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Martes 22 de Abril del 2025

INFO. GENERAL

De Lula a Bolsonaro: «La gente te enviará a casa el 2 de octubre»

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En un tenso debate, el expresidente y candidato del Partido de los Trabajadores (PT), Luiz Inácio Lula Da Silva, resaltó sus logros al frente del país ya que fueron “los momentos de mayores conquistas, de mayor inclusión” y criticó con dureza al actual mandatario, prometiendo ganar este domingo en las urnas.

Los candidatos en el ltimo debate antes de las elecciones Foto Victoria Gesualdi enviada especial
Los candidatos en el último debate antes de las elecciones (Foto: Victoria Gesualdi, enviada especial).

Brasil asistió este jueves a uno de los debates más tensos y violentos de la historia democrática reciente, con el presidente Jair Bolsonaro lanzando su arsenal de acusaciones, incluidas noticias falsas, contra el exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva, en busca de escalar en las encuestas para evitar ser derrotado el domingo y forzar una segunda vuelta.

Con Bolsonaro como una ametralladora contra Lula, el resto de los candidatos también contribuyó con el presidente sumándose a criticar al líder del Partido de los Trabajadores (PT), que tiene 50% de la intención de voto y tiene chances matemáticas de ganar la prresidencia el domingo, según Datafolha.

En cambio, el jefe del Estado se negó a responder dos preguntas claves que le formuló la candidata Soraya Trhonicke, paradójicamente una ex aliada: si va a aceptar el resultado de las elecciones del domingo y si se vacunó contra el coronavirus.

Foto Victoria Gesualdi enviada especial
(Foto: Victoria Gesualdi, enviada especial).

«Mentiroso, expresidiario, traidor a la patria, tus hijos robaron millones de empresas», disparó Bolsonaro en un debate en la TV Globo, el mayor acontecimiento del final de la campaña en Brasil, que se transformó en un clásico personal entre el jefe del Planalto y el exsindicalista metalúrgico.

«En mi gobierno no hubo corrupción», dijo Bolsonaro, quien llamó «mentiroso» y «expresidiario» a Lula, al recordar los procesos de que el exmandatario fue objeto por el desvío de fondos a través de contratistas de la petrolera estatal Petrobras, y vinculó al líder del Partido de los Trabajadores (PT) con asociaciones ilícitas.

«¿Él habla de asociación ilícita?», replicó Lula, y agregó: «Necesita mirarse al espejo y ver qué está pasando en su gobierno. Respetá a quién está mirando, te está mirando tu hija de 10 años, no mientas. La gente te enviará a tu casa el 2 de octubre».

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(Foto: Victoria Gesualdi, enviada especial).

Las acusaciones de Bolsonaro y las respuestas de Lula generaron que el debate se transformara en gran parte en el duelo de la polarización de las elecciones del domingo.

En el debate participaron también Ciro Gomes, del Partido Democrático Laborista, tercero en las encuestas, Simone Tebet, del Movimiento de la Democracia Brasileña (MDB), Soraya Thrnokie, del derechista Unión Brasil, Felipe Dávila, del Partido Novo, y Padre Kelmon, del Partido Trabalhista Brasileño (PTB).

Bolsonaro encontró como aliado a Ciro Gomes, quien fue tres años ministro de Lula entre 2003 y 2010 pero dedicó su campaña a una cruzada personal contra su exaliado.

Pero sobre todo Bolsonaro fue ayudado por el gran desconocido de la de la noche, Kelmon Souza, quien se presenta como Padre Kelmon por pertenecer a un grupo llamado Iglesia Ortodoxa del Perú, del ultraderechista Partido Trabalhista Brasileño (PTB), una suerte de Qanon tropical que emula al grupo segregacionista y conspirativo que apoya a Donald Trump en Estados Unidos.

Foto Victoria Gesualdi enviada especial
(Foto: Victoria Gesualdi, enviada especial).

Como el PTB tiene diputados -solo participaron del debate los siete postulantes cuyos partidos tienen representación parlamentaria y los otros cuatro quedaron fuera-, el candidato con 0% de intención de voto aprovechó para ser una linea auxiliar de Bolsonaro en pegarle a Lula por los escándalos de corrupción de la Operación Lava Jato.

