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Las elecciones legislativas no afectarán la composición del Consejo de la Magistratura

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Solo uno de los seis miembros que representan al Congreso va por la reelección de su banca. Se trata de la diputada del Frente de Todos Vanesa Siley, que tiene muchas chances de ser relecta.

El Consejo de la Magistratura no verá afectada su composición después de las próximas elecciones ya que solo uno de los seis miembros que representan al Congreso va por la reelección de su banca.

Se trata de la diputada del Frente de Todos Vanesa Siley, quien llegó al Consejo en reemplazo del actual ministro del Interior, Eduardo «Wado» de Pedro, en diciembre del 2019 para completar su mandato hasta 2022.

Siley está séptima, con muchas chances de ser reelecta, en la lista de candidatos a diputados por la provincia de Buenos Aires, sobre un total de 35 bancas que se renovarán por el distrito en las próximas elecciones.

El Congreso aporta tres diputados y tres senadores al Consejo, dos por la mayoría y uno por la minoría, cuyos mandatos duran cuatro años -deben dejar pasar un período para volver- y no se computa el tiempo de reemplazo.

Esto significa que Siley podría permanecer como consejera en el período 2022-2026, si continúa siendo diputada y si el bloque le presta su acuerdo para representarlo, ya que no se computan los años en los que reemplazó a De Pedro.

El caso del diputado del PRO y consejero Pablo Tonelli es similar, ya que llegó en 2016 en reemplazo de la kirchnerista Anabel Fernández Sagasti y luego de una polémica sesión en la que Cambiemos se atribuyó el cargo sosteniendo que la alianza parlamentaria con los bloques del GEN, liderado por Margarita Stolbizer, y del Peronismo Federal, significaba que eran la primera minoría.

Por el lado de los senadores, actualmente integran el Consejo por el oficialismo Mariano Recalde y María Inés Pilatti Vergara, ambos con mandato hasta 2025, y por la minoría la radical Silvia del Rosario Giacoppo, con mandato hasta 2023.

Todos los consejeros, incluyendo al representante del Ejecutivo Gerónimo Ustarroz; el académico Diego Molea (actual presidente del cuerpo); los jueces Alberto Lugones, Ricardo Recondo y Juan Manuel Culotta; y los representantes de los abogados Carlos Matterson y Diego Marías; cumplirán sus mandatos en diciembre del año próximo.

Esto significa que las asociaciones de magistrados, abogados y el sector académico tendrán que darse sus procesos de selección de representantes, así como ambas cámaras en el Congreso y el Poder Ejecutivo deberán designar sus legisladores-consejeros.

Reforma judicial
La renovación del Consejo de 2022 estará supeditada a los alcances de la reforma judicial que pretende el Gobierno y si incluye la sugerencia del Consejo Consultivo para el Fortalecimiento del Poder Judicial y del Ministerio Público que propuso que el consejo pase de 13 a 16 integrantes, con 4 representantes del sector político, 4 de los jueces, 4 de los abogados y 4 del sector académico.

En esta propuesta se reduce a un miembro los representantes de ambas cámaras, se elimina el representante del Ejecutivo y gana representación el sector académico -tres consejeros más que en esquema actual-, los abogados que duplican su representación y los jueces que suman un sillón más.

El comité de expertos sugirió también que permanezca el mandato de cuatro años y la imposibilidad de reelección para no politizar el organismo y que exista «una instancia pública durante la cual la comunidad interesada pueda conocer a quienes integrarán el Consejo de la Magistratura de la Nación» a través de la realización de audiencias públicas.ETIQUETAS


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El futuro de la energía atómica: renuncias, desfinanciamiento y deudas millonarias

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La CNEA tiene parados sus proyectos principales y acumula deudas millonarias. Los despidos ya llegan a 570. Paro y protestas de la Uocra. La voz de la presidenta saliente, Adriana Serquis.

Pablo Esteban

Por Pablo Esteban

En medio del brutal ajuste en el sector nuclear, el gobierno finalmente aceptó la renuncia que Adriana Serquis había presentado el 10 de diciembre y, mediante un decreto, determinó que Germán Lavalle y Luis Rovere asumieran como presidente y vicepresidente de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).  La funcionaria saliente había denunciado la falta de fondos para continuar con obras claves como el Carem y el RA-10 –dos reactores nucleares que se construyen desde 2014 y 2016, y que en poco tiempo podían estar listos–, así como también alertó por la acumulación de una deuda millonaria con las compañías subcontratistas que contribuían a la fabricación de las tecnologías. Representa toda una incógnita el futuro de la institución a partir del cambio de timón y el recambio de autoridades, que se produce mientras la motosierra trabaja a pleno: los dos proyectos están paralizados y en torno al Carem los despidos ya están por llegar a los 570, según denunció la Uocra, que mantiene en Zárate una huelga por tiempo indeterminado. Esta semana, hubo marchas y cortes de ruta en esa ciudad en reclamo de la continuidad de los trabajos.  

Más allá de las dudas, Serquis aventura sus propias proyecciones a partir de las conversaciones sostenidas con los nuevos gestores. “Me dijeron que el RA-10 lo van a tratar de sacar adelante sí o sí, porque le falta poquito. La mayor duda está con el Carem, con el que quieren hacer una revisión integral con auditores externos”. Y completa: “Veo difícil que puedan destrabar el conflicto presupuestario, ellos dicen que van a intentar resolverlo. Nosotros les comunicamos la urgencia y la necesidad de fondos para cada uno de los proyectos. La institución a partir de junio no va a poder funcionar, eso está claro”.

