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Esta mujer

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Mempo Giardinelli

Por Mempo Giardinelli

Puede afirmarse que, a primera vista, lo que cualquier compatriota puede ver hoy en el escenario político es una mezcla de desconcierto, temor y deseo de convencer a la vicepresidenta para que vuelva a poner el cuerpo y sea candidata presidencial, como en 2007 y 2011.

Está cantado que no hay otra ni otro. En todo el peronismo –ese raro pero macizo universo nacional y popular tantas veces inasible–, ella es la única esperanza verdadera porque es la única garantía de dirección y cumplimiento de un programa político progresista, nacional y popular. Y por eso mismo, pinta como seguramente insuperable en las urnas.

Afirmación temeraria la anterior, es cierto, como todo lo que depende de comicios nacionales. Pero que se evidenció una vez más el jueves pasado, en la reunión plenaria a la que concurrió una treintena de dirigentes peronistas y en la que se habló –coinciden todas las versiones– con sinceridad y precisión inhabituales. Virtudes políticamente escasas pero que esta vez se mostraron francas, acaso menos por ilusión que por espanto y más por realismo político que por especulaciones comiciales.

No obstante, y como sea, la candidatura de esta mujer cada vez más unánimemente reclamada estriba, sobre todo, en el reconocimiento y el afecto que se aprecia en prácticamente todos los círculos no gorilas, que no son mayoría nacional ni ahí, desde luego, pero que cuentan y suman –y mucho– al imperativo de frenar la grotesca y recontrafinanciada avalancha fascista que se vive en el planeta y cada vez más agresivamente en estas pampas.

Lo cierto es que los apoyos que esta mujer concita, cada vez más numerosos y macizos, hacen pensar que nada detendrá su candidatura ganadora como parece quedar claro a medida que –para decirlo con una feliz frase política mexicana– pasa el tiempo y «la caballada sigue flaca». Aludiéndose, en el caso argentino, menos a la propia que a las ajenas.

De hecho todo lo que esta columna ha venido postulando las últimas semanas –sin quitar los ojos de cuestiones vitales como la entrega vil del Río Paraná y la demora en ejecutar el indispensable y urgente Canal Magdalena– es que las tareas que hay que emprender inmediatamente para salvar a la República, hoy en día sólo ella puede garantizarlas.

En tal sentido, piensan algunos actores que haría falta un operativo clamor para ayudarla a que se decida. Idea no necesariamente compartida por este columnista, claro, pero pongámosle que sí. No para que ella se decida, quede claro, sino porque acaso tal movida podría ser determinante para terminar de convencer a remisos, e incluso a reacios.

Lo que es cierto es que, aunque así fuese, no harían falta las PASO, por la elemental razón de que en el interior del movimiento peronista y cercanías, ante semejante candidatura no tendrían sentido.

Así pues, en lo que habría fácil consenso es en la seguridad y eficacia de una movilización popular que sería irresistible. Y que garantizaría que esta nación pudiese detener la peste política que desde hace años viene inoculando el sistema mentimediático, inexplicablemente estimulado mediante pautas publicitarias por el gobierno que como pueblo elegimos en 2019.

Como es obvio, luego del difícil pero posible triunfo en las elecciones de este año la tarea será ardua, incluso ardorosa, porque desde el vamos habrá que proceder a una fuerte renovación funcionarial para desplazar a muchos burócratas acaso también corruptos –y ni se diga cipayos–que en los últimos tres años sesgaron la labor de un gobierno de origen popular. Lo que sonará antipático, sin dudas, pero es un hecho que la gestión del FdT estuvo –y sigue estando– sobrada de cipayos que nos fueron entregando a capitales invasores y vendiendo los fabulosos bienes de esta república a gringos del Norte y de la Europa de las maneras más torcidas y corruptas.

También por eso, ella. Acaso como última esperanza para no disolvernos como Patria y recuperar la Soberanía Nacional sobre todos los bienes naturales que hoy siguen estando en liquidación y rebatiña en favor de trasnacionales, mercaderes y cipayos que desdichada y vergonzosamente son legión en la Argentina de este ciclo.

Ahí quedarán, si acaso románticos pero inflexibles, los 26 puntos que esta columna propuso las últimas dos semanas. Peronistas por donde se las mire, y basadas en lo mejor de nuestra Historia Nacional, ahí quedan esas ideas en las páginas de este diario. Y si hiciera falta, sobrarían nombres para proponer un nuevo funcionariado patriótico.

Es oportuno recordar, entonces y además, que en la memoria popular está blindado el recuerdo de cómo se recuperó el país a partir de 2003 y cómo vivió el pueblo argentino durante los 8 años de gobierno de esta mujer a la que aman millones de compatriotas en todo el territorio nacional, por la fuerza y coherencia que demostró frente a cada ataque sistemático, desde su primera presidencia en 2007. Y por la empatía que genera en los sectores populares, que la ven como una de ellos por su coherencia y su respuesta corajuda y sin achiques ante la ferocidad de las roñosas causas judiciales que le imputan. Y también por el enorme respeto internacional que se ha granjeadeo. A ver entonces: ¿quién, si no ella?