«Usted es un testaferro de Bolsonaro en este debate, ni siquiera es sacerdote, estás disfrazado de sacerdote, no debería estar aquí», dijo Lula a Kelmon, que insistió sobre la corrupción del PT y sostuvo que las izquierdas «destruyen las mentes de los jóvenes en la universidad» y reivindican a «Huevara», como llamó al guerrillero argentino cubano Ernesto Che Guevara.

Thronicke sacó de quicio a Kelmon al llamarlo de «sacerdote disfrazado de las fiestas de San Juan». Kelmon dijo que todos necesitan «catequesis».

El debate, con este sacerdote, redujo su clima de tensión. Hasta hubo risas tras la tensión inédita aplicada por Bolsonaro, que apenas dijo una propuesta: que intentará mantener el Auxilio Brasil, el plan social que ejecutó en el segundo semestre de este año, llamado de un artilugio electoral.

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(Foto: Victoria Gesualdi, enviada especial).

Durante sus intervenciones, Bolsonaro fue cuestionado por el resto por haber permitido en el Congreso el llamado presupuesto secreto que domina el bloque llamado Centrao en el Congreso y dijo que «no controla lo que pasa en Petrobras» debido a que no es un «dictador».

Lula aprovechó su tiempo y los diálogos para defender su legado como el mayor gobierno de inclusión social cuando Gomes le endilgó que el modelo del PT permitió la concentración de renta.

«Ciro, vos estás nervioso, viviste mi gobierno como el mayor gobierno de conquista social de la historia en el que todos ganaron dinero», subrayó el dirigente del PT.

Foto Victoria Gesualdi enviada especial
(Foto: Victoria Gesualdi, enviada especial).

Bolsonaro, en tanto, fue cuestionado por Tebet sobre el cuidado del ambiente y el presidente vinculó las críticas a su política hacia la Amazonia como un ataque al agronegocio. «El agronegocio me ama», sostuvo el presidente. En cambio, la senadora le imputó ser responsable de «la mayor deforestación de los últimos 15 años».

Bolsonaro dijo que uno sus grandes aportes fue haber permitido que la población en el campo pueda tener facilidades extendidas para el porte de armas, sobre todo las mujeres. «Yo estoy a favor de las mujeres», enfatizó el presidente, que tiene el gran déficit de su campaña en el electorado femenino.

Bolsonaro fue llamado «cobarde» por la senadora Tebet cuando este le preguntó sobre Celso Daniel, un intendente del PT asesinado en 2002 que según el presidente tuvo una muerte turbia vinculada a disputas internas.

Foto Victoria Gesualdi enviada especial
(Foto: Victoria Gesualdi, enviada especial).

También fue consultado por Gomes y Lula sobre la compra de 51 inmuebles en efectivo por 5 millones de dólares en los últimos 30 años y las denuncias de corrupción en su gobierno, como la compra de vacunas con pedidos de soborno o las coimas en oro pedidas por funcionarios del Ministerio de Educación.

Bolsonaro acusó a los gobernadores del PT de la región nordeste de haber desviado dinero de respiradores durante la pandemia, luego de haber sido acusado por la mayoría de los rivales de haber sido el responsable de los casi 700.000 muertos por su accionar en contra de la cuarentena y la vacunación masiva.

El debate de Globo es el último gran momento antes de la veda de propaganda en medios de comunicación: los candidatos participarán de caminatas el viernes y sábado pero sin poder realizar grandes actos para prepararse para la votación del domingo.


INFO. GENERAL

Francisco, el papa latinoamericano para el mundo

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Murió a los 88 años. Se proyectó como estadista y líder mundial. Nunca perdió su sencillez, predicó a favor de los pobres y descartados, promovió el diálogo y criticó el modelo económico depredador y excluyente. Los cambios que hizo en la Iglesia y lo que dejó pendiente.

Por Washington Uranga

Francisco, el papa latinoamericano que “los cardenales fueron a buscar al fin del mundo” como él mismo lo afirmó, entra en la historia de la Iglesia Católica y de la humanidad como aquella persona que, ejerciendo un liderazgo firme, dentro y fuera de las fronteras institucionales, supo entender los desafíos de la sociedad, desde su lugar ensayó las respuestas a su alcance y, sobre todo, tuvo la capacidad de interpelar a propios y extraños con su mensaje profundamente humano.

