otro 86 por ciento del gasto sobre el que no hubo acuerdo (principalmente, son los salarios docentes y no docentes). Lo que recibieron fue una actualización de los gastos de funcionamiento del 270 por ciento interanual y del 300 por ciento para los hospitales universitarios y aquellas funciones de la universidad vinculados al área asistencial. Se trata de 26.016.488.265 pesos que el Gobierno les comenzó a transferir con destino a afrontar los Gastos de Funcionamiento y otros 35.436.785.336 de pesos para sostener los niveles de atención de la salud.

“Las sumas indicadas, si bien se encuentran por debajo del presupuesto óptimo para el funcionamiento pleno de la Universidad, posibilitan una programación presupuestaria, imposible hasta el momento”, señaló la UBA, que también destacó que continúa el “estado de alerta y profunda preocupación” por la actualización salarial como también otras partidas “particularmente aquellas vinculadas a las áreas de Ciencia y Tecnología, Extensión Universitaria y a los Programas de infraestructura universitaria”. Es decir, las obras que están paradas, algunas de las cuales ya estaban en curso.

En materia salarial, no hubo acuerdo con el Frente Sindical de las Universidades: la propuesta del Gobierno, ante una inflación acumulada superior al 70 por ciento, fue: 16 por ciento en febrero, 12 por ciento para marzo y 8 por ciento para abril. Es decir, un 36 por ciento. Los números solos indican por qué están muy lejos de un acuerdo con los gremios. Desde el Consejo Superior de la UBA advirtieron que este acuerdo debería llegar urgente y también se mostraron a favor de que el Congreso sancione una Ley de Financiamiento Universitario que establezca un criterio de actualización para el presupuesto universitario, para que no se repita lo de este año.

Tras el acuerdo, Yacobitti escribió en su cuenta de Twitter: «Gracias a que la sociedad se expresó con contundencia en defensa de las universidades públicas, el gobierno actualizó los gastos de funcionamiento de la UBA (aprox. 300%) para que no tenga que cerrar. Es un triunfo de todos los que apostamos a la educación para un mejor futuro». Luego aclaró: «Vamos a seguir reclamando por los salarios docentes y no docentes que perdieron más de un tercio de su capacidad económica en 4 meses, por los recursos para CyT y las obras de mantenimiento de los edificios y laboratorios».

Y luego volvió a aclarar: «También es importante que esta corrección sea para todo el sistema y no solo para la UBA. Sentarnos a discutir un presupuesto para el 2025 que contemple los reajustes». Esto último quizás tenga que ver con la reacción del resto de las universidades, que tronaron apenas se conoció la noticia.

«Universidades de segunda»

Todas las universidades vienen funcionando con un presupuesto que se votó a fines de 2022 y que, insisten, es insuficiente para llegar no ya a fin de este año, sino a mitad de año en algunos casos. Por lo tanto, apenas se conoció el aumento para la UBA, las otras 60 casas de estudio pusieron el grito en el cielo y hablaron de una “discriminación federal injusta” de parte del Gobierno.

Hubo una reunión de emergencia del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) para tratar el tema. «Estamos en plena discusión viendo si nos dan lo mismo a todos. Si no, habrá problemas”, señaló antes de ingresar a la reunión Víctor Moriñigo, rector de la Universidad Nacional de San Luis y actual presidente del CIN.

El CIN emitió luego un comunicado que dejó en claro como estaban los ánimos: «Resulta inadmisible y provocador que se reconozca solo para una universidad y no para la totalidad del sistema que reúne a un conjunto de 60 universidades a lo largo y a lo ancho de todo el país, que representan a dos millones de estudiantes de las universidades argentinas. No aceptaremos que existan estudiantes de primera y de segunda«, remarcaron los rectores en un comunicado del CIN.

«Rechazamos cualquier metodología que promueva la división entre universidades y dentro de las universidades. No convalidaremos ningún intento de división, ni priorizaremos nunca ningún atajo. El Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) no resigna lo que cree. No es solo un problema de recursos, es también de principios», le advirtieron al Gobierno.

Por otro lado, advirtieron que el Gobierno reconoció con ese pago que tienen razón y que «hay plata». Según pudo saber este diario, todavía no harán una presentación judicial, sino que esperarán una respuesta del Gobierno, pero la disparidad de criterios pone a la administración nacional a tiro de una cautelar. En el comunicado indicaron que esa transferencia a la UBA «implica el reconocimiento por parte del gobierno nacional de uno de los aspectos del problema -y su grave magnitud- que todo el sistema universitario viene planteando desde enero de este año. Por lo tanto, habiendo el gobierno confirmado con sus actos que los recursos están, exigimos inmediatamente una resolución que garantice un incremento igual al otorgado a la Universidad de Buenos Aires para todas las universidades públicas de la Nación.

«Con la misma urgencia, seguiremos bregando por paritarias para las y los trabajadores de las universidades que recompongan la pérdida del poder adquisitivo del salario, por el sostenimiento y el fortalecimiento del sistema científico y tecnológico, por la actualización del monto destinado a becas estudiantiles y por la recuperación de las obras de infraestructura hoy paralizadas», concluyeron.


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