La República Argentina sí tiene destino y puede ser maravilloso. Sólo hay que difundirlo, ejemplarizarlo y acompañar al Soberano –que es el pueblo– a votar y defenderla, empoderada con millones de votos como los que solamente ella es capaz de convocar.

También por eso hay que descartar algo que se cacarea y es falso: que ahora lo fundamental será no votar a la derecha. Lo que es sólo media verdad, porque si para impedir que gane la derecha mafiosa hay que votar a la derecha peronista y cipaya (que también existe como existió históricamente y el mismo Perón la denunciaba), este país está perdido.

A otros perros con huesos podridos. El voto de derecha dizque blanda o leve que auspician algunos funcionarios actuales y no pocos oportunistas será nomás de derecha, no freno a la derecha. Y esta docencia es fundamental en esta hora.

Por eso esta mujer –esta otra «esa mujer» de nuestra Historia– seguramente repotenciará al pueblo desanimado que hoy sufre y se desesperanza sin ver horizonte seguro. Y así se cambiará el desasosiego actual de millones de compatriotas sometidos a los insensibles ceos, banqueros y millonetas que los manipulan diaria y miserablemente.

Más corajuda que nunca, si la ayudamos a decidirse, ella volverá a conducir esta Nación para entre todos y todas servir a la Patria recuperándola, de una buena vez, para ser Justa y Libre y Soberana.

El columnista bien sabe que se dirá de éste que es un texto idealista y sensiblero, lo que es verdad y a mucha honra. E incluso está dispuesto a acompañarla y trabajar con ella codo a codo y ad-honorem, tal como están listos y dispuestos miles de conciudadanos esparcidos en toda la geografía nacional. Que hay mucho y todo bueno por hacer para salvar a la Patria del abismo,la violencia fascista y la disolución nacional.

Son muchos los patriotas dispuestos a ocupar las diversas funciones que requerirá la recuperación económica y sobre todo moral de nuestro país. Nadie podrá decir después que para sacar adelante a la Patria hoy escorada, al lado de esta mujer no se sabía ni qué ni cómo. El verso negativo, cipayo y antiargentino, se lo tendrán que meter, aunque suene vulgar, allí donde cada lector o lectora sabe. 


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Cuáles son los cambios que exige la oposición para acompañar la Ley Bases y el paquete fiscal

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El debate legislativo de la semana finalizó sin dictamen. El oficialismo ya sabe que los proyectos que se aprobaron en la Cámara de Diputados sufrirán modificaciones. Los cinco puntos clave.

Por María Cafferata

Un Pacto de Mayo sin ley, una ley sin forma. La imposibilidad de dictaminar la Ley Bases no solo enterró la ilusión del acto de unidad con los gobernadores en Córdoba, sino que hundió la fantasía de que el gobierno ya había logrado cerrar un gran acuerdo con la oposición. No hay acuerdo ni borrador final: solo la certidumbre de que los proyectos que se aprobaron en Diputados no serán los mismos que se aprobarán en el Senado. Hay seis senadores opositores cuyas firmas son claves que todavía aguardan una respuesta del oficialismo sobre sus pedidos de modificaciones y, hasta que no tengan una devolución, no dictaminarán nada. La pelota, aseguran, está del lado del gobierno nacional, que tendrá que definir, este fin de semana, qué cambios acepta y cuáles se arriesga a rechazar. En el mientras tanto, nadie, ni el propio gobierno, está seguro de qué forma final tendrán las dos primeras leyes que el Congreso le aprobará a Javier Milei. 

Martín Lousteau (UCR), Pablo Blanco (UCR), Maxi Abad (UCR), Guadalupe Tagliaferri (PRO), Edgardo Kueider (Entre Ríos) y José Carambia (Santa Cruz) son los seis senadores de cuyas firmas depende que las comisiones de Presupuesto, Legislación General y Asuntos Constitucionales puedan dictaminar la Ley Bases y el paquete fiscal para que puedan llegar al recinto. El oficialismo se equivocó al creer que el número estaba garantizado y que, en todo caso, la discusión por la letra chica se resolvería de camino al recinto. Y los senadores se lo están haciendo pagar. Para muchos, la inclusión de Victoria Villarruel en las negociaciones – hasta ahora desplazada – habilitará un diálogo más fluido con un oficialismo que, hasta ahora, estaba fragmentado. El intercambio era, por momentos, contradictorio: el vicejefe de Gabinete, José Rolandi, decía una cosa y el ministro de Interior, Guillermo Francos, decía otra. 