De esta manera Jorge Bergoglio logró dejar huella en la vida de muchas personas, también en gran parte de quienes no lo reconocieron como su líder espiritual o religioso. En el escenario de un mundo contemporáneo atravesado por los conflictos y las guerras y, al mismo tiempo, carente de voces y de referentes que iluminen los senderos de la fraternidad entre las personas y los pueblos, Francisco marcó presencia.

Como componente esencial de su misión el Papa predicó y puso en práctica lo que él mismo denominó “la cultura del encuentro”. Porque, como lo escribió en su autobiografía recientemente publicada bajo el título “Esperanza”, “solo quien levanta puentes sabrá avanzar; el que levanta muros acabará apresado por los muros que él mismo ha construido. Ante todo quedará atrapado su corazón”.

Francisco: el hombre común

Se proyectó como estadista y líder mundial, sin perder la sencillez característica de la historia personal de este porteño (“dentro de mi alma me considero un hombre de ciudad”), el mayor de cinco hermanos nacidos todos en el barrio de Floresta en Buenos Aires, y que aún en el Vaticano siguió reconociéndose como “cuervo” por su afición a San Lorenzo. Sin embargo, cuando le anunciaron que en su regreso a la avenida La Plata el nuevo estadio podría llamarse “Papa Francisco” dijo claramente que “la idea no me entusiasma”.

La elección como Papa le cambió la vida a Jorge Bergoglio. Pero una vez convertido en Francisco hizo lo posible por mantener los rasgos de humanidad y de hombre común que hacían que en Buenos Aires, y ya siendo cardenal, siguiera viajando en subte para ir a su despacho en la curia porteña. “Me gusta caminar por la ciudad, en la calle aprendo” decía. Su nueva condición lo obligó a muchas restricciones, pero en lugar de habitar un palacio vaticano eligió vivir en la residencia Santa Marta, una especie de hotel religioso que recibe a obispos y sacerdotes que viajan a Roma por motivos eclesiásticos. Allí trasladó incluso muchas de sus audiencias, sobre todo cuando se encontraba con la gente más cercana por motivos personales o pastorales. Santa Marta fue su casa. Hasta allí le alcanzaron los zapatos “gomicuer” que pidió a sus amigos que le llevaran desde Buenos Aires tras descartar el calzado rojo que usaba su antecesor Benedicto XVI. También desde allí, o desde cualquier lugar del mundo donde estuviera de visita, cada domingo por la noche Francisco cumplía en llamar por teléfono a Buenos Aires a su hermana María Elena, la única sobreviviente de su familia. Ha dicho que no ver a su hermana es de los desprendimientos que más le costó.

Se reconocía como amante de la música y del tango. “La melancolía ha sido compañera una compañera de vida, aunque de manera no constante (…) ha formado parte de mi alma y es un sentimiento que me ha acompañado y que he aprendido a reconocer”.

Desde 1990, a raíz de una promesa religiosa, no volvió a mirar televisión y se mantenía informado por otros medios.

“Plan de gobierno”

La elección de Bergoglio como papa Francisco, que cambió la vida de la Iglesia Católica, también modificó profundamente la manera de relacionarse del catolicismo con la sociedad, en el mundo y en cada país y región.

Ni siquiera los más cercanos, aquellas y aquellos que conocían sus pensamientos y que habían seguido su trayectoria, habrían podido imaginar aquel 13 de marzo de 2013 el «plan de gobierno» que Jorge Bergoglio tenía en su mente cuando fue ungido como máxima autoridad de la Iglesia Católica. Quizás tampoco había pasado por su cabeza esa posibilidad a pesar de la experiencia acumulada en sus años como superior provincial de los jesuitas en Argentina (1973-1979), en plena dictadura militar, o en su tarea como obispo auxiliar (1992-1998) y luego como arzobispo de Buenos Aires (1998-2013).

No pocos sostienen que la vida de Bergoglio tuvo un vuelco fundamental por su participación en la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (Aparecida, Brasil, 2007) en la que el entonces arzobispo porteño recibió un baño de ”latinoamericaneidad” en su contacto con sus colegas obispos de la región y, en particular, con los de Brasil. Esto es lo que lo llevó a escribir en sus memorias que “mis raíces son también italianas, pero soy argentino y latinoamericano. En el gran cuerpo de la iglesia universal, donde todos los carismas ‘son una maravillosa riqueza de gracia’, esa iglesia continental tiene unas características de vivacidad especiales, unas notas, colores, matices que también constituyen una riqueza y que los documentos de las grandes asambleas de los episcopados latinoamericanos han manifestado”.