La situación de la CNEA, el organismo rector de la energía nuclear en el país, es conflictiva por varios motivos: en los últimos meses contrajo deudas millonarias con los contratistas que trabajan en la puesta en marcha de los reactores (en el caso del Carem, por ejemplo, acumula una suma de 7 mil millones de pesos), despidos de trabajadores implicados en líneas de trabajo que están suspendidas por el momento (principalmente de Nucleoeléctrica Argentina Sociedad Anónima, una de las principales contratistas) y cerebros que ya se fugan ante la imposibilidad de condiciones de trabajo adecuadas. El gobierno no envía los fondos necesarios y ello sirve como detonante para empujar a la Comisión al borde del abismo.

Finalmente, el presidente Milei le aceptó la renuncia a Serquis y luego de la transición asumieron los nuevos nombres. La doctora en Física y además Investigadora Principal del Conicet lo relata de este modo: “Hace un par de semanas vengo trabajando con esta gente. Me había comprometido a hacer una transición razonable y lo hice. El secretario de Energía me pidió que me pusiera en contacto con Germán Lavalle, que también realizó reuniones con los gerentes de área de nuestra institución. Como vicepresidente lo acompaña Luis Rovere. Ambos son ingenieros nucleares y egresados del Instituto Balseiro”, comenta quien a partir de la semana que viene volverá a estar al frente del Instituto de Nanociencia y nanotecnología del Conicet.

Los que entran y los que salen

Consultada por este diario, Serquis brinda un detalle de la trayectoria de las autoridades designadas. “En los 90’s, Lavalle fue gerente de institucionales en el momento en que la CNEA perdió el control de las centrales nucleares, cuando fueron a parar a Nucleoeléctrica Argentina Sociedad Anónima. En el 2000 se fue de la institución con un retiro voluntario que le ofreció el gobierno de la Alianza”. Lavalle, según cuenta la expresidenta, se autoasume con un perfil “más técnico que político”. A menudo, se utiliza tal caracterización cuando se busca dotar de legitimidad el rol experto en detrimento del ideológico; como si la ciencia y la política podrían pensarse como dos campos autónomos. Rovere, por su parte, es ingeniero nuclear y es gerente del Centro de Medicina Intecnus, una institución sanitaria reconocida en Bariloche. “Las nuevas autoridades tratarán de poner nuevos gerentes de las gestiones anteriores. Por ahora, no vi en carpeta a ninguna mujer en su equipo de trabajo y no tengo idea si sacarán a las que ahora están a cargo. Estoy preocupada, la verdad”.

Lavalle y Rovere reemplazan a Adriana Serquis y a Diego Hurtado, que había presentado su renuncia el 9 de diciembre cuando Alberto Fernández aún era el presidente. Serquis se destacó en su rol por conducir iniciativas relevantes como los reactores nucleares Carem y el RA 10, desarrollos que están en etapas muy avanzadas de diseño y que podrían ser fundamentales para el ingreso de miles de millones de dólares al país si en el futuro inmediato consiguieran finalizarse. Tecnologías que, de hecho, podrían colocar a Argentina a la vanguardia de la energía nuclear.

Asimismo, Serquis tuvo un rol fundamental al democratizar las condiciones de acceso y participación de las mujeres en la gestión de la energía nuclear. También se destacó por un relato muy activo en pos de cambiar la percepción social con respecto a la materia. En cada intervención pública, trató de narrar las ventajas que tiene la energía nuclear en relación a otras energías e intentó desestigmatizar una fuente que históricamente estuvo marcada por desastres como Chernobil y Fukushima. También, sus colegas detallan su énfasis en promover el conocimiento local como vía hacia la soberanía: se forman científicos y científicas en instituciones públicas y luego le devuelven al Estado esta educación de excelencia a través del diseño de tecnologías autóctonas que, en última instancia, permiten el ingreso de divisas al país.

Casi listos, casi paralizados

El Carem es el primer reactor de potencia baja y media, diseñado y desarrollado 100 por ciento en Argentina. Su puesta en marcha podría ser clave para el abastecimiento eléctrico en zonas alejadas de centros urbanos y en parques fabriles, así como también para objetivos diversos que serán cruciales en los próximos años, como la desalinización del agua de mar y la producción de hidrógeno. Por su parte, el RA 10 servirá, entre otras cosas, para abastecer de radioisótopos a todos los centros de medicina nuclear del país; insumos fundamentales para el diagnóstico y el tratamiento de cáncer.

Las aplicaciones en salud, industria, ciencia y tecnología son infinitas para estas dos tecnologías de primer nivel internacional que, según las proyecciones y si el ritmo no se hubiese ralentizado por falta de financiamiento, deberían haber estado listos para 2025 (RA-10) y 2028 (Carem). Para tener referencia, el proyecto Carem ya lleva invertidos 650 millones de dólares y requeriría de una partida de 200 millones más para concluir; cuando un proyecto de la misma envergadura en Estados Unidos cuesta 1400 millones de dólares. En relación a las ganancias que se podrían obtener, la venta de un reactor de la magnitud del Carem podría significar un ingreso de 4 mil millones de dólares; mientras que el RA-10, de ponerse en marcha, podría significar ingresos de 90 millones de dólares al año.

Las potencialidades de ambas iniciativas son innegables. Sin embargo, por el momento, la inercia parece estar frenada hasta nuevo aviso. Para los tiempos que maneja la ciencia ya están casi listos, pero por una decisión política están prácticamente paralizados. 

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