«Que digan lo que quieran, yo no firmo nada». La frase salió de la boca de varios senadores opositores en las últimas 48 horas. Senadores que se sienten empoderados y que, ante la ausencia de ofertas concretas del gobierno – con la excepción de los fondos para la UBA (un guiño directo al radicalismo) -, van acumulando reclamos. El gobierno solo cuenta con siete senadores propios y otros cinco del PRO: está muy lejos de los 37 que necesita para el quórum, por lo que no está en condiciones de ignorar ningún pedido. El problema es que, a medida que pasa el tiempo, los pedidos son cada vez más.

RIGI

A la cabeza de los reclamos está el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) que otorga beneficios fiscales exorbitantes por 30 años para todas las empresas extranjeras que inviertan más de 200 millones de dólares. El vocero más elocuente contra el RIGI ha sido Lousteau, pero no está solo: el radical arrastra consigo también las objeciones de Tagliaferri, Blanco, Abad y varias fuerzas provinciales. Una de las mayores críticas es al artículo 163, que anula cualquier normativa provincial que restrinja lo sostenido por el régimen (adhieran o no las provincias). Se reclama, a su vez, establecer un régimen especial para las industrias más chicas – ya que las inversiones por más de 200 millones están pensadas, casi exclusivamente, para la actividad minera y petrolera -, así como algún sistema de «compre argentino» que proteja a la industria local de la apertura de importaciones.

Hay otros senadores, como Kueider, que plantean cambios más de fondo, como la exigencia de encadenamientos productivos locales.

Impuesto a las Ganancias

Si hay un capítulo que no tiene posibilidades de aprobarse sin cambios es la restitución de Ganancias. Los senadores patagónicos exigen incluir un diferencial para la zona – aludiendo a que el costo de vida es mucho mayor que en el resto del país – y reclaman un incremento del piso mínimo del 22 por ciento. Es decir, que pasaría de 1,8 millones a casi 2,2 millones (que es el mínimo que el proyecto sostiene para personas casadas). 

Este punto está casi cerrado con el gobierno nacional, ya que los patagónicos amenazaron con voltearle todo el paquete fiscal si no introduce cambios. Los patagónicos están cerca de sumar unos 48 votos en contra. Es decir, los dos tercios del Senado, lo que obligaría al oficialismo a conseguir la misma mayoría en Diputados para rechazar la modificación (un número que LLA no tiene posibilidades de alcanzar). Dependen de que Unión por la Patria y un par de senadores sin tierra quieran acompañar y están confiados en que lo lograrán. 

Privatizaciones

Era un capítulo que parecía cerrado y que, en la última semana, empezó a acumular varias objeciones. Principalmente por la privatización de dos empresas públicas: Aerolíneas Argentinas y Correo Argentino. Son varios los senadores del Sur que advierten que, si privatizan la línea de bandera, se caerán varias rutas no turísticas de la Patagonia, como ya sucedió en los 90′. El mismo argumento se repite para el Correo Argentino: el temor es que termine habiendo ciudades y pueblos enteros que se queden sin correo si el Estado no lo garantiza. 

Estas objeciones representan un dolor de cabeza para el oficialismo, ya que el capítulo de privatizaciones representa una de las partes centrales de la Ley Bases. En efecto, cuando el proyecto se cayó en febrero en Diputados fue porque el recinto estaba a punto de rechazar las privatizaciones (entonces eran un total de 27, ahora son once). En el oficialismo buscan evitar una «carnicería» del proyecto, pero se enfrentan a una difícil realidad numérica: si los patagónicos repiten el número de Ganancias para privatizaciones podrían terminar blindando también este capítulo frente a posibles modificaciones en Diputados. 

Blanqueo de capitales

Con el tándem Lousteau-Tagliaferri encabezando la avanzada, el gobierno reconoce que introducirá cambios en el capítulo de blanqueo (uno de los más generosos de los últimos años, ya que permite que quienes blanqueen hasta 100 mil dólares no paguen ninguna penalización). Uno de los pedidos es excluir a los hermanos de los funcionarios, así prohibir la posibilidad de que las personas puedan blanquear en nombre de otras (testaferros). Otro de los cambios será ampliar de 5 a 10 años el tiempo que tenga que haber pasado desde que una persona ocupó un cargo público para poder acogerse al beneficio.   

Moratoria previsional

Hay, además, decenas de pedidos de modificaciones que refieren a la reforma de la Ley de Hidrocarburos o la Ley de Procedimiento administrativo, así como a la reforma laboral. Uno de los temas más delicados es, sin embargo, la eliminación de la moratoria previsional. Hoy por hoy, en el Senado no está el número para aprobar este capítulo, que no solo cuenta con el rechazo de UxP o Carambia y Kueider, sino también de la cordobesa Alejandra Vigo, la rionegrina Mónica Silva y la neuquina Lucila Crexell. La gran mayoría de los senadores coinciden en que eliminar la moratoria representaría un duro golpe para las mujeres – 9 de cada 10 no cuenta con los 30 años de aportes – y nadie quiere cargar con ese costo político. Más de un senador pro Ley Bases, incluso, tiene planeado levantar e irse durante la votación para no tener que votar a favor. 


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