Hasta entonces el “porteño” Bergoglio, como buena parte de los argentinos, se había mantenido distante de América Latina. También en términos eclesiásticos por su cercanía a la “teología de la cultura” que aprendió de su maestro Juan Carlos Scanonne y más alejado de los teólogos de liberación como el peruano Gustavo Gutiérrez o el brasileño Leonardo Boff. Con ambos se encontró y se abrazó después una vez que estuvo en el Vaticano. Bergoglio se hizo latinoamericano en Aparecida. Y con ese bagaje llegó al consistorio que lo eligió Papa.

Pocos días antes de su muerte, la teóloga argentina Emilce Cuda, a quien el Papa llevó a Roma como una de sus más estrechas colaboradoras, fue enfática al señalar que la teología de Franscisco ha sido “la teología” a secas, rescatando las raíces del pensamiento cristiano a lo largo de la historia para ponerla a dialogar con los desafíos de la actualidad de la Iglesia y del mundo.

Referente mundial

El tiempo y sobre todo los gestos de Francisco fueron dejando en claro la propuesta y las huellas que el primer papa latinoamericano deseaba establecer como impronta a su gestión. Fue así que su primer viaje político-pastoral lo llevó hasta Lampedusa, para encontrarse con los inmigrantes ilegales expulsados de su territorio que huyen desesperados en busca de la vida. A ellos y al mundo les reafirmó con un gesto de cercanía y solidaridad su prédica en favor de los pobres, los descartados y de sus derechos.

Desde allí, sin abandonar su impronta religiosa, el Papa comenzó a construir su condición de referente mundial más allá de las fronteras de la Iglesia Católica convirtiéndose en interlocutor de jefes de estado, de dirigentes sociales, políticos y culturales. En un mundo con liderazgos en crisis y enfrentando los desafíos de la realidad Francisco eligió el camino del diálogo y del encuentro con los diferentes, desde la realidad de los pobres y reclamando por sus derechos.

Sus ideas quedaron plasmadas en muchos de sus documentos y alocuciones públicas pero sobre todo en las encíclicas Laudato Si (2015), sobre “la casa común”, el cambio climático y el cuidado de los recursos naturales, y Fratelli Tutti (2020) acerca de la amistad y la fraternidad social.

Pero Francisco fue, de muchas maneras, un líder incómodo, para los gobernantes y los poderosos del mundo. En particular por sus llamadas a atender los problemas de sobre explotación de los recursos naturales en desmedro del cuidado de la naturaleza, las críticas de un modelo económico depredador y excluyente y las advertencias sobre el “descarte” que se evidencia en las migraciones masivas, las guerras y la pobreza creciente.

Los pobres y la guerra

En su transitar Francisco se convirtió en vocero de los descartados y los pobres, pero también en aliado de quienes salieron en defensa de los derechos de estas personas y comunidades. Puede decirse que el discurso pronunciado el 9 de julio de 2015 por el Papa ante el auditorio plural de los movimientos sociales reunidos en Cochabamba (Bolivia), cuyo eje fue su proclama de «las tres T» (tierra, techo, trabajo), constituye una suerte de síntesis doctrinal que, en otro tono y con distinto despliegue, Francisco había expresado de manera sistemática y con base teológica en Laudato Sí. Una gran suma que, a contracorriente de las fuerzas del capitalismo mundial, se alzó en favor de los pobres y sus organizaciones, criticó a los poderes hegemónicos y lanzó un llamado a la paz. Una militancia pacifista que Bergoglio apoyó con sus acciones y las del Vaticano en cada lugar de conflicto en cualquier rincón de la tierra. En esta tarea los movimientos sociales fueron elegidos permanentemente como aliados e interlocutores, convocados y sentados a la mesa de las conversaciones con el Papa.

A través de sus acciones Francisco también consolidó su idea de que a las grandes religiones monoteístas del mundo y a sus dirigentes le cabe la responsabilidad de encontrar salidas a la guerra mundial traducida en multitud de conflictos acotados o guerras regionales por disputas territoriales, cuestiones de soberanía, enfrentamientos políticos, étnicos o raciales. “No existe la guerra inteligente; la guerra solo sabe causar miseria; las armas, únicamente muerte” afirmó.

En octubre de 2022 organizó en Roma un gran encuentro de líderes religiosos mundiales por la paz. Pero antes y después se reunió en Irak, con el Gran Ayatolá Sayyid Ali Al-Husayni Al-Sistani, líder de la comunidad chií del país, en Ulaanbaatar con once líderes de diferentes confesiones y, más recientemente, en Indonesia junto al iman Nasaruddin Umar visitó el ‘túnel de la Amistad’ que conecta la mezquita Istiqlal con la catedral de Nuestra Señora de la Asunción.

En la propia Iglesia

Hacia el interior de la misma Iglesia Católica el papa Francisco impulsó muchas líneas que conectan directamente con iniciativas inauguradas en el Concilio Vaticano II (1962-1965), impulsadas por el papa Juan XXIII (1958-1963 ) y continuadas por Paulo VI (1963-1978), pero que tuvieron frenos y retrocesos con Juan Pablo II (1978-2005) y Benedicto XVI ( 2005-2013).

De esta manera Bergoglio insistió en la idea de “una iglesia de puertas abiertas” con capacidad de acogida para todas y todos, sin ningún tipo de restricciones, en diálogo con la sociedad y enfrentando los problemas comunes. Esto implicó también reformas profundas en las estructuras eclesiásticas, con más espacios para los laicos y en particular para las mujeres, pero también desde una perspectiva eclesiológica que buscó protagonizar el “sacerdocio común de los fieles” incluso antes que el sacerdocio ministerial.

Con esa intención Francisco propició, a través de los sínodos (universal y regionales) una Iglesia más participativa que puso en crisis el modelo estrictamente jerárquico, piramidal y romano céntrico. Ello trajo aparejado también la decisión de enfrentar los problemas de abusos, la pederastia y la corrupción dentro de la estructura eclesiástica.

Bergoglio acompañó este proceso con reformas de la curia vaticana, recambio de los responsables y nuevos nombramientos para rodearse de figuras de su confianza. También hubo cambios mediante la designación de obispos más jóvenes y cercanos a la perspectiva eclesiológica de Francisco.

Nada de esto ocurrió sin resistencias y enfrentamientos. En el mundo, pero también en la Argentina donde paradójicamente los sectores católicos más conservadores, empresarios y representantes del poder que vieron en Francisco la continuidad de un cardenal Bergoglio, que en su momento y sin considerarlo como del propio palo, nunca les resultó incómodo. Rápidamente se sintieron defraudados por las iniciativas y las propuestas del Papa que acentuó los rasgos más latinoamericanistas del entonces cardenal de Buenos Aires y radicalizó su perspectiva en favor de los pobres, de los excluidos y de sus derechos.

El poder se disgustó con Francisco y no lo disimuló. También los sectores conservadores de Iglesia incluidos algunos obispos se sintieron molestos con Bergoglio, aunque estos últimos se mantuvieron dentro de los márgenes de discreción que impone la propia Iglesia.

A nivel mundial también las intrigas y las conspiraciones fueron en aumento. Integrantes del colegio cardenalicio que habían ido a buscar a un papa latinoamericano y seleccionaron a un argentino porque siendo tal era el «más parecido» a los europeos se sintieron frustrados en sus expectativas.

En más de una oportunidad los sectores más conservadores se rasgaron las vestiduras ante lo que consideraron excesivas concesiones de Bergoglio, tanto en sus mensajes como en su estilo pastoral. Francisco no se inquietó demasiado por ello. Siguió tomando decisiones con conciencia de los problemas que enfrentaba e incluso utilizó la energía y el respaldo que le llegaba desde afuera para dar batallas en el seno de la propia Iglesia.

Siempre apareció convencido de la tarea que debía enfrentar: avanzar y profundizar la reforma de la Iglesia hacia una forma de gobierno y de participación más sinodal, más horizontal y plural que renueve la vida del catolicismo.

Si bien se dieron pasos sustanciales en ese sentido, quizás sea esta la tarea inconclusa que deja Francisco y que quedará en manos quien lo suceda en el pontificado. Una designación que dependerá de una elección incierta y sin candidatos a la vista, aun teniendo en cuenta la profunda renovación que Bergoglio hizo en el colegio cardenalicio que escogerá al nuevo papa